La marca Syriza se desmorona
Clara Palma
Atenas | Septiembre 2015
“Yo tengo una pregunta. ¿Cómo deberíamos definir la revolución según los postulados del marxismo heterodoxo?”. En un local del ateniense barrio anarquista de Exarjia, el partido marginal Izquierda Obrera ha organizado un debate. Se declama poesía y se discuten cuestiones de teoría política. Una mujer levanta la mano. “Y yo me pregunto, ¿no deberíamos estar hablando de qué hacer ahora, de cara a las elecciones?”
La izquierda griega se ha sumida en el desencanto ante el cisma de Syriza y la “pasoquización”, la deriva del ala oficialista, dirigida por Alexis Tsipras, hacia posiciones más complacientes con la UE. Un proceso similar al que ocurrió al inicio de la crisis al partido socialista Pasok, hoy casi desaparecido, apuntan todos los analistas.
Muchas personas que el pasado enero votaron a la coalición de izquierdas a pesar de proceder de partidos más minoritarios y radicales se vuelven ahora, con las manos en los bolsillos, por donde habían venido. “Hale, ahora otra vez a votar a Antarsya,” lamenta Yorgos, arquitecto, con la cabeza baja, en referencia al Frente Anticapitalista Griego (1,1% de los votos en 2012). “Yo quizá al KKE marxista leninista [no confundir con el KKE a secas, el partido comunista]”, tercia uno de sus amigos.
La vehemencia y la polarización de la consulta de junio han dado paso al desencanto
En las calles de Atenas, las elecciones anticipadas -las segundas en lo que va de año- centran todas las conversaciones. A pesar de ello, se respira hartazgo. Apenas se ven carteles y faltan los entusiastas militantes de Syriza que durante el referéndum hacían campaña calle por calle. La vehemencia y la polarización de la consulta de junio han dado paso al desencanto: para la mayoría, independientemente de su signo político, la salida de la crisis queda más lejos que nunca.
Son también muchos los que en estos comicios volverán a apostar por Syriza, pero ya sin las esperanzas con la que depositaron la papeleta en enero.“No creía que Syriza pudiera hacer mucho, pero confiaba en que Tsipras podría traer un acuerdo mejor, con desarrollo económico. Estoy muy desilusionado”. A sus 22 años, Dimitris acaba de terminar la carrera y de lanzarse desesperado a la búsqueda de empleo. A pesar del escepticismo que le producen las condiciones del acuerdo, que califica de “pésimas” y de la indecisión -compartida con muchos de sus compatriotas-, cree que acabará por hacer de tripas corazón para volver a votar a Syriza. “Por desgracia me parece que ahora mismo no hay otra solución, y que tendremos que sobrevivir también a este tercer rescate,” apunta.
«Europa se ensañó con Tsipras, porque no quieren que Grecia sea un ejemplo para el resto de países»
Son pocos los que, como Vasilikí, se mantienen optimistas. “No quiero perder la esperanza todavía. Seis meses no son suficientes, y Europa se ensañó [con Tsipras], porque no quieren que Grecia sea un ejemplo para el resto de países,” sostiene esta gerente de una academia de idiomas. Defiende que no había otra opción que aceptar el acuerdo, a pesar de que quizá se podría haber presionado un poco más en la negociación. “Todo el mundo comete errores. Creo que sería injusto no darles una oportunidad,” remata.
Pero entretanto, la campaña para estos comicios -concebidos en su inicio para reforzar a la coalición de izquierdas- transcurre sin pena ni gloria. Los transeúntes pasan sin detenerse ante los desangelados stands electorales. Incluso la pretendida novedad de los debates televisados entre líderes políticos han dejado fríos a los votantes. “¿Quién ha sido el ganador del debate? El que se las ha apañado para no verlo,” reza una broma que circula por internet. Es por ello que los analistas vaticinan que la abstención -siempre difícil de medir debido a la desactualización del censo electoral griego- alcanzará en este caso proporciones históricas.
“La gente se siente cansada y desilusionada con lo que ha pasado en los últimos meses. Pero la situación aún puede dar un giro de última hora, es imposible prever cuál será el resultado final,” apunta Kostas Pieridis, sociólogo especializado en comportamiento electoral. Desdeña el impacto que pueda tener el cisma rebelde de Syriza, del que se pronosticaba en principio que podría arrastrar a una parte importante de los votantes.
“Si logran entrar al Parlamento irán muy justos,” explica Pieridis. “A mi juicio, los votantes del nuevo partido serán, por una parte los desencantados de Syriza, a los que se unirán también algunos del Partido Comunista (KKE), en desacuerdo con la postura abstencionista que tuvo éste en el referéndum. Por último, también les votarán personas de distintas ideologías que defienden una vuelta al dracma,” estima el analista.
El partido de Tsipras se quedará lejos de la mayoría absoluta, y los pactos se plantean complicados
Las últimas encuestas apuntan a un empate técnico entre Syriza y los conservadores de Nueva Democracia, y más por una debacle de los primeros que por un crecimiento de estos últimos. La diferencia según los sondeos oscila entre apenas unas décimas y cuatro puntos.
En cualquier caso -y siempre y cuando no haya sorpresas de última hora y los conservadores le arrebaten el primer puesto- el partido de Tsipras se quedará lejos de la mayoría absoluta, y los pactos se plantean complicados en un Parlamento fraccionado entre 7 u 8 partidos. El hasta ahora socio de gobierno, el derechista Griegos Independientes, podría quedarse fuera, junto con Unidad Popular, un partido escindido de Syriza el 21 de agosto pasado. Todo apunta, sin embargo, a que Amanecer Dorado seguirá firme en su tercer puesto.
Alexis Tsipras ya ha amagado con tenderle la mano al Pasok, pero aún así las cuentas seguirían sin salir. Muchos griegos sostienen que lo que se perfila es una gran coalición que englobe también a Nueva Democracia, tal y como reclama la formación conservadora; un extremo que desde Syriza se han apresurado en todo momento a desmentir.
El joven Dimitris se inclina por esta opción como mal menor, en el supuesto de que fuera imposible formar gobierno. “Si esto no funciona, me temo que podamos tener otros 6 meses como los anteriores, ir de problema en problema y acabar con unas condiciones aún peores”, afirma.
También Tasos, un activista que se ha alineado con Unidad Popular después de lo que define como un “golpe de Estado” por parte del Gobierno de Tsipras, pronostica una coalición de esta índole, aunque con Nueva Democracia como primera fuerza política. “Syriza se hará de rogar, pero finalmente tendrán que aceptar un pacto porque el rescate es su propia creación, y tienen que apoyar esas medidas que firmaron a cuatro patas,” sostiene este desempleado, que no ahorra en improperios contra el “traidor” de Tsipras. Su veredicto: “Syriza se ha convertido en el nuevo Pasok”.
Los partidos que pueden entrar al Parlamento
Syriza
Candidato: Alexis Tsipras
A pesar del bono de 50 escaños para el partido más votado, según las proyecciones se quedarán a unos 20 diputados de la mayoría absoluta.
Nueva Democracia
Candidato: Vangelis Meimarakis
La sustitución de Andonis Samarás ha dado sus frutos. Expresidente del Parlamento, Meimarakis ha logrado apaciguar los conflictos internos del partido.
Amanecer Dorado
Candidato: Nikos Mijaloliakos
A pesar del juicio en su contra, los neonazis se atrincheran en el tercer puesto.
To Potami
Candidato: Stavros Theodorakis
Según las encuestas el avance de los liberales pierde ímpetu. Han dejado de ser una novedad.
KKE
Candidato: Dimitris Koutsoumbas
El Partido Comunista explota el mensaje de que ya advirtió de que Tsipras sería “igual que los demás”.
Pasok
Candidato: Fofi Genimata
Tras el reemplazo de Evánguelos Venizelos, los socialistas logran manenterse a flote e incluso recuperar terreno según las últimas encuestas.
Unidad Popular
Candidato: Panayotis Lafazanis
El líder de la escisión de Syriza no tiene el carisma de otros miembros de la formación, como la presidenta del parlamento Zoi Konstandopoulou o el veterano antifascista Manolis Glezos.
Unión de Centristas
Candidato: Vasilis Levendis
Partido personalista que lleva compitiendo año tras año sin lograr entrar a la Cámara. Este año Levendis, veterano que ha pasado por el Pasok y por Nueva Democracia y conocido por sus estrambóticas apariciones televisivas podría sacar rédito del desencanto.
La economía, el talón de Aquiles
Desde su quiosco en la plaza de Omonia, Vasili Drakopulos, imponente tras su barba y sus tatuajes, observa el pulso de la vida en Atenas. “La situación está afectando a todo el mundo”, dice. “Antes, los padres con hijos compraban revistas y refrescos sin problemas, pero ahora se lo piensan dos veces, no vaya a ser que esa tarde necesiten el dinero”, comenta.
Se refiere al control de capitales impuesto por el gobierno griego a finales de junio, por el que los ciudadanos solo pueden retirar un máximo de 60 euros al día, ahora reajustado a los 240 euros a la semana. “Para mí no es un gran problema; no necesito tanto. Pero un amigo mío tiene una fábrica de productos plásticos y no puede recibir tanta materia prima como querría, porque no puede retirar suficiente dinero para pagarla”, explica Nikos, un cincuentón que vende ropa de importación. En Grecia, el pago en efectivo es aún muy habitual incluso entre empresarios y desde el inicio de la crisis, todo el mundo prefiere disponer de billetes en lugar de confiarse al sistema de transferencias bancarias.
“Lo que asustó de verdad a la gente fue ver los bancos cerrados durante semanas, y personas haciendo cola desde las tres de la madrugada para poder retirar dinero y hacer frente a sus pagos”, comenta la farmacéutica Eugeneia Dimakopoulou. “Después de los debates de estos últimos días y las barbaridades que están diciendo los políticos, mucha gente ha entrado en pánico. No tienen ni idea de a quién votar”, expresa.
Se ha notado en el sector turístico. “La temporada no ha sido una catástrofe, pero no ha ido tan bien como esperábamos”, dice Spiros, un ingeniero informático de 30 años que se gana la vida como recepcionista en un hotel. “Creo que muchos turistas se ha asustado al ver los bancos cerrados, porque pensaban que podían encontrarse sin dinero en mitad de sus vacaciones”, comenta.
La economía va a ser el gran talón de Aquiles de Syriza en las elecciones del domingo: la liquidación del superávit primario heredado del gobierno anterior, la deuda de más de 7.000 millones de euros del Estado griego con los proveedores privados, la fuga de capitales y la falta de inversión extranjera amenazan con alimentar una nueva “recesión aguda”, que la agencia crediticia Standard & Poor’s cifra en torno a un 3 %. Y las recetas aplicadas por el Ejecutivo no solo no han conseguido ninguna mejora significativa, sino que en muchos casos han empeorado la situación.
Para muchos antiguos votantes de Tsipras, la aceptación final de las reformas exigidas por la Troika a cambio del tercer rescate, a pesar de la victoria del “No” en el referéndum del pasado 5 de julio, supone una especie de traición. Algunos optarán por el ala radical del movimiento, representado por Panayotis Lafazanis y su Unidad Popular, que promueve la salida de Grecia de la Eurozona y el retorno a la dracma.
“Tsipras ha hecho lo contrario de lo que prometió”, dice Alexandra, una estudiante de segundo año de psicología. “Yo voy a votar por Stavros Theodorakis (del partido liberal To Potami), y mucha gente que conozco que votaron a Syriza van a cambiar su voto, aunque todavía no saben a quién. La gente está muy harta de la corrupción de los partidos tradicionales, y no hay ningún candidato lo suficientemente inspirador como para que quieras votarle”.
“Hay mucha gente desencantada porque pensábamos que Tsipras, como líder de izquierdas, haría algo bueno por el país. Ha hecho algunas cosas, pero solo menores”, comenta Spirou. “La tercera fuerza va a ser Amanecer Dorado, que se está beneficiando de la llegada de los refugiados. Tienen el discurso de que el mayor peligro para Grecia son estos refugiados, lo cual no es verdad. Pero especialmente en islas como Kos y Lesbos, donde están llegando muchos, la gente les va a votar bastante, por desgracia”.
Vasili creía que Alexis Tsipras podía representar un cambio positivo para el país, pero esta vez no votará. “Creo que Tsipras es una buena persona, pero la gente quería ver cambios desde el primer día, lo querían todo inmediatamente. Pero se haga lo que se haga, los buenos viejos tiempos van a tardar años en volver”, asevera. “Y los griegos no tienen paciencia”.
Daniel Iriarte (Atenas)
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