Opinión

De bombas y tebeos

Uri Avnery
Uri Avnery
· 9 minutos

opinion
Tel Aviv | Octubre 2012

Mi primera reacción ante la presentación de dibujitos de tebeo de Benjamin Netanyahu a la Asamblea General de la ONU fue de vergüenza.

Vergüenza de que el mayor representante electo de mi país se rebajara a utilizar un recurso retórico tan rudimentario, rozando lo pueril.

(Un columnista israelí propuso ponerlo en una alfombra con mucho papel y tinta china, y dejarlo jugar hasta hartarse.)

Le estaba hablando a una cámara medio vacía (la TV israelí tuvo cuidado de no mostrar la sala completa durante su discurso), y los asistentes eran diplomáticos de segunda fila. No obstante, son personas cultas. Hasta Netanyahu debe de haberse dado cuenta de que se burlarían de esta demostración. Pero claro, Netanyahu no les estaba hablando a ellos en absoluto. Le estaba hablando a la audiencia judía en casa y en Estados Unidos.

Esta audiencia estaba orgullosa de él. Les llegó a lo más profundo de sus corazones.

Para comprender esta reacción, hay que tirar de memoria histórica. Los judíos eran una comunidad pequeña y sin poder en ningún lugar. Dependían totalmente del gobernante gentil (no judío) de turno.

¡Qué genialidad la de Netanyahu al mostrar el dibujo de la bomba!

Siempre que su situación peligraba, los judíos elegían a la persona más importante de la comunidad para que intercediera por ellos ante el emperador, rey o príncipe. Cuando este “defensor” (Shtadlan en hebreo) tenía éxito y el peligro se evitaba, se ganaba la gratitud de toda la comunidad. En algunos casos, se le recordaría durante generaciones, como al mítico Mardoqueo del Libro de Ester.

Netanyahu cumplió su función. Se fue al mismísimo centro de poder de los gentiles, el equivalente actual del Imperio persa, y abogó por el caso de los judíos amenazados de exterminio por el actual heredero del malvado Amán (en el mismo Libro de Ester).

¡Y qué genialidad la suya al mostrar el dibujo de la bomba! ¡Se ha reproducido en las primeras páginas de cientos de periódicos, incluido el New York Times, y en los telediarios de todo el mundo!

Para Netanyahu este ha sido “el discurso de su vida”. Para ser más concreto, como señaló con ironía un comentarista de TV, ha sido el 8º discurso de su vida en la Asamblea General.

Su popularidad ha alcanzado nuevas cotas. El mismo Moisés, el defensor por excelencia en la corte del Faraón, no lo habría hecho mejor.

Pero el quid de la cuestión está oculto en algún lugar bajo todo este torrente de palabras.

El “inevitable” ataque a las instalaciones nucleares de Irán para prevenir el Segundo Holocausto se ha pospuesto para la próxima primavera o verano. Tras meses de fanfarronadas sobre el mortífero e inminente ataque, en cualquier momento, ni un minuto que perder, ha desaparecido en las brumas del porvenir.

¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

Bibi tuvo la brillante idea de querer el ataque antes de las elecciones de EEUU

Bien, una de las razones es que los sondeos indican que Barack Obama podría ser reelegido. Netanyahu lo había apostado todo con firmeza a Mitt Romney, su clon ideológico. Pero Netanyahu también es un verdadero creyente de los sondeos. Parece ser que los consejeros de Netanyahu lo convencieron de que cubriera su apuesta. El malvado Obama podría ganar, a pesar de los millones de Sheldon Adelson. Especialmente ahora que George Soros ha apostado sus millones al titular del cargo.

Netanyahu tuvo la brillante idea de querer atacar a Irán justo antes de las elecciones de EE UU, esperando que todos los políticos estadounidenses se vieran con las manos atadas. ¿Quién se atrevería a frenar a Israel en un momento así? ¿Quién denegaría la ayuda a Israel cuando los iraníes contraatacaran?

Pero como muchas de las brillantes ideas de Netanyahu, ésta también fracasó. Obama le ha dicho a Netanyahu categóricamente: No habrá ataque a Irán antes de las elecciones. De lo contrario…

El próximo presidente de los Estados Unidos, sea quien sea, le dirá a Netanyahu lo mismo tras las elecciones.

Como ya he dicho anteriormente (disculpadme si me cito a mí mismo de nuevo), un ataque militar contra Irán está fuera de toda discusión. Un precio tan elevado no es tolerable. Todos los datos geográficos, económicos y militares se conjuran para evitarlo. El Estrecho de Ormuz se clausuraría, la economía mundial se colapsaría, y el resultado sería una larga y devastadora guerra.

Incluso si Mitt Romney llegara al poder, rodeado de una multitud de “neocons”, esto no cambiaría ni un ápice los hechos.

La situación de Obama se ve reforzada por las noticias económicas que llegan de Irán. Las sanciones internacionales han tenido unos resultados sorprendentes. Los escépticos, liderados por Netanyahu, están desconcertados.

Contrariamente a la caricatura antiislámica, Irán es un país normal

Contrariamente a la caricatura antiislámica, Irán es un país normal, con una clase media normal y ciudadanos con una conciencia política elevada. Saben que Mahmud Ahmadineyad es un imbécil y que si realmente hubiera querido fabricar una bomba nuclear, ¿habría dado todos esos discursos estúpidos sobre Israel y/o el Holocausto? ¿No habría mantenido la boca cerrada y se habría puesto a trabajar en serio en su fabricación? Y a todo esto, puesto que está a punto de marcharse, no era necesario hacer una revolución justo ahora.

Los resultados factibles: Lo siento, no habrá guerra.

Todo el asunto saca a relucir de nuevo la controversia de Walt y Mearsheimer. ¿Es que Israel controla la política de Estados Unidos? ¿Acaso la cola menea al perro?

En gran medida, ese es el caso sin lugar a dudas. Es suficiente con seguir la actual campaña electoral y darse cuenta de cómo los dos candidatos tratan al gobierno israelí servilmente, rivalizando en cumplidos y palabras de apoyo.

Los votos judíos juegan un papel importante en los estados decisivos, y el dinero judío juega un papel enorme en la financiación de ambos candidatos. (¡O tempora, o mores! Antes había un chiste judío que decía: Un noble polaco amenaza a su vecino también noble: “¡Si golpeas a mi judío, yo golpearé a tu judío!” Ahora un multimillonario judío amenaza a otro multimillonario judío: “¡Si le das un millón a tu goy (no judío), yo le daré un millón a mi goy!”)

Todo el equipo del departamento de políticas de Oriente Medio de la administración Obama está compuesto por judíos sionistas, hasta el embajador de EE UU en Tel Aviv, que habla hebreo mejor que Avigdor Lieberman. Dennis Ross, el sepulturero de la paz en Oriente Medio, parece estar en todos sitios. Los “neocons” de Romney también son en su mayoría judíos.

Los judíos tienen una enorme influencia, hasta cierto punto. Este punto es notablemente significativo.

Hubo un ejemplo de menor importancia: Jonathan Pollard, el espía judío estadounidense, al que enviaron a prisión de por vida. Mucha gente (incluido yo) consideran esta condena excesivamente dura. Aún así ningún judío norteamericano se atrevió a protestar, el AIPAC permaneció en silencio y ningún presidente estadounidense vaciló ante las peticiones de clemencia israelíes. Los servicios de seguridad de EE UU dijeron que no, y era que no.

La guerra contra Irán es un millón de veces más importante. Concierne a intereses norteamericanos vitales. Los militares se oponen (al igual que los militares israelíes). Todo el mundo en Washington DC sabe que éste no es un asunto secundario. Afecta a los fundamentos más básicos del poder de Estados Unidos en el mundo.

El departamento de políticas de Oriente Medio de Obama lo forman judíos sionistas

Y para sorpresa de todos, EE UU dice NO a Israel. El presidente con serenidad declara que en asuntos de vital importancia para la seguridad nacional, ningún país extranjero puede ordenar al Jefe Supremo de Estados Unidos trazar líneas rojas y comprometerse a ir a una guerra. En particular, no con la ayuda de un dibujo de tebeo.

Los israelíes están perplejos. ¿Qué? ¿Nosotros, el país del pueblo elegido de Dios, somos extranjeros? ¿Cómo si fuéramos cualquier extranjero?

Esta es una lección muy importante. Cuando las cosas realmente llegan a un punto crítico, el perro es aún el perro y la cola es aún la cola.

Así que, ¿qué pasa con el compromiso de Netanyahu con respecto a Irán?

Hace poco me preguntó un periodista extranjero si Netanyahu podría sobrevivir a la eliminación de la “opción militar” contra Irán, después de haber estado meses sin hablar de otra cosa. ¿Qué hay del Hitler iraní? ¿Qué pasa con el próximo Holocausto?

Yo le respondí que no se preocupara. Netanyahu puede salir airoso con facilidad argumentando que todo el asunto era en realidad una treta para conseguir que el mundo impusiera unas sanciones más duras a Irán.

¿Pero fue así?

La gente influyente en Israel se encuentra dividida.

El primer bando está preocupado porque piensa que nuestro primer ministro está realmente chiflado. Que está obsesionado con Irán, incluso desequilibrado clínicamente, que Irán se ha convertido en su obsesión.

El otro bando cree que todo el asunto era, desde el principio, un engaño para desviar la atención sobre lo que realmente importa: la paz con Palestina.

En este aspecto ha tenido un éxito enorme. Desde hace ya meses, Palestina ha desaparecido de la agenda de Israel y de la de todo el mundo. ¿Palestina? ¿La paz? ¿Qué Palestina? ¿Qué paz? Y mientras el mundo observa detenidamente a Irán como un conejo hipnotizado ante una serpiente, los asentamientos se extienden y la ocupación se intensifica, y nosotros navegamos con orgullo hacia el desastre.

Y eso no es para nada una historieta de tebeo.