Los hombres de la austeridad
Irene Savio
Atenas | Junio 2012 · Con Andrés Mourenza
Al final prevaleció el miedo. Inmersos en la crisis más agotadora de su historia y en el caos político que generó ésta, los griegos votaron ayer por el partido que la Unión Europea ve con buenos ojos y el cual ha prometido no cancelar los compromisos internacionales que asumió: Nueva Democracia (ND).
No faltaron presiones: el sábado, jornada de reflexión y silencio electoral en Grecia, varios importantes líderes de la UE advirtieran a los griegos del riesgo de que el país dejara la zona euro, si ganaba la coalición de la Izquierda radical (Syriza), el otro gran favorito de los comicios.
«Es muy importante que las elecciones griegas concluyan con un resultado por el cual aquellos que formen un gobierno digan: ‘Sí, queremos respetar nuestros compromisos'», declaró la canciller alemana, Angela Merkel, en referencia al hecho de que Syriza abogaba por la cancelación de una parte de las medidas de austeridad impuesto a Grecia a cambio del segundo rescate de 130 mil millones de euros.
«Si la izquierda radical gana, las consecuencias para la eurozona serán impredecibles»
Por su parte, el presidente del eurogrupo, Jean-Claude Juncker, quien en otras ocasiones había evitado intervenir en asuntos de la política interior de Grecia, tampoco desperdició la ocasión para echar más gasolina al fuego de la estrategia de la presión. «Si la izquierda radical gana, algo que no se puede descartar, las consecuencias para la eurozona serán impredecibles», dijo.
Syriza se quedó finalmente en el 26,8 de los votos, frente al 29,8 de su enemigo conservador. La distancia es insalvable, dado que el partido ganador se lleva un premio de 50 escaños, algo que permitirá al ND formar una coalición con su antiguo rival socialdemócrata PASOK, con el que ya compuso un gobierno de unidad nacional antes de las primeras elecciones del 6 de mayo pasado, que resultaron en empate de todos.
Ahora, la presión parece haber dado sus frutos, junto a las proclamas repetidas durante toda la campaña electoral por el líder de ND, Antonis Samaras, quien presentó el voto del domingo como una decisión entre la coherencia o la rebelión, el orden o el caos, Europa o el aislamiento. «El dilema es entre la estabilidad del euro, quedarse en el euro y dentro de Europa o en el grupo del dracma y del aislamiento», afirmó el viernes el líder conservador en su último mitin.
Así, mientras los ojos del mundo se posaban con intensidad sobre Grecia, creció entre los griegos el temor de que la UE, a pesar de que este extremo no está previsto en los tratados, se estaba planteando en serio la idea de echar al país de la eurozona si los izquierdistas ganaban. Esto se reflejaba perfectamente en las opiniones de cada uno de los votantes de ND, que ayer repetían casi al unísono que su voto iba a esa formación política porque era la única que podía evitar lo que los griegos ya habían aclarado mediante numerosos referendos: que nunca han querido abandonar la eurozona.
Dependencia
El interés y la influencia de los dirigentes europeos, como si de su propio electorado se tratara, no se limita al campo electoral. A principios de mes, el ministro interino de Finanzas griego, Yorgos Zannias, hubo de pedir permiso al representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Grecia, Bob Traa, para dar una inyección de liquidez a la compañía de gas griega, que no dispone de dinero para pagar a sus proveedores extranjeros.
Esta información, filtrada al diario Kathimerini, da una idea de hasta dónde llega la capacidad de actuación del gobierno heleno y hasta dónde la influencia de los organismos internacionales en Grecia, a los que algunos analistas locales acusan de haber establecido una “administración colonial”. Desde que en 2010 se firmó el primer plan de rescate entre el gobierno griego, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, numerosos funcionarios internacionales han desembarcado en Atenas con el objetivo de vigilar el avance de las reformas exigidas a cambio de los préstamos y que son, principalmente, reducir el déficit, llevar a cabo reformas estructurales, privatizar numerosas empresas y propiedades públicas y sanear el sistema bancario.
En primer lugar llegó la troika, formada por delegaciones de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo y el FMI, que realizan visitas periódicas a Grecia y envía a equipos técnicos a los ministerios. Una de las tres patas de la troika, la de la CE, debería instalarse de forma permanente en Atenas en los próximos meses a través de un equipo de la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros (ECFIN).
Otros ya están. Como tantos inmuebles que albergan la burocracia, el edificio en el centro de Atenas es de un color grisáceo y abunda en grandes ventanas transparentes. Sin embargo, ahí, a pocos metros del Parlamento heleno, se encierra la bestia negra de los ciudadanos griegos, que ven al sitio como la sede de la «fuerza de ocupación». O al menos, una de ellas. Se trata de la llamada ‘Task Force’ enviada por Bruselas para vigilar que se aplique la austeridad en Grecia y se emprendan procesos como las privatizaciones de bienes públicos del Estado, algo que la Unión Europea ha presentado como necesario para hacer frente a la enorme deuda griega y para revitalizar la economía del país. Su trabajo debe ayudar a plasmar en la práctica las reformas exigidas por la troika y mejorar la absorción de los fondos estructurales y de cohesión de la UE para el país mediterráneo.
«La Task Force es una verdadera fuerza de ocupación que viola la soberanía griega»
«La misión, que fue creada en junio del año pasado y se hizo operativa en septiembre, no le cuesta nada a los contribuyentes griegos y es un programa de ayuda técnica», explica Carlos Martin, el portavoz de la Comisión Europea en Atenas. Sostiene que es de una misión «temporal», con lo cual durará «probablemente dos o tres años, es decir hasta que se cumplan las medidas previstas por el último memorando firmado entre Grecia y la troika (UE, BCE y FMI)», que le otorgaron al país un segundo préstamo de 130.000 millones de euros a cambio de que se apliquen las medidas pactadas.
«La delegación está integrada por 15 funcionarios europeos expertos en varios sectores, que se encuentran en Atenas. A éstos se les llama «antenas», ya que otros 30 vigilan desde Bruselas», aclara Martin, al agregar que, si el proceso electoral del domingo no altera los planes europeos, también está prevista una ampliación del grupo. Dos de los expertos trabajan directamente en el Ministerio de Finanzas griego.
Sin embargo, muchos griegos, entre ellos el economista Leonidas Vatikiotis, critican con vehemencia la actuación de este organismo. «La Task Force es una verdadera fuerza de ocupación que viola la soberanía griega y que actúa como una verdadera institución neocolonial», argumenta Vatikiotis.
El caso es que, según Vatikiotis, esa «ayuda técnica» consiste , en la realidad, en que el equipo de expertos de la UE lleve adelante unas medidas de austeridad que ya han fracasado en el intento de revitalizar Grecia ya que, a pesar de que entraron en vigor hace dos años, la economía helena sigue en recesión y, en paralelo, ha aumentado la pobreza y el paro. «Aunque tampoco hay que subestimar que quieren vender a un precio muy inferior que el del mercado tierras, infraestructuras, monumentos y paquetes accionarios que pertenecen al pueblo griego», añade Vatikiotis.
La fama del FMI
Aparte de la ‘Task Force, están los representantes permanentes de la CE, con unas 20 personas, y los del FMI en Grecia. “Se trata de programas de ayuda pedidos por el propio gobierno griego y cuyas recomendaciones puede aceptar o no”, subraya Carlos Martín, portavoz de la CE en Atenas.
“El error fue dejar entrar al FMI”, explica un alto cargo de un banco heleno que, a pesar de estar a favor de las reformas estructurales y de muchas medidas de austeridad, recuerda que el Fondo “tiene su propia agenda”. De hecho, a los representantes del FMI en Grecia su fama les precede. Poul Thomsen, subdirector del FMI para Europa es quien dirige las misiones de la troika en Grecia (aunque según gente de su entorno pretende dejar el puesto porque se ha hartado de los griegos y no es el primer alto funcionario internacional que lo hace).
Desde que en 1987 llegó a la entonces Yugoslavia, Thomsen ha trabajado en la transición de diversos países excomunista de Europa Oriental al capitalismo aplicando las célebres terapias de choque: recorte de gasto social, bajada de salarios, flotación de precios, liberalización de sectores y privatización de empresas públicas. De hecho llegó a Rusia en pleno 1998, cuando las políticas del FMI aplicadas por el gobierno de Boris Yeltsin acabaron en una monumental crisis financiera que implicó la suspensión de pagos de la deuda.
Por su parte Bob Traa, representante permanente del FMI en Atenas, hizo su carrera en América Latina, la otra zona del mundo donde tradicionalmente el fondo ha aplicado las enseñanzas de los economistas neoliberales Friedrich von Hayek y Milton Friedman. Uno de sus destinos fue precisamente Ecuador, donde las políticas de austeridad y endeudamiento externo sufrieron un duro revés tras el triunfo electoral del economista Rafael Correa, quien expulsó al representante del Banco Mundial y rompió relaciones con la delegación del FMI.
El FMI espera que reducir los salarios conlleve una bajada de precios y un aumento de la productividad
La nueva terapia de choque en los países de la Eurozona se llama “devaluación interna”, es decir, reducir los salarios, esperando que eso conlleve una bajada de precios, además de un aumento de la productividad. Pero las medidas no están funcionando tal y como se esperaba según reconocía la troika en un informe “estrictamente confidencial” al que tuvo acceso este periodista: “El crecimiento y la política de ajuste fiscal asumidos por este programa tiene precedentes en otros países, pero la experiencia hasta la fecha sugiere que Grecia no será capaz de establecer un nuevo precedente y realizar al mismo tiempo y desde condiciones iniciales muy débiles una gran devaluación interna, un ajuste fiscal y el programa de privatizaciones”.
El economista y candidato de la pequeña formación centroizquierdista Dimar, Manos Matsaganis, considera que la estrategia de la devaluación interna tiene su lógica: “Yo la aceptaría si estuviese dando los resultados esperados, pero el hecho es que en Grecia no está funcionando”.
Vidas de lujo
Para una representante diplomática un estado sureuropeo los problemas son también de formas: “Muchos griegos reconocen que tienen que reformar su sistema, pero las formas de los diplomáticos de ciertos países del norte, que llegan a ser crueles, no ayudan”.
Peor imagen aún ha dado a estas instituciones conocer cómo viven sus nuevos gestores: de acuerdo al canal griego Mega, el ya defenestrado exdirector del FMI Dominique Strauss-Kahn montó en cólera cuando descubrió que su hombre en Atenas gastaba 9.100 euros mensuales en alquilar una casa en una lujosa calle del centro de Atenas o que Poul Thomsen cobra 185.000 dólares anuales mientras ordena reducir los salarios mínimos de los griegos. El FMI justifica estos altos salarios —que en 2011 fueron aumentados casi un 5 %— en que “deben ser competitivos en el mercado para obtener de sus competidores los funcionarios con mayores méritos”. El problema es que para financiar estas subidas y los programas de ayuda a la propia Grecia se le aumento su cuota de contribución al FMI.
No menos polémicas fueron las recientes declaraciones de la actual directora de este organismo internacional, Christine Lagarde, criticando a los griegos por no pagar impuestos, sobre todo si se tiene en cuenta que todos los miembros no estadounidenses del Fondo, como ella misma, cobran su salario libre de impuestos.
También ha sentado mal en Grecia que el jefe de la ‘Task Force’, Horst Reichenbach, sea alemán. La mayoría de los griegos le achaca precisamente la austeridad que le han sido impuesta al país, (entre otros en salarios y pensiones congeladas, despidos masivos y aumentos de impuestos), a la voluntad de Angela Merkel.
«Parece hecho a propósito», acusa Vatikiotis, mientras que otros expertos, como Dimitri Sotiropoulos, del centro de análisis Eliamep de Atenas, discrepan. Reichenbach «es una persona discreta, que ha intentado pasar desapercibido y no responder a las muchas críticas que le han hecho en Grecia», cree el analista. En realidad, lo que sí marca distancia entre el alto funcionario alemán y sus colegas de la misión de Fondo Monetario Internacional (FMI), que además sólo vienen a Grecia cada tres meses como máximo, es que Reichenbach nunca ha sido acusado de despilfarros.