Amos Gitai
«Las imágenes se han convertido en un instrumento subversivo»
Alejandro Luque
Amos Gitai (Haifa, 1950) tiene aspecto de ser hombre de pocas palabras. Pero si, además, un montón de prensa hace cola para entrevistarle, la presión amenaza reducir algunas de sus respuestas casi a monosílabos. No rehúye ningún tema controvertido, como ya ha demostrado de sobra en sus películas; pero a la hora de abordar cuestiones espinosas de su Israel natal, parece obvio que no se divierte precisamente.
Obligado a marchar a Francia por el revuelo que causó su película Yomán Sadé [Diario de campaña, 1982], este arquitecto de formación regresó a su país en 1993, pero nunca se ha alejado de los temas relacionados con su pueblo y el judaísmo.
El autor de filmes Esther (1986), Alila (2003) o Disengagement (2007) ha viajado a España para recoger el premio Honorífico Internacional del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Vestido de negro de pies a cabeza, sorbe su té entre pregunta y pregunta, muy concentrado, sin dejarse distraer por la magnífica vista de la capital hispalense que se ve desde su hotel.
En Israel a veces le reprochan ser “más europeo que israelí” o de conectar mejor con los festivales de Europa que con el público hebreo. ¿De qué le acusan exactamente?
No, en realidad no creo que me acusen de nada. Toco algunos temas que son delicados, y cuando haces preguntas delicadas es normal que recibas diferentes reacciones, nada más.
En los primeros 80 dejó su país para instalarse en Francia. ¿Cómo cambió la vida allí su mirada?
En primer lugar, pensé que tenía ante mí una gran oportunidad para mejorar mis conocimientos cinematográficos. Porque yo era simplemente un arquitecto, y cuando llegué a Francia contraté a un gran director de fotografía francés como es Henri Alekan, que había trabajado con Chaplin y Abel Gance y Cocteau, y a través de él estudié cómo hacer películas. Por otro lado, cuando llegué a Francia en los años 80, era una gran época de apertura, la de Mitterrand, y creo que ese factor fue también importante.
¿Alguna vez se ha sentido como exiliado, o simplemente fue alguien que salió a tomar un poco de aire fresco?
Más bien lo segundo. Creo que ‘exiliado’ es una palabra grande que debería reservarse a la gente que viene de circunstancias mucho más difíciles.
«Israel es un proyecto político, no religioso. Espero que no se convierta en una teocracia»
Free Zone (2005) fue la primera película israelí rodada en Jordania. ¿Siguen los países árabes siendo el Far West para los cineastas israelíes?
No lo sé… Quiero decir, espero que seamos capaces de hacer trabajos creativos juntos. Pienso que es parte de un esfuerzo individual de hacer la paz y construir puentes cuando hay mucho odio, desacuerdos, conflictos etcétera, y el arte es un buen método para intentar tender puentes en estas materias.
En 1999, usted rodó Kadosh, un filme sobre la comunidad ultraortodoxa, entonces aún marginada en Israel. Hoy, su poder crece. ¿Va el país camino de convertirse en una teocracia?
Espero que no. Porque Israel es un proyecto político, no religioso. Es el resultado del sufrimiento de los judíos y su persecución; necesitaban un lugar. Pienso que la situación debería quedarse ahí.
Kadosh es parte de una trilogía llamada House que se centra en personajes y perfiles. ¿Es una manera de poner un espejo al público israelí? ¿Qué le gustaría que vieran?
No sé si el cine es un espejo. Creo que es una trasposición, un prisma, más que en un espejo. Es un punto de vista con el que quise mostrar las diferentes cualidades y características de las tres grandes ciudades [Tel Aviv, Haifa, Jerusalén] Cada narración se desarrrolla en un lugar distinto. Es como si hiciera un filme en Sevilla, otro en Barcelona y otro en Madrid, pero no pretendía ir más allá.
Con Kippur, usted narró su propia experiencia como soldado en la guerra de 1973. En Europa arrasó otro: Vals con Bashir. ¿Cree que su popularidad se debe a su mensaje o a su técnica?
No soy crítico de cine, el crítico es usted. ¡Haga su trabajo!
Bueno, yo sólo soy periodista. Pero usted podría tener una opinión, al menos como compañero cineasta…
Se debe a que es un filme fuerte.
«Yo soy pro-paz. Necesitamos lograr la reconciliación de las partes»
¿Usted recibe más críticas por ser demasiado proisraelí o por ser demasiado propalestino? ¿Cuáles le duelen más?
Yo soy pro-paz ¿sabe? Si la gente piensa que estar a favor de la paz es ser proisraelí, pues soy proisraelí. Si piensan que estar a favor de la paz es ser propalestino, pues lo segundo. Creo que necesitamos lograr la reconciliación de las partes, y para mí ese es el asunto importante.
En el filme colectivo 11-09-01, usted eligió retratar un atentado palestino en Israel para expresar su visión del 11-S. ¿Equipararía el ataque a las Torres Gemelas con los atentados palestinos?
No estoy haciendo una ecuación, pero creo que hacer daño a gente inocente, en mi opinión, es injustificable. Me dan igual las grandes causas que haya detrás, creo que hay que condenarlo igual. La gente puede tener diferentes opiniones, puede tener conflictos también, pero es como en una familia: los miembros pueden mantener desacuerdos entre ellos, pero no deberían pegarse. Hay otras maneras de resolver conflictos. Y la gente debería resolver sus conflictos, que es algo completamente legítimo, pero sin violencia.
Otra película suya, Carmel, habla de la familia de su madre, que era sionista. ¿Cómo ha cambiado el sionismo desde esos días hasta hoy?
Eran judíos socialistas que venían de Rusia y querían construir el país. Si preguntas en España quiénes eran los patriotas españoles, los franquistas o los republicanos, resulta que ambos pensaban que eran patriotas. Yo prefiero a los republicanos. Así, yo prefiero a la corriente de mi madre, que eran judíos socialistas y vinieron de Rusia para construir una sociedad moderna.
¿Pero significaba la palabra lo mismo entonces que hoy?
No. Ha cambiado.
Usted ha coincidido en más de un festival con el iraní Abbas Kiarostami. ¿Cree que el cine puede acercar pueblos, incluso cuando están separados por amenazas de misiles?
Yo creo que sí. Tengo una buena amistad con Kiarostami y hemos dado varias clases en talleres en Sao Paulo o Italia… Somos amigos. A veces me invita públicamente a ir a visitarle a Irán, y entonces le digo: ‘Abbas, no exageres, porque ahora ya no sé si me quieres o si es lo contrario…’ Pero creo que es importante mantener estos puentes. Ya ve que, como buen arquitecto, hablo siempre de puentes. Y pienso que tenemos un lenguaje similar, el lenguaje del cine, no la demagogia, no lo instrumentalizado. Y deseo que tengamos cineastas que mantengan este diálogo por encima del gran abismo de odio y fronteras y peligros…
«Las revueltas en el mundo ya no se hacen por discursos ideológicos, sino por imágenes»
El mundo árabe alrededor de Israel está cambiando a una velocidad de vértigo. Parece que ha cogido con el pie cambiado al gobierno israelí ¿pero ¿y la sociedad de Israel? ¿Reconoce que algo cambia, le sirve para despertar y conocer mejor la realidad de sus vecinos?
Creo que sí. Este verano hubo una enorme revuelta civil en Israel sobre la vivienda, un poco como en España, sobre las condiciones de vivienda, la disparidad en los ingresos. Y para terminar con nuestra conversación, creo que el mundo está descubriendo el poder de la imagen. Eso significa que la revuelta en diferentes sitios ya no se hace por discursos ideológicos sino por las imágenes. Y las imágenes se convierten en un instrumento subversivo muy interesante. Mueven los regímenes en Egipto, en Túnez, ahora en Siria. Y creo que para la gente que trabaja con la imagen es una evolución muy interesante.
¿Y hasta qué punto comparte la indignación de los ‘indignados’ israelíes?
Creo que hay indignación porque… Leí un buen artículo en el New York Times: “La desigualdad extrema es contraria a la democracia”. Tenemos que distribuir la riqueza, y es completamente legítimo no estar de acuerdo con el status quo.
La anécdota
«No contestaba a Natalie Portman porque no sabía qué decirle»
Durante la rueda de prensa en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF), el cineasta no ha dudado en revelar cómo empezó a hacer cine, e incluso relatar aspectos más personales de su vida, como su involucración en la guerra en los 70.
“Yo soy arquitecto, y mi padre y mi hijo, por lo que la arquitectura ha rodeado siempre mi vida en cada una de las generaciones. Cuando en 1973 empezó la guerra yo estudiaba arquitectura, pero como muchos de mi generación, me montaron en un helicóptero, de esos que iban a recoger heridos al frente. Cuando a mi helicóptero lo derribó un misil sirio, mi copiloto fue decapitado… Cuando volví de la guerra, me planteé que la arquitectura era algo demasiado formal, quería hacer otra cosa y empecé con el cine”, ha relatado.
También ha habido lugar para las anécdotas, como cuando ha contado que Natalie Portman le escribió emails durante seis meses hasta que consiguió rodar con él en Free Zone. “No le contestaba porque no sabía qué decirle, hasta que mi productor me dijo un día ‘vamos, escríbele, que es Natalie Portman’, y entonces la invité a cenar a Tel Aviv y al final terminamos trabajando juntos”, ha recordado, al tiempo que ha destacado que la actriz (recientemente ganadora de un Oscar) elogió mucho su trabajo.
“Muchos empezaron entonces a pedirme su teléfono y su mail; y era una actriz que ganaba ocho o nueve millones de dólares por la saga de la Guerra de las Galaxias”, ha concluido.
¿Te ha gustado esta entrevista?
Puedes ayudarnos a seguir trabajando
Donación única | Quiero ser socia |