Opinión

La mejor nación del mundo

Sanaa El Aji El Hanafi
Sanaa El Aji El Hanafi
· 6 minutos

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Hace algunos días se conmemoró el aniversario del asesinato del pensador egipcio Farag Foda (1946-1992). Y nos hemos quedado sorprendidos otra vez con la cantidad de comentarios que dicen que “era extremista” o “ateo” o que “odiaba el islam” y que, en definitiva, “se lo había buscado”.

¿Con qué lógica puedes afirmar que matar a una persona porque piensa de forma diferente a ti es “algo normal” y en la misma frase añadir que, eso sí, tu religión enseña amor y tolerancia y que Estados Unidos es racista? ¿Hay algún extremismo más monstruoso que matar en nombre de la fe?

En realidad, cuando aseguras que quienes mataron a Farag Foda no hacían otra cosa que aplicar la ley religiosa… cuando los disculpas diciendo que solo hicieron lo que tenían que hacer… ahí debería darte vergüenza de verdad. Vergüenza de ti mismo, cuando pretendes en el post siguiente discutir sobre el racismo en Europa o América. Matar a alguien porque tiene una idea distinta sobre la religión ¿no es la forma más espantosa de racismo que cabe imaginar?

Imagínate que los cristianos mataran a los que abandonan su fe para convertirse al islam

Imagínate que los cristianos mataran a todos aquellos que abandonan su fe para convertirse al islam. Los acusarían de apostasía de la religión que, para ellos, por supuesto es la única verdadera. Imagínate que haya gente a la que esto le pareciera normal y que diga que se merecen que los maten porque han abandonado la fe de sus ancestros. O que los maten simplemente porque piensan y escriben, debaten y cuestionan las tradiciones de la Iglesia, sus interpretaciones y sus prácticas.

Imagínate que escribes y piensas… y aparece un teólogo y te mata acusándote de haber pensado. Es más: la desfachatez puede llegar al punto de que se junten unos cuantos jeques para montarte un juicio, a ti, el muerto, en la misma sala del tribunal en el que se debería estar juzgando a tus asesinos (eso precisamente es lo que pasó en el juicio a los asesinos de Farag Foda).

Luego viene alguien, se arremanga y acusa a unos cuantos pensadores de ser “extremistas laicos”. ¿Hemos oído alguna vez de un caso en el que un extremista laico haya matado a un religioso o haya disculpado un asesinato o emitido una fetua que incita a matar a otros?

Hasta el día de hoy tenemos códigos legales religiosos y teológicos que juzgan la disidencia en materia de religión, creencia y pensamiento. Es más: se mata por ello. Hay que reconocer que esto es la cumbre de la discriminación, peor que cualquier racismo.

Hasta hoy confiscamos el derecho de las personas a la libertad de creencia e idea. Confiscamos su derecho a pensar y a criticar. Esto es la cumbre de la discriminación.

Confiscamos el derecho de las mujeres a casarse con quien elijan, en nombre de la fe

Hasta hoy confiscamos el derecho de las mujeres a casarse con quien elijan, y lo hacemos en nombre de la fe: discriminamos. La tribu prefiere que una mujer se case con un musulmán al que no quiera y rechaza que se case con un no musulmán al que quiera y al que haya elegido. Si este no musulmán se quiere casar con ella, indefectiblemente debe primero convertirse al islam (aunque en los textos sagrados se impone esta norma a los paganos, no a los monoteístas, pero aquí estamos ante la exégesis patriarcal, y eso es otra historia).

Si, por lo contrario, un hombre musulmán elige casarse con una mujer que no es musulmana, nadie la obliga a convertirse. Esto es racismo y machismo todo en uno. Pero claro, luego el país racista es Estados Unidos.

Intentemos seguir mirando nuestro propio rostro en el espejo, dejando de lado los sentimientos vacíos. Pregúntate otra vez: ¿Cuál es tu postura, hoy, como musulmán, respecto a la esclavitud? La rechazas, en consonancia con todos los tratados de derechos humanos que la condenan, ¿verdad? Es más, afirmas que el islam fue el primero en rechazarla, y lo demuestras citando un dicho del califa Omar ibn Jatab, que reza: “Esclavizáis a la gente cuando su madre los parió libres”. (Dejemos al margen un momento todas las tradiciones que ponen en duda la veracidad de este dicho, especialmente el hecho de que Omar ibn Jatab, como todos los ricos de la época, también poseía esclavos).

¿Cómo reaccionas hoy día frente a todos estos textos religiosos que regulan la esclavitud?

Ahora bien ¿cómo reaccionas hoy día frente a todos estos textos religiosos que regulan la esclavitud y detallan las relaciones con los cautivos, las concubinas y los esclavos?

¿Cuál es tu postura hoy respecto al racismo? Lo rechazas, por supuesto… pero ¿qué ocurre con las normativas legales que discriminan a las demás religiones monoteístas, a las minorías religiosas, a los paganos? ¿No es discriminación que pretendamos mantener una supremacía sobre los demás, solo porque tengan una religión distinta, cuando nada los distingue como seres humanos?

Podríamos seguir enumerando ejemplos sin fin. Pero la esencia es la misma: hay un modelo de desequilibrio en nuestra cultura que desafortunadamente no cambiará hasta que no lo reconozcamos, y mientras el racismo, la violencia y todos los males siempre los padecen solo los demás, nunca nosotros, acorde a nuestro punto de vista. Porque “Dios nos ha elegido por encima de cualquiera en el mundo” y “somos la mejor nación que ha surgido de la humanidad”. Así somos: como esos que insisten en exhibir siempre su dios a los demás… igual de racistas que ellos.

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© Sanaa El Aji | Primero publicado en Al Hurra · 13 Junio 2020 | Traducción del árabe: Ilya U. Topper

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