Un lugar para los coptos en Egipto
Nuria Tesón
El Cairo | Octubre 2011
La represión del ejército y las fuerzas de seguridad de una manifestación de coptos en El Cairo que pedían la dimisión del gobernador de Asuán tras la quema de una iglesia en dicha provincia hace unos días, acabó el pasado domingo con la muerte de 24 personas y más de doscientos heridos.
Pero también ha puesto en evidencia una vez más la necesidad de que el Gobierno egipcio de transición y la Junta militar tomen cartas en el asunto para que la violencia sectaria no acabe con el proceso democrático que apenas acaba de empezar.
Muchos consideran que aún queda demasiado por hacer antes de que se pueda hablar de una verdadera transición, y entre los principales escollos que tendrán que salvar estará la de la convivencia entre distintas confesiones y el fin de la discriminación de la minoría cristiana. Una discriminación de la que muchos coptos culpan principalmente al Gobierno.
Una discriminación de la que muchos coptos culpan principalmente al Gobierno
Durante las protestas que han tenido réplica toda la semana se lanzaron proclamas contra el régimen militar y contra el mariscal Mohamed Hussein Tantawi: “Abajo, abajo, abajo los militares”, y los coptos hicieron suyas las consignas que se cantaron durante la revolución “Levanta tu cabeza, eres copto” o “Uno, dos, dónde está el derecho del copto”.
En los últimos años la violencia contra los cristianos se ha reproducido con mayor o menor frecuencia pero como una constante. Tras la caída del Gobierno de Hosni Mubarak se ha asentado la idea de que el propio régimen habría estado alentando dichos enfrentamientos para mantener la inestabilidad en el país y conseguir apoyos de la comunidad internacional con su consiguiente aceptación de ciertos desmanes, como el mantenimiento de la Ley de Emergencia durante 30 años amparándose en la necesidad de tener a los islamistas a raya.
La Fiscalía egipcia ha abierto incluso una investigación para determinar la implicación del ex ministro del interior Habib Adly como autor intelectual del atentado contra una iglesia en Alejandría que dejó el pasado mes de enero 24 muertos. De este modo, argumenta Amira Nowaira, profesora de Literatura Inglesa en la Universidad de Alejandría, “el régimen conseguía generar una necesidad de protección en los cristianos”. Ahora, “algunos poderes a favor de una contrarrevolución están interesados en sembrar el caos”, apunta.
“El régimen conseguía generar una necesidad de protección en los cristianos”
En el barrio de Shubra, donde reside una parte importante de la comunidad copta cairota, Boula, un licenciado en Historia que trabaja en la secretaría del obispo de la zona apunta que “el principal problema es que el Gobierno no ha actuado con contundencia hasta ahora contra este tipo de actos”, pero también culpa a la Iglesia de no haber salido antes a la calle para protestar contra los ataques que los coptos sufren desde hace años.
La profesora Nowaira cree que la realidad demuestra que esta comunidad que supone apenas el 10% de los más de 80 millones de habitantes que tiene Egipto, “está discriminada en casi todos los ámbitos de la sociedad egipcia”: poca representación política, dificultad de ascender a puestos importantes en el sector público, falta de igualdad en la construcción de lugares de culto (el incendio de la iglesia de Asuán se debió a la conversión de un edificio en lugar de culto no autorizado). “No se les discrimina oficialmente, sobre el papel, pero la realidad es que los coptos viven a diario ese trato excluyente”, afirma Nowaira.
Ehab lleva del brazo a la que pronto será su esposa, Mariam. Ella nació en Edfú, “muy cerca del lugar donde quemaron la iglesia que ha originado las protestas”, apunta. El joven, de 32 años, es ingeniero y trabaja desde hace tres en Dubai. “Trabajé cuatro años en Egipto pero me resultaba imposible ascender o tener un mejor salario frente a mis compañeros musulmanes, así que me marché”. “El Gobierno siempre nos ha discriminado. Lo que ocurrió ayer es culpa suya”.
En opinión de la docente, lo ocurrido en El Cairo ayer tiene “una raíz sectaria”, pero es consecuencia del retraso del Gobierno en la toma de decisiones fundamentales como la equiparación en los requisitos para la construcción de templos, etcétera”. “No había ninguna razón para que el Ejército actuara con esa violencia salvo por la cercanía de las elecciones”. “No hay nada peor que el que la persona que debe protegerte te ataque”, coincide Bisoi, un cantante de Shubra de 27 años. “No se trata de violencia sectaria sino de terrorismo. El sectarismo no es nuevo para nosotros, pero no había ninguna razón para que el Ejército nos tratara así. Creo que han querido mandar un mensaje a todo Egipto para que quede claro que ante cualquier protesta van a aplicar mano dura”, concluye Bisoi.
“No había ninguna razón para que el Ejército actuara con esa violencia»
El gesto de la dimisión
No sólo la calle critica la gestión del Gobierno. Hazem Beblawi, viceprimer ministro egipcio y titular de Economía, presentó el martes su dimisión ante el jefe del Gobierno, Essam Sharaf, en desacuerdo por la gestión de los choques entre Ejército y manifestantes coptos.
El gesto puso un poco de luz en un Egipto de luto, que aún enterrab a algunos de los fallecidos, e hizo abrigar la esperanza de que sus políticos empiecen a actuar con responsabilidad y contundencia ante los desmanes del Ejército que gobierna de facto el país desde la caída de Mubarak. Los informes forenses corroboran que la mayoría de las muertes se produjeron por heridas de bala o aplastamiento de los blindados: los militares dispararon y arrollaron con sus vehículos a los manifestantes.
El Gobierno egipcio no aceptó la dimisión de Beblawi y el ministro volvió all Gabinete. Antes expresó su exasperación por la incapacidad del Gobierno para actuar de forma adecuada ante la crisis del Maspero. “Aunque el Gobierno no es directamente responsable, en última instancia, la responsabilidad recae sobre sus hombros”, señaló en declaraciones a la agencia estatal MENA. “Las circunstancias actuales son muy difíciles y requieren de una forma nueva y diferente de pensar y trabajar”.
No es la primera vez que el Ejército actúa con tanta violencia contra los manifestantes. El pasado 29 de junio una manifestación de familiares de fallecidos durante la revolución acabó con más de mil heridos. Además, los juicios militares a civiles continúan siendo la norma, aunque el mariscal Mohamed Hussein Tantaui anunció el pasado lunes que no volverían a aplicarse salvo en los casos que especifica la ley marcial. Una manga muy ancha.
La represión del domingo contra manifestantes de la minoría copta y el elevado número de fallecidos han disparado las alarmas por la posibilidad de que se encienda un enfrentamiento sectario a un mes vista de las elecciones legislativas. La labor informativa de la televisión estatal, más próxima a los peores días del régimen de Mubarak que a un periodo de transición, ha sido comparada con la que se llevó a cabo durante la revolución. Muchos egipcios musulmanes sin otras fuentes de información culpaban hoy a los coptos por atacar a los militares. Los cristianos por su parte seguían mostrando su indignación en los funerales que se celebran por algunas de las víctimas y reiteraban sentirse desprotegidos.
Pasada la media noche del lunes, más de veinte mil personas se congregaron en la catedral de San Marcos en Abbaseya, donde siguieron oficiándose exequias por los fallecidos. Durante la celebración los accesos al templo se llenaron de manifestantes que centraban su enojo en la Junta militar, a los que culpabilizan de las muertes.
La protesta del pasado domingo se inició tras el incendio de una iglesia en Asuán. La manifestación que discurrió de forma pacífica hacia el Maspero, el edificio de la televisión pública, fue reprimida por el Ejército. Los participantes denunciaron también la presencia de baltaguía, matones afines al régimen de Mubarak, vestidos de paisano.
La Fiscalía militar que investiga los hechos mantiene en prisión preventiva a los 28 detenidos durante los disturbios para facilitar las investigaciones, según ha informado la agencia estatal MENA. La excusa para volver a tratar por la vía militar a civiles es que el caso se encuentra dentro de las competencias de la justicia castrense por las agresiones que sufrieron sus efectivos. Aún se desconoce el número de militares fallecidos, (el Ejército ha decidido no revelar el dato), aunque la cifra que se dio inicialmente fue de tres soldados muertos.