Reportaje

Evasión fiscal de andar por casa

Clara Palma
Clara Palma
· 11 minutos
Pescador en Skopelos, Grecia (Ago 2012) | © Ilya U. Topper / M'Sur
Pescador en Skopelos, Grecia (Ago 2012) | © Ilya U. Topper / M’Sur

Atenas | Marzo 2015

“Antes tenía una consulta, con otros compañeros. Pero llegó un momento en el que no podíamos con tantos impuestos y tuvimos que cerrarla. Aún tengo una deuda de miles de euros con la seguridad social,” cuenta Mirtó [nombre ficticio]. La joven psicóloga ahora ejerce “en negro”, como parte de una economía sumergida que supone, según estimaciones, la cuarta parte del PIB griego. No tiene el diploma colgado en la pared de su salón, donde recibe a su pacientes, ni emite factura por los 30 euros que recibe por hora.

“En mi antigua consulta tenía que cobrarles 55 euros por sesión, por los impuestos. La mayoría de las personas que acudían eran jóvenes, con problemas económicos. Me decían que, aunque con el tratamiento les iba bien, no podían pagar tanto, y dejaban de venir,” justifica, explicando cómo se estuvo planteando registrarse en Bulgaria, para ahorrar costes. “Pero al final, entre la burocracia y los viajes, me hubiera salido por lo mismo”.

Proponen una policía fiscal ciudadana compuesta por estudiantes, amas de casa y hasta turistas

A pesar del riesgo de ejercer “en negro”, Mirtó está más o menos tranquila. Su casa está en Exarjia, el barrio alternativo de Atenas, y la SDOE -la temida policía financiera- no suele dejarse caer por allí. No como en el barrio de postín de Kolonaki, donde sus compañeros con consulta sufren inspecciones “un día sí y otro también,” comenta. Pero la precaria situación de la psicóloga podría dar un vuelco en el caso de concretarse la polémica propuesta de Yanis Varufakis, el nuevo ministro de finanzas.

Las últimas propuestas enviadas a debate a Bruselas incluyen la creación de un ejército de inspectores “amateur”. Una policía fiscal ciudadana compuesta por “estudiantes, amas de casa y hasta turistas,” a los que se contrataría por periodos de dos meses no renovables para tratar de desenmascarar, armados con cámaras y micrófonos ocultos, a todo aquel que no emita factura.

“La sola noticia de que miles de que hay miles de testigos por doquier (…) puede cambiar muy rápido las actitudes, diseminando por la sociedad un sentimiento de justicia y engendrando una nueva cultura de responsabilidad tributaria,” justificaba Varufakis una propuesta que Grecia ha recibido con una mezcla de chanza y preocupación por sus resonancias distópicas.

Los negocios emiten tickets de forma frenética hasta por la compra de un chicle

Sea como fuere, todo análisis sobre la evasión fiscal, convertida ya en cuestión de estado para el país heleno, pone el acento en la responsabilidad de los profesionales liberales, como Mirtó. Según un informe de la OCDE, en 2013 la pérdida de ingresos públicos ocasionada por estos autónomos ascendía a 3.230 millones anuales: nada menos que un 1,75% del PIB. Cada mes, la SDOE acostumbra revelar casos de médicos o dentistas que a lo largo de años habían ingresado millones de euros sin declarar. Ocho de cada diez de estos autónomos afirman percibir menos de 10.000 euros al año, según datos de la Secretaría General de Ingresos Públicos.

La evasión ha sido una asignatura pendiente durante años. Pero no fue hasta 2009 cuando el Gobierno se propuso comenzar a aplicar mano dura. Ese año, un estudio de la Federación de Industria Griega cifraba el fraude a las arcas públicas en 30.000 millones de euros anuales. El cartel que reza “El cliente no está obligado a pagar si no recibe factura” es uno de los cambios más visibles desde entonces.

A pesar de la falta de personal, la SDOE ha incrementado sus actuaciones, y azota por igual a los psicólogos de Kolonaki y a los vendedores de hortalizas de los mercadillos de barrio. A pesar de que en algunos establecimientos el cliente ya familiar escucha el “¿Con IVA o sin IVA?” tan habitual en España, en general los negocios emiten tickets de forma frenética hasta por la compra de un chicle y se aseguran de encasquetarlos bien en la mano del comprador.

Este incremento de la presión (referido tanto al IVA como a los impuestos municipales y al recién introducido IBI), situaron a Grecia entre 2011 y 2012 entre los 5 países europeos que reportaron mayores incrementos en ingresos tributarios. No obstante, aún queda mucho camino que recorrer, y sobre todo en lo que se refiere a la evasión de altos vuelos.

Grandes fortunas

El último escándalo lo protagoniza nada menos que Guikas Jardúvelis, predecesor en el cargo de Yanis Varufakis. El ministro de Finanzas del gobierno conservador de Andonis Samarás es para los helenos una de las caras más visibles de las denostada austeridad, en concreto de las políticas fiscales culpables, a sus ojos, de la asfixia de buena parte de la población.

El hombre que en 2012, como consejero económico del primer ministro interino Lukás Papadimos, pedía a los ciudadanos que no sacaran el dinero del país, habría transferido ese mismo año hasta medio millón de euros a paraísos fiscales. Así lo afirma el ministro anticorrupción Panayotis Nikoludis en un documento –filtrado a la prensa el pasado día 8 de marzo– en el que pide al Parlamento que investigue las declaraciones financieras de Jardúvelis.

Creen que el ministro que en 2012 pedía no sacar el dinero país transfirió medio millón a paraísos fiscales

Entre las elecciones de mayo y junio de 2012, en el que la inestabilidad política llevó a la economía helena a un momento crítico, el exministro habría realizado hasta 56 transferencias al extranjero. Eso sí, siempre cuidándose de que las cantidades estuvieran por debajo de los 10.000 euros, umbral a partir del cual se produce un control automático por parte del Banco Central Griego. A través de estos movimientos, que, debido a su cargo, Jardúvelis hubiera debido declarar, cientos de miles de euros habrían ido a parar al paraíso fiscal de la Isla de Jersey. Además, la investigación de Nikoludis también apunta a discrepancias entre los ingresos declarados y las sumas depositadas en sus cuentas.

En declaraciones hechas al canal de televisión Star, el exministro reconoció haber sacado el dinero del país, asegurando sin embargo haber tributado las cantidades correspondientes. “En junio de 2012, yo también me asusté,” justificó. “Y, como muchos griegos, transferí algo de dinero al extranjero para poder cuidar de mis hijos, ya que temía que el país quebrara”. Si las transacciones fueron ordenadas desde su domicilio y en cantidades pequeñas, fue porque quería asegurarse de que “llegaran a su destino”, confesó, añadiendo que volvería a hacer lo mismo si creyera que su dinero – “ganado a lo largo de 37 años de duro trabajo”– peligraba.

El control de las grandes fortunas constituye el mayor reto del combate contra la evasión

Mientras que desde Syriza cuestionaban la dudosa ética de alguien cuya tarea era precisamente combatir la evasión fiscal, Nueva Democracia ha cerrado filas entorno a Jardúvelis, acusando por su parte a miembros del nuevo Ejecutivo de poseer cuentas en el extranjero -extremo que los aludidos han desmentido categóricamente-. No se trata, sin embargo, del único ministro de finanzas bajo sospecha. El socialista Yorgos Papaconstantinu, se sienta en estos momentos en el banquillo, acusado de eliminar los nombres de tres familiares con cuentas en Suiza de la Lista Lagarde.

El control de las grandes fortunas constituye sin duda el mayor reto en el ámbito del combate contra la evasión. El pasado 10 de febrero, Nikoludis -proclamado ya nuevo zar anticorrupción por los medios nacionales y extranjeros- anunciaba que se estaban investigando 3500 casos de evasión fiscal por valor de 7000 millones de euros. De ellos esperaba obtener hasta 2500 millones para las arcas públicas. Detrás de estos casos, para Nikoludis hay “un puñado de familias que se alimentan del estado,” y que creen que lo público “existe sólo para servir sus intereses”

Una idea en la que incide también Panayotis Petrakis, profesor de economía en la Universidad Nacional de Atenas, aunque con palabras más moderadas. “A un nivel bajo, está la población vinculada a la economía sumergida. Desde cierto punto de vista, es un comportamiento de supervivencia para estratos sociales muy empobrecidos. Pero el problema real es la evasión ‘de altos vuelos’,” señala el experto.

En efecto, el año pasado, como resultado de la realización de 500 auditorías, la Autoridad Auditora de Contribuyentes de Elevados Ingresos determinó que el 80% de los griegos adinerados evadía impuestos. Sólo 1 de cada 5 casos analizados declaraba y tributaba conforme a sus ingresos reales. En la muestra analizada, 130 millones de euros habían sido transferidos al extranjero, mientras que otros 25 de impuestos sobre la propiedad habían quedado sin pagar.

“Hay sectores, en los que se trata de cantidades muy elevadas, donde con voluntad política se puede obtener resultados”, confía Petrakis. Sin embargo, en lo que se refiere a los evasores “de clase media” -la categoría en la que entraría la psicóloga Mirtó– , este experto opina que la estrategia pasa por cambiar percepción de la sociedad.

La lista Lagarde recoge a 2062 ciudadanos griegos con cuentas en Suiza

“Todo el sistema de control está muy pobremente organizado, y además hay un sentimiento generalizado, un comportamiento cultural,” asevera Petrakis. “Cuando hay una relación especial con el cliente es más fácil evadir: el cliente se ahorra algo y los profesionales incluso más”.

El profesor incide en la necesidad de lanzar iniciativas en el sector educativo, “algo así como lecciones de ciudadanía”, con el fin de erradicar este tipo de patrones culturales. “Pero es algo que tardará en dar fruto”. Sobre todo, Petrakis hace hincapié en la importancia de un sistema tributario que “refuerze el sentimiento de justicia” a la hora de animar al contribuyente a pagar sus impuestos.

Reto para el nuevo Gobierno

Combatir la evasión fiscal es una de las prioridades del nuevo Ejecutivo, según el programa de Gobierno de Alexis Tsipras. Entre sus compromisos figura la creación de un sistema tributario justo y proporcional. También, redoblar esfuerzos en la persecución de los defraudadores, creando un registro unificado a partir de las listas como la Lagarde -que recoge a 2062 ciudadanos griegos con cuentas en Suiza- y acelerando la investigación de los casos.

En el sector naviero se han evadido más de 140.000 millones desde 2002

Pero la presión no reside sólo en que, según prometió el Gobierno, de lo recaudado deben salir los fondos para recontratar funcionarios y subir salarios. Tsipras también debe convencer a sus socios europeos de que es capaz de poner freno a las irregularidades fiscales. El ministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble ya se ofreció enviar a 500 técnicos para ayudar en la tarea, una oferta que de momento ha quedado sin respuesta.

La escasez de personal es en efecto uno de los obstáculos, como lamentaba el nuevo Ministro de Lucha contra la Corrupción Panayotis Nikoludis. La Unidad de Crímenes Financieros de la policía cuenta tan sólo con 730 empleados, menos de la mitad que antes de la crisis, y le falta equipamiento. Dado que la falta de personal en Hacienda ralentiza el proceso de multar a los evasores ya identificados, el Ministerio se encuentra preparando una ley para que la Unidad pueda castigarlos directamente, así como ofrecerles incentivos para pagar sus deudas con mayor celeridad.

El culmen de los retos es el sector naviero, en el que se han evadido más de 140.000 millones desde 2002. Las exenciones fiscales de que gozan los armadores están garantizadas por hasta 58 provisiones legales especiales, según denunció Syriza estando aún en la Oposición. Sin embargo, en caso de ver amenazados sus privilegios, disponen del simple recurso de registrar sus barcos bajo bandera de otros países.

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