Reportaje

De narcos a yihadistas

Imane Rachidi
Imane Rachidi
· 17 minutos
Policías en el barrio El Príncipe en Ceuta (Sep. 2013) | © Imane Rachidi /M'Sur
Policías en el barrio El Príncipe en Ceuta (Sep. 2013) | © Imane Rachidi /M’Sur

“Si no nos llueven piedras va a ser de chiripa. Es lo típico, esto es una especie de intifada”. Lo dice un policía en plena redada en el barrio del Príncipe, en la periferia de Ceuta. Acaba de ocurrir uno de los sucesos más habituales en la barriada: el robo de un coche. El vehículo tiene un impacto de bala y los policías van armados con fusiles semiautomáticos.

Es un día muy normal en el Príncipe, este barrio situado en la frontera de España con Marruecos, donde todos los vecinos son españoles de nacimiento pero de religión musulmana, por lo que se les conoce como “los moros de Ceuta”. Una jornada cualquiera, dos meses después de la detención de seis supuestos yihadistas que se estarían preparando, según la acusación, para combatir en Siria bajo la bandera de Al Qaeda, y diez días antes de que fuera arrestado Yassin Ahmed Laarbi, ‘Pistu’, identificado como «cabecilla» del grupo y reclutador de futuros combatientes islamistas. Aunque en el Príncipe, casi nadie se cree mucho lo de las redes terroristas internacionales. Ni los vecinos, ni la policía.

«Lo de los yihadistas vende mucho: aquí es que todo el mundo quiere ponerse medallitas»

“Lo de los yihadistas vende mucho. Te puedo asegurar que si se contara un poco de la verdad de las cosas, la mitad de la gente aquí se iba a la puta calle. Esto es un tema sociológico más que político. Que si la yihad islámica, que si no sé qué historias…» duda un agente que ocupa un cargo alto en el Cuerpo Nacional de Policía y conoce muy bien el barrio.

«Los últimos a los que pillaron, los seis esos, unos días antes nos los cruzamos. Si lo llego a saber los meto en el furgón y a la cárcel. El tema aquí es que todo el mundo quiere ponerse medallitas y vender las cosas lo mejor que pueda”, lamenta. No cree que existe un problema de extremismo religioso distinto al de otras ciudades españolas. «“Tu te vas a Barcelona y lo de la Yihad islámica aquí es de risa allí, ¿me explico? Lo que hay aquí son cuatro gatos», remacha.

De un modo similar opina un agente de la Policía Local. «Los últimos yihadistas estos que detuvieron, llevaban investigándolos muchísimo tiempo. ¿Que los hay? Claro que los hay. Es una zona marginal, qué se esperan. Pero bueno, en Cataluña también se han producido las mismas detenciones», matiza. «Nosotros en Ceuta vivimos tranquilos, a lo mejor fuera suena todo peor de lo que hay aquí», añade.

Jaled, un vecino del barrio, ni siquiera cree que los detenidos sean realmente personas dispuestas a cometer atentados. «Ellos eran gente del barrio, nos tomábamos cafés aquí todos los días, no tienen donde caerse muertos, sólo hay que ver dónde vivían. Ninguno trabajaba. ¿Les han encontrado explosivos o algo?», pregunta.

«Eran gente del barrio, nos tomábamos cafés aquí todos los días, ninguno trabajaba»

Lo mismo dice Hamed, otro vecino. “Tu ahora mismo pasas por el Príncipe y no te pasa nada. Nada de terrorismo. Llevo 44 años viviendo aquí, conocía a los chavales a los que han detenido y no hay nada de lo que cuentan de ellos”, asegura.

Jaled admite que uno de los arrestados «tenía un revolver, pero aquí hay muchos que tienen armas, no sólo el chaval al que han detenido», un dato corroborado por la policía: abundan las pistolas entre los adolescentes del barrio. Recuerda que «aquí hubo muchos detenidos por la operación Duna, pero después los tuvieron que soltar porque no había pruebas contra ellos. Películas para arriba y para abajo, y al final los mandaron a la calle. Es que no hay nada aquí», insiste este hombre.

Ni siquiera cree que en Ceuta haya redes de reclutamiento para los grupos islamistas en Siria, tal y como afirma el Ministerio de Interior español, según el que estos grupos están emergiendo en Ceuta desde el inicio del conflicto en el país árabe. «El que se quiere ir a hacer algo, se va, no tiene que decirle nada a nadie. Hay mucho cabeza de turco, se inventan que se llevan gente a Siria”, sentencia Jaled.

Pero varios agentes de policía dan por buena la versión oficial de los redes de captación, aunque sin tener detalles sobre su organización. «Desconocemos dónde los entrenan. Aquí lo que hay es reclutamiento», asegura un policía nacional. Más claro lo tiene su colega de la Policía Local: “En Ceuta no forman a los yihadistas, aquí los reclutan y los mandan a Siria. Ya los formarán allí. Y mientras se maten lejos de aquí, es asunto suyo», opina este agente. «Lo mejor es que se los lleven y nos limpien a nosotros de toda la historia esta».

Porque últimamente sí han aparecido agitadores religiosos, cree: «Cada día hay más movimiento de los tipos esos raros, ya sabes, la típica gente que da miedo, con sus barbas y tal, su chilaba… mucho extremismo”, describe este agente.

Luis García, jefe de guardia de los bomberos y buen conocedor del barrio, opina similar: «Los que se han ido a Siria y se han inmolado allí, pues oye… Es moro contra moro, en definitiva. Que si suníes contra chiíes… están locos. Uno era padre de familia, un taxista, tiene dos niños… e irse a Siria para inmolarse, para matar a 120 musulmanes que son de otra facción. Imagínate qué podrían hacer con nosotros, con los cristianos o como se nos quiera llamar», reflexiona.

«Si tu eres capaz de coger a una persona y lavarle el cerebro y decirle que va a ir al paraíso, pues contra eso no hay forma de luchar. Pero estos colectivos están mucho más fuertes en otras ciudades de España”, concluye.

«No hay problema con los cristianos en el barrio, esto no es un conflicto religioso”

De hecho, las dos familias de cristianos que viven en el barrio no tienen queja alguna. «No hay problema con los cristianos, esto no es un conflicto religioso”, declara Antonio, miembro de la asociación Cruz Blanca, que coordina una residencia de ancianos. “Nosotros no hemos tenido nunca ninguna complicación. Hemos estado más de 40 años en el barrio, las trabajadoras vamos y venimos, y nadie nos ha molestado en ningún momento», afirma una mujer. «De lo que se habla últimamente, el terrorismo, tiene poco de cierto. Se está exagerando de una manera increíble», sentencia.

“Todos los días yo vengo a repartir el pan. Entre ellos hay bandas de drogas, pero eso es entre ellos. Nosotros, como cristianos, nunca hemos tenido problemas. De hecho, nos ayudan mucho”, relata Antonio.

Eso sí: «El día que vamos a trasladar a la Virgen, se hace con custodia policial», admite. Pero no es por un peligro real sino porque vienen numerosos vecinos de otras zonas de la ciudad y «en Ceuta, la gente tiene la misma idea sobre la barriada del Principe que tienen en la Península: no se suelen acercar». Con cierto motivo: «Hay mucho ajuste de cuentas, delincuencia, incendios… Es extraño el día en el que no arda un coche. Pero todo esto es entre ellos, a terceras personas no afecta, a no ser que te pille por medio, pero no es que vayan a por ti”, dice Antonio.

«¿Sabes dónde te has metido? Esto es la Barriada del Principe, la zona más peligrosa de España»

La policía no lo ve exactamente así. «¿Sabes dónde te has metido? Esto es la Barriada del Principe Alfonso, la zona más peligrosa de España. Acabamos de tener un tiroteo», saluda un agente del Cuerpo Nacional de Policía a la periodista al encontrársela en la barriada. Un día típico: «Estamos buscando al conductor de este coche, que ha eludido a los compañeros en un control. Ha colisionado con otro vehículo y se ha dado a la fuga. Uno se ha tirado del coche por un barranco y el otro, el conductor, iba armado. Un agente ha tenido que efectuar disparos porque si no le arrollan. Ahora está herido. Es un barrio conflictivo, muy conflictivo”, insiste.

«Es muy típico que venga la policía aquí porque se roban muchos coches, vienen a investigar. En el barrio hay mucho peligro”, confirma una niña de unos ocho años, que observa al agente comprobar los daños del vehículo recuperado. Otro crío de similar edad ya sabe los detalles del caso: “Es un tío que debe haber robado este coche. Lo dejó tirado aquí y se fue corriendo. Este barrio es muy peligroso, cada dos por tres hay tiros. Yo estudio dentro del Principe, pero a nosotros nadie nos hace nada”, matiza.

Hay opiniones para todos los gustos. “Yo no vivo aquí; sólo vengo a ver a mi familia. A mi nunca me ha pasado nada ni tengo miedo. Nunca he visto nada fuera de lugar”, asegura una señora. «No se puede ir al Principe sin compañía policial. Te arriesgas a que te roben o cualquier cosa. Te puedes ver metida en un buen lío. Allí cuando se lía se lía gorda”, advierte un policía local. Entre ambos se queda el vecino Hamed: “Al Principe no subas sola porque hay mucho hijo de puta. No matan a nadie, pero es peligroso”.

Jaled rebaja: «“Es una gran mentira eso de que el barrio es muy peligroso. Te prometo que es mentira. No hay ningún problema allí. Yo me he criado en el Principe. Esto es criar fama y échate a dormir», asegura.

Luis García, no obstante, observa la evolución con cierta preocupación, aunque también asegura que le «da más miedo Madrid». «La situación ha ido a peor. Yo recuerdo que hace 30 años las peleas se solventaban con puñetazos, luego aparecía una que otra cuchillada. En los ajustes de cuenta ahora, en cualquier momento sacan una pistola y te pegan un tiro”.

Recuerda casos. “Hace unos años, el presidente del barrio del Príncipe regañó una vez a un chaval de quince años, y al chico no se le ocurrió otra cosa que ir a por una pistola, volver y pegarle un tiro. Y no es el único caso: hubo otros, unos encapuchados que iban pegando tiros a todo dios”, asegura. No es algo representativo del barrio, pero asusta. «Hay muchos vecinos que quieren vivir en paz pero que no se atreven a hacer nada porque, si un chaval de quince años te puede pegar un tiro, pues ya me dirás quién levanta la cabeza y se va de la lengua. Yo entiendo el silencio del barrio en ese sentido», concluye el jefe de guardia de los bomberos.

«¿De qué viven las familias? Del chollo. Pero ya se les está acabando, desgraciadamente”

La cuestión de fondo es el narcotráfico. Y más aún, el declive del narcotráfico. «La barriada era lugar de pescadores, de gente humilde, pero con el tiempo, todos se han ido para encontrar trabajo en la Península… y los de Marruecos han ido entrando hasta formarse lo que a día de hoy es el Príncipe. La gente ahora sólo vive del narcotráfico, pocos tienen otra labor», cuenta Antonio, el religioso de la asociación Cruz Blanca. “Hay muchísimos niños, las familias suelen tener muchos hijos… ¿pero de qué viven? Del chollo. Pero ya se les está acabando, desgraciadamente”.

La barriada ha crecido a su manera, sin licencia ni plan urbanístico alguno. “El número que está escrito en esa casa no existe. Cualquier calle de estas puede ser otra que ha empezado en cualquier otro sitio. Esto es un completo laberinto, para nosotros los policías», advierte un agente del cuerpo nacional. «¿Ves todas estas casas y estos coches? Pues todo esto es ilegal».

El alto cargo del mismo cuerpo coincide: «Ceuta es la ciudad de España con más coches por habitantes. Aquí coges a un chaval, que no sabes de qué vive, y te aparece con un Golf. ¿Quién tiene un Golf en Madrid? Las drogas mueven mucho, mucho dinero. Y como este tema da dinero y quita problemas, pues se ha ido dejando», analiza.

«Antes podías ver bolsas de basura llenas de dinero de gente que iba a comprar un coche»

La situación ha empeorado precisamente al reducirse el narcotráfico. «El problema es que ya no hay mercado. El mercado sale de Marruecos y el narcotraficante marroquí tiene mentalidad de comerciante: tiene un producto y lo va a vender. Y no quiere problemas, a diferencia de aquí», observa este policía.

“No sabemos cómo se organiza esta gente. La droga entra por embarcaciones, por mar, pero desde aquí parte muy poco hachís para la Península», detalla su colega de la Policía Local. “Las cosas han cambiado. Antes podías ver bolsas de basura llenas de dinero, de gente que iba a los concesionarios a comprarse sus coches o sus motos”, recuerda García. Ya no. “Ha habido bandas de narcotráfico muy potentes. Al amanecer salían las planeadoras, iban a diferentes playas cercanas de Marruecos, hacían las cargas, y luego descargaban las drogas aquí. A raíz de la guerra del Golfo se corrió el rumor de que iban preparando las lanchas neumáticas, muy rápidas, para dirigirlas contra algún barco», recuerda el bombero, en referencia a la sospecha de atentados islamistas.

«A partir de ahí, y por el tráfico de drogas, la operación Marina (entre 1998 y 2001) desmontó todo el tinglado de las lanchas neumáticas. Todas quedaron confiscadas. Ahora también tenemos el SIVE, un sistema de vigilancia que controla todo el Estrecho. Por eso, a pesar de ser el tramo más corto, es el más difícil de cruzar porque está muy vigilado», detalla García: ahora, los fardos de droga se llevan directamente desde las playas del Rif a las de Málaga. Ceuta se ha quedado fuera del circuito.

El bombero ha seguido la evolución del barrio durante tres décadas. Primero su auge: «Hay barracas que se han convertido en edificios de dos o tres plantas. No tenían corriente y ahora tienen un Mercedes aparcado en la puerta. Por dentro son unas auténticas mansiones». Ahora, la desestructuración social. Aunque los colegios públicos, asegura, no son de los peores – «no son de esos a los que no quieren ir los profesores» -, tienen indices bajos de alumnos que terminan sus estudios: «Sales pronto del colegio, no hay trabajo, esto es como en cualquier otro sitio, aquí no estamos inventando nada”.

Pero la juventud ha entrado en una dinámica de violencia cotidiana. “Para estos gamberros es divertido apedrear todo, desde autobuses – que tienen los cristales de los lados protegidos con unas rejas – hasta la policía. Nos hacen emboscadas, como si fuera un entretenimiento”, lamenta el bombero. Es algo tan habitual que ahora, en muchas llamadas al 112, no acuden los bomberos de inmediato, excepto si se denuncia un incendio en una vivienda. «Pero cuando es un vehículo el que se quema, pues lo siento: si se quema se ha quemado. Esperamos a que la policía esté ahí, que acordonen la zona, y ya vamos», detalla este hombre al que se nota que, pese a todo, habla con cariño de la barriada.

«Ha habido muchas promesas electorales, y luego, si te he visto no me acuerdo”

Kamal, presidente de la barriada del Príncipe, lo define en términos de política social: «Paro, infravivienda, fracaso escolar, falta de infraestructuras y de seguridad… Parece ser que las autoridades no quieren darse cuenta ni actuar para que esto no siga creciendo”, denuncia.

No debería ser por falta de recursos, cree: «Desde que España entrara en la Comunidad Europea se han recibido fondos para la erradicación del chabolismo, y no se ha hecho nada por el barrio, o muy poco. Si hay delincuencia es porque los jóvenes no tienen ocupación, ningún oficio, no han estudiado». Y la zona está mal atendido, comparado con el resto de Ceuta. «La limpieza de la barriada es inexistente, tenemos tuberías de agua potable de hace más de 40 años… » enumera.

La asociación que preside Kamal no para de insistir a los cargos municipales, pero con poco éxito. “Está en manos de los políticos actuar por el Principe. Ha habido muchas promesas en épocas electorales, que luego se han quedado en nada. Si te he visto no me acuerdo”, resume. «Se ha perdido una oportunidad bastante buena» para emplear los fondos europeos, cree. «Y ahora, con la crisis, los efectos se notan mucho más”.

Sobre las sospechas de redes terroristas prefiere no explayarse. «Algo hay, o supuestamente, lo hay. El 99,9% de los vecinos que viven en el Príncipe son musulmanes y en estos aspectos, los jóvenes son muy vulnerables. No sólo a nivel de terrorismo sino de delincuencia. No han estudiado bastante, no conocen el mundo. Se les engaña rápido. Por eso, este tema lo dejamos en manos de las autoridades», acota.

«El terrorismo está apareciendo ahora. Aprovechan la coyuntura y ofrecen un lavado de cerebro»

Luis García no se fía del todo. “El terrorismo es algo que está apareciendo ahora, es incipiente y bueno, parece que está controlado. Pero quizás sea un poco una semilla que se está nutriendo de esa sociedad o de ese sector de población que está desfavorecido. Aprovechan esas coyunturas y ofrecen un lavado de cerebro. Sería tremendo tener algo parecido al atentado del 11M de Madrid aquí, en un barco…» analiza.

También el policía local observa el barrio con preocupación. «Ceuta está en peligro. Estoy convencido de que en el día en que menos nos lo esperamos hay aquí un atentado y no tiene por qué estar relacionado con el conflicto en Siria», cree.

Pero sí puede que surja de entre los redes de milicianos ceutíes islamistas entrenados en Siria. Desde los años noventa, las milicias islamistas más radicales de Libia, Yemen, Egipto o Jordania se han formado alrededor de «afganos»: hombres locales entrenados en Afganistán, donde combatieron contra la ocupación soviética. Y algo así podría ocurrir en Ceuta.

«Lo peligroso sería que los que fueron a Siria vinieran adiestrados para acá», reflexiona el policía. Lo mismo teme su colega de la policía nacional: «La problemática de que la gente se vaya a Siria es que cuando vuelve viene superpreparada. Imaginaos un chaval con veinte o veintidos años que se enfrenta a las balas constantemente…»

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