Gaza: Hacer, destruir, rehacer.
Carmen Rengel
Jerusalén | Agosto 2014
Gaza es un ejemplo impecable de arquitectura efímera. En la franja, las viviendas, los colegios, los conservatorios, los hospitales, los aeropuertos, las granjas… todo se levanta un día con dinero internacional y, al poco, en ese bucle recurrente que suponen las operaciones militares de Israel, todo desaparece. Visto y no visto. El coste en servicios no prestados es incalculable, en una comunidad que sin muletas no puede caminar por culpa del bloqueo israelí impuesto desde 2007. El coste económico, al fin, empieza a trascender, al menos en lo que a Europa se refiere: según informan fuentes diplomáticas, entre los años 2001 y 2009 Israel dañó o destruyó 74 proyectos de cooperación que contaron con participación de la Unión. El coste de esos ataques fue de 33,9 millones de euros, de los que 21,9 procedían directamente del bolsillo de los contribuyentes de países miembros. Nadie le ha pedido en firme cuentas a Israel por los proyectos que, en ocasiones, hay que rehacer dos y tres veces por los insistentes ataques.
Entre 2001 y 2009 Israel dañó o destruyó 74 proyectos que contaron con participación de la Unión. El coste fue de 33,9 millones.
La cifra en Cisjordania puede ser similar, indican fuentes palestinas, con Israel controlando el 62% de la tierra –denominada como área C- y tirando desde un baño para beduinos hasta una placa solar para una comunidad de pastores que un día pagó Bruselas. “El fracaso de la comunidad internacional para hacer responsable a Israel de sus acciones ha llevado a una situación en la que los países donantes tienen que seguir pagando por la destrucción deliberada de los proyectos que un día aprobaron”, denuncian en el entorno del presidente palestino Mahmud Abbas.
Ahmad Khoury, un analista de Ramala que ha trabajado para el Banco Mundial, explica que las naciones están “desprotegiendo sus inversiones” y, a la larga, sólo cubrirán “el coste de la ocupación”, lo contrario, insiste, de “desarrollar y proteger a las instituciones palestinas y lograr la consolidación de un estado fuerte”. Esta visión está comenzando a calar: el Ministerio de Exteriores noruego ha anunciado que exigirán a Israel garantías de que los proyectos se mantendrán en pie en el caso de que haya futuros ataques en Gaza. De lo contrario, no habrá dinero, el que se tiene que pactar en menos de 10 días en la conferencia internacional de donantes que se va a celebrar en Egipto y en la que el mundo tiene que recaudar no menos de 4.500 millones de euros para rehabilitar Gaza. Oslo está tomando la iniciativa, en colaboración con El Cairo, porque su Gobierno fue quien planteó por primera vez la necesidad de esta cumbre. Tiene tradición de mediación, tras los acuerdos de paz secretos entre Israel y Palestina de 1993.
El Gobierno español también invirtió en otros 10 proyectos afectados: un orfanato, el Instituto Hispano Palestino… Sin reproches a Israel.
Entre los proyectos destruidos en la Franja en estos años destaca el aeropuerto internacional, bombardeado tres veces entre diciembre de 2001 y enero de 2002, en el que Europa comprometió 39,5 millones de euros; 31 eran de España, y el resto, de Alemania (7,7) y Suecia (782.000 euros). Las pérdidas sólo en este proyecto llegan a los 9,5 millones. También fue atacado el puerto impulsado por Francia, Holanda y el Banco Europeo de Inversiones, igualmente inservible hoy y cuyo coste era de 69 millones de euros. Ambas infraestructuras se han convertido en los 50 días de la Operación Margen Protector en una exigencia constante de Hamás y las demás milicias de la Franja, que finalmente se ha pospuesto en el acuerdo de alto el fuego del pasado martes y cuyo debate se retomará en un mes, cuando se nuevo los equipos negociadores acudan a El Cairo a ampliar el acuerdo político con los egipcios como mediadores.
El Gobierno español también invirtió en otros 10 proyectos afectados: un orfanato, el Instituto Hispano Palestino, programas de seguridad alimentaria, planes de protección de recursos naturales y de creación de empleo, granjas, promoción del trabajo femenino y aguas. Sin reproches a Israel.
Las pérdida no sólo se han dado en proyectos de la UE. USAID, la oficina de cooperación de Washington, confirma que entre 2010 y 2011 invirtió unos 60 millones de euros en Gaza. “Varios de ellos”, en Knah Younis y Rafah, al sur, han sido alcanzados por las bombas en los últimos días. Se trata de infraestructuras de agua, sobre todo. En 2009, el Colegio Americano, una de las estrellas de la asistencia norteamericana, fue destrozado. El mismo año en el que Washington entregaba a Israel 2.500 millones en ayuda militar.
400.000 menores requieren de asistencia psicosocial urgente, medio millón de estudiantes no tienen escuelas.
Gaza ha recibido en esta ofensiva más de 5.300 ataques por parte de Israel. A los 2.138 muertos y más de 1.300 heridos -70% de ellos civiles, según la OCHA- se suman los 475.000 desplazados –hay casi 12.000 casas reventadas y cerca de 40.000 más dañadas-, los más de mil niños que sufrirán discapacidad de por vida por la falta de asistencia médica correcta, los 400.000 menores que requieren de asistencia psicosocial urgente, el medio millón de estudiantes que hoy no tienen escuelas a las que volver. 216 centros educativos han sufrido daños totales o parciales por las bombas, al igual que 58 ambulatorios y hospitales. Hoy hay seis horas de luz al día, y parece un sueño tras el corte del suministro, total, para el 90% de la población. El agua potable es un lujo para el 45% de la población, que sigue dependiendo de los camiones cisterna. “Nunca he visto un grado semejante de destrucción”, afirmó Peter Maurer, presidente de Cruz Roja, mientras contemplaba las montañas de escombros de Gaza el pasado día 5.
Israel se ha comprometido a suavizar el bloqueo de Gaza y a permitir la entrada de más ayuda para levantar lo hundido.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), reconoce que hay mucha “competencia”, con crisis humanitarias como las de Siria, Irak o Sudán del Sur, a la hora de acometer la reconstrucción. No obstante, tras la entrada en vigor de la tregua están comenzando a entrar camiones con alimentos y medicinas a la Franja desde el paso de Rafah, al sur. No lo hacían desde 2007, cuando Hamas tomó el poder. Ese paso se ha limitado, y de forma muy puntual, al paso de personas, no de mercancías. Israel se ha comprometido a suavizar el bloqueo de Gaza y a permitir la entrada de más ayuda humanitaria y de materiales y maquinaria de construcción para levantar todo lo hundido.
Desde 1993, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, se han celebrado ya cuatro conferencias de donantes para Palestina, superando los 12.000 millones de euros. La última se produjo en enero de 2009 tras la Operación Plomo Fundido y comprometió 4.500 millones de 80 países y organizaciones. Sin embargo, la crisis económica mundial hizo que no llegase más que parte, algo así como la mitad de lo que se necesita tras esta última agresión, indican desde el Gobierno palestino.
“Nuestro objetivo no es ser dependientes de las ayudas, aunque agradecemos la generosidad del mundo. Queremos un estado para gestionar nuestras vidas y queremos que la comunidad internacional ejerza su autoridad moral y legal y exija que lo que se les derriba se reponga”, insiste Mohamed Mustafá, economista y vice primer ministro palestino.
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