Rehenes de Berlusconi
Irene Savio
De un tiempo a esta parte, un difunto escritor y crítico cinematográfico de fino y tragicómico moralismo se ha puesto de moda en la comunidad de corresponsales en Italia por explicar las siempre maquiavélicas maniobras de Silvio Berlusconi para salirse con la suya, pase lo que pase en este país. «La situación es grave, pero no seria», decía el tal Ennio Flaiano.
Hete aquí una visión de lo que está ocurriendo ahora mismo en el península de la bota, donde el calendario que se le avecina al ex primer ministro, tras su condena a cuatro años de cárcel por fraude fiscal –reducidos a uno por un indulto– en agosto pasado, dejará en vilo a Italia de forma sempiterna en las próximas semanas y meses.
Primero, porque hay una comisión sobre inmunidades del Parlamento que ha de decidir –el debate empezará este lunes por la tarde, aunque no se espera una decisión hasta dentro de 10 días– si Il Cavaliere conserva su escaño en ese hemiciclo, tal como plantea la última ley anticorrupción de 2012 para políticos condenados con sentencia firme. Segundo, porque otro momento de tensión anunciado será cuando Berlusconi deba decidir si cumple condena en arresto domiciliario o trabajando en labores sociales, algo que debería ocurrir a finales de este mes o principios de octubre.
La consigna de Berlusconi es aumentar la tensión dentro del ya frágil Gobierno italiano
Ante este escenario, el magnate-político ha pedido a los suyos afilar armas. La consigna es aumentar la tensión dentro del ya frágil Gobierno italiano, una amalgama integrada por los conservadores del Pueblo de las Libertades (PDL, el partido de Berlusconi) y por los progresistas del Partido Democrático (PD). Esta composición, liderada por el exdemocristiano Enrique Letta, era la única solución que se halló tras las elecciones del pasado febrero, que dejaron al Parlamento fragmentado entre tres grandes formaciones. El tercero es el Movimiento Cinco Estrellas del cómico Beppe Grillo, al margen de los dos enemigos ahora aliados.
«Si el Partido Democrático (PD) me tira por la borda, se acaba la mayoría», fue el mensaje que hizo llegar Berlusconi a los ministros que forman parte hoy de esa coalición, pidiéndoles así plantar cara al actual Gobierno italiano si lo alejan de forma definitiva de la política.
Dicho y hecho. «La cuenta atrás [para la ruptura de la coalición] se está acercando», afirmó el pasado jueves Renato Schifani, el portavoz del PDL en el Senado. Añadió que «el grupo del PDL es compacto y también está preparado para batallar siendo oposición».
«Berlusconi ya tiene un mensaje preparado», agregó Daniela Santanché, otra lugarteniente del político. Y, en paralelo, Berlusconi también dio la orden de recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo contra la aplicación de la ley que podría suponer la la pérdida de su escaño en el Senado.
Letta quiere aguantar hasta 2015 para aprobar una ley electoral que impida la fragmentación
«No estropeen la oportunidad que tenemos para relanzar Italia», ha sido la respuesta reiteradas veces del estoico Letta, que incluso desde el G20 de San Petersburgo intentó rebajar los tonos del debate, mientras hablaba sobre asuntos de política internacional con sus homólogos. Según él, para que las cosas vayan para mejor en Italia, el Ejecutivo que preside deberá permanecer en el poder por lo menos hasta los primeros meses de 2015. Las tareas, mientras tanto, son aprobar una ley electoral que impida la descomposición y excesiva fragmentación del Parlamento y cumplir el semestre durante el que le corresponde a Italia presidir la Unión Europea, entre julio y diciembre de 2014.
En esta misma línea, también el presidente del país, Giorgio Napolitano –quien es el principal arquitecto detrás del Ejecutivo italiano– , frenó los ataques de Berlusconi. Las consecuencias de otra crisis política serían «fatales», afirmó el octogenario presidente que ya en otras ocasiones, con el aval de Bruselas, supo evitar que se produzca un choque frontal dentro de esta convivencia forzosa que es la alianza entre el PDL y el PD.
No obstante, la verdad es que nadie sabe con certeza qué pasará en los próximos tiempos en Italia, ya que el PD, al menos pública y momentáneamente, se niega a escudar a Berlusconi. «El PD rechaza cualquier chantaje o ultimátum del PDL», dijo en agosto el secretario de ese partido, Guglielmo Epifani, recalcando que su partido votaría a favor de la expulsión de Berlusconi de la cámara. Y esto a pesar de que esta formación vive una profunda crisis interna, a raíz del voto electoral y también por las aireadas pretensiones del alcalde de Florencia, Matteo Renzi, de querer liderar a los progresistas italianos, a pesar de haber perdido las primarias que se celebraron el año pasado.
El futuro de Italia y de Berlusconi «depende de Andrea Augella [el presidente de la comisión parlamentaria que ha de decidir sobre el futuro de Berlusconi]», escribía por su parte Liana Milella en La Repubblica, en un artículo en el que se barajaba que la estrategia es postergar en lo posible los plazos de cualquier medida que va en contra de Berlusconi.
Aunque al país, sin lugar a dudas, lo que no le hace falta ahora mismo son los tiempos muertos. Menos aún cuando, según datos divulgados la pasada semana por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), Italia es el único Estado miembro del G8 que permanece en recesión, con una pérdida del 1,8% del PIB prevista para 2013. Un dato que se suma a otros contrastantes. Como las cifras del paro, que hoy afecta al 12% del total de la población y al 39% de los jóvenes (51% en las jóvenes mujeres del sur de Italia), mientras que la producción industrial, que el año pasado creció y mucho, se mantenía estable (+0.3%) en agosto.
Escenario que los economistas interpretan como que la prueba de que Italia se mantiene a flote básicamente por sus exportaciones industriales, mientras que, a nivel interno, las recientes terapias de austeridad han sido amortiguadas por los ciudadanos gracias al bajo endeudamiento privado que, antes de la crisis, era uno de los más bajos de Europa; esto, sumado a que el 80% de los italianos posee una casa de propiedad ya pagada o casi.
Cada vez que se tambalea el Gobierno, las empresas de Berlusconi pierden millones de euros
Así y todo, la pregunta que se hacen muchos es: ¿de verdad Berlusconi hará caer al Ejecutivo italiano? La respuesta es un rotundo no, dicen muchos analistas. En primer lugar, ya que, si cae el Gobierno y se descompone el Parlamento, Berlusconi pasará a ser un ciudadano de a pie de calle, lo que lo dejará mucho más expuesto ante sus líos judiciales (además del juicio por el que ya fue condenado, tiene otros tres pendientes).
Pero además hay otra razón mucho menos difícil de discutir: cada vez que se pone en peligro el Gobierno de Letta, las empresas de la familia de Berlusconi encajan millones y millones de euros en pérdidas. Un ejemplo fue lo ocurrido el pasado 26 de agosto, cuando en cuatro horas, el coloso Fininvest perdió 150 millones de euros, a raíz de las oscilaciones en la bolsa de Milán. Paradójico, se dirá.
Y hay un tercer motivo. Y es que, mientras se mantiene el tira y afloja dentro del Gobierno de Letta, Berlusconi puede cumplir con alguna promesa hecha a sus votantes. Tan sólo esta semana Letta tuvo que ceder ante la petición de aplazar el pago del impuesto sobre los inmuebles, el IMU, a pesar de que, según estimaciones, eso le costará al país 1.000 millones de euros que dejarán de llegar a las administraciones locales. De ahí que algún comentarista experto haya escrito que, si bien éste es el capítulo final de la Italia de Berlusconi, la salida de escena del ex primer ministro será lenta y agónica para el país.
Si Berlusconi cumple arresto domiciliario, lo podrá hacer en una mansión en la costa sarda
Que es algo que demuestra incluso la sentencia contra él por fraude fiscal, que no es ni la de Jacques Chirac por la financiación oculta de su partido, ni la de Bill Clinton por el caso de Monica Lewinsky. Si Il Cavaliere decide estar en arresto domiciliario, la hipótesis más previsible según sus allegados, tendrá a disposición una de sus veinte casas de lujo. Lo cual significa que no podrá salir del país, ni usar redes sociales o hacer llamadas personales, pero sí podrá disfrutar de las transparentes aguas que hay cerca de su mansión en Cerdeña o permanecer envuelto en una lujosa vivienda de Milán, rodeado de camareros y asistentes.
En Roma y en el resto de las ciudades italianas, todo esto ya se vive con desamor. A pesar de los tópicos, muy crudos y muy comunes en la información sobre este país, la mayoría de la gente tiene otras cosas en las que pensar. Como seguramente es el caso de los obreros de la compañía Hydronic Lift de Pero (cerca de Milán), que vendía montacargas y escaleras mecánicas y que cerró inesperadamente las puertas a sus trabajadores tras las vacaciones de agosto, declarándose en quiebra. Y no es un caso único. Situación que ha hecho que los sindicatos pusieran el grito al cielo y se lanzaran de lleno contra la clase empresarial.
Tras dos guerras mundiales, unos cuantos años de turbulencias sociales que incluyeron guerrilla urbana y terrorismo y el arraigo de la mafia en estos pagos, ése es el arte que se ha aprendido por aquí: el de sobrevivir.