Jerôme Ferrari
«La guerra de Argelia aún es tema electoral en Francia»
Alejandro Luque
Ajaccio | Agosto 2018
Algo en Jerôme Ferrari (París, 1968), en su aspecto juvenil y al mismo tiempo sobrio, en su modo de fumar austeramente, recuerda a esos veteranos de colegio mayor a los que todos los novatos quieren acercarse. Poco costaría, en efecto, imaginar a este profesor de Filosofía en la localidad corsa de Ajaccio confundirse con sus alumnos. Sin embargo, a pesar de no posar de estrella, Ferrari es uno de los nombres fundamentales de su generación.
Después de algunas obras iniciáticas, el escritor empezó a demostrar que iba en serio a razón de novela por año: Dans le secret (2007), Balco atlantico (2008) y Un dieu un animal (2009), que conquistó el premio Landerneau, Donde dejé mi alma (2010), premio Poncetton y Roman France Télévisions… Hasta llevarse el Goncourt con El sermón sobre la caída de Roma (2012). Su última obra hasta la fecha es la aclamada À son image, que le confirma como el principal escritor corso actual.
Precisamente en su isla, en la localidad de Ajaccio, tuvo lugar esta conversación, una tarde soleada de agosto, en su cafetería de confianza.
¿Hay una identidad homogénea en Córcega? Después de viajar algunos días por la isla, uno tiene la sensación de encontrarse más bien ante un mosaico de identidades en miniatura, ¿es así?
Depende a la distancia con que lo miremos. Pienso que desde el continente hay una identidad bastante marcada y diferente. Pero después, dentro de Córcega, existen todavía más diferencias identitarias. Es el caso por ejemplo entre Ajaccio y Bastia: cada una eran agrupamientos de pueblos y regiones muy concentradas. Y no sé si ustedes han oído hablar corso, pero existe variedades dialectales importantes entre el norte y el sur, y según el acento yo distingo de qué zona de Córcega es quien habla. De todos modos, esto no solo tiene que ver con el idioma o el comportamiento. Existe una diferencia identitaria muy clara con el continente, y cuanto más nos acercamos, más podemos percibir esas pequeñas diferencias.
¿Cuál sería pues el factor más importante, el idioma, la insularidad, el pasado mítico que se atribuye a la isla…?
«En la identidad, incluso con respecto al pasado, hay una gran mitificación»
Yo siempre he encontrado estas historias de identidades complicadas, y todavía más hoy en día, con las crispaciones que hay en Europa. No pienso que la identidad sea una lista de elementos fijos. Incluso con respecto al pasado, hay una gran mitificación. Tengo más bien la impresión de que los elementos identitarios diferentes están en los comportamientos, y no creo en las identidades que atraviesan el tiempo sin más, sin cambiar. Por supuesto, pienso que la insularidad es un fenómeno muy importante, pero no haría una lista de elementos, porque no creo en eso. No creo que las cosas estén tan fijas, ni que ocurran así.
¿Cuál es la situación de la lengua corsa, hoy?
La lengua, que yo dominaba en mi adolescencia, está ahora en caída libre. Es mucho más enseñada en la escuela que hablada entre nosotros. Es verdad que con respecto a otras lenguas regionales de Francia el corso se preserva bien, pero su uso sigue siendo muy débil. Antes cuando yo tenía 20 años se hablaba corso frecuentemente, tal como se hablan los dialectos italianos hoy en día. Tampoco podíamos considerarnos al mismo nivel que Cataluña, Baleares o Valencia, pero no estaba nada mal.
Según usted, ¿a qué se debe esa caída libre?
Francia siempre ha tenido una política lamentable con respecto a las particularidades regionales. Cuando empezaron los movimientos nacionalistas en Córcega, si Francia nos hubiera dado el mismo estatuto que le ha dado España a Cataluña, sinceramente no hubiera habido todos los problemas que hubo. ¡Francia está tan centralizada! Y está también está estupidez mítica francesa de pensar en “un pueblo, un idioma”… si hubieran empezado a enseñar el corso en la escuela, cuando era hablado naturalmente en el seno de las familias, creo que hubiera permanecido a salvo. Pero empezaron a enseñarlo en las escuelas cuando las familias dejaron de hablarlo entre sus miembros. Todavía no está muerto, pero bueno…
Usted es defensor del idioma corso, y traductor también, ¿por qué no escribe en este idioma?
Porque no lo hablo bastante bien, no tengo el nivel suficiente para hacer con él ficción literaria. Para tener una conversación en el mostrador de un bar, sí, pero no para hacer literatura. Por otra parte, no soy especialmente un gran defensor de la lengua corsa, aunque siempre es una pena cuando un idioma desaparece. Encuentro que estaba muy bien cuando en un momento dado todo el mundo era bilingüe. Sobre todo porque el francés y el corso no tienen las mismas raíces. El corso es un dialecto itálico, si hablas corso puedes entender un poco el italiano.
Y el dialecto siciliano también…
Exacto. Aquí en el sur tenemos cosas que se parecen al siciliano cómo las dos “t”. En el norte no hacen eso.
¿Hay alguna publicación en corso importante aquí, en la isla?
Sí, se publica mucho en corso, incluso diría que la tasa de publicación es muy alta con respeto a la tasa de lectores del corso. Todo el aspecto institucional es bastante dinámico.
Leí una entrevista en la que usted decía sentirse triste y preocupado porque Córcega se estaba convirtiendo en “una isla de bronceado”. ¿No es el caso de muchos rincones del Mediterráneo?
Sí, es triste para todo el Mediterráneo. No hemos llegado al punto de la costa barcelonesa, alicantina o malagueña, pero bueno. ¡En España hay que huir de la orilla del mar! Lo que he visto en España no lo he visto casi en ninguna parte.
Y al mismo tiempo ser la playa de Europa trae mucha riqueza.
Es una paradoja, efectivamente.
¿Cómo se vive esa paradoja en su isla?
«Que todo gire en torno al turismo, en mi opinión, mata nuestra vida»
Es casi, o sin el casi, nuestra principal fuente de ingreso. Pero esto provoca en mi opinión unos problemas enormes, infla el mercado inmobiliario de manera totalmente artificial, y en invierno no hay casi nadie. Pero bueno, tenemos leyes ahora para proteger el litoral, y durante 20 años hemos conseguido evitar grandes proyectos turísticos desmesurados. Creo que, en comparación con la costa Azur, estamos bastante preservados. Pero que todo gire en torno al turismo, en mi opinión, mata nuestra vida. Esto es lo que reprocho: no es que no me guste la gente, pero ya no hay una vida y una economía real.
¿Al final, piensa que las cosas están hechas para el turismo antes que para la gente que vive aquí?
Claro, y hay mecanismos económicos automáticos. Aquí en el centro de Ajaccio cuesta 5.000 o 6.000 euros el metro cuadrado. No son los precios franceses de una ciudad de 60.000 habitantes, para nada. La gente alquila para el verano y eso hace subir los precios. Yo estaría a favor de que instauren unas cuotas de residencias secundarias y que no haya más de tanto porcentaje de residencias secundarias en una misma municipalidad. Además, tampoco podemos decir que estamos tan mal en Ajaccio y Bastia: lo peor es Porto Vecchio, es una catástrofe. Yo he estado allí hace poco, para ver a Marco Biancarelli… También he vivido allí durante siete años, en el centro que ahora está convertido en zona peatonal, la gente de allí ya no puede acceder con su coche. De todas formas creo que ya no hay nadie que viva en el centro. Al final el centro histórico de Porto Vecchio se ha convertido en un avant-boite [lo contrario de un ‘after’, el lugar en el que citarse antes de ir a una discoteca]
¿El carácter local lleva especialmente mal esta invasión turística, el corso que es tan defensor de su tierra?
No, no creo que sea específico del carácter corso. En todos los países del mundo en los que hay mucho turismo, la gente autóctona se vuelve un poco nerviosa. Por ejemplo dejan de ser corteses… La gente que en cambio se interesa de verdad en la isla, en su historia, normalmente son bien acogidos, pero si se trata de personas que se quejan por ejemplo de los precios en los bares, es normal que los corsos no lo tomen bien. Pero no creo que sea una cosa la del carácter corso, ya digo…
¿Y el independentismo corso, hoy día es fuerte, o es solo un partido político más?
«En las elecciones, los independentistas han debido de tener un 7 o 8 % de votos»
Primero, hace años que ya no existe movimientos independentistas clandestinos armados. Todos los partidos son partidos políticos. Ahora la Asamblea Corsa tiene una mayoría nacionalista, y en esa mayoría nacionalista existen dos partidos, un partido que diría yo autonomista, que tiene mucha influencia, y otro partido independentista, que está un poco en coalición, diciendo que no quieren abordar la cuestión del independentismo, sino que prefieren centrarse en otras cosas. Pero el movimiento autonómico tiene muchas más voces. Creo que en las elecciones los independentistas han debido de tener un 7 o 8 % de votos, mientras que los autonomistas obtuvieron un 35%. Estos fueron los grandes cambios, que no habían ocurrido nunca antes. Por lo tanto, pienso que los movimientos identitarios están hoy bastante bien asumidos y banalizados. No quiero decir las ideas, que son las mismas para todo el mundo, pero sí es cierto que ya no hay muchos independentistas.
En las tiendas de souvenirs he visto muchas camisetas con la imagen de hombres o animales encapuchados. ¿La violencia independentista se ha banalizado?
[risas] ¡Sí, un poco como le ocurrió al Che Guevara! Hay una especie de mitificación que es la clave de todo. Hay una enorme imagen de todo este movimiento que gusta los jóvenes, por razones ya no políticas, sino facebookianas.
En un airbnb, vimos un cuadro con un hombre encapuchado a caballo con un fusil…
¡Oh sí! ¡Esa es la imagen perfecta! ¡Qué tontería ! ¡Es una gran tontería! No sé quién es el estúpido que tuvo está fantasiosa idea de montarlo a caballo… Pero si el tipo cuelga eso en un airbnb, entonces no me sorprende, creo que todo está dicho.
Entonces, ¿esa imagen forma parte de su vida cultural cotidiana, o es una simple estrategia turística, para impresionar o escandalizar un poco?
Noooo, no creo, hay una especie de iconografía que está presente, qué es realmente… en fin…
¿Pero, la gente de aquí reconoce esta iconografía, cree en ella?
¿En ella? Pues… Algunos sí, en mi pueblo algunos creen en ella.
¿Es la demostración de que el problema de la violencia se ha terminado? Me refiero a estas camisetas…
No, era así antes también. Cuándo existía el Frente de Liberación Nacional de Córcega ya era así. Siempre ha habido este tipo de cosas, esto es muy viejo. Ya desde los años 90 había pegatinas, cosas así, porque ya desde esta época se estaba mitificado. Con las evoluciones ideológicas europeas, lo que ocurrió, y lo lamento mucho, es que antes eran mitificaciones de resistencia, ahora empiezo a pensar que son más bien mitificaciones tipo “Esta es mi tierra”. Es decir, mitificaciones que empezaron a coger el camino de la extrema derecha, lo que no era el caso antiguamente, en absoluto.
También hemos podido ver la bandera de Euskadi, o de la Bretaña francesa, juntos a la de Córcega. ¿Hay una identificación con todos los movimientos independentistas?
Desde los años 80, y todavía hoy, creo, existe un encuentro anual en Corte en el que se invita a mucha gente de toda Europa que represente una reivindicación autonomista o separatista. Pero desde mi punto de vista en este encuentro hay distorsiones enormes, ya que los problemas no son en absoluto los mismos de una región a otra. Este año estoy seguro de que se habló mucho de Cataluña por ejemplo…
Leí su novela Donde dejé mi alma, y más tarde la de Laurent Mauvignier, Hombres. Ambas tratan de la guerra de Argelia, sin embargo si él recibió amenazas de muerte, mientras que en cambio usted no sufrió ninguna controversia…
Pensaba que iba a ser un tema de controversia esta novela, sin embargo no lo fue. Aunque, a decir la verdad, hablando con Mauvignier, me comentó que también pensaba que iba a tener todavía más problemas de los que tuvo. Yo tuve un solo incidente, muy extraño de hecho, con el moderador de un encuentro.
¿Por qué todavía para la gente la guerra de Argelia funciona como un tabú? Cuando realmente se publican muchas novelas tratando del tema…
«A mí me interesan estos tipos que acaban convirtiendo la tortura ¡en un deber moral!»
No es para nada un tabú, simplemente es un tema muy sensible, y sobre el que hay, todavía 60 años después, objetivos electorales. En los lugares donde hay gente pieds noirs o harkis, se juega con este tema para ganar unas elecciones. Es verdad que es bastante increíble, pero es así. Quizás da la impresión de ser un tema tabú, hablé de esto con el historiador Benjamín Stora, especialista del tema, y me dijo que en realidad existen muchos escritos sobre la guerra de Argelia, pero que no son conocidos porque no representan un gran interés literario. Esto no significa que no existan, simplemente que «no han hecho bastante ruido» para darse a conocer.
Al mismo tiempo, en Argelia, muchos escritores hablan de la Guerra de Argelia… Parece una obsesión en ambos extremos.
¡Es un espejo! Yo he vivido en Argelia durante 4 años y me acuerdo que allí el tema era todavía más delicado.
¿Por qué según usted sigue siendo hoy en día tan sensible esta temática, 60 años después?
Primero porque pasaron cosas muy feas, segundo porque fue un trauma para la historia de Francia, de millones de personas que desembarcaron en Francia con sus maletas… Y fue el final de la Quinta República, también. Creo que para la gente que conoció aquella época fue un trauma insuperable. Y para Argelia, hablamos de la página mítica de su historia…
En su novela su protagonista pelea a favor de la Argelia francesa, pero si usted hubiera tenido que pelear en aquella época, ¿qué bando habría elegido?
No lo sé, la verdad, para mí se cometieron cosas horribles por parte de ambos bandos. Creo que el lugar donde vivimos, las condiciones familiares, son las que nos condicionan principalmente. Pero ya digo, yo solo he vivido en Argelia cuatro años. Sobre esta cuestión el libro de Javier Cercas [Soldados de Salamina] que leí hace poco es muy interesante. Yo ignoraba muchas cosas de la Falange y me fui sorprendido de leer en las líneas de Javier el proceso por el que uno daba la espalda a la República, por ejemplo.
En su novela su protagonista defiende la tortura como un medio para lograr la victoria. ¿Resulta fácil para un escritor defender algo en su ficción que no defendería nunca en la realidad?
No, no es fácil, además se trata de fragmentos del texto escritos en primera persona, con lo cual resulta todavía más difícil. Tenía que entrar en una lógica, que no es la mía, pero que tiene su coherencia. De hecho, la pregunta principal que yo me hice es cómo se recurrió a la tortura de forma tan masiva y por qué hubo tan poca resistencia por parte de estas personas que, me imagino, tenían otros sueños que torturar a los demás…No son los sádicos que me interesan, los hubo, pero a mí me interesan estos tipos que acaban convirtiendo la tortura ¡en un deber moral! Ahora estoy convencido, y no me gusta, de que cuando estamos en condiciones abstractas, las condenas de principios son muy fáciles, pero que en ciertas circunstancias la gente acepta todo, y el ejemplo de Estados Unidos nos lo ha enseñado hace poco. No estoy seguro de que hayamos podido conmover mucho a la opinión pública americana con lo que ocurría en Guantánamo o con los centros secretos de la CIA en Europa.
Más allá de la cuestión ética, ¿el uso de la tortura funciona?
No, pienso que no. El antiguo prefecto de Argel decía una cosa muy inteligente respecto a la tortura: «”No solo es insoportable éticamente, sino que además es ineficaz. Porque la única cosa que hacemos es propagar un odio que terminará por vencernos”.
Al final Francia perdió esta guerra, pero hoy en día Israel y Estados Unidos dicen que sí, la tortura funciona…
En el caso de Argelia, la tortura funcionaba en 1957 para eliminar el FLN de Argel, en tres meses efectivamente lo eliminaron. ¿Pero es una victoria que sirve para qué? Funciona para eso, para encontrar a alguien. Pero estratégicamente no funciona y no funcionará nunca.
En Europa la gente tiene tendencia a ver los Emiratos Árabe como algo muy homogéneo…¿Se acuerda de su experiencia en Abou Dhabi? ¿Es muy diferente de su experiencia en Argelia? ¿Piensa que son parecidas o más bien distintas?
Creo que son igual de parecidas que Dinamarca y Sicilia, a las que lo único que les une es que forman parte de Europa.
Nunca he estado en Argelia, pero la imagino como algo similar a Córcega…
«Argelia está más cerca culturalmente de Córcega o Sicilia que de los Emiratos Árabes»
Por supuesto, alguien del Mediterráneo que se va a vivir a Argelia, ¡culturalmente no estará muy despistado! Puede que no sea la misma religión, pero en los comportamientos no hay grandes diferencias. Cuando fui a dar clase allí tenía muy buena relación con los alumnos precisamente por eso, teníamos el mismo sentido del humor, nunca se sintieron incómodos. Está claro que Argelia está más cerca culturalmente de Córcega o Sicilia que de los Emiratos Árabes, por ejemplo Abou Dhabi. En Europa de todas formas hay un gran desconocimiento del mundo árabe, piensan que es como Arabia Saudí, por ejemplo, cuando fui a Abu Dhabi la gente de aquí me preguntaba cómo lo había pasado mi mujer, si había tenido que llevar un velo…
La forma de vivir la religión, ¿es muy distinta entre Argelia y Emiratos?
Emiratos no es Arabia Saudí… Pero hay más rigorismo en éste que en Argelia. La diferencia con los saudíes es que es que en los Emiratos Árabes les dan igual lo que hacen los demás…
He podido leer también sus crónicas en La Croix, ¿fue un condicionamiento en su caso escribir para un periódico de esta línea, católico?
Si le digo la verdad, fue Sabine Audrerie, crítica literaria del periódico, la que me pidió que trabajara con ellos. Ella primero me cae bien, luego La Croix es un periódico que me gusta también. Son conscientes de que en el mundo de hoy hay que ser bastante abiertos y me gustan por eso. Yo no soy católico, la cosa no era implicarme religiosamente.
Allí había un artículo sobre la masacre de Charlie Hebdo. Según usted, ¿qué ha cambiado después estos acontecimientos con respecto a la libertad de expresión?
No estoy seguro de que hayan cambiado muchas cosas con respecto a esto. Es un periodo que personalmente he odiado, encontré que el debate público estaba totalmente bloqueado, no era posible criticar absolutamente nada. Pero la libertad de expresión no significa que nos tenga que gustar todo lo que se expresa, solamente significa que tenemos que permitir que se exprese. Yo por supuesto nunca hubiera sido favorable a que se prohíba la publicación de cualquier dibujo de Charlie Hebdo, pero esto no quita que yo haya encontrado algunos de ellos horribles, aunque no es por eso que los voy a prohibir. Luego… Cómo decir esto sin parecer provocador… encontré que la reacción facebookiana de “Je suis Charlie” ¡fue totalmente ridícula! No eres Charlie, ¡no estás muerto, estás vivo! ¡No te han vaciado encima un Kalashnikov! Reducir todo ese movimiento de apoyo a una simple identificación masiva me parece prodigiosamente tonto.
En una de sus novelas hay dos marroquíes que viven en Córcega, ¿aquí el conflicto con la población musulmana es fuerte o más tranquilo que en el Continente?
Es un tema complicado, lo era todavía más cuando yo era niño, no pienso que la gente sea más racista que en otra parte, pero sí es verdad que siempre ha habido una expresión menos acomplejada de todo esto. Aquí no tenemos grandes barriadas, ni guetos, para la gente será más fácil vivirlo de alguna manera. Pero después de lo de Charlie Hebdo, aquí también hubo reacciones anticomunitarias, es lo que más me preocupa aquí.
En España se piensa que hay una resistencia en Córcega con Francia. Pero también debe de haber una resistencia con la inmigración, que ya está por todas partes, ¿no?
Sí, pero siempre ha sido así. Cuando era niño los que no podíamos ver ni en pintura era la gente de Cerdeña, ahora ya no hay nadie que les preste atención. En el sur de Francia a principios de siglo 20, eran los italianos. Pienso que son reacciones feas, pero que siempre han existido, solo que cambian con los tiempos.
Para terminar, en España hay una crisis con la enseñanza de la filosofía, del latín, del griego, llamadas las Humanidades… ¿Hay una relación entre esta crisis y la situación económica de Grecia, Italia, del Sur del Mediterráneo globalmente?
«Muchos filósofos escriben casi lo mismo que se escucha en el mostrador de cualquier bar»
Sinceramente no sabría contestarte… mmmm, no, me cuesta pensar que alguna relación con eso pueda ser posible… Aquí, como en el continente, la situación del latín y del griego está en declive desde hace mucho tiempo, en cuanto a la filosofía es diferente porque ella hace la especificidad del sistema francés, así que no se toca o muy poco. No se puede hablar de crisis con respecto a esto.
¿La situación de la filosofía hoy en día es buena en Francia?
Creo que hay muy buenos filósofos hoy en día, y que no son los que conocemos. Pienso que todos los filósofos mediáticos transmiten una opinión con sabor a filosofía pero nada del otro mundo, y no tengo la sensación de que todos critiquen el capitalismo, al contrario… en realidad escriben casi lo mismo que se escucha en el mostrador de cualquier bar, y no es necesario haber hecho estudios de filosofía para eso. A mí lo que me gusta en la filosofía es que también requiere técnica, no significa simplemente dar su opinión sobre el mundo…A quién se ve entre los filósofos franceses? A Finkielkraut, que tiene un discurso puramente identitario de mostrador, no es complicado, a Bernard-Henri Lévy, a Michel Onfray… si solamente nos basáramos en éstos… ¡no podríamos decir que la filosofía esté en plena forma hoy!
Vi un libro en la librería: Nietzsche en Córcega. Disculpe la ignorancia, no sabía que hubiera vivido aquí.
[risas] Noooo, creo que solo escribió algo sobre Corte. He aquí una de las taras de los corsos, esa tendencia a llevarse la gloria de cualquier personaje famoso, encontrarle una pariente lejana corsa etc..
¿En Córcega hay algunos pensadores contemporáneos?
No, no los hay…
¿Escritores, poetas?
Escritores y poetas los hay bastante, ¡incluso muchos! Aunque no creo que se puedan considerar a ninguno emblemático.
¿Piensa que toda la gente que viene a Córcega viene solo para broncearse, o también para llevarse algo de la cultura, de la historia de la isla?
Creo que la mayoría de la gente desgraciadamente viene para broncearse, aunque es verdad que cada vez más vienen aficionados a la montaña, a la naturaleza.
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© Alejandro Luque | Especial para M’Sur
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