Perfiles griegos
Andrés Mourenza
Atenas | Mayo 2012 · Con Irene Savio
Tres nombres dominan el escenario político griego: Antonis Samaras, dirigente del partido más votado, Alexis Tsipras, líder del segundo y tal vez la figura capaz de encabezar un frente de la izquierda, y Nikolaos Michaloliakos, cabeza del primer partido abiertamente nazi que entra en el Parlamento helénico.
Tanto Samaras como Tsipras recibieron el encargo de formar gobierno, tras situarse como ganadores de las elecciones parlamentarias del 9 de mayo pasado. Samaras, cabeza de Nueva Democracia (ND), el partido conservador, puede contar con 108 escaños, más del doble que el Syriza de Tsipras, aunque la diferencia en votos (18,9 frente a 16,8%) apenas supera dos puntos porcentuales.
Pero el premio de 50 escaños al partido más votado que da esa inmensa ventaja a los conservadores, no alcanza: a ND le bastó menos de un día para darse cuenta de que era imposible formar un gobierno liderado por ellos mismos. Syriza, con 52 diputados, y la centroizquierdista Dimar, sextos con 19, se negaron a una coalición tras una entrevista con Samaras. A los comunistas, con 26 diputados, les bastó una llamada telefónica para mostrar su rechazo. Los otros dos partidos en el Parlamento —neonazis y derechistas independientes— se niegan de plano a participar en las conversaciones.
Samaras, el más votado, Tsipras, en la izquierda, y Michaloliakos, abiertamente nazi, dominan el Parlamento
Sólo el socialdemócrata PASOK, fuerza política antaño hegemónica y ahora reducida a la tercera posición, consideró repetir la gran coalición de los últimos meses, pero sus 41 diputados simplemente no bastan, pues el Parlamento cuenta con 300 diputados y se necesitan 151 para el voto de confianza; de ahí que también Evangelos Venizelos, tercero y último en recibir el encargo de formar gobierno, devolvió el mandato a las pocas horas.
Así las cosas, Grecia tendrá que volver a las urnas, probablemente en junio. Todo indica que la gran batalla tendrá lugar entre Samaras y Tsipras: el primero apuesta por seguir todas las directrices de la Unión Europea, el segundo por renegociar todas y emprender un nuevo rumbo.Y aunque no juega en primera línea, al fondo queda la silueta de Nikolaos Michaloliakos, el veteranos ultraderechista, durante décadas considerado un ideólogo marginal y desfasado y de repente — un 7% de votos y 21 diputados lo respaldan— convertido en símbolo vivo de una Grecia ultranacionalista y dispuesta a romper con Europa desde la derecha.
Alexis Tsipras
Es joven, apuesto, no está casado pero convive con su novia del instituto con la que tiene dos hijos (en un país en que la Iglesia tiene tremenda influencia). Es decir, la antítesis de la mayoría de los dirigentes políticos de Grecia. Y sin embargo, o quizás por eso, Alexis Tsipras se ha convertido en la nueva estrella de la política helena. Suscita las más tremendas pasiones entre sus seguidores, que lo llaman ‘Cool Alexis’, pero también los odios más intensos entre sus detractores, que le achacan la parálisis política en la que está Grecia. Nunca levanta la voz más de lo debido y no es de intercalar anécdotas en sus exposiciones, aunque sí hace pausas para los aplausos, sonríe y, en su despacho, dos retratos destacan sobre los demás: el de Fidel Castro y el de Ernesto ‘Che’ Guevara.
Con apenas 37 años, el presidente de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), es uno de los líderes políticos más jóvenes de Grecia y de los países de la Unión Europea (UE), institución que no lo ve con buenos ojos por por su escasa cercanía con el ‘establishment’ financiero. Opuesto a aceptar las medidas de austeridad de la UE, los últimos sondeos le dan hasta el 27 por ciento de los votos: el triunfo.
«Es moderado, pero también tiene carisma y determinación. Él nos puede ayudar a negociar con la UE», explica el taxista Kostantinos Moissidis, mientras escucha a su líder en una plaza pública de Nikeas, un barrio de clase media de la periferia de Atenas.
Graduado en la escuela de su barrio, Ambelokipi, donde también fue líder del movimiento juvenil del Partido Comunista de Grecia (KKE), Tsipras estudió Ingenieria en la Universidad Técnica Nacional de Atenas. Al caer la URSS estallaron una vez más las divisiones entre el KKE, leal a la línea ortodoxa y a las órdenes de Moscú, y los llamados “comunistas del interior”, partidarios del eurocomunismo. Tsipras optó por estos últimos y por la amalgama de socialistas, trotskistas, maoístas, ecologistas y otras varias familias de la dividida izquierda que en 2004 se convertiría en la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza). Por entonces, ya se había convertido en un líder de los movimientos estudiantiles, protagonizando numerosas manifestaciones contra el neoliberalismo.
Su entrada en el escenario político de alto nivel se produjo en las elecciones municipales de 2006, cuando llegó a concejal. En 2008 fue nombrado líder de Synaspismos, el partido mayoritario de Syriza y de tendencia eurocomunista. Su rival, Fotis Kouvelis, derrotado por un margen muy amplio, encabeza hoy Dimar (Izquierda Democrática), el menor partido del hemiciclo, que acusa a Tsipras de haber escorado el partido hacia el “radicalismo” y de haberse puesto del lado de los “violentos” durante la revuelta juvenil de 2008.
Sus antiguos camaradas del Partido Comunista tachan a Tsipras de “oportunista”, y otros, de «radical»
Sus antiguos camaradas del KKE, por otra parte, lo tachan de inconsistente y “oportunista”, por pretender defender a la vez a la clase trabajadora y a la Europa de Maastricht. Pero su estrategia de mantener siempre activa su oposición a las medidas de austeridad y las políticas neoliberales en el parlamento y “en la calle” –los jóvenes de Syriza participan en todo tipo de protestas, desde la recolecta de dinero para los huelguistas a las manifestaciones de defensa de los inmigrantes – le ha permitido granjearse un apoyo creciente en todos los sectores de la sociedad.
Considerado un perfeccionista hasta el extremo por sus colaboradores, las anteriores metas del partido –incrementar el apoyo popular para ejercer mayor oposición – se le han quedado pequeñas. Después de convertirse en segunda fuerza política, el sueño de ser un partido de gobierno no queda tan lejos.
«Lo que estamos haciendo aquí es una revolución. El problema es que estamos solos y por eso la Unión Europea es tan agresiva con Grecia. Si hubiera una unión entre los otros partidos de izquierda de Grecia y una unión entre los países del sur de Europa, no sería así», dice Dimitris Delonis, un policía que, además de ser el guardespaldas de Tsipras, es uno de sus principales aficionados.»Pero no nos plegaremos», añade, mientras su líder, vestido con jeans y una camisa informal, continúa hablando tres horas después del inicio del acto.
Tsipras resumió sus ideas en una carta enviada a la Unión Europea el 8 de mayo: la cancelación de las medidas del memorando firmado entre Grecia y la UE para el segundo préstamo, el control estatal del sistema financiero y la abolición de la inmunidad parlamentaria para los diputados griegos. “Somos conscientes de las dificultades del momento. Sin querer exagerar, tenemos en nuestras manos una oportunidad histórica para Grecia y para Europa. La oportunidad de aplastar los programas de austeridad”, dijo Tsipras en su última alocución. Todos sus discursos culminan con un “buena suerte y buena lucha”.
Antonis Samaras
A mediados de marzo, en el cuartel general de Nueva Democracia, en una orilla de la muy fea y muy transitada Avenida Syngrou, nadie sabía a ciencia cierta cuál era el programa del partido. Tampoco su líder, Antonis Samaras (Atenas, 1951), que a cada pregunta del grupo de periodistas que lo interrogaba debía volverse hacia el núcleo duro de asesores que lo escoltaban en formación: un par de diputados, un subsecretario del Ministerio de Finanzas, un jefe de prensa y un par de colaboradores del partido.
“Disculpen –se excusaba – es que acabamos de aprobar el programa electoral y aún no conozco todos los datos”. “Vamos a prometer muy poco, de hecho no vamos a prometer casi nada. Sólo lo que podamos cumplir”, añadía.
Luego en campaña prometió de todo, incluso cosas que contradecían las políticas de austeridad y recortes impulsadas por la UE, que él mismo se había comprometido por escrito a defender. Para Samaras todos los males de la política y la economía griega son culpa del PASOK, con el que acaba de compartir cinco meses de cama en el gobierno de coalición presidido por el ex banquero Lukas Papadimos, mientras que los pecados de su partido en el gobierno (2004-2009) son pecata minuta: “Debimos haber privatizado más, ese fue nuestro error”.
Aquel día de marzo, cuando se le preguntaba por el escándalo del déficit trucado, ocurrido durante el último año de gobierno de ND, respondía que eso “no es importante”, a pesar de que fue lo que motivó la intervención internacional de la economía griega. Cuando el subsecretario de Finanzas, Giannis Mourmouras, probablemente el hombre más serio de su entorno, trató de aclarar las cifras maquilladas a los periodistas, Samaras, con un gesto cortés pero autoritario, le agarró del brazo interrumpiendo sus palabras. No la liemos más, Giannis, parecía decir.
El odio de Samaras hacia sus rivales socialdemócratas es visceral y bizantino
El odio de Samaras hacia sus rivales socialdemócratas es visceral y bizantino. Como el que se siente entre las varias familias de la política griega. De hecho el ascenso del político conservador a la cúspide de la política está lleno de refriegas palaciegas.
Tras estudiar en algunas de las mejores universidades de Estados Unidos —Harvard y el Amherst College, donde compartía habitación con el que luego sería su bestia negra, el político socialista Giorgios Papandreou— fue elegido diputado a los 26 años por la provincia de Messenia, donde su familia tiene gran influencia. Ocupó dos carteras ministeriales a finales de los 80, pero en 1992 retiró su apoyo al gobierno de Konstantinos Mitsotakis, primer ministro y líder de ND, quien le devolvió la traición forzando su expulsión del partido.
Samaras trató de desquitarse fundando un nuevo partido, Primavera Política, que robase votos a las filas conservadoras. Logró diez diputados pero en seguida comenzó a pinchar. Así que el avezado político hizo lo posible para volver al redil conservador en 2004, gracias a Kostas Karamanlis, sobrino del fundador de ND y acérrimo rival de Mitsotakis, quien le daría un breve puesto ministerial.
Cuando Karamanlis dimitió de la presidencia del partido tras perder las elecciones de 2009, la hija de Mitsotakis, Dora Bakoyannis, trató de postularse como nueva líder conservadora pero Samaras no dejó pasar la oportunidad. La retó y ganó, haciéndose con la presidencia de Nueva Democracia. Al poco tiempo vería también la ocasión de vengarse y Bakoyannis terminó fuera del partido. Siguiendo la tradición, ella también fundó su propia formación política para robar votos a los conservadores.
Pero tantos odios personales no hacen sino dificultar la gobernabilidad del país. Entre los partidos que rechazaron todo pacto con Samaras está el nacionalista Griegos Independientes, entre cuyas filas se encuentran diez antiguos diputados conservadores. Los dirige Panos Kammenos. un político expulsado de ND por votar contra las medidas de austeridad del gobierno de coalición.
Nikolaos Michaloliakos
“Veni, vidi, vici”. Apropiándose la frase de Julio César, el líder del movimiento neonazi Amanecer Dorado, Nikolaos Michaloliakos, celebró los resultados logrados el domingo: de 19.000 votos en 2009 han pasado a 440.000, lo que les da derecho a de 21 escaños. Este ex militar del Ejército griego ha sabido muy bien cómo esperar a que las aguas llegasen al punto justo de ebullición.
Desde adolescente, Michaloliakos se movió cerca de la Junta Militar que tomó el poder en 1967. Militó en la organización de apoyo ateniense a la banda armada chipriota EOKA-B (anticomunista y antiturca), que, con apoyo de los coroneles griegos, dio un fallido golpe de estado en Chipre en 1974.
Tras la caída de la Junta, propiciada por el fracaso, Michaloliakos fue arrestado, primero, por agredir a periodistas durante el funeral de un torturador de la Junta asesinado por la organización 17-N y, más tarde, por tenencia ilegal de explosivos, en un periodo en que extraños atentados contra la izquierda se multiplicaban. Durante su paso por la cárcel coincidió con el ex dictador Georgios Papadopoulos y, según diversos analistas griegos, éste le encargó la continuación de su legado.
Amanecer Dorado surgió como una revista en 1980 con una esvástica en la portada de su primer número. Desde entonces, Michaloliakos trató de organizar a varios movimientos nacionalsocialistas que no se diferenciaban mucho del resto de grupúsculos neonazis europeos: pandilleros que se dedicaban a dar palizas a militantes de signo político opuesto. Eso sí, mantuvo sus relaciones internacionales, entre otros con el gobierno sudafricano del apartheid. También envió a sus matones a combatir en la Guerra de Bosnia del lado de los serbobosnios.
Envió a sus matones a combatir en la Guerra de Bosnia del lado de los serbobosnios
Ahora considera llegado su momento. En Grecia habita más de un millón de inmigrantes, muchos en situación irregular, que se ven atrapados en Grecia por la normativa europea que permite a cualquier país devolverlos a aquel en el que pisaron primero territorio de la UE (normativa Dublín II), Grecia para gran parte de quienes llegan desde o a través de Asia.
El discurso sobre la cuestión migratoria es claro -“Nos han invadido. Nos están quitando los trabajos. Son todos delincuentes”, explica el portavoz de Amanecer Dorado, Ilyas Panayotaros-, así como su idea de la superioridad racial: “Los griegos que emigran son diferentes. Nosotros somos una de las naciones más inteligentes del planeta. Allá a donde vamos tenemos éxito”.
Y en una época en que la crisis atenaza a Grecia y trabajadores y clase media han sufrido un duro retroceso en sus condiciones de vida, el mensaje de Amanecer Dorado ha calado, entre otras cosas gracias a la caja de resonancia que les han ofrecido socialdemócratas y conservadores. Éstos, supuestamente para evitar el triunfo neonazi, han entrado en el juego de caracterizar a los inmigrantes directamente como “delincuentes” sin hacer nada por solucionar los problemas derivados de la inmigración. Y así no han hecho sino ofrecer más carnaza a la gente de Michaloliakos.
“Además, los militantes de Amanecer Dorado ofrecen protección a la gente en los barrios problemáticos, reparten comida y patrullan las calles”, explica el politólogo griego Georgios Glynos: “Tratan de convertirse en lo que es Hezbolá en el Líbano”.
El número de ataques a los inmigrantes en Grecia se ha multiplicado en los últimos años y los movimientos sociales acusan a Amanecer Dorado de estar detrás de ellos, pero muy pocos se ponen de acuerdo sobre una eventual ilegalización del grupo: “No hay consenso sobre este punto, lo que está claro es que promover la violencia racista es un delito y la ley debe hacerse cumplir”, opina el presidente de la Comisión de Derechos Humanos griega, Kostis Papaioannu.