Un curioso hogar nacional
Uri Avnery
La actual coalición gubernamental israelí está compuesta por 67 (de 120) diputados de la Knesset.
Cada miembro quiere ser elegido otra vez (y otra vez y otra vez).
Para ser reelegido, él o ella debe captar la atención del público.
¿Cómo? La manera más simple es proponiendo una nueva ley. Un proyecto de ley tan descabellado que los medios de comunicación no puedan pasarlo por alto.
Esto crea una libre competencia. Para atraer la atención, cada proyecto de ley nuevo tiene que ser un poco más descabellado que el anterior. El cielo es el límite. Quizás.
El último proyecto de ley, elaborado por un diputado exjefe de los servicios secretos, se denomina “Israel: Estado nacional del pueblo judío”.
Los embajadores israelíes se consideran una especie de soberano extraoficial de la comunidad local judía
En términos generales, el pueblo judío está formado por todos los judíos del mundo, de los cuales más de la mitad viven fuera de Israel y son ciudadanos de otros estados. No se les ha preguntado si quieren que el Estado de Israel los represente. Huelga preguntar.
De hecho, muchos consideran a los embajadores israelíes de todas partes del mundo una especie de soberano extraoficial de la comunidad local judía.
¿Qué pasa con los ciudadanos árabes de Israel, que constituyen algo más del 20%? Bueno, siguen siendo ciudadanos, pero el Estado no les pertenece.
Entonces, ¿qué dice el proyecto de ley?
En primer lugar, suprime el estatus del árabe como “lengua oficial”, un estatus que ha disfrutado desde que se fundó Israel. El hebreo reinará, y en solitario.
Israel no tiene una constitución escrita. La Corte Suprema ha creado una especie de constitución virtual, basada en varias “leyes básicas”. Una mayoría en la Knesset puede revocar cualquiera de ellas en cualquier momento.
Hasta ahora, el supuesto legal básico ha sido que Israel es un “Estado judío y democrático”, ambos atributos al mismo nivel. La nueva ley cambiará eso. Estos atributos permanecerán intactos, pero “judío” cobrará más importancia que “democrático” y lo superará si hay alguna contradicción, como ocurre frecuentemente.
Esta semana, Binyamin Netanyahu ha anunciado que ha aprobado este proyecto de ley y que lo impulsará en la Knesset dentro de dos meses. Ningún problema.
¿Por qué no hay ningún problema?
Porque, básicamente, no existe oposición ideológica.
Por supuesto, existe una facción árabe (dividida en tres subfacciones: nacionalista, religiosa y comunista). Pero la mayoría de los diputados judíos de la oposición preferirían ser vistos en la cafetería de la Knesset en compañía de un diputado judío fanático fascista que en la de un árabe.
Por lo tanto, si Netanyahu quiere imponer el proyecto de ley, se convertirá efectivamente en la ley de la nación.
¿Qué quiere decir “judío”? ¿Es una denominación nacional o religiosa?
Un israelí de a pie te contestará: ambas, por supuesto. Se puede usar en un sentido o en otro, según convenga.
Adoptar la fe cristiana, o cualquier otra, es un pecado; pero el converso sigue siendo judío, quiera o no
El sionismo era básicamente un proceso de intentar transformar una antigua comunidad etnorreligiosa en una nación moderna. Cuando el proyecto de ley afirma que Israel es el “Estado-nación del pueblo judío”, se refiere a todos los judíos del mundo. “Nación” y “pueblo” (y religión) se consideran sinónimos. ¿Todos somos judíos, no?
¿Qué pasa con el judío de los Estados Unidos que se siente perteneciente a la nación estadounidense? ¿Qué pasa con el judío canadiense que es totalmente ateo y percibe todo lo relacionado con su judaísmo como una curiosa rememoración de sus abuelos? ¿O un hipotético sudafricano negro cuyos padres se han convertido al judaísmo por su amo blanco judío? ¿O un judío ruso cuyos padres han adoptado la fe cristiana ortodoxa?
Son judíos, todos ellos. La ley judía establece que “un judío, incluso si comete un pecado, sigue siendo judío”. Adoptar la fe cristiana, o cualquier otra, es ciertamente un pecado; pero el converso sigue siendo judío, quiera o no.
El Estado-nación del pueblo judío pertenece a todos ellos. O, más bien, todos ellos pertenecen al Estado nación del pueblo judío.
Todo esto tiene poco que ver con la ideología sionista original.
Theodor Herzl, una persona verdaderamente ingenua, creía que todos los judíos del mundo vendrían al Estado judío. Aquellos que no lo hicieran dejarían de ser judíos.
Incluso para David Ben-Gurion, uno de los primeros sionistas, la idea de que un líder sionista americano continuara viviendo en los Estados Unidos era una abominación. A sus compañeros les costó convencerlo de que era una mala política decirle eso a los judíos estadounidenses cuando necesitas su dinero.
Ben-Gurion ciertamente no hubiera aceptado una definición que hubiese convertido Israel – ¡su Israel! – en el Estado de estos judíos, y convertirlos en casi ciudadanos del Estado nacional judío. Dios (en quien él no creía) no lo quiera.
¿Qué pasa con los judíos laicos en Israel?
Bueno, la primera pregunta es si hay realmente judíos “laicos” en Israel.
Todos los judíos que crecieron en Israel son productos del sistema educativo judío, basado en la Biblia. Esto crea en sus mentes una serie de certezas ideológicas que no se pueden erradicar.
El pueblo de Israel nació en una conversación entre Dios y Abraham en un lugar situado en el Iraq de hoy. Esto es evidentemente una leyenda, como la mayor parte de la Biblia hebrea, incluyendo los antepasados, el éxodo y los reinos de David y Salomón. (Su existencia ha sido desmentida, entre otras cosas, debido a su total ausencia en la voluminosa correspondencia de los gobernantes y espías egipcios en la tierra de Canaán).
Cada niño judío en Israel lleva la Biblia grabada en su conciencia: cree que los judíos son únicos
Pero la evidencia histórica no importa aquí. El hecho es que cada niño judío en Israel lleva la Biblia profundamente grabada en su conciencia. Significado: los judíos son especiales. Los judíos son únicos. Es “ellos” y “nosotros”. El mundo entero contra nosotros.
Mi amigo Reuven Wimmen me ha enviado una lista de las creencias básicas del israelí “laico” medio. Dice así:
1. No observa el Shabbat. Usa su coche, compra, viaja y va a la playa en el día sagrado.
2. Pero cree en Dios.
3. No come kosher pero prefiere los restaurantes kosher.
4. Va al menos una vez al año, en Yom Kippur, a la sinagoga.
5. Se casa y se divorcia en el rabinato.
6. No le gustan mucho los árabes.
7. No quiere que lo identifiquen como un izquierdista pero no vota a la derecha.
8. No está a favor de la separación entre estado y religión.
9. Ha servido en el ejército, ama el ejército y está orgulloso del Estado.
10. Está a favor del concepto “Dos Estados para Dos Pueblos”, siempre y cuando esto no afecte a los asentamientos.
11. No acude a las manifestaciones ni a otras actividades políticas.
Dado que es así, no se pueden esperar protestas reales en contra del proyecto de ley. Nos llamaremos a nosotros mismos el Estado nación del pueblo judío. Aleluya. (Para los que no lo sepan: Aleluya es la palabra hebrea para “alabado sea Dios”).
¿Qué pasa con los cerca de dos millones de árabes que son ciudadanos del Estado nacional del pueblo judío?
Los árabes de Israel seguirán siendo -de momento- ciudadanos de un Estado que pertenece a otro pueblo
Hasta ahora, ningún miembro de la Knesset hambriento de atención ha elaborado aún un proyecto de ley para quitarles su ciudadanía.
Así que seguirán siendo ciudadanos del Estado, el cual pertenece a otro pueblo. De momento.
Tendremos un Estado nacional para el pueblo judío, en el que la mayoría de los judíos del mundo no son ciudadanos y en el que dos millones de árabes no judíos serán ciudadanos; en cuya “capital eterna”, Jerusalén, viven unos cientos de miles de habitantes árabes que no son ciudadanos, que ocupa militarmente Cisjordania con unos 22,5 millones de árabes y que indirectamente controla las vidas de otros dos millones de árabes en la franja de Gaza.
En total, ahora viven en la histórica Palestina unos 7 millones de judíos y unos 7 millones de árabes.
Un curioso hogar nacional.
© Uri Avnery | Publicado en Gush Shalom | 13 Mayo 2017 | Traducción del inglés: Miriam Reinoso
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