Carrera por el gas del Levante
Ilya U. Topper
Seis países enzarzados en siete u ocho conflictos… y una burbuja con unos cuantos billones de metros cúbicos de gas bajo el suelo. Basta con acercar una mecha para que todo salte por los aires. Así se presenta hoy por hoy el Mediterráneo Oriental.
Tal vez la sangre no llegue al mar, pero la exhibición de músculos es llamativa. Turquía ha enviado tres fragatas a la zona para proteger su barco de exploración sísmica, y el jueves por la tarde, dos cazabombarderos despegaron de Israel para sobrevolar la isla de Chipre. Se acercaron hasta las costas turcas, según asegura el diario grecochipriota Phileftheros, y sólo se retiraron cuando dos F-16 turcos se acercaron para interceptarlos. Mientras tanto, un helicóptero israelí sobrevolaba el ‘Piri Reis’, el buque turco que está empezando a buscar gas al sur de Chipre.
La presencia del ‘Piri Reis’ en estas aguas tampoco es inocente. Se trata de un guante que Ankara ha lanzado al gobierno de Chipre como respuesta a la decisión de éste de empezar a explotar los hidrocarburos al sur de la isla. Algo a lo que tiene todo el derecho como Estado soberano, en opinión de los políticos grecochipriotas. O no, según Ankara: no, mientras no haya acuerdo sobre la reunificación de la isla, dividida desde 1974.
Dado que la división de la isla nunca ha sido reconocida legalmente, las riquezas que la rodean pertenecen a toda la población, argumenta el gobierno turco. Y eso incluye a los turcochipriotas que habitan el tercio norte, administrado por la República Turca del Norte de Chipre, que no ha sido reconocida por ningún país del mundo, excepto Turquía. Los tesoros submarinos deben beneficiar a toda la isla, y explorarse de común acuerdo, exige Ankara.
Chipre desliga su iniciativa minera de las negociaciones sobre la reunificación y ha otorgado una licencia de exploración a la empresa estadounidense Noble Energy, que a mediados de septiembre empezó a perforar el lecho marítímo a unos 150 kilómetros al sur de la isla, en el llamado ‘Bloque 12’.El lunes 26 de septiembre, el ‘Piri Reis’ empezó a explorar en la misma zona, aunque se mantuvo a unos 80 kilómetros de la plataforma de Noble Energy. Las tres fragatas turcas, aunque patrullan la zona, aún no han hecho acto de presencia en estas aguas.
Alianza con Israel
Con Grecia hundida en una crisis sin precendentes, el gobierno de Chipre no ha podido contar con Atenas para hacer frente al desafío turco. En cambio ha elegido aliarse con el país que se acaba de convertir en el mayor adversario de Turquía: Israel. Durante el verano, Nicosia y Tel Aviv han negociado sus fronteras marítimas para evitar conflictos en la búsqueda de hidrocarburos. En la ‘charca’ del Mediterráneo Oriental es imposible marcar las zonas económicas exclusivas de la manera que se hace en los océanos: cada país tiene derecho a utilizar en exclusiva los recursos de pesca y yacimientos minerales hasta un límite de 200 millas náuticas, unos 370 km.
Pero ésta es precisamente la distancia entre las costas de Egipto y las de Chipre; hay apenas 250 km de mar entre la isla e Israel, y menos de 180 entra Chipre y Líbano. En estos casos, los límites de las zonas se establecen a medio camino entre las costas, pero es preciso negociar su recorrido. Algo que han hecho Israel y Nicosia, pero que por el momento parece imposible entre Israel y Líbano, en estado de guerra. Y es precisamente en el límite entre los dos vecinos enemigos donde se halla el campo de gas Tamar, a unos 80 km al oeste de Haifa, que desde 1999 explora la empresa israelí Derek. La producción empezará previsiblemente en 2012.
El descubrimiento en 2010 de otro yacimiento de gas, bautizado como Leviatán, que dista unos 130 kilómetros de Haifa, ha desencadenado una carrera. Dado que se sitúa algo más al sur que Tamar, queda fuera de las pretensiones libaneses, y la reciente amistad entre Chipre e Israel garantiza la calma. La perforación la comparten Noble Energy y las israelíes Derek, Isramco, Avner Oil y Ratio Oil.
Leviatán puede contener unos 3,4 billones de metros cúbicos de gas. Noble Energy y Derek creen que además puede haber 3.000 millones de barriles de petróleo, quizás incluso 4.200 millones. Eso sí, a un mínimo de 5.000 metros bajo el lecho marítimo.
Donde hay un yacimiento puede haber más. Por eso, Chipre ha empezado a delimitar bloques de exploración al sur de la isla, con el consiguiente enfado de Ankara. Por el momento, Egipto no entra en la carrera: se limita a las zonas costeras al norte del delta del Nilo, donde la angloholandesa Shell, la británica BP, la francesa TotalFinaElf y la italiana Eni-Agip buscan desde 1999 petróleo. Hasta ahora han encontrado sobre todo gas, pero los trabajos siguen. La mayor parte de la producción petrolífera egipcia se halla al sur del canal de Suez.
Líbano, en cambio, quiere apuntarse a la competición. Desde 2010 contacta con empresas para explorar las zonas adyacentes a los campos israelíes, pero aún no ha dado pasos formales para delimitar bloques y otorgar licencias. Dada la perpetua crisis política libanesa, y los escasos recursos tecnológicos de Líbano, el país dependerá en gran medida de empresas extranjeras que puedan realizar el trabajo. Según dijo el diputado libanés Ammar Houri en diciembre pasado, la compañía noruega PGS ya ha empezado trabajos de exploración previa. Naciones Unidas confirmó que Beirut le pedirá ayuda para delimitar sus fronteras marítimas.
Hay urgencia: si se trata de ‘pinchar’ otro extremo de la misma burbuja que Israel explota desde el sur, simplemente depende de la velocidad de cada contrincante cuánto gas puede sacar antes de agotar el yacimiento.
Turquía explora también
Con todo, la carrera más apretada se disputa ahora entre las dos Chipres, representada la norteña por su gran vecino turco. La semana pasada, Ankara y el gobierno de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre ya firmaron un acuerdo para delimitar las fronteras marinas y posibilitar una exploración conjunta.
Según el ministro de Energía turco, Taner Yildiz, se trata de explorar los yacimientos en las zonas marítimas adyacentes “a toda Chipre”, no sólo las correspondientes al tercio norte de la isla, bajo administración turcochipriota. Añadió que la compañía petrolera nacional, Turkish Petroleum Corporation (TPAO), se encargará de los trabajos de exploración en aguas de Chipre, en colaboración con “una empresa noruega”, cuyo nombre se negó a especificar.
No está claro que la inversión necesaria sea rentable para la TPAO, pero se trata ante todo de esgrima diplomática: la finalidad no es extraer gas sino impedir que Chipre lo extraiga… antes de llegar a un acuerdo con la parte norte de la isla. “Si los grecochipriotas paran, nosotros también pararemos. Pero si insisten en continuar, ya saben nuestra actitud”, anunció el ministro turco para Asuntos Europeos, Egemen Bagis, el 26 de septiembre.
El presidente turcochipriota Dervis Eroglu expuso la semana pasada una propuesta al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon: en primer lugar pidió frenar toda actividad exploratoria en las aguas de Chipre antes de que se llegase a un acuerdo sobre la reunificación de la isla.
Pero si Nicosia insistía en continuar, al menos debería establecerse un comité bilateral entre grecochipriotas y turcochipriotas, que debería ratificar toda decisión sobre licencias, exploración o producción, además de acordar la distribución de las riquezas resultantes. En ningún casi, añadió, los ingresos se deban usar para adquirir armas. Y finalmente, nada de lo que se negociara afectaría a la posición de los dos bandos respecto a la reunificación.
Por ahora no hay una respuesta concreta del lado grecochipriota. El presidente, Demetris Christofias, prometió pocos días antes que “si tenemos ingresos veremos de qué manera podemos usarlos para el beneficio de ambas comunidades”. Una promesa algo gaseosa. El tesoro bajo el fondo marino sigue siendo altamente inflamable.