Iñaki Rekarte
«El odio. Esa es la gasolina»
Alejandro Luque
Sevilla | Junio 2015
Iñaki Rekarte llega a la cita acompañado de su mujer, Mónica, una trabajadora social gaditana que conoció en Puerto I. Solo han podido viajar a Sevilla el fin de semana, cuando pueden cerrar el bar que tienen en Navarra. Corpulento, de estatura media y hombros anchos según el tópico vasco, aprieta la mano con fuerza en el saludo. Con 19 años entró en ETA, con 20 asesinó a tres personas en Santander con un coche bomba. Fue condenado a 203 años y pasó 21 en la cárcel. Desvinculado de la organización, cuenta su experiencia en un libro, Lo difícil es perdonarse a uno mismo, recién publicado por Península.
¿Por qué tendrían que leer los españoles a alguien que hasta hace poco era el enemigo, que se proclamaba a sí mismo como tal?
Bueno hace poco… Hace bastante, aunque quizá nunca es suficiente. Pero sí, no hay por qué escucharme. Cuando alguien escribe un libro, hay quien lo lee y quien no. Pero igual descubren otro lado de lo que han sido estas décadas de muerte, de todo lo que han conocido en estos años. Mucha gente de ochenta y pico años nunca ha sabido lo que era vivir en paz: primero la guerra, la posguerra, luego el terror… No han conocido un país donde no se mataran los unos a los otros. Siempre igual. Quizá este es el único periodo de la Historia reciente de España en el que se puede decir que vivimos en paz. La paz interior, ya es otra cosa…
«HB le ponía el papel de regalo a los muertos que nosotros dejábamos sobre la mesa»
Hace poco los directores de periódicos vascos hacían autocrítica sobre su actitud durante los años de ETA. ¿La sociedad vasca tuvo complicidades con el terror, aunque no apretara el gatillo?
Cómplice tal vez sea mucho decir. Hay que pensar que el noventa y pico por ciento de la sociedad ha estado siempre en contra de ETA, pero no es lo mismo el posfranquismo, esa primera década de la organización en la que todo estaba por hacer, que después. Que no se habló claro entonces, por supuesto. Tampoco ahora. Ahora sale Jonan Fernández diciendo que hubo responsabilidades políticas, ¡pues claro! ¿Por qué no lo has dicho antes? ¿Qué esperabas, que lo dijera uno de la calle? Hay que llamar a las cosas por su nombre: perdón, paz, arrepentimiento… Al final de lo que hay que hablar es de la parte humana de las cosas. Los políticos, que hagan lo que les dé la gana…
Herri Batasuna, ¿era ETA? ¿Estaba al lado, por encima, por debajo…?
No lo sé, podría decir lo que intuyo, lo que imagino… Era otro partido más. Cuando ha recibido 200.000 votos, pensar que había 200.000 personas apoyando a ETA, pues no… Además, para empezar, ¿qué cojones es ETA? Eso sí, puedo decir que en aquella época HB le ponía el papel de regalo a los muertos que nosotros dejábamos sobre la mesa. Aquellos Barrera, los Permach… Matabas a alguien y decían: “Son consecuencias del conflicto”. ¿Qué era HB? Había que preguntarle a ellos qué eran, lo cierto es que justificaban nuestros actos.
En 1987, HB obtuvo 10.000 votos en Andalucía. ¿Se lo explica?
«Era una manera de vivir del cuento, del sufrimiento de otros, pero el dinero es lo de menos»
Sí, ahí se entiende que hay que contextualizar muchas cosas. En Cataluña también sacaban bastantes votos, hasta que lo de Hipercor le abrió los ojos. Todo tiene su lógica. Ahora veremos cuántos votos sacan…
¿Fue alguna vez ETA un negocio, un modo de vida para alguien?
Con el tiempo seguro que llegó a serlo, pero al inicio no. De los que fundaron ETA en el franquismo, algunos están muertos porque los mató ETA, otros se pasaron al PP, al PSOE… Y otros pocos siguen ahí, en el mismo sitio. Hay quien dice, como Jon Juaristi, que al principio había motivos. “Éramos la degradación del nacionalismo”, afirma. Se le olvida decir que con 16 años entró en ETA, y según él tenía las cosas muy claras. Fue de los que encendieron esa mecha, luego se hizo trotskista, luego del PSOE, del PP, y ahora dirige la Biblioteca Nacional y es el más español de todos los tiempos. Pero me he perdido de la pregunta…
Si fue un medio de vida…
Sí, una manera de vivir del cuento, del sufrimiento de otros. Es difícil salir de ahí, buscar trabajo, que no te llegue a fin de mes… Es más fácil tener un fajo y coger lo que necesites cuando quieras. Pero no es solo el dinero, eso es lo de menos. Un jefe de ETA me dijo una vez que el hombre, cuando bebe del poder sobre otras personas, ya no quiere beber de otro lado. ¿Qué me enseñó eso? Una personalidad muy pobre, muy pequeña, pero que se llena con ese poder. Un psiquiatra haría un buen análisis: a ver qué hay aquí de verdad. A ver quién es ese que enseña a su hijo que hay que matar al de enfrente cuando haya empate en la votación, y así ganamos. Pero el ser humano, vasco, sevillano, catalán, noruego, es idéntico. Las condiciones hacen que tomes un camino u otro.
De los sucesivos gobiernos de España, ¿cuál cree que empleó la estrategia más efectiva?
Yo creo que ETA ha muerto por inanición. La policía la machacó, sí, pero sobre todo fue porque de la cantera ya no salía… Iba a decir oro, no, eso es mucho decir. Ya no sacaban el apoyo de los 60, los 70, los 80. La gente la fue dejando de lado. Uno de la kale borroka me explicó en la cárcel que lo que hacían era meterse no sé cuántas rayas de speed, o de coca, y se iban a quemar contenedores… En fin, el rechazo de lo que ellos consideraban su pueblo fue definitivo, pero es que no hay un lugar en el mundo que soporte tanto. Y sin embargo, duró muchísimo. Creo que siempre se ha hecho ver que ETA era mucho más de lo que era. Si les llega a afectar a ellos, los franceses hubieran acabado con ETA en dos semanas…
«La patria y todo eso son tonterías, porque si torturas, al final el motor que has dañado es el tuyo»
De hecho, empezó a afectarles y fue fundamental la colaboración con España. ¿Cree que tendría que haber llegado antes?
Siempre es mejor tener a España debajo, decirle “tú me necesitas a mí”. Hubo mucha manga ancha. Incluso hoy, los servicios secretos franceses podrían aplicarse y acabar con lo poco que queda.
En su libro habla también de “palos en las ruedas” por parte de políticos españoles, para impedir que llegara la paz. ¿Cree que había gente partidaria del cuanto peor, mejor?
Y seguro que la sigue habiendo, aunque se adecúen a los nuevos tiempos. Tal vez decir esto sea meter la pata, pero son tantos los que han hecho negocio con esto… Cualquier guerra del mundo es un negocio, esta no iba a ser menos. Cuánto dinero se ha robado en este país en nombre de ETA, cuánto se ha consentido. Y cómo se ha intoxicado a la sociedad.
Cuando habla de las torturas a las que fue sometido, dice que era el medio natural para obtener información rápidamente. Por momentos, parece que casi comprende a sus torturadores…
Pero no lo justifico, ¿eh? Lo que digo es que no guardo ningún rencor a quienes me torturaron. Los perdono, aunque no hace falta perdonar nada. Creo que hablaría súper a gusto con ellos, aquí mismo.
¿Qué les preguntaría?
Que cómo hostia llevan en la vida eso que hacían. Estoy seguro de que han evolucionado, pero me encantaría saber cómo les ha afectado. Por mucho que pienses que tu país es importante, eso es solo algo que te dices para dar el primer paso. Luego la patria y todo eso son tonterías, porque al final el motor que has dañado es el tuyo.
«Los terroristas islámicos eran idénticos a nosotros: una razón de vida para matar; lo demás es secundario»
Conoció a terroristas islámicos en la cárcel. ¿Eran muy distintos de ustedes?
Idénticos. Con otras condiciones, claro, con otros pensamientos. Pero es lo mismo, empiezas a desglosar a los tipos y… Tienes una razón de vida para matar, y todo lo demás es secundario. Como nosotros. Quizá ellos son aún más cerrados, tienen distintas limitaciones. Pero el motor principal, ¿cuál es? El odio. Esa es la gasolina. En cualquier lugar del mundo, en cualquier conflicto, vas a encontrar a un montón de gente con el mismo modo de actuar: lo suyo es la verdad absoluta y lo del resto no, apelas a la Historia, te remontas unos cuantos siglos atrás, y siempre tienes razón en todo.
¿Qué le sorprendió de ellos?
Con uno hablé bastante. Pocas veces se desnudan, es muy difícil llegar a su interior. Cuando ponen sobre la mesa la idea de que hacen lo que hacen “en nombre de Dios”, no hay más que hablar. Pero cuando están desnudos… Son como tú y como yo. Estando en la cárcel ocurrió todo lo del 11-S. Iraq, Afganistán… Tenía desconocimiento de lo que era eso. Hablé mucho con ellos, leí un poco el Corán, para ver qué hostias era eso, para tratar de entender. Es un problema grande, sí.
Dice la prensa que Pablo Iglesias ha afirmado que 500 presos de ETA lejos del País Vasco son una tragedia…
Pues que les acerque, ¿no?
Parece que aún no tiene poderes para hacerlo. Pero quería saber su opinión, ¿es una tragedia?
Creo que Pablo Iglesias no tiene ni idea de lo que está hablando. No sabe lo que es ETA. Eso sí, es una tragedia para los familiares de los presos, sobre todo los padres y madres de edad avanzada que tienen que hacer muchos kilómetros para verlo. Pero el que está allí, está porque le da la gana, porque defiende lo que ha hecho ETA, lo que hace y lo que hará. La ignorancia en primera fila, por mucho Podemos que sea. Hay quien se cree más de izquierda por simpatizar con ETA, pero se equivocan. Que me miren a mí. ¿O creen que ETA es otra cosa?
Sigue habiendo manifestaciones pacíficas en muchas localidades vascas a favor del acercamiento. ¿Se han olvidado de ellos?
Siempre han salido, siempre es igual. Incluso en manifestaciones grandes, ¡nos reafirmamos, somos fuertes! Vale, pues muy bien. Están acabando como el GRAPO, ¿y sabes qué pasó con el GRAPO? Que la cabezonería les hizo quedarse toda la vida en la cárcel, mientras desaparece toda su ideología, toda su manera de ver el mundo. Eso les va a pasar. ¿500 presos? Que asuma cada uno lo que ha hecho, no te jode. Cuando estaba en mis trece en la cárcel era un drama, pero para el otro, para la familia de quienes has hecho daño, y te ve orgulloso de lo que has hecho, encima.
¿Hay riesgo de un cierre en falso del problema?
Muchos lo quieren cerrar en falso, les gustaría que así fuera, sobre todo sin asumir responsabilidades. Pero hay mucha gente para que no acabe siendo así. Y la verdad es la verdad. De todas partes, ¿eh? A unos y a otros les interesa escribir la Historia. Están enquistados en no ceder, sigue habiendo odio, rencor, no perdonar, no pasar una… Pero la Historia al final se escribe. Y la sociedad será inteligente para formar su opinión, por mucho que los libros cuenten lo que cuenten. Si cerramos en falso, menudo regalo le dejamos a nuestros hijos. Acabarían matándose por cosas como no ondear la ikurriña en un balcón.
«En un bar delante de unas cervezas dices cualquier cosa, pero en ETA sólo entrábamos cuatro locos»
Un amigo que estuvo cerca del mundo abertzale me contó que su hijo, de ocho años, le preguntó el otro día: “Aita, ¿qué es ETA?”. Su libro también acaba con esa idea.
¿Qué le respondió?
Cambió de tema. Pensaba que era demasiado pronto.
Mira [muestra el antebrazo erizado], se me pone la carne de gallina. Joder, es que aquí podemos hablar, pero luego tienes a tu hijo delante… igual somos nosotros mismos. Quizá el niño lo entendería a la primera. Pero preferimos creer que no lo va entender porque es pequeño, en fin…
También me contó que hay gente en Euskadi que quiere volver al monte. No a la lucha armada, pero sí a posturas antisistema. ¿Qué les diría?
Que se equivocan. ¿por qué no han ido antes al monte, a ver? He visto a muchos de esos, “ETA mátalos”, “Gora ETA”… Perro ladrador, poco mordedor. A ver quién tiene la poca cabeza de volver a hacer eso, de razonarlo, de justificarlo. En un bar delante de unas cervezas dices cualquier cosa, pero nunca han entrado en ETA. Allí solo entrábamos cuatro locos, y los que íbamos a los comandos éramos el diez por ciento de los que entraban. Todos esos nunca han matado a nadie, hablan desde la visceralidad y desde la ignorancia.
Su libro, ¿ha perjudicado su negocio?
Un poco. Lo asumo todo, pero luego, cuando no llegas a fin de mes, hostias… Encima, la gente piensa que nos hemos forrado. Pero aunque tuviéramos que cerrar el negocio, la vida siempre abre nuevas puertas.
Las siete vidas de Rekarte
Si es cierto que la gente que sobrevive a ciertos percances goza de la protección de algún ser etéreo, Iñaki Rekarte ha debido obligar a alguien a hacer muchas horas extras por ahí arriba. Después de un periodo juvenil de adicción a las drogas, de las que salió gracias a los buenos oficios de Proyecto Hombre, ha estado a punto de malograr su vida en muchas ocasiones: manipulando explosivos sin ninguna pericia, enfrentándose junto a su compañero del comando Santander a unos soldados armados con la mayor irresponsabilidad… Y evitando un tiroteo que habría sido fatal para ambos, cuando fueron detenidos por las fuerzas del orden mientras jugaban al billar, con las respectivas armas guardadas en las chaquetas que colgaban de un perchero, fuera de su alcance.
«Luego, el primer año que obtuve un permiso para salir de la prisión, me fui a coger percebes, que me encanta, y una ola me arrebató de la roca. No sé ni cómo pude agarrarme y trepar, lo cierto es que llegué a casa todo ensangrentado. Por poco no lo cuento», dice.
También en periodo de permiso, cuando ya había empezado a formalizar su relación con la que hoy es su esposa, tuvo un accidente de coche que concluyó en siniestro total. «Iba por la autopista y me llevé por delante 30 metros de vallas, de árboles, la hostia. Si ves el coche cómo quedó, no te crees que esté aquí hablando contigo».
[Parcialmente publicado en El Correo de Andalucía]
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