Dos años de impunidad
Nuria Tesón
El Cairo | Enero 2018
“He visto todos los males del mundo en el rostro de Giulio”. Con esas palabras tras haber reconocido a su hijo “por la punta de la nariz”, la madre de Giulio Regeni denunciaba que lo que le habían hecho a su hijo era “inenarrable”. El doctorando italiano habría cumplido la semana pasada 30 años. Su vida fue interrumpida, sin embargo, poco después de haber cumplido los 28. Dos años después de su desaparición forzada, las incógnitas siguen sin despejarse, y la investigación en torno a su muerte parece más una trama de cine negro que una historia real. Aunque bien podría representarla también aquel juego de espejos en el que Bruce Lee se pierde en Operación Dragón. Con mil imágenes de un enemigo difuso al que no puede alcanzar y al que persigue de un reflejo a otro.
Desde que se encontró el cuerpo torturado de Regeni diez días después de su desaparición, las teorías conspirativas y la desinformación han sido una constante. Pocos dudan, sin embargo, de la responsabilidad de las fuerzas de seguridad egipcias en la muerte de Giulio. Cualquiera que ha intentado desvelar esa realidad ha sufrido las consecuencias que, en un país donde la desapariciones forzosas y la tortura son frecuentes, implica la posibilidad de acabar como Giulio.
“Nos encontramos todavía muy lejos de la verdad”, lamenta Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacional en Italia. “La cooperación del Gobierno egipcio es ineficiente y la del italiano no es mucho mejor”.
“Han estado divulgando diferentes historias, falsas e incluso ofensivas para Giulio”
“Estoy saliendo”. Un mensaje a su novia a las 19.41 de aquel 25 de enero de 2015 es la última prueba de vida de Regeni. La fecha de su desaparición es importante. El día de la Policía, el 25 de enero de 2011, los egipcios se alzaron contra un régimen, el de Hosni Mubarak, cuyo pilar principal era el Ejército, que sigue ejerciendo el mismo papel para el nuevo régimen de Abdelfatah Sisi. Desde entonces, aquellos que han gobernado, la Junta Militar primero, el islamista Morsi y ahora el exmariscal Sisi, se han encargado de que nada favorezca un nuevo clima revolucionario. Cada año se silencia cualquier intento de protesta y el día en el que Giulio desapareció no fue diferente. Grandes medidas de seguridad, y el deseo de tener todo atado y bien atado.
La campaña ¿Dónde está Giulio? sirvió de poco. Mientras las redes sociales ardían, Giulio era torturado. Durante siete días, según reveló la autopsia. Su cuerpo mostraba cortes y arañazos, tenía los pies y las manos rotos, letras grabadas en su piel y quemaduras de cigarrillos, técnicas de tortura, estas últimas, que son seña de identidad de los servicios de seguridad egipcios.
Lo cree incluso la Fiscalía italiana: justo en el segundo aniversario de la desaparición de Regeni, el fiscal de Roma, Giuseppe Pignatone, responsable del caso, escribió a la prensa italiana una carta en la que acusaba a los servicios secretos egipcios de tener un rol en el crimen. «El motivo del homicidio se limita exclusivamente a la actividad de investigación de Giulio», asegura la carta, publicada el jueves pasado. Agrega que «las acciones del aparato público egipcio ya habían concentrado su atención en Giulio en los meses precedentes, con una modalidad de cada vez mayor presión, hasta el 25 de enero». El papel de los servicios secretos es «un punto fundamental para continuar la investigación», concluye el fiscal.
El papel de los servicios secretos es «un punto fundamental para la investigación» dice la Fiscalía
En Egipto se ha intentado desviar la atención desde el primer momento. “Han estado divulgando diferentes historias, falsas e incluso ofensivas para Giulio”, denuncia el representante de Amnistía. Primero se intentaron explicar los múltiples signos de tortura de su cuerpo como el resultado de un accidente de tráfico; después se habló de un asunto de drogas que acabó mal; se le acusó de ser homosexual y ser víctima de un crimen pasional y después de ser un espía extranjero. Hasta se llegó a hablar de una posible trama en la que los intereses de su desaparición y asesinato serían enturbiar las relaciones comerciales entre Italia y Egipto.
Un mes después de su desaparición se acusó a una banda y se presentaron como pruebas el pasaporte, tarjeta de crédito y carnet de identidad italiano, entre otros efectos personales, pero a los supuestos secuestradores no se les pudo interrogar porque según la versión oficial murieron en un tiroteo con la policía durante su arresto. A nadie convenció sin embargo la cortina de humo extendida con esos asesinatos extrajudiciales tan comunes en el Egipto de Sisi.
A los supuestos secuestradores no se les pudo interrogar porque según la versión oficial murieron en un tiroteo
“Es un asesinato de Estado”, denuncia Noury. “Con la connivencia de las agencias de seguridad y al menos nueve o diez personas involucradas directamente en la desaparición y asesinato de Giulio”, explica. “El clima de represión en Egipto es muy alto, pero a pesar de ello mucha gente en la sociedad civil intenta ayudar… y ha sufrido las consecuencias”, lamenta Noury. El abogado Ibrahim Metwaly fue secuestrado cuando se dirigía a declarar sobre el caso ante una comisión de Naciones Unidas. Apareció poco después y se presentaron cargos contra él acusándole de “hablar con entidades extranjeras para dañar la seguridad nacional”.
“Desde el principio han entorpecido la investigación”, concluye Noury, quien no tiene mejor opinión de la actuación del Gobierno italiano. En septiembre de 2017 Italia envió de vuelta a El Cairo a su embajador, al que había retirado como medida de presión. Un error a ojos de Amnistía. “Deberían cambiar las relaciones con Egipto, deberían presionar, acudir a la Comisión de Tortura de la ONU, insistir, pedir la verdad, internacionalizar el caso de Giulio, que representa lo que les ocurre a cientos de egipcios anónimos”, insiste el activista. “Hay que presionar a Egipto”.
Pero lejos de eso, parece que hay un mutuo afán en desviar la atención en favor de las buenas relaciones entre ambos países. Hay muchos intereses comerciales y económicos en juego.
La última maniobra de ambos Gobiernos ha sido desacreditar a la supervisora de tesis de Regeni, Maha Abdelrahman. La investigación sobre los sindicatos que Regeni llevaba a cabo para su doctorado tiene visos de ser lo que le puso bajo el radar de las fuerzas de seguridad. El régimen ve las uniones de trabajadores independientes como una amenaza. Aunque el primero se formó en 2009, tras la revolución que derrocó a Mubarak en 2011 surgieron más de mil.
Tras la revolución que derrocó a Mubarak en 2011 surgieron más de mil sindicatos en Egipto
Hasta entonces los sindicatos, bajo control gubernamental, eran sólo un modo de controlar a la masa, no de hacer avanzar sus derechos. Las protestas de 2011 dieron impulso al movimiento sindical y llevaron a la formación de la primera federación de sindicatos independientes. Ese germen supone un activo de cambio que favorece la participación democrática, fortalece a la sociedad civil y a los trabajadores, según dejaron dichos expertos como el propio Regeni.
Un extranjero, hablando árabe, haciendo entre los vendedores callejeros preguntas sobre política y economía, debatiendo sobre derechos, no pasaría desapercibido al bien nutrido tejido de informantes de la policía que infecta El Cairo. Egipto ha sugerido repetidas veces, sin aportar ninguna prueba, que Regeni habría estado involucrado en fomentar un alzamiento. Aún así, es difícil explicar que alguien creyera que la desaparición y muerte de un ciudadano italiano no levantaría una tormenta.
Abdelrahman había sido acusada ya de negarse a colaborar con la investigación. Fue empujada bajo los focos poco después de la aparición del cuerpo de Regeni con la acusación de haber alentado al joven a centrar su investigación en los sindicatos independientes. La experta ha escrito ampliamente sobre movimientos sociales y de protesta en Egipto. Además, ha sido muy crítica con los sucesivos gobiernos militares y en 2015 escribió sobre el reclutamiento de informantes policiales entre los ciudadanos comunes.
Al principio de la investigación se negó a facilitar sus emails y mensajes, se presentó tarde al interrogatorio… y todo ello se ha usado para fabricar la sospecha en torno a ella. Sin embargo, su comportamiento es comprensible en el contexto de represión policial que prevalece en Egipto. Alguien que conoce tan bien el modus operandi de la policía, y dadas las circunstancias y el estado en el que se descubrió el cadáver de Regeni, no tiene mucho incentivo para colabora con los posibles responsables de su muerte.
Cambridge rechaza que Abdelrahman sea responsable de poner al estudiante italiano en peligro
Abdelrahman no habla con los periodistas pero dijo a sus compañeros en Cambridge que colaboró con la policía italiana el día del funeral, según publicó el diario The Guardian. La semana pasada, tras serle confiscados su móvil y ordenador portátil, la profesora recibió un respaldo desde Cambridge. En una carta a la comunidad académica de la universidad emitida el martes, el vicerrector de la universidad, Stephen Topp, afirmó que la institución rechaza cualquier acusación de que Abdelrahman sea responsable de poner al estudiante italiano en peligro y señala que dichas especulaciones son “inexactas, dañinas y peligrosas”.
Mientras tanto, la maquinaria de desinformación en los medios egipcios ha hecho lo imposible porque la mirada se apartara de las fuerzas de seguridad egipcia y las lucrativas relaciones entre ambos países volvieran a la normalidad. Más sorprendentemente, los medios italianos han ‘comprado’ también la versión que acusa a la profesora.
Para Noury esas maniobras solo se explican como un intento de distraer la atención de los verdaderos culpables. Un juego de espejos como aquel al que Lee se enfrentaba en Operación Dragón y que habrá que hacer añicos, como recordaba el personaje que interpretaba, para acercarse a la verdad: “El enemigo solo tiene imágenes e ilusiones tras las que esconde sus verdaderos motivos. Destruye la imagen y destruirás al enemigo”.
El business puede más
La principal compañía petrolera de Italia, ENI, no cortó relaciones con el Gobierno egipcio tras la muerte de Giulio Regeni. En una carta de respuesta a una petición de Amnistía Internacional expresó su “confianza” por lo que está haciendo el Ejecutivo egipcio para resolver el crimen. Solo semanas antes, el 21 de enero de 2016, ENI había obtenido la autorización definitiva para la explotación del recién descubierto yacimiento de gas de Zohr, ubicado en el mar Mediterráneo a 1463 metros de profundidad frente a las costas de Egipto, descubierto medio año antes.
Zohr se considera suficientemente grande como para suplir las necesidades internas de Egipto, reducir la dependencia energética de Rusia e incluso exportar a Europa. Para conseguir el contrato, los responsables de ENI se habían reunido múltiples veces con el propio Sisi durante el año anterior.
Con todo, si bien ENI es considerada una de las empresas más poderosas e influyentes del país, no es la única compañía italiana en Egipto; hay otras 130. Entre ellas, algunas tan conocidas como Edison, Banca Intesa San Paolo -que compró Bank of Alexandria-, Italcementi, Pirelli, Italgen, Danieli Techint y Gruppo Caltagirone. Italia fue el primer país en recibir a Sisi tras su toma de poder en julio de 2013 y el primer ministro Matteo Renzi fue el primer mandatario europeo en ir a Egipto en la era del general.
Irene Savio | Roma | Publicado en El Confidencial · 9 Marzo 2016
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