El poder y la jauría
Mimunt Hamido Yahia

Estambul | Agosto 2025
Una mujer fuerte y difícil, con principios inamovibles. Una activista con letras mayúsculas, activistas de esas que ya no hay, de las que sí ponen su cuerpo literalmente, su libertad al servicio de una causa justa. La libertad de todos.
Conocí a Ibtissame Lachgar, a la que muchos llamamos Betty, hace ya muchos años: una fuerza de la naturaleza que no te dejaba respirar sin que tuvieses que enfrentarte al dolor de lo que significa ser feminista cada segundo del día.
Betty ha hecho de la provocación su modo de vida y eso no le ha quitado un ápice de energía para luchar sin descanso por la libertad, por los derechos de las más desfavorecidas, las mujeres. En 2009 fundó junto a Zineb El Rhazoui el Mouvement alternatif pour les libertés individuelles (MALI), un movimiento de desobediencia civil laico e internacionalista, que lucha por la libertad de conciencia, los derechos de las mujeres y sus derechos sexuales. Sus actuaciones son públicas porque es necesario que el pueblo sepa lo que ocurre, cuáles son los problemas, y pueda actuar en consecuencia.
Organizó una “besada” en Rabat, después de que unos adolescentes fueran detenidos por una foto en redes sociales
Betty organizó junto a sus compañeros de asociación un picnic durante el Ramadán para denunciar el articulo 222 del código penal marroquí, que castiga a quien no observa el ayuno obligatorio durante el mes santo islámico. Los detuvieron, pero sirvió para que los diarios marroquíes hablasen de este articulo y de que en Marruecos las cosas estaban yendo demasiado lejos. La provocación surtió el efecto deseado: la opinión pública se decantaba a favor o en contra, se había roto el silencio. Y de eso se trataba.
También organizó una “besada” frente al Parlamento de Rabat en 2013, después de que unos adolescentes fueran detenidos por publicar en las redes sociales una foto en la que se estaban besando. El acto tuvo mucha repercusión: unos cuantos marroquíes se besaron por fin en público desafiando la ley, o una interpretación severa de la ley (el artículo 490 prohíbe las relaciones sexuales sin matrimonio, pero nada dice de los besos). Se defendía el derecho a expresar amor o afecto sin temor a represalias.
Ibtissame ha provocado al Gobierno, a los poderes públicos y religiosos en Marruecos de todas las maneras posibles. Hablando públicamente de la regla, tema tabú, del matrimonio homosexual, del aborto… La lucha de Ibtissame no es de mesas redondas donde los ponentes y el público pueden estar más o menos de acuerdo; ella interpela a las personas de la calle, al marroquí que no va a conferencias, a mujeres que no tienen acceso a la educación por falta de recursos.
No tiene miedo, solo teme que nada cambie, que la sociedad marroquí no avance en derechos sociales ni individuales
Siguiendo su linea, Betty ha vuelto a provocar, ha vuelto a poner el dedo en la herida. Una fotografía con una camiseta negra y la leyenda «Dios es lesbiana”, con la palabra Dios escrita en árabe y el resto en inglés.
Por supuesto, ella sabía de sobra que esta fotografía provocaría, y de eso se trataba: de provocar el debate. Se trata de molestar, de remover conciencias, y lo ha conseguido. Eso sí, a costa siempre de su libertad, pero eso a ella no le arredra, no tiene miedo, solo teme que nada cambie, que la sociedad marroquí no avance en derechos sociales ni individuales, ese es su gran miedo y ese debería ser el único miedo que deberíamos padecer todas las feministas. Ella nos da ese gran ejemplo y nosotras deberíamos coger ese testigo. Porque molestar es nuestra obligación, y eso, Betty lo tiene muy claro.
Marruecos tiene una gran herida por la que se desangra todo un país. Unos huyen a Francia por sus ideas políticas y otros huyen por su situación económica y otros por la opresión religiosa. Sí, es un país que en 20 años se ha islamizado de una manera extraña y digo extraña porque afortunadamente aún hay muchos marroquíes que añoran eso tiempos donde la dictadura era “solo” política, no religiosa. Sí, existían las mismas leyes… o ni siquiera, porque el artículo 267-5 que ahora se invoca para castigar a Betty, y que prevé entre 6 meses y dos años de cárcel por «atentar contra la religión islámica» solo se agregó al Código Penal marroquí en 2016. Antes, el único artículo utilizado para atemorizar a los marroquíes irreverentes era el 220, que castiga «utilizar medios de seducción para sacudir la fe de un musulmán». Qué poca fe les supone la ley a los marroquíes si una declaración pública de ateísmo ya se interpreta como ilegalidad…
Hay personas que exigen que se les reprima más, que la ley, ya durísima de por sí, se aplique con más dureza
En todo caso, antes se hacia mucho menos caso a estas leyes represivas, al menos no tanto como ahora, cuando tenemos que ver a jóvenes marroquíes pidiendo la pena máxima, el castigo máximo para Betty, por según ellos haber cometido pecado de blasfemia. Hace unos 15 años, el debate sobre la homosexualidad estaba candente en Marruecos y parecía incluso que estuviera a punto de despenalizarse; ahora, si no fuese por Ibtissame y su colectivo, apenas se hablaría de ello. Las lesbianas, para una gran parte de la población, ni siquiera existen.
El aborto en Marruecos solo está permitido si hay riesgo para la madre. Betty y sus compañeras son adalides en esta lucha para conseguir que las mujeres marroquíes puedan abortar libremente sin tener que recurrir a carniceros que en muchos casos les causan daños irreversibles o incluso la muerte. Alrededor de 600 abortos clandestinos se practican a diario en Marruecos. Es grande la hipocresía de los que se posicionan en contra de la legalización, sin importarles que sus mujeres, hijas, vecinas mueran en una mesa desangradas, sabiendo además que muchos de esos abortos son por embarazos resultados de violaciones principalmente cometidas en el ámbito familiar.
El Gobierno ha conseguido convertir a los marroquíes en sus propios policías, a veces peores aún que los uniformados
Y lo más extraño y doloroso es comprobar que hay personas que exigen que se les reprima más, que exigen que la ley, que ya es durísima de por sí, se aplique con más dureza. No son conscientes de que esas mismas leyes son las que se les aplicarán a ellos el día que por fin despierten y se den cuenta de que están viviendo en un país con unas leyes totalmente absurdas y asfixiantes. Y ellos lo saben, viven el día a día del miedo a las denuncias, no solo de las autoridades sino de sus vecinos, sus semejantes. El Gobierno ha conseguido convertir a los marroquíes en sus propios policías, a veces peores aún que los uniformados.
Los jóvenes no pueden expresar libremente sus sentimientos y menos en público, siempre con pánico al artículo 490. ¿Eso significa que en Marruecos los solteros y solteras no follan? No, claro que lo hacen, pero siempre a escondidas, con temor a ser denunciados si van a un hotel o si los pillan besándose en un parque. Cuando el año pasado incluso el ministro de Justicia ya llamó «hipócrita» la norma que exige a toda pareja presentar un acta de matrimonio antes de pedir una habitación doble en un hotel.
Y lo peor es ver a marroquíes que viven muy cómodamente afincados en Francia o España, pidiendo pena de cárcel para Betty, y la piden desde la terraza de un bar, con una cerveza fría en las manos, algo que en su país de origen ni soñarían con poder hacer.
Marroquíes en Francia piden incluso castigos corporales, un discurso salafista que no podrían tener en Marruecos
Y peor aún es ver a esos marroquíes también afincados en España o Francia que gritan desaforadamente en las redes sociales pidiendo incluso castigos corporales para Ibtissame, una aplicación ya no de las leyes marroquíes sino de normas islamistas muchas más severas. Sabiendo que su discurso salafista no está bien visto entre la cúpula de Marruecos: por eso están en Europa, porque muchas de las barbaridades que se atreven a decir desde aquí, no podrían decirlas allí.
No es la primera vez que Betty pasa días en comisaría a la espera, y a veces tengo la impresión de que son los días que el Poder deja pasar para que se calmen los gritos y puedan soltarla sin tener que enfrentarse a la masa justiciera. Que también es hipocresía no atreverse desde el poder, cuando Betty sí se atreve.
Admiro la fuerza contenida en un cuerpo tan pequeño y que ha sufrido una devastadora enfermedad. Sí, Betty es de las pocas activistas que admiro porque nunca vi a ninguna mujer viva con esa determinación, con esa fortaleza y esa valentía.
Todos esos compatriotas suyos, todos esos marroquíes que como una jauría se han lanzado a su yugular se envenenarían con la pureza libertaria de su sangre.
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© Mimunt Hamido | Agosto 2025 | Especial para MSur