Entrevista

Gianluigi Nuzzi

«El riesgo del papa no es ser asesinado, sino aislado»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 11 minutos
Gianluigi Nuzzi | © Yuma Martellanz / Espasa
Gianluigi Nuzzi | © Yuma Martellanz / Espasa

Después de obtener un éxito más que notable –y una no menos ruidosa polémica– con sus libros anteriores, Vaticano S. A. y Las cartas secretas de Benedicto XVI, que lo pusieron en el eje del escándalo conocido como Vatileaks, Gianluigi Nuzzi (Milán, 1969) regresa con Via Crucis (Espasa), un volumen donde narra los intentos del papa Francisco por reformar la estructura económica del Vaticano, arruinada por la mala gestión y por los privilegios de la curia.

Entre los puntos sensibles que toca el libro, destaca el incierto destino de los donativos procedentes de todo el mundo que se recogen en el llamado Óbolo de San Pedro, las cuentas corrientes de los papas que siguen abiertas incluso después de muertos, el contrabando de artículos –tabaco, por ejemplo– en el interior del Vaticano, el disfrute de algunos prelados del inmenso patrimonio inmobiliario de la Iglesia –como suntuosos apartamentos alquilados por 1 euro al año–, o la dificultad para sostener el sistema de pensiones para los religiosos que se jubilan. Todo lo plantea Nuzzi en términos de guerra abierta, la que divide a los fieles de Bergoglio y a los sectores más inmovilistas de la Santa Sede.

«Los fieles no deben ser perturbados. Esto permite a personajes de mala fe hacer negocios ilícitos»

Nuzzi suena tranquilo al teléfono, como si contemplara con distancia las acusaciones que le dirigen de debilitar a la Iglesia e incluso de complicidad con el robo de documentos. “Soy periodista, parte de mi trabajo es precisamente no creer que deba haber información clasificada”.

¿Dónde hay más omertá, en el seno del Vaticano o en el de la mafia siciliana?

Bueno, no es una pregunta sencilla… Seguramente en la mafia siciliana. La comparación me parece fuerte, porque la mafia siciliana es una asociación criminal que basa su poder en la intimidación y la violencia, por tanto el silencio es un instrumento de poder. En el Vaticano la omertá es dictada de un modo distinto. Se trata de no tener escándalos, porque los fieles no deben ser perturbados, no es bueno preocuparlos. Esto permite a personajes de mala fe hacer negocios ilícitos.

Dicen que Ratzinger dimitió como papa por dos motivos: la imposibilidad de intervenir en las finanzas vaticanas, y de resolver el problema de la pedofilia. ¿Es esto cierto?

«Cuando llega el papa Francisco se confirma que las finanzas del Vaticano están fuera de control»

Seguramente con la pedofilia hizo una gran labor, reconoció a los tribunales civiles en las demandas de pedofilia. En ese sentido, fue revolucionario. Luego, ha dicho también de modo responsable que las finanzas estaban fuera de control en el Vaticano, y éste ha sido sobre todo el motivo de su marcha. Cuando llega el papa Francisco, con ese desencuentro dramático que tiene con los cardenales de la curia, se confirma que los números están fuera de control. Ese es justo el inicio de mi libro.

¿Eso significa, entonces, que Benedicto XVI se rindió, reconoció que no podía ir más lejos?

No, no tenía fuerzas para seguir adelante. Tenía un secretario de Estado, Tarcisio Bertone, muy discutido, y él mismo tenía una edad avanzada. Ratzinger era un intelectual. En cambio, hoy tenemos al papa Francisco, que es un jesuita, que se diferencia de su predecesor no solo en que gobierna la Iglesia desde un punto de vista pastoral sino que también se fija en las cuentas, en la administración, descubriendo mercaderes del templo que, desde los tiempos de Marcinkus hasta hoy, siguen ahí.

Según sus investigaciones, ¿el Vaticano sigue estando hoy amenazado de quiebra?

En 2013 hubo una crisis financiera que amenazaba con ser determinante. Estuvo muy cerca de la quiebra. Luego Francisco intervino, y está tratando de salvar a la curia, pero el mal tiene raíces profundas.

Entre los datos más escandalosos que brinda Via Crucis, destaca el hecho de que por cada diez euros que recauda el Óbolo de San Pedro, solo dos van a parar a obras de beneficencia. ¿Qué sucede con el resto?

Cuando Francisco descubre esto, instituye la comisión de investigación y descubre corrupción, robos, malas prácticas… La comisión trata de obtener información de la Secretaría de Estado, que sin embargo no le facilita los datos. Es un choque durísimo para llegar a la verdad…Es tan difícil, que la comisión de investigación instituida por el Papa debe pedir al Papa su intervención para poder llegar al fondo de la verdad. Se descubre lo que dices, que de diez euros de las colectas para los pobres que llegan, dos van a la beneficencia, dos acaban en una cuenta de 400 millones de euros del Óbolo de San Pedro. Y los otros seis vienen a tapar deudas que la curia romana tienen en sus balances.

Parece claro que mucho dinero se ha perdido en mala gestión, inversiones erróneas, pero, ¿hay gente en el Vaticano que se hace rica? Perdone la ingenuidad pero, ¿para qué querría ser millonario un sacerdote, un cardenal?

«Hay gente que lleva una doble vida, como ese monseñor que de día se llama Francesco y de noche, Jessica»

Depende, hay casos distintos. Ratzinger lo llamaba de un modo particular, “la ambición humana de poder”, y también hablaba de “la mundanidad”. Bergoglio, el año pasado, recordando a Rosmini, un intelectual católico italiano, decía a la curia romana la afligen doce plagas. Entre éstas se halla seguramente la inercia, la escasa competencia, que permite a unos pocos mantener sus propios privilegios. Puede haber caso casos de robo, como el de las tiendas del Vaticano, donde se ha demostrado que ha desaparecido mercancía por valor de 1.600.000 euros; puede haber casos de adjudicaciones que cuestan el triple, como ha verificado el centro de estudios Mckinsey, que ha descubierto que en ocasiones, las adjudicaciones se sobrevaloran en un 300 % del valor normal; y hay problemas con la gente que lleva una doble vida, como ese monseñor que de día se llama Francesco que menciono en el libro, y que de noche se llama Jessica. Evidentemente, una persona que está lejos del sentido de la religión.

¿Y eso en un espacio tan pequeño como la Santa Sede?

Así es, en un país tan pequeño, donde hay una maraña de intereses. Tengamos en cuenta que el Vaticano posee la segunda red diplomática del mundo, detrás solo de la de los Estados Unidos. Esto explica intereses. El Vaticano representa a un billón y medio de fieles en todo el mundo, no se pagan impuestos, viven de las herencias… Por eso parece increíble que no tengan la transparencia a la que todos nos atenemos. Cuando el papa empieza a indagar, descubre que hay una doble contabilidad, uno verdadero y otro falso. Hay fondos extra contables por valor de 900 millones de euros… En un país normal todo esto, como mínimo, habría comportado arrestos.

«Temo que se haga un proceso a mis libros, un proceso kafkiano»

¿Cuál es su opinión del español Lucio Vallejo Balda, el sacerdote arrestado por facilitarle presuntamente documentos reservados?

Balda era un monseñor español muy importante en el Vaticano, que ha abordado evidentemente muchos privilegios, y los ha denunciado con la comisión de investigación. Esto ha molestado, y por eso hoy está en la cárcel, sin que nadie se pregunte por qué este señor -severa la acusación-, decide dar esa información a la prensa. Seguramente es el mismo motivo por el que el mayordomo de Ratzinger, Paolo Gabrielle, me facilitó las cartas con las que escribí otro libro. En mi opinión, hay un malestar interno. Balda seguramente ha traicionado la confianza del papa, porque ha difundido documentos que, de todos modos, cuentan cuestiones escandalosas que es justo y necesario que todos conozcamos. El mal fario no desaparece rompiendo el espejo. Temo que se haga un proceso a los libros, a mis libros, un proceso kafkiano, antes que procesar a quienes han robado y actuado mal.

Usted no disimula su simpatía por Francisco. ¿No tiene dudas de que tenga las mejores intenciones?

El papa está haciendo una revolución dulce. En términos laicos, podría ser criticado, por qué no se ejecutan ya las reformas, por qué todo va tan lento… Pero debemos pensar que estamos en una coyuntura particular. Los cambios no se pueden resolver a la velocidad de la esperanza, ni siquiera la del realismo. Para no crear cisma, problemas peores, está haciendo una revolución inflexible pero que yo llamo dulce, porque necesita tiempo.

¿Está en riesgo la vida de Francesco?

No, no, el riesgo es que salga a hablar al balcón, y todo siga como siempre. Que la reforma sea anestesiada.

Lo digo porque el gran reformador anterior, Albino Luciani, Juan Pablo I, pasó a la Historia con la sombra del asesinato…

«El riesgo es que Bergoglio salga a hablar al balcón, y todo siga como siempre, que la reforma sea anestesiada»

Nunca hubo pruebas de que fuera asesinado. Pero el riesgo de Bergoglio es que quede aislado, como quedó Ratzinger.

¿Está en riesgo su libertad, la de usted?

Está en riesgo la libertad de todos los periodistas, porque si mañana uno quiere investigar asuntos del Vaticano tendrá miedo a un proceso. Se han inventado el delito de investigación. En todo el mundo, el Watergate no es delito, ¿no? Si haces una investigación sobre documentos verdaderos, se llama investigación. Para ellos es un delito, la revelación de noticias reservadas en nombre de intereses fundamentales del Estado del Vaticano. Lástima que estos derechos fundamentales no son los privilegios que yo muestro… Espero que sean cosas distintas.

¿Pero es verdad que le han pedido ocho años de cárcel?

Aún no hay acusación formal, pero la posible condena prevé un máximo de ocho años. En todo caso estoy sereno, he trabajado a los ojos de todo el mundo, soy un ciudadano que ejerce la información, y ésta está protegida por la Constitución italiana.

Una curiosidad. ¿Cómo llega un periodista a ser depositario de secretos? ¿Cómo es el primer contacto?

«Mis libros no tienen nada contra la Santa Sede: son libros de crónica, de denuncia»

Porque han visto los libros que he escrito, este es el cuarto sobre el Vaticano. Han visto que estos libros no tienen nada contra la Santa Sede, son libros de crónica, de denuncia, y se dan cuenta de que soy el interlocutor correcto. Llevo veinte años haciendo investigaciones en Italia, sobre la corrupción, sobre negocios ilícitos, los sobornos políticos, la mafia, la ‘Ndranghetta…

Ahora que se juzgan las negociaciones Estado-mafia… ¿Puede imaginar una negociación Vaticano-mafia?

Seguramente hay coincidencias puntuales en el pasado. En los pueblos más mafiosos, en la procesión del santo la figura va sostenida a hombros de los exponentes más importantes de la familia mafiosa de turno. Cuando hace años se celebró en la catedral de Reggio Calabria un matrimonio mafioso, de interés entre dos familias, llegó el telegrama con la bendición de Ratzinger. Evidentemente, Ratzinger no tiene la culpa, evidentemente él no sabía, pero la burocracia vaticana no funciona… siendo bien pensados.

Termino con la pregunta con la que concluye su libro. ¿Francisco tendrá éxito en su lucha?

Creo que debe vencer esta batalla contra los privilegios, los faraones. No puede fracasar, se juega ahí el futuro de la Iglesia, que –lo dice él mismo- para ser creíble debe ser pobre. El IOR, la banca Vaticana, ha traído beneficios, dinero, pero también escándalos. La revolución no puede pararse aquí.

Y el final de los enemigos de esa reforma, ¿cómo será? ¿Saldrán de la Iglesia?

Dejemos responder a quien lea el libro.

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