Myriam Seco
«Los egipcios se sienten herederos de su pasado faraónico»
Alejandro Luque
Sevilla | Julio 2017
Sevillana de 1967, Myriam Seco regresó recientemente a su tierra para recibir el premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos por su libro Tutankhamón en España. Howard Carter, el duque de Alba y las conferencias de Madrid (Fundación José Manuel Lara), escrito en colaboración con Javier Martínez. El volumen rememora las dos visitas de Howard Carter a Madrid, en 1924 y 1928 para explicar sus avances en el estudio de la tumba y el ajuar funerario de Tutankhamón, visitas que estuvieron amparadas por el entonces duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart.
Pero Myriam Seco no solo demuestra ser una competente ensayista. Doctora en Historia por la Universidad Hispalense, desde 2008 dirige las excavaciones y restauraciones del templo de Millones de Años de Tutmosis III en Luxor, lo que hacen de ella una de las profesionales de la arqueología más destacadas de nuestro país.
Ser arqueóloga ¿es como jugar en un casino? ¿Se apuesta durante años de excavación a ver si por casualidad sale el tesoro?
No, lo más necesario es tener una gran pasión, una vocación muy fuerte. Eso es lo que te mueve para insistir y poder conseguir tu objetivo. Y tener mucha paciencia, ser perseverante, insistir en lo que quieres conseguir, porque a veces excavas un tiempo y no consigues nada.
¿Hay trucos del oficio para saber dónde están los grandes hallazgos, o el factor suerte influye?
«Trabajamos tres meses al año en el templo de Tutmosis III, y un mes en una biblioteca alemana»
Hombre, el factor suerte influye, pero… Por ejemplo, yo soy la directora del templo de Millones de años de Tutmosis III en Luxor, y antes de solicitar este proyecto llevaba diez años trabajando en Luxor, en otros templos. Nosotros hemos tenido la suerte de que los hallazgos hayan sido muy por encima de nuestras expectativas, hemos encontrado informaciones mucho mayores de las que podíamos imaginar. Todo implica un estudio y una preparación previa a empezar a trabajar.
La arqueología, como dice, se estudia mucho en bibliotecas, pero cuando se sale al terreno con la pala es otro mundo, ¿no?
En el templo de Tutmosis III trabajamos tres meses cada año. En esa campaña tú generas una gran cantidad de material que tienes que clasificar, estudiar, investigar… Algunas piezas interesantes exigen una investigación en profundidad, y para ello necesitas ir a una buena biblioteca. Nosotros vamos un mes al año a la biblioteca de Tubingen a consultar la biblioteca del departamento de Egiptología. Tenemos también personas haciendo tesis doctorales sobre ese material que sale de la excavación. Cada una de esas campañas de tres meses implican meses y meses, incluso años de trabajo, para poder publicar la correspondiente información. Pero eso lo disfrutamos también.
¿Prepara la carrera para los retos del campo?
«Es bueno hacer publicidad del trabajo que haces, pero no dar resultados antes de saber qué te va a salir»
Por supuesto, lo que te da el bagaje y la experiencia son las campañas. Cuando estudias te preparas en lo básico, pero aprendes con los años en el trabajo de campo. Yo empecé a ir a Egipto en el año 95, y claro, todos esos años que he trabajado con misiones francesas, alemanas, estadounidenses, pues cada uno te aporta su técnica y te da la experiencia, y entonces puedes aplicarla a tu proyecto y a tu investigación.
Egipto es un país con un siglo largo de arqueología. ¿Tiene más la sensación de que solo cabe ya recoger los restos que dejaron Howard Carter y colegas?
¡Para nada! La prueba la tenemos en que prácticamente todos los meses hay noticias de descubrimientos nuevos. El patrimonio del Antiguo Egipto es inmenso, lo que se ha descubierto hasta ahora es una minoría, queda por aparecer más del 50 por ciento. Tenemos trabajo para nosotros y para las generaciones siguientes.
El año pasado, un arqueólogo británico, Nicholas Reeves, y las propias autoridades egipcias anunciaron estar cerca de descubrir la tumba de Nefertiti. Este tipo de campañas publicitarias suelen conseguir fondos para continuar con las excavaciones, pero ¿son buenas para la ciencia? ¿O perjudican?
Bueno, de hecho eso era una teoría, una hipótesis, que se ha paralizado y se ha dejado apartada de momento. Es bueno hacer publicidad del trabajo que haces, pero no dar resultados antes de las investigaciones, de saber qué te va a salir. Ahora mismo eso está parado, en un futuro tal vez hagan nuevos escaneos para verificar si hay nuevas cámaras. Siempre ha sorpresas, pero ya serán otros investigadores los que lo hagan.
¿Tiene un sueño concreto de encontrar algo, una fijación en un personaje?
No. No tengo fijación, pero siempre tenemos esa ilusión de encontrar alguna pieza clave que dé información del pasado. En el caso de nuestro templo, encontrar un papiro, alguna pieza significativa en las tumbas de debajo del templo, alguna cámara intacta… Más allá de lo espectacular que pueda ser el hallazgo, buscamos información. Esa es la clave, siempre con muchísima ilusión. Los objetivos a veces se truncan porque surge una nueva información con la que no contabas, pero eso es lo que hace mágica la arqueología.
¿Hasta qué punto es necesaria la ilusión de encontrar algo grande, y en qué grado puede perjudicar la labor de excavación fijándose en los detalles humildes?
«No solo tratamos de sacar toda la información posible, sino mostrar al público estos descubrimientos»
Al tener un templo, nosotros no solo podemos sacar toda la información posible, sino que tenemos un gran reto, que es mostrar al público estos descubrimientos. Ahí empieza la musealización del yacimiento, que es también muy interesante. Sabes que en un futuro, los viajeros que pasen por Egipto van a saber más de la historia de Tutmosis y van a poder visitar ese templo que antes no existía, porque estaba cubierto de arena.
¿Conocemos mejor la vida en la Antigüedad por los tesoros de los reyes, o por los basureros de los pobres?
Se encuentra información en todos lados, y hay que estar atentos a cualquier información.
Usted se especializó también en arqueología submarina, tanto en Líbano como en Egipto. ¿Todo un mundo por descubrir? ¿Qué sabemos del nivel de navegación de los antiguos egipcios, fenicios, etcétera?
«En Líbano excavábamos un pecio fenicio con un cargamento de estatuas de terracota a 34 metros bajo agua»
La arqueología submarina es el mismo principio, pero en otro medio. Tienes que adaptarte al mar. Para mí, esos años fueron también muy interesantes, pero lo que te mueve en el fondo es la misma curiosidad. Las excavaciones subacuáticas varían mucho según el sitio donde estás. Por ejemplo, estuve trabajando en el puerto de Alejandría, donde excavas en 4 o 5 metros de profundidad, y ahí puedes estar sumergida bastante tiempo. Pero en el Líbano, cuando excavábamos un pecio fenicio con un cargamento de estatuas de terracota a 34 metros, estás condicionada, porque puedes estar poco tiempo en fondo, tienes que tener otra mezcla de aire también… Pero ya digo, el objetivo es siempre el mismo, buscar información del pasado, documentar todo lo que sale y saber más.
¿Cree que, por su nivel técnico de navegación, los egipcios pudieron ser capaces de cruzar el Atlántico con barcos de papiro, como intentó demostrar Thor Heyerdahl en 1970?
Para nada. Nunca lo creí.
También se dice que los fenicios llegaban a Irlanda para comprar estaño, ¿plausible teniendo en cuenta sus barcos?
Sabemos que los fenicios eran grandes navegantes y se recorrían el Mediterráneo de un extremo a otro, tenemos yacimientos importantísimos tanto en el Mediterráneo occidental como en el oriental. Eran verdaderos navegantes y comerciantes, pero más allá…
Cuando se da un paseo por un pueblo egipcio o libanés… ¿le parece a veces que es la misma gente con los mismos oficios que en la antigüedad? ¿Observar la sociedad campesina o artesana aún existente en estos países, ¿puede ayudar a interpretar los hallazgos arqueológicos?
No se puede comparar el Líbano y Egipto, son países completamente distintos, sin nada que ver uno con otro. Si me paseo ahora por los pueblos del Egipto Medio, la zona rural, en muchos aspectos sí son similares a como serían en la antigüedad, viviendo de la agricultura, básicamente del río, que es lo que le da vida al país. Depende de la zona. El Líbano actual es otra historia, no tiene nada que ver.
Entre los muchos obreros locales con los que trabaja en las excavaciones, aparte del obvio interés de ganarse el pan, ¿se observa también una curiosidad de conocer el pasado, acercarse a esa época?
Sí, claro. Son familias, generaciones que han trabajado con la Arqueología, son buenísimos profesionales, unos especializados en excavaciones, otros en restauración. Son verdaderas joyas, muy profesionales, con mucha experiencia.
La gente de a pie hoy día ¿se sienten herederos de aquella civilización, pasando por la helenística ptolemaica, o para ellos Egipto empieza a existir con la llegada del islam?
Por supuesto, se sienten herederos de todo aquello, y están orgullosos de tener ese pasado. Egipto vive de ese pasado y del interés de ese pasado. En absoluto creen que todo empezara con el islam.
¿Sabe qué valor se le da a la cultura antigua en los colegios de hoy día en Egipto? ¿Qué estudian los niños de su pasado?
«Egipto vive de su pasado y del interés de ese pasado. No creen que todo empezara con el islam»
Sí, claro que estudian el Antiguo Egipto. De hecho, también hay en la universidad el estudio de la Arqueología y la Egiptología. Y luego hay una gran cantidad de funcionarios, hay más de 40.000 en el Ministerio de Antigüedades. Muchos han hecho las citadas carreras, es un país volcado en su pasado.
La oleada de islam político como modelo de pensamiento único en Egipto y todos los países de la zona, ¿podría contrarrestarse con una conciencia histórica de ser un pueblo mucho más antiguo que una religión en concreto?
No tiene nada que ver, no se puede comparar una cosa con otra. Los egipcios se sienten herederos de ese pasado faraónico, esa conciencia sí la tienen.
¿El copto que aún sobrevive como lengua litúrgica es similar al idioma hablado por los faraones? ¿Desde las dinastías antiguas hasta el siglo XX se ha mantenido viva una cultura al menos en el aspecto del idioma?
Claro, el copto sigue utilizándose en la liturgia. Y sí, tiene similitudes con la lengua de los faraones, es la última evolución de la lengua egipcia. Eso es lo que nos ha llegado a nosotros, y sigue vivo en los ritos cristianos coptos.
Los egiptólogos movieron mucho las fechas para las dinastías hasta encontrar un consenso basado en observaciones astronómicas. ¿Es este marco cronológico ya una certeza absoluta, o una convención que aún cabria revisar y modificar, como sugieren algunos autores alemanes?
Bueno, meterse en cuestiones de cronología es complicado. Lo que hacemos nosotros cuando hacemos una publicación es decir “hemos seguido la cronología de tal o de tal”… porque claro, eso es siempre discutible, no se ponen de acuerdo. Lo mejor es decir yo sigo a tal, y ser consecuente con la línea que llevas, y ya está.
¿Le molesta que los yacimientos se conviertan en un parque temático?
«Aprender alemán es fundamental para estudiar Egiptología, los alemanes son pioneros»
Cada uno tiene el conocimiento que tiene, y es libre de hacer lo que quiera. No se le puede pedir el mismo nivel a todo el mundo, hay a quien simplemente le gusta el monumento y se hace una foto, otro conoce más y se ha enterado de la historia… Lo interesante es que a todo el mundo le llama la atención ese pasado, con más o menos información, y con respeto.
¿Es partidaria de que algunos tesoros abandonen el British Museum para volver a Egipto, o a Grecia?
Eso también es muy relativo, hay piezas que han salido del país en su momento, en otra época y otra legislación, y ya no tienen que volver. Pero otras salieron de forma ilegal y sí deberían volver.
Usted aprendió alemán para estudiar Egiptología. ¿Fue más difícil que aprender el idioma de los faraones?
El alemán es difícil, pero más difícil me resulta aprender el árabe [risas]. Fue un gran esfuerzo pero me alegro de haberlo hecho. Es fundamental para estudiar Egiptología, los alemanes son pioneros, y la mayor parte de la bibliografía está en alemán. Si no lo sabes, te quedas sin acceso a una gran parte de la información.
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