Mamma Mafia
Darío Menor
Roma | Marzo 2015
-¿Qué papel tienen las mujeres en la ‘Ndrangheta?
-¿Quieres que te diga qué papel tienen los hombres? Ninguno.
La conversación la mantiene la periodista y aristócrata italiana Beatrice Borromeo con Rita di Giovine, hija de Maria Serraino, jefa de uno de los clanes de la ‘Ndrangheta calabresa, la mafia italiana en la que las mujeres han alcanzado un mayor poder. Colaboradora de la justicia y con el rostro escondido ante la cámara para intentar protegerla, Di Giovine es una de las protagonistas de este mundo entrevistadas por Borromeo en su documental «Lady ‘Ndrangheta», emitido en Italia por el canal Sky y que ha reabierto el debate sobre el peso femenino en el crimen organizado.
Son mujeres que ocupan el lugar de sus maridos, hermanos o padres cuando a éstos acaban en la cárcel o caen abatidos en algún enfrentamiento con delincuentes rivales. El caso de Serraino es paradigmático: emigrada desde Calabria (la punta de la bota que forma la península italiana), llegó a controlar una parte del tráfico de drogas en Milán, donde se le conocía como “Nonna eroina” (abuela heroína). Fue condenada a cadena perpetua y ahora se encuentra en arresto domiciliario por un tumor y por su avanzada edad (84 años). Además de con Rita, la periodista habla con una de sus nietas, Marisa Merico (adoptó el apellido del primer marido), quien contó en un libro cómo se convirtió en una “princesa de la ‘Ndrangheta”.
“Nonna eroina” había confiado la sucesión del liderazgo del clan a su hijo Emilio, pero cuando fue arrestado dirigió su mirada a la hija de éste, entonces sólo una muchacha. Así fue cómo Merico se vio dirigiendo los negocios de la familia. Lo había mamado desde pequeña, cuando acompañaba a su padre en el coche cargado de tabaco de contrabando para no llamar la atención de la policía.
El documental «Lady ‘Ndrangheta» ha reabierto el debate sobre el peso de las mujeres en el crímen organizado
En un momento del documental, la exmafiosa, condenada a 10 años de cárcel en Italia, cuenta cómo transportaba armamento desde Milán hasta Calabria para que los suyos lo utilizaran en una de las guerras de clanes. “En una ocasión llevé hasta un bazuca”, relata. También se encargaba de trasladar el dinero a España, donde la familia traficaba con hachís. “Usaba ropa interior como la de Bridget Jones y me escondía todos los billetes dentro”. Así conseguía pasar inadvertida en los controles de los aeropuertos.
“En los grupos criminales parece que rige un sistema social machista, pero son las mujeres las catalizadoras”, explica Nicola Gratteri, fiscal adjunto de Reggio Calabria. El periodista español Íñigo Domínguez, autor de «Crónicas de la Mafia» (Libros del K.O.), cuenta que es en la ‘Ndrangheta y en la Camorra napolitana donde las mujeres han tenido más protagonismo. Más allá de que algunas alcancen el liderazgo en los clanes, todas las esposas de los miembros del crimen organizado “desempeñan un papel importante en la transmisión de los valores mafiosos a los hijos”.
Esta educación familiar tiene sus propias ceremonias. “A los niños pequeños se les hace una especie de juego pero que en el fondo es muy serio. Les ponen delante una llave y un cuchillo para que elijan uno. El primero representa la policía; el segundo, la mafia. En estas ceremonias las madres están presentes para inculcarles a los pequeños la mentalidad criminal”, explica Domínguez. “Crían a sus hijos para que sean buenos miembros de la Camorra o de la ‘Ndrangheta”.
Las esposas de los mafiosos desempeñan un papel importante en la transmisión de valores criminales a los hijos
En la historia de las mujeres de la mafia, el periodista español cita a Assunta Pupetta Maresca. Se casó en 1955 con un capo camorrista que controlaba un mercado de fruta y verdura. Cuando su hombre fue asesinado, Pupetta, entonces embarazada de seis meses, mató a tiros a quien había ordenado el homicidio de su marido, a quien sustituyó al frente de los turbios negocios familiares.
Con el tiempo fue ganando cada vez más poder e incluso osó enfrentarse abiertamente a Raffaele Cutolo, uno de los más grandes capos de la mafia napolitana y creador en los años 70 de la Nuova Camorra Organizzata (NCO), la principal organización criminal en la zona en aquellos años y que contaba con toda la liturgia y ceremonias propias de las sociedades secretas.
A Cutolo y a la NCO se opuso la Nuova Famiglia, una confederación de clanes de la que formaba parte Pupetta, provocando una sangrienta guerra en los años 80 que dejó cerca de 1.000 muertos. La mafiosa, ganadora de un certamen de belleza en su juventud, constituye un personaje de película. Literalmente. Al menos tres films y series cuentan su historia, una de ellos interpretada por Manuela Arcuri, una de las actrices italianas actuales más conocidas.
El documental Lady ‘Ndrangheta se detiene en otro inquietante personaje femenino de la mafia calabresa, Angela Bartucca, conocida como “la mantis religiosa”. Bartucca es la esposa de Rocco Anello, el capo del clan de la localidad de Filadelfia (sur del país), pero tuvo una relación con Santo Panzarella, un delincuente menor a quien enamorarse de la mujer del jefe le costó la vida. Lo asesinaron brutalmente y dejaron que su cuerpo se lo comieran los animales salvajes. Bartucca sustituyó a Panzarella por otro joven amante, al que supuestamente acabaron asesinando igualmente los hombres de su marido. También mataron a su hermano por haber intentado desvelar la autoría del crimen.
La historia salió a la luz gracias al coraje de Angela Donato, la madre de Panzarella, quien decidió romper la omertà (ley del silencio) que impera en los territorios controlados por el crimen organizado, salvo honrosas excepciones. Les pidió a los asesinos que le devolvieran vivo o muerto a su hijo, para que al menos pudiera darle sepultura en el cementerio. Al final del documental «Lady ‘Ndrangheta», Donato acaba confesándose con la periodista y muestra qué es lo que a su juicio debían haber hecho los sicarios: “Él (por su hijo) no tenía que haberse metido en medio, pero tenían que haber matado a ella también”.
Hay casos de mujeres que se dejaron la vida por cambiar de bando y colaborar con la justicia
En la historia de la antimafia hay casos de mujeres que se dejaron la vida por cambiar de bando y colaborar con la justicia. Tal vez el ejemplo más doloroso sea el de Rita Atria, una muchacha de diecisiete años hija de un capo de la Cosa Nostra siciliana. Decidió cooperar con el juez Paolo Borsellino, quien la adoptó como a una hija. “Tras el asesinato de éste perdió toda esperanza y se suicidó arrojándose de un séptimo piso -recuerda Domínguez-. Su madre siempre la repudió por traidora y rompió su lápida a martillazos”.
También decidió darle la espalda a la Cosa Nostra Piera Aiello, esposa de un mafioso de la zona occidental de la isla al que asesinaron en un ajuste de cuentas en 1991. En lugar de optar por el silencio, como es habitual, Aiello eligió colaborar con la justicia: su testimonio permitió la detención de diez miembros del clan que había matado a su marido. Romper con la omertà significó para Aiello el abandono durante 18 años de su pueblo, Partanna, al que regresó en 2009 para dar una señal de que es posible enfrentarse al crimen organizado.
Casos como los de Atria y Aiello no son comunes. Resulta en cambio paradigmática la actitud de Antonietta Ninetta Bagarella, esposa del célebre capo dei capi de la Cosa Nostra Salvatore Totò Riina, considerado responsable directo o indirecto del asesinato de cientos de personas y recluido en prisión desde 1993. Antes de que le detuvieran, Riina se pasó 24 años en busca y captura.
Romper con la omertà significó para Piera Aiello el abandono durante 18 años de su pueblo
Durante ese tiempo, Ninetta, maestra de profesión, se encargó de la educación de sus cuatro hijos y no se separó del lado de su marido. Primera mujer condenada por pertenencia a asociación mafiosa, es esposa, madre y hermana de miembros de la Cosa Nostra. Uno de sus hermanos mayores es Leoluca Bagarella, “mano derecha” de Riina y ejecutor del atentado que acabó con la vida del magistrado antimafia Giovanni Falcone en 1992.
Una parte de la sociedad italiana sigue viendo con admiración a familias como los Riina-Bagarella. Las consideran una suerte de “aristocracia” siciliana, mostrando así el camino que aún queda por recorrer para acabar con la mafia. La prueba más flagrante de esta complicidad la ofreció el semanario «Panorama» que el año pasado entrevistó a la hija pequeña de Riina y Bagarella, Lucia. Sin hacerle ni una sola pregunta acerca de los crímenes cometidos por su padre, la periodista inquiría sobre las supuestas dotes artísticas de la joven, quien se vio envuelta en una polémica por donar el 5% de la venta de sus cuadros a «Save the Children» y colocar el icono de esta ONG en su web.
En una nota periodística propia de la crónica del mundo del corazón, Lucia cuenta que Riina, uno de los mayores criminales de la historia contemporánea italiana, era “un apasionado de los libros y pasaba las veladas leyendo volúmenes de la historia de Sicilia”. El único matiz doloroso de la entrevista es cuando cuenta lo traumático que le resultó el arresto de su padre cuando tenía 12 años. Detrás de «Panorama» está la editorial Mondadori, propiedad de Silvio Berlusconi y dirigida por su hija mayor, Marina.
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