El lince y la carretera
Alejandro Ávila
Sevilla | Septiembre 2015
Daniel Quirantes parte una mañana más a Sierra Arana en busca de su objetivo: avistar al primer lince ibérico en tierras nazaríes desde hace décadas. Es domingo, 20 de septiembre de 2015, y en su equipaje lleva los mismos prismáticos, cámara y telescopio con los que ha acudido a la zona casi todos los días desde hace un mes, cuando las primeras imágenes de fototrampeo dieron la voz de alarma.
Por fin, aquel último día de verano tiene suerte. Tras encontrar rastros del felino en peligro de extinción y pasar horas «haciendo esperas en una zona elevada», consigue avistar al animal. «Fueron 10 segundos muy intensos», rememora Quirantes. Su cámara acoplada al telescopio obtiene la prueba definitiva: el lince ha vuelto a Granada tras desaparecer a mediados del siglo XX.
Fueron 10 segundos muy intensos: avistar el primer lince en Granada en medio siglo
Se llama Kaa y es una hembra de dos años criada en cautividad, que se liberó el año pasado en la zona de reintroducción de Guadalmellato (Córdoba). Kaa se ha recorrido más de 150 kilómetros hasta llegar a una zona donde abundan los conejos y los refugios. «Es un paisaje mosaico, que combina el monte mediterráneo con las zonas de cultivo», asegura el naturalista Francisco Contreras.
«Nos ilusiona volver a tener en la provincia una de las especies más emblemáticas de la península. Es una buena noticia, porque se constata que la zona tiene potencialidad para mantener linces», cuenta Borja Nebot, responsable de medio natural en la delegación territorial de Granada.
Sin embargo, el dispositivo para su captura ya se ha activado. Miguel Ángel Simón, responsable de Iberlince, el proyecto de recuperación del felino, explica que Kaa resulta importante para la población de Guadalmellato por la calidad de sus genes y porque «hay que estudiar con detalle si ésta es una buena zona de reintroducción».
Según Simón, la sierra granadina cuenta a su favor con la abundancia de conejos y las bondades del hábitat y, en su contra, con la A-308, una carretera con mucho tráfico que podría terminar en más de un atropello.
El felino más amenazado del planeta cuenta a día de hoy con 327 ejemplares en Andalucía
Porque las carreteras son hoy por hoy el mayor enemigo del lince. Desde 2012, año en el que se dispararon los atropellos, 46 linces se han dejado la vida en la carretera. 21 de ellos, cerca de la mitad, murieron en 2014. Los atropellos han crecido un 33% en relación al año anterior. Cuatro de cada diez linces muertos de manera violenta el año pasado lo hicieron en la carretera. En 2013 llegaron a ser seis de cada diez.
Con todo, hay esperanza. Hace 15 años, el lince ibérico (Lynx pardinus) estaba al borde de la desaparición. Había menos de un centenar de ejemplares recluidos en Andalucía, el último reducto de esta especia que hasta la década de los años 80 habitaba también Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León y Portugal. Hoy, nada queda de estas poblaciones, salvo probablemente unos núcleos mínimos en los montes de Toledo y quizás en la Sierra de Alcaraz, al suroeste de Albacete.
Fue así como se activaron todas las alarmas: había que rescatar al lince como fuera. Tres lustros después, la población general y la de individuos maduros se ha multiplicado por tres.
«La mortalidad por atropello se ha incrementado la crisis del conejo ha sido mayor en Doñana»
El felino más amenazado del planeta cuenta a día de hoy con 327 ejemplares en Andalucía, cinco menos que en 2013. La especie se distribuye en la región entre dos grandes zonas: Doñana, en la costa del Golfo de Cádiz, y Sierra Morena, principalmente la zona de Andújar. El valle del río Guarrizas, al este de Andújar, y el del río Guadalmellateo, al oeste, son zonas de reintroducción de linces criados en cautividad y actúan como motores de crecimiento.
Fuera de Andalucía, las cifras son mínimas: hay quizas 15 linces en los Montes de Toledo y ejemplares sueltos en la Sierra de Alcaraz al suroeste de Albacete. En Extremadura, en el valle del río Matachel al sur de Mérida, se han reintroducido varios ejemplares 30 años después de que se avistaran los últimos, y ya han criado en libertad, por lo que se estima que el programa ha sido un éxito. Hay ahora una quincena de ejemplares. Lo mismo sucede en Portugal, donde se han liberado linces criados en España en la región de Mértola, en el valle del río Guadalquivir, y se contabiliza una decena de ejemplares.
Doñana, en cambio, ha recibido un importante revés al perder el 15% de su población en tan solo un año. «La mortalidad por atropello se ha incrementado mucho y, al ser una población más pequeña, la crisis del conejo ha sido mucho mayor», explica Luis Suárez, responsable del lince ibérico en la organización internacional World Wildlife Fund (WWF). Andújar, por su parte, ha sufrido mucho la pandemia y «ha perdido su capacidad para generar cachorros».
«No es un tema que se solucione a corto plazo», subraya Suárez, que enumera tres puntos negros en Doñana y otros tres en Sierra Morena. «Casi todos los atropellos son en zonas nuevas, ya que los linces están llegando a carreteras donde no se les había visto antes», indica Ramón Pérez de Ayala, responsable de linces en WWF.
La Unión Internacional para la Conservación de la Natural (UICN) ha decidido este año que el felino más amenazado del mundo ya no está en “peligro crítico” de extinción, categoría que tuvo desde 2002, sino simplemente “en peligro”. La decisión ha llegado en un momento muy delicado: con una pandemia, la del conejo, que es su principal alimento, mermando la capacidad reproductora de la población y con la mayor oleada de atropellos.
Seis millones de euros es la cifra mínima para salvar al lince de los atropellos
En este segundo aspecto se están tomando medidas. Con el Ministerio de Fomento se trabaja en los puntos negros de las autovías A-49 (Huelva-Sevilla) y A-4 (Sevilla-Córdoba-Madrid) y la carretera N-422 (Huelva-Mazagón, rodeando Doñana al oeste), mientras que con la Consejería ya se ha firmado un convenio para hacerlo en las carreteras locales A-481 y A-483 (al norte y oeste de Doñana) y la A-421, entre las zonas de Andújar y Guadalmellato en Córdoba.
Seis millones de euros es la cifra mínima para salvar con urgencia al lince ibérico de los atropellos que sufre desde hace cinco años. El Gobierno central y la Junta de Andalucía están dispuestos a aportar 3,3 millones y negocian la otra mitad para acondicionar las carreteras con pasos de faunas y vallas que acaben con la oleada de atropellos de los últimos años.
Según WWF, que forma parte del programa de recuperación y de la comisión de permeabilización de carreteras de la fauna silvestre, el Gobierno central está dispuesto a aportar 2,3 millones de euros una vez que Europa admita su adhesión al ‘Iberlince’. A esos 2,3 millones habría que añadir el millón que la Consejería de Fomento aún ha de aportar al programa. Con 3,3 millones de euros sobre la mesa faltarían 2,7 millones para completar las intervenciones más urgentes. Según fuentes de WWF, la Administración central y la autonómica negocian que Andalucía aporte un millón más y Madrid, 1,7.
La población lleva una década creciendo gracias a los sucesivos programas de recuperación, pero las carreteras están siendo muros contra los que la especie choca una y otra vez. Al contrario que la administración, WWF no achaca el incremento de los atropellos ni al aumento de la población, ni a la escasez de conejo, ni al aumento de individuos procedentes de cautividad.
«La principal causa de los atropellos de lince es el incorrecto mantenimiento de la red viaria»
Los ecologistas explican que el número de atropellos ha crecido más rápido que la población, que el aumento de los accidentes comenzó antes que la escasez de conejos y que el número de atropellos de individuos nacidos en libertad es similar al de individuos reintroducidos.
«La principal causa del aumento de los atropellos de lince ibérico es el incorrecto mantenimiento de la red viaria y la inexistencia de medidas para garantizar su permeabilidad», aseguran los ecologistas en un informe. El lince está dando un aviso: nuestras carreteras no están preparadas para el tránsito de la fauna. Al estar radiomarcados y haber una estrecha vigilancia sobre ellos, el lince «nos está sirviendo de chivato», aclara Ramón Pérez de Ayala, responsable del felino en WWF.
En Portugal, Extremadura y Castilla La-Mancha se han soltado linces de los centros de cría andaluces
Ante la escasez de conejos, la conquista de nuevos territorios se alza como una de las soluciones más plausible. Para el biólogo, «la buena noticia es que la estrategia de reintroducir nuevas poblaciones en zonas de alta densidad da muy buenos resultados». Esa lógica es la que se ha seguido en Portugal, Extremadura y Castilla La-Mancha, donde se han soltado, a lo largo de 2014, 26 linces procedentes de los centros de cría en cautividad andaluces. En Andalucía se estudia ya la Sierra Norte de Sevilla o Granada como nuevas zonas de reintroducción.
En el caso de Granada, donde Kaa ha sido pionera, habría que realizar primero un estudio que certifique que no hay una conflictividad social que derive, por ejemplo, en casos de furtivismo, explica Miguel Ángel Simón. Emilio Virgos, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos especializado en carnívoros y lince, cree que sería factible y que capturar a Kaa ahora, como se planifica, para devolverla a Guadalmellato, sería «precipitado». Virgos mantiene que «la zona podría ser, tras una evaluación cuidadosa, un área de reintroducción de más ejemplares, ya que hay una buena densidad de conejos y refugio».
De todas formas, de momento, los centros de cría siguen siendo vitales: uno de cada cuatro linces en libertad proceden de cría en cautividad. Tendrán que pasar dos décadas más hasta que el lince ibérico salga de peligro de extinción.
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