Resucitar en Palermo

por Victoria Herranz
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La luz ausente

 

Leonardo Sciascia –¿cómo no volver a él una y otra vez?– sentía vértigo ante el número de penitentes encapuchados que desfilaban por Sevilla en Semana Santa, y se maravillaba de la belleza de las mujeres con mantilla. También lo apreció así otra paisana siciliana, la poeta y novelista María Attanasio, cuando visitó la capital hispalense hace pocos años. A ambos les unen, además de su común origen, dos elementos: uno, han escrito sobre las fiestas religiosas con un sentido que va más allá de la devoción, con una curiosidad que cabría llamar antropológica, social y quizá –conociendo a sus autores– hasta política. El otro, que se hicieron acompañar de dos fotógrafos excepcionales, también sicilianos: Sciascia, de Ferdinando Scianna, y Attanasio de Giuseppe Leone. La mirada conjugada de unos y otros, sobra decirlo, ha producido libros maravillosos.

Victoria Herranz, joven pero experimentada fotógrafa madrileña, ha querido también asomarse a la Semana Santa desde Palermo, la ciudad donde se halla afincada desde hace algún tiempo. Allí la llevó la curiosidad por la pervivencia de la lucha civil contra la mafia, pero su cámara ha terminado abriendo el objetivo a todo tipo de usos y costumbres de la ciudad mediterránea, en especial en sus barrios más deprimidos. Con ese característico uso de la luz (o de su ausencia) que es casi un sello en esta creadora, Herranz logra que cada instantánea sea como una silenciosa novela. No hay una mirada que no cuente una, muchas historias.

El barroco, tan similar y a la vez tan diferente del andaluz, preside todo: contempla el éxtasis, el sentimiento de hermandad, el asombro, la esperanza, el poder que tienen los ritos para canalizar las emociones y reunir a los pueblos. Y también extrae de este fenómeno toda su carga metafórica, la más evidente de las cuales nos remite a esa tierra que, desde hace ya demasiado tiempo, sigue avanzando en ese vía crucis cuyas estaciones más célebres son la corrupción y el crimen organizado. Una tierra que ha muerto muchas veces. ¿Estará aún a tiempo de alcanzar un soñado Domingo de Resurrección?

[Alejandro Luque]