Murid Barguti
Mi reino es de este mundo
M'Sur
Lírica apátrida
Nobleza obliga: llamarse Barghouti casi predestina a ser a alguien importante en el paisaje de Palestina. La extensa familia de Cisjordania ha dado de sí escritores, periodistas, ministros y activistas, algunos pacíficos, otros no tanto. A Murid Barghouthi – o Barguti, en la transcripción española – , nacido en Deir Ghassanah, cerca de Ramalá en 1944, le ha tocado un destino muy palestino, casi demasiado: el exilio. El del Cairo donde estudiaba, cuando la guerra de 1967 arrasó Cisjordania y desembocó en una ocupación militar israelí que dura hasta hoy y que le impidió volver a casa. El de Jordania, Kuwait, Líbano, en algunos años intermedios. El de Budapest, entonces comunista, cuando Egipto lo expulsó durante 13 años. Es lo que tiene ser apátrida.
Sin embargo, la poesía de Murid Barguti no refleja de inmediato esta experiencia. No todo el rato, no en la antología que la editorial Oriente y Mediterráneo presenta ahora en español, en traducción de Luis Miguel Cañada, bajo el título Mi reino es de este mundo. Metáforas casi abstractas, juegos líricos, introspecciones se alternan sin una inmediata referencia al destino que tanta marca a todos los escritores palestinos.
El autor se niega a convertirse en monotemático: busca expresarse – al menos a ratos – al margen de la realidad política que le ha tocado vivir. Aunque por supuesto están ahí también sus obras referidas al tema, como la breve novela autobiográfica He visto Ramalá (1997), escrita tras una visita a su tierra natal con un permiso después de 30 años de exilio (publicada en Oriente y Mediterráneo en 2002. Su obra cumbre se considera Medianoche (2005, publicado en España en 2006), que corona una docena de poemarios iniciados en 1972 con El cataclismo y la recomposición. Su último libro, aún no traducido, es Desperté para soñar (2018).
[Ilya U. Topper]
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تفسير· | Interpretaciones· |
شاعر يكتب في مقهى | Un poeta escribe en un café. La anciana cree que escribe una carta a su madre la adolescente cree que le escribe a su novia el niño cree que está dibujando el hombre de negocios cree que planifica una inversión el turista cree que escribe una postal el funcionario cree que calcula sus deudas el policía secreta se acerca sigiloso. |
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II· | II· |
أنت الذي والدتك أمّك في منزل الشرق *** ما الذي يوسعك أن تفعله؟ الدخان يغلق المشهد
| Tú, que te parió tu madre en la casa de Oriente, cuando el sol se frotaba las pestañas del alba primera y la imaginación llevó su roca hasta la cima del monte para que rodaran libros y músicas y preguntas que se precipitaban como aguas de molino en el misterio del mar. Tú, que te parió tu madre en la casa de Oriente cuando todo empezaba, verás postrarse los vestidos bordados sobre las lápidas de los finales, y a quienes amas verás encontrarse con la muerte, como se encuentran el botón y el ojal en el pecho de la camisa.
* * * ¿Qué puedes hacer tú? Existe un consenso del que intentas quedar al margen, hay mayorías que abandonas al instante. ¿Combatirás contra los músculos del mundo con un batallón de metáforas? ¿Responderás a las alegaciones del hierro con la retórica de la loza?
El humo cierra la escena. Los cuerpos se han teñido de rojo incandescente. El parabrisas de la ambulancia se ha ensuciado de golpe. Tu amigo ya no llegará a ninguna parte. Su familia, que está lejos y aún ignora la noticia, ya no vivirá en paz. Desde este momento y por siempre dejarán de vivir en paz.
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III· | III· |
و دائماً دائماً سيينصحونك | Y te aconsejarán que siempre, siempre cruces el abismo entre dos montañas dando dos saltos. En la ruta de la seda verás caravanas cargadas de caqui mudo y de caqui vivo de cascos con agujeros de bala y de cascos aún relucientes. A la salida de los pueblos verás una criatura que frunce el ceño que aprieta los dientes que golpea con brazos aturdidos las olas de la Historia y busca la paja de otro día sobre la tierra firme. |
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IV· | IV· |
و لا تغادرك الصورة | La imagen no se apartará de ti: un niño y una niña ajenos al habla del mercado huyendo de caducos parentescos. He ahí las alas he ahí el estrépito de su liberación hacia la pasión celeste más alta. He ahí el animal de la felicidad el de factura perfecta. Aquí estáis los dos, juntos una mañana. Una gacela corre sobre su sombra y a la hierba del campo le pregunta: “¿Te resulto pesada, hierba del campo?”
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© Murid Barguti | Traducción: Luis Miguel Cañada | Cedido por Editorial Oriente y Mediterráneo