Reportaje

Bagdad, ciudad blindada

Ethel Bonet
Ethel Bonet
· 9 minutos
Mercado de Bagdad (Julio 2014) | © Ethel Bonet
Mercado de Bagdad (Julio 2014) | © Ethel Bonet

Bagdad | Julio 2014

La guerra asoma a no más de 25 kilómetros, pero en las calles de Bagdad la vida bulle a 45 grados centígrados.

La capital de Iraq es el objetivo final del los combatientes del Estado Islámico (IS) que siguen avanzando desde el norte hacia Bagdad. El calor que derrite el asfalto, unido a los muros de hormigón que bloquean avenidas o parten vecindarios por la mitad, no anima demasiado a transitar la ciudad. A esto se une un tráfico infernal generado por los cientos de puestos de control que se han instalado por toda la ciudad para protegerla.

Uno de los flancos más ultraprotegidos es el aeropuerto internacional de Bagdad, donde hay desplegados, además de las fuerzas de seguridad, voluntarios que han tomado las armas. Tras la fetua (edicto religioso) del gran ayatolá Ali Sistani que llamó a la movilización popular, unos tres millones de voluntarios, entre los que están en el frente y reservistas, apoyan al Ejército iraquí en sus operaciones en Bagdad, Tikrit, Saladino, Diyala y Samarra.

Tras la fetua del ayatolá Sistani, unos tres millones de voluntarios apoyan al ejército en Bagdad, Tikrit y otras ciudades

Hay informes militares que apuntan que los combatientes yihadistas tienen como finalidad invadir la capital desde varios ejes. En los planes de ocupación estaría incluida la participación de células durmientes de insurgentes que se encuentran en la periferia de Bagdad.

“La seguridad se ha incrementado el doble desde la toma de Mosul por el Estado Islámico”, indica a M´SUR Galib Zamili, del Consejo Local de Bagdad. Entre las nuevas medidas de seguridad está el reforzamiento de los puestos de control con fuerzas de élite SWAT y más equipamiento militar.

“Cualquier edificio gubernamental es objetivo de los terroristas. Tenemos que proteger la ciudad desde fuera y desde dentro”, advierte Zamili. “Tenemos hombres y armas suficientes para proteger Bagdad, ya que no solo contamos con las fuerzas de seguridad sino con toda la población, que también tiene sus propias armas”, advierte el responsable del gobierno local.

Atentados suicidas

No obstante, las fuertes medidas de seguridad y los planes del Ejército para la defensa de Bagdad no han impedido que dos atentados suicidas consecutivos, en menos de 48 horas, alerten de que los hombres de Abu Baker Baghdadi (el autoproclamado ‘califa’ Ibrahim) hayan penetrado en la blindada capital iraquí.

Un atacante suicida se hizo estallar en un puesto de un mercado popular donde los combatientes chiíes van a compran su vestimenta militar. Poco después un kamikaze que conducía un vehículo cargado con explosivos detonó la carga en un puesto de control a hora punta del día en el barrio de Kadhimiya, de mayoría chií. La explosión se llevó por delante a siete personas, cuatro de ellos policías, y el resto civiles. Otras 14 resultaron heridas. El objetivo del ataque, según fuentes policiales, era el santuario de Kadhimiya, lugar sagrado de los chiíes, que se encontraba a menos de un kilómetro del puesto de control.

A pesar de que los iraquíes, como la inmensa mayoría de los árabes, dejan el destino en las manos de Dios, nadie se atreve a pronosticar una victoria del Ejército iraquí si los combatientes del Estado Islámico llegaran a entrar en Bagdad.

Nadie se atreve a pronosticar una victoria del Ejército si los combatientes del Estado Islámico llegan a entrar en Bagdad

“Estamos acostumbrados a la guerra. Llevamos más de treinta años de guerra tras guerra. Nadie sabe lo que va a pasar. El futuro está en manos de Dios”, se resigna Um Fadi, una mujer de mediana edad, que está regateando con el verdulero en un puesto del mercado de Bab Muadan, un barrio chií en el oeste de Bagdad.

Muchas de las frutas y verduras, especialmente las que traen desde Mosul o Erbil, han subido de precio, debido al coste adicional del transporte. Todos los camiones tienen que venir por carreteras alternativas o secundarias debido a que las carreteras generales están cortadas y hay puestos de control tanto de las fuerzas iraquíes como de los peshmerga (fuerzas kurdas) o del Estado Islámico.

El sector de comercio y de distribución son de los más golpeados por las consecuencias de la guerra que libra el Estado Islámico en Iraq. “La inestabilidad política, la caída de Mosul, ahora también los kurdos… todo esto afecta al cien por cien de los negocios”, se queja Faraj Tayyeb, dueño de una empresa cárnica con el mismo apellido. Antes de la toma de Mosul, una tonelada de carne de ternera costaba 300 dólares, ahora ha subido a 2.500 dólares.

En el mercado de Yamila, en honor a Yamila Bouhrid, heroína de la revolución argelina, todos los comerciantes y empresas de transporte se quejan de lo mismo, la subida desorbitada de los precios, el parón de las importaciones y exportaciones.
Bagdad es el centro de distribución de todo el país, desde donde se exporta o se importan todas las mercancías.

“Mosul era el punto de enlace entre Turquía y Bagdad y ahora que está bajo control del Estado Islámico no llega casi nada”, continúa el empresario. Agrega que de las zonas donde hay operaciones militares como la ciudad de Tikrit o Samarra, y en la provincia de Al Anbar “no se compra prácticamente nada”. “Estamos en una situación de guerra y la vida está militarizada”, exclama vehemente Tayyeb.

Debido a que las carreteras principales están cortadas por los combates o para el transporte de carros blindados y tropas, los camiones tienen que dar un rodeo enorme para traer las mercancías del norte de Iraq. Esto es una de las causas de las subidas de los precios en el mercado. La vía más rápida es desde el paso fronterizo de Trebil (en la frontera con Jordania) pero a veces, por motivos de seguridad, se cierra el paso. Así que la única opción es importar los bienes a través del puerto de Basora, pero el coste de la aduana también encarece las mercancías.

Los camiones tienen que dar un rodeo enorme para traer las mercancías del norte de Iraq, lo que causa una gran subida de precios

Si bien a primera vista, la bulliciosa capital de Iraq parece que sigue funcionando a ritmo completo, las operaciones militares en el norte del país afectan al día a día. La estación de autobuses del Norte, desde donde se inicia viaje a Samarra, Tikrit, Biyi y Mosul, está prácticamente vacía. Los únicos autobuses que hacen este recorrido, que ahora dura 11 horas cuando antes eran cinco, operan entre las cinco y las once de la mañana. Después del mediodía ya no salen los autobuses por temas de seguridad.

Muchos culpan a la mala gestión del Gobierno de Bagdad por los fallos en la seguridad. “Antes apoyaba a Al Maliki. Y le voté a la Coalición de Estado de Derecho (el bloque del primer ministro ) en elecciones generales de mayo. Al Maliki es el responsable del revés de Mosul y de las miles de muertos y desaparecidos. El es el jefe del Gobierno, Director general de la Inteligencia militar y jefe de las Fuerzas Armadas, y hay que procesarle porque es el máximo responsable de la caída de Mosul”, declara acalorado Falah, funcionario gubernamental.

Corrupción en el ejército

Hubo otros factores más importantes que la negligencia del primer ministro que determinaron la derrota militar del Ejército iraquí en Mosul, entre ellos la corrupción en la institución militar. Existe un término en árabe, “fadaiya” que se utiliza como sinónimo del soborno que el soldado le paga al capitán de la compañía para ausentarse de su puesto.

Es algo tan extendido entre los militares que un comandante de división se puede sacar de sobresueldo hasta 5.000 dólares si hace la vista gorda, ya que cada soldado le dará la mitad de su sueldo, que asciende a 1000 dólares, aseguran algunos. “Cuando el Estado Islámico llegó a Mosul, muchos soldados no estaban en sus puestos sino tranquilamente con sus familias en casa y no pudieron defender la ciudad”, señala Falah.

El prestigioso politólogo Wafeq Hachemi justifica las derrotas militares del Ejercito iraquí por falta de equipamiento militar. “Las tropas de Estados Unidos salieron de Iraq sin armar al Ejército. Sin dejar aviones de combate, ni equipamiento moderno”, critica el analista político. “Hay un acuerdo militar que no ha sido activado. El Departamento de Estado de EE UU nos había prometido aviones de combate Apache y M-16 y no han llegado nada”, insiste. “Rusia, en cambio, nos ha enviado cinco aviones Sukhoi SU-25, comprados de segunda mano”, agrega.

La inestabilidad política lleva afectando ya tiempo a la economía del país. “Iraq tiene la mayor reserva de petróleo del mundo, 143.000 millones de barriles, pero el crecimiento económico ha descendido al 68 % por la crisis que atraviesa el país”, alerta Hachemi. “El factor de seguridad es la principal causa que impide la inversión de empresas multinacionales”.

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