El terrorista que quiere ser estrella
Darío Menor
El encuentro tiene lugar en una habitación desnuda, casi vacía, de la cárcel de Rebibbia, en Roma. Sólo hay una cama, un radiador y dos sillas. En una de ellas se sienta Juan Pablo II; en la otra el que quiso ser su verdugo, Mehmet Ali Agca. Con las cabezas muy juntas, casi pegadas, los dos hombres hablan en voz baja durante más de quince minutos. Ha pasado un año y medio desde que intentó matarlo y el terrorista turco sigue sin explicarse cómo el Papa ha conseguido sobrevivir. “¿Por qué no está muerto?”, le pregunta al verle.
“Sé que apunté como debía y que el proyectil era devastador y mortal, ¿por qué entonces no está usted muerto?” Juan Pablo II le responde hablándole de la intervención de la Virgen. Luego le perdona, como ya había hecho el 17 de mayo de 1981, cuatro días después de que Ali Agca le tirotease por dos veces. Es en aquella íntima conversación del 27 de diciembre de 1983 cuando el magnicida frustrado se da cuenta de que ha quedado ligado de manera indeleble al brillo del Papa polaco. Es como si al tocar su mano, que empuñó la Browning del calibre 9 con que le disparó, y al casi juntar sus cabezas, el Pontífice le transfiriese parte de su luz.
En los 26 años que han transcurrido desde entonces, Ali Agca ha tenido tiempo de sobra para planear cómo explotará su nombre y su historia. La sociedad contemporánea le ofrece un amplísimo mercado: Juan Pablo II es uno de los grandes personajes del siglo XX y todo lo que le rodea genera una enorme fascinación.
“Sé que apunté como debía y que el proyectil era mortal, ¿por qué no está usted muerto?”
El hombre que intentó acabar con él en una operación que, supuestamente, fue ideada por el KGB, despierta una atención inconmensurable entre los medios. Ali Agca ya está aprovechando esta bulimia informativa: siguiendo sus indicaciones, sus abogados han puesto precio a sus entrevistas y a sus autobiografías. La primera televisión que lo tenga en su plató pagará en torno a los dos millones de dólares.
Al menos ese es el caché que se ha puesto el terrorista. Aún más tendrá que desembolsar la editorial que quiera servirse de su pluma: deberá pagar cinco millones de dólares por los derechos de su autobiografía. El proyecto de rodar una película sobre su vida aún está más en pañales, pero Agca, por supuesto, también pretenderá hacer caja con él.
Libre 29 años después
La puja por la estrella mediática en que quiere convertirse Ali Agca se inició hace meses y los próximos días veremos cuáles han sido los resultados. Sale en libertad tras 29 años en prisión, así que, a partir de ahora, habrá que acostumbrarse a verlo habitualmente en los periódicos, las televisiones y las portadas de los libros. Ante la previsible avalancha de muestras sobre su fe católica y su piedad no hay que olvidar que el reo no ha perdido nunca perdón por el atentado a Juan Pablo II y que, además, cometió antes un asesinato.
La víctima fue el periodista izquierdista turco Abdi Ipekçi, a quien mató siguiendo las órdenes de los Lobos Grises, el grupo de extrema derecha en que militaba. Los últimos diez años de cárcel en Turquía los ha pasado Ali Agca por este asesinato. Antes permaneció 19 años en Italia por el magnicidio frustrado del Papa.
“Siento el deber de ir a rezar sobre la tumba de Juan Pablo II, que me perdonó”
Para ir creando expectación, el preso ha ido realizando declaraciones a los diarios durante los últimos meses en los que apunta cómo será su vida en libertad. “El mundo debe saber que hoy soy un hombre nuevo. 29 años de dura cárcel me han cambiado profundamente”, asegura.
La prisión, sin embargo, no ha conseguido que entierre su perfil más mesiánico. “Proclamaré el final del mundo y escribiré el Evangelio perfecto”, promete. También anuncia que viajará a Portugal para visitar el Santuario de Fátima —otra de sus obsesiones— y, por supuesto, a Roma. “Siento el deber de ir a rezar sobre la tumba de Juan Pablo II, que me perdonó”.
En la Ciudad Eterna Ali Agca tiene pensado bautizarse y proclamar su fe católica “ante todo el mundo”.Para ello ha elegido un escenario único: la Basílica de San Pedro del Vaticano. La Santa Sede, sin embargo, no ha recibido todavía ninguna petición formal ni ha decidido cómo reaccionará en caso de que el terrorista cumpla con su palabra y se presente en Roma.
“De momento no hay nada previsto. Tampoco sabemos a quién le ha escrito, porque él dice que ha mandado cartas al Vaticano pero que nadie le ha respondido”, señala el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede. En estas misivas, explican sus abogados, Ali Agca anuncia que, tras salir de la cárcel, se tomará unas vacaciones en Roma durante las que encontrará a la prensa internacional y cerrará el círculo de su metamorfosis.
Pretende pasar así ante los ojos de la opinión pública de terrorista y asesino a estrella mediática e icono de la fe católica.Como paso previo e imprescindible antes de abrazar oficialmente el catolicismo, Ali Agca tendrá que pasar por un aro que, hasta ahora no ha querido franquear: pedir perdón por intentar asesinar a Juan Pablo II.
“Si realmente Ali Agca ha cambiado, Juan Pablo II estaría muy contento de verlo»
Gian Franco Svidercoschi, uno de los vaticanistas más respetados de la Prensa italiana, ex subdirector de L’Osservatore Romano y biógrafo del Papa polaco, asegura que uno de los “dolores” que éste se llevó a la tumba fue que “nunca escuchó palabras de arrepentimiento” del que pretendió ser su asesino. “Si realmente Ali Agca ha cambiado, Juan Pablo II estaría muy contento de verlo. La cuestión crítica es que antes de bautizarse debe pedir perdón por haber intentado matar a un hombre tan bueno como el Pontífice, que trabajó toda su vida para lograr la paz entre todas las personas”, asegura Svidercoschi.
El nudo gordiano que Ali Agca debe deshacer para mostrar al mundo que realmente es un hombre nuevo es, pues, pedir perdón y mostrar arrepentimiento. Y hacerlo de corazón. Si no lo hace y continúa con su impostura en los próximos días sólo veremos la actuación de un terrorista que ahora quiere ser estrella mediática.
“La historia de Europa sería distinta”
Nadie conoce cómo fue el sufrimiento y la convalecencia de Juan Pablo II tras ser tiroteado por Ali Agca como Stanislao Dziwisz, su fiel secretario durante 40 años y hoy cardenal arzobispo de Cracovia (Polonia).
“El Papa estaba convencido de que la Virgen le había salvado la vida, es más, de que se la había dado nuevamente”, relata don Stanislao, como es recordado en el Vaticano, en Una vida con Karol, su libro de memorias junto a Juan Pablo II.
Desde que pasaron pocos días del atentado, el Pontífice pensaba que fue la intervención de la Virgen de Fátima la que había alterado la trayectoria de las dos balas que Ali Agca le disparó.
El hecho de que el ataque se produjese un 13 de mayo, el mismo día que la primera aparición de Fátima, terminó de convencerlo. Aquella supuesta intervención mariana también impresionó a Ali Agca. “La llamaba la ‘diosa’ de Fátima”, cuenta monseñor Dziwisz.
El mundo, en su opinión, sería hoy muy diferente si el terrorista hubiese tenido éxito. “Sin la ayuda del Papa polaco difícilmente habría sobrevivido la revolución de Solidarnosc», el movimiento sindicalista liderado por Lech Walesa, que provocó las primeras fisuras en el bloque europeo comunista. «La historia de Europa centro-oriental probablemente hubiera sido distinta”.