Izet Sarajlić
M'Sur
El poeta que sobrevivió a dos guerras
Aunque la biblioteca de Sarajevo sucumbió a la artillería serbia a finales de agosto de 1992, y sus dos millones de ejemplares reducidos a cenizas, la poesía permaneció a buen recaudo en la capital bosnia. Se recitaba en cualquier esquina, en las casas, a la luz de las velas en las reuniones de vecinos que se daban al morir el día, cuando las sombras decretaban la tregua provisional de los francotiradores. Seguía viva en la voz de Izet Sarajlić (Doboj, 1930-Sarajevo, 2002), el bardo más traducido de la ex Yugoslavia, aquel que en una carta a Erri de Luca se preguntaba: “¿Quién cubre el turno de noche para impedir el secuestro del corazón del mundo? Nosotros, los poetas”.
El autor perdió a su hermano mayor en el 43, fusilado “por los camisas negras del mundo”, según decía. Y luego, ya adulto, le tocó vivir y sobrevivir, en toda su dureza, la guerra de los Balcanes.
Ninguno de aquellos duros trances lo alejó jamás del registro amoroso, aunque fuera incorporando naturalmente otros intereses y preocupaciones. La limpieza expresiva, una cuidada sencillez, unas gotas de ironía reservadas casi siempre para rematar sus poemas, son características recurrentes de su obra. El desgarro interior siempre viene amortiguado por una resignada serenidad, absoluta, asombrosamente despojada de odio.
MSur reproduce algunos de los poemas de Sarajlić recogidos en el volumen Después de mil balas, publicado por Seix Barral con prólogo del propio De Luca. Una oportunidad de asomarse a ese mundo poético donde la belleza prospera en medio del estrépito de mortero, el humo y las llamas.
[Alejandro Luque]
Después de mil balas
Traducción:
Fernando Valverde y Branislava Vinaver
..
Qué lleva el hombre consigo
A una cita de amantes:
el ramo de rosas
o simplemente las entradas
para algún estreno;
al viaje:
un viejo reumatismo
o alguna novela de quiosco
con un revólver en la cubierta;
a una isla desierta:
los recuerdos de los encuentros pasados
y la esperanza
en el retorno
entre la gente;
a la guerra:
la imagen de la mujer
y una hoja de abedul
caída en el jardín.
Sólo a la muerte
sólo a la muerte
el hombre no lleva nada.
¡Ni un paquete de cigarrillos!
(1967)
* * *
Las manos
Durante cinco años sostuvo
la culata de un rifle: la mano
del soldado.
Estuvo obligada a matar
al perro querido: la mano
del cazador.
Toda la vida
estuvo dando golpes: la mano
del boxeador.
Toda la vida llevó
el vaso hacia la boca: la mano
del borracho.
Y aquí está la mano feliz
que te ha acariciado
durante veinte años.
¡Aquí está la mano feliz!
(1968)
* * *
Los críticos de poesía
¿Por qué los críticos de poesía
no escriben poesía
si todo lo saben sobre poesía?
Si supieran,
tal vez preferirían escribir poesía que sobre poesía.
Los críticos de poesía son como los viejos,
también ellos saben todo sobre el amor.
Lo que no saben es hacer el amor.
(1982)
* * *
Para mis queridos Bajević
Si en estos veinte años me hubiera matado,
vosotros habríais ido entre los primeros detrás de mi ataúd,
y ¿cómo puede ser
que todavía no estéis en ninguno de mis poemas?
Entrad en éste, junto a la nevasca.
Así.
¿Vamos a escuchar a Vysotski?
Me encanta escribir,
especialmente en la tormenta,
y cuando la vida aprieta
con alguna tristeza alegre,
pero siempre es mejor pasar una noche con tus amigos
que estar sentado al escritorio,
incluso si escribes Hamlet.
(1984)
* * *
Nuestros encuentros de amor en el León
Qué hermosa vejez pudimos haber tenido
tú y yo
sin toda esta locura nacionalista eslavo-meridional.
Y en cambio,
después de todo sólo nos han quedado
estos encuentros de amor tristes
en el cementerio junto al León.
Te diré
que cuando soy más feliz en mi desgracia
es cuando en el cementerio me sorprende la lluvia.
¡Cuánto me gusta empaparme junto a ti!
(1998)
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© Herederos Izet Sarajlic · Cedido por Seix Barral