Entrevista

José María Bandera

«Hay que defender más el flamenco de Algeciras»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 9 minutos
José María Bandera | © Cedida por el artista

Sevilla | Abril 2018

Algecireño de 1960, José María Bandera no puede –y tal vez no quiere– evitar ser presentado como el sobrino de Paco de Lucía, pero lo cierto es que lleva años ganándose a pulso el respeto y la consideración como el extraordinario guitarrista que es. Su currículum pasa por el toque para el baile con el Ballet Nacional de España y con la compañía de Sara Baras, pero también figura ahí una década bajo la sombra protectora e imponente de su tío, así como colaboraciones con infinidad de músicos, desde Montserrat Caballé y Josep Carreras a Ana Belén. Ahora, después de un concienzudo trabajo de adaptación, está de gira con el repertorio de Canción andaluza, el disco póstumo de Paco, una larga y honda declaración de amor a la copla que ambos compartían.

¿Cómo se enfrenta uno al reto de recoger el estandarte de Paco de Lucía, tan grande y tan pesado?

Hombre, tanto como coger el estandarte… Yo vengo de una escuela, la que nos enseñó mi abuelo, que fue mi maestro y el de Ramón, Pepe, Antonio, y Paco por supuesto. Tenemos una forma de tocar que quizá es muy peculiar, por la técnica, y tal vez sea yo uno de los últimos que quedan. Se trata de mostrar eso, y no de ocupar la silla de Paco ni nada de eso, porque fue un ser irrepetible.

Cuando presentó su espectáculo, usted habló del propósito de que “suene la esencia de Paco”, ¿Puede describirse esta esencia?

«Paco quería seguir con la copla: ‘Creo que es la evolución correcta del flamenco’ decía»

En el tema de la copla, Paco llevaba tiempo dándole muchas vueltas. En mi casa éramos muy aficionados: Camarón venía a menudo, pero en mi casa lo que se escuchaba era a Terremoto, a Marifé y a Fosforito, porque Paco tocaba con él. Fue así como me hice un especialista en la copla sin darme cuenta, como lo era Paco también. Él decía que la evolución que le hubiera gustado desarrollar, si hubiera tenido la formación necesaria, era la de haber seguido con la copla. “Creo que es la evolución correcta”, decía. ¡La evolución del flamenco, ojo! Cuando faltó Quiroga, todo aquel movimiento tan importante y tan bonito se paró. A él le hubiese gustado continuarlo, y su forma de reivindicarlo fue este disco, que me consta que disfrutó bastante. En él aportó una nueva forma de tocar que ha pasado desapercibida para la mayoría de los guitarristas.

¿Pudo participar en la grabación de algún modo?

Mezclé con él en Boadilla, escuchando muy a fondo aquel material. Luego supe que tenía que ponerlo en pie, no como una obligación, pero tenía que hacerlo. Fue complicado, había muchas guitarras en las sesiones y debía reducirlo todo a dos guitarras. Han sido casi dos años dándole vueltas.

Entonces este disco no solo no es “menos Paco”, como alguno ha insinuado, sino Paco en estado puro, ¿no?

«A mí me gusta el jazz, el rock, pero no hay nada más bonito que Marifé cantando con las orquestas antiguas»

¡Para nada es menos Paco! Él sabía lo que se traía entre manos, nunca hacía un disco gratuito. Si grababa, era porque tenía algo que decir. Si no tenía nada que aportar, se quedaba quieto. Este proyecto le apetecía mucho, porque no tenía que componer, sino arreglar, y se lo pasó muy bien haciéndolo.

¿Dónde ubicaría este disco en su discografía? ¿Es, en algún sentido, una culminación?

Él se había liberado de su casa de discos. Desde que firmó el contrato hasta que se murió pasó solo una semana, pero una semana en que se sentía contento, libre. Y decía: “Ahora voy a a hacer EL disco”. No sé si fue una culminación, no me atrevería a decir que sea el mejor disco de Paco, pero no me cabe duda de que es donde mejor toca.

¿Por qué sigue siendo denostada la canción andaluza?

No lo sé, yo a esas opiniones no les hago caso. Creo que hay que tener la mente más abierta, y sobre todo el oído. Siempre tuve presente lo que decía el propio Paco, que ahí está todo eso para que vengan los grandes músicos y sigan adelante. Tiene que haber un momento en que se recupere, porque es algo que nos identifica. A mí me gusta todo, el jazz, el rock, pero la música que más me gusta es esta. No hay nada más bonito que Marifé cantando con las orquestas antiguas.

¿Los programas de la tele, ayudan a revivir el género, o se quedan en su aspecto más tópico?

Ayudan, evidentemente, claro que sí. Al principio yo temía que no pasara de ser una moda, como cuando sonaba copla en las películas de Almodóvar, tenía mis dudas. Pero ver esas niñas que salen cantando tan bien es ilusionante. Ahora faltan los compositores y los músicos que sigan por ahí.

¿Y los flamencos más integristas, no miran un poco de reojo a la copla?

Claro, pero Paco decía que tan difícil era cantar una cosa como la otra, y es verdad. Alguien que canta bien una seguiriya o una soleá puede fracasar cantando una copla.

¿Sale airoso del desafío Rafael de Utrera, su cantaor invitado?

Claro, él canta el Romance de Juan de Osuna, Te he de querer mientras viva y Señorita, de su paisano Enrique Montoya. Es un gran cantaor, un gran artista, ya trabajamos juntos con Paco.

¿Y la incorporación de El Amir? ¿Se debe a que buscaba algunas resonancias orientales?

En efecto, él cambia la sonoridad y lo hace muy bien, es muy buen músico, estoy muy a gusto con él y con el resto. El Amir toca la guitarra y mete el bouzuki en un par de temas.

Antes ha mencionado la escuela de su familia. ¿Sigue habiendo una escuela algecireña, o campogibraltareña de tocar, o se ha perdido definitivamente?

«San Roque, La Línea, Algeciras…  un punto de referencia del flamenco que a menudo ni se contempla»

La hay, hay un cante muy particular de allí, una forma de quejarse, un ritmo muy de allí… Pero es verdad que estamos en horas bajas. Habría que defender más lo nuestro, el flamenco de San Roque, La Línea, Algeciras… Toda esa zona es un punto de referencia del flamenco que a menudo ni se contempla, ha quedado ya como cosa de los artistas antiguos. Me da cosa que Jerez, que está muy fuerte, nos arrastre. Hay niños jóvenes en Algeciras que siguen esa escuela de Jerez, pero la identidad algecireña es muy fuerte y confío en que no se pierda.

De todas las personas que afirman haber sido amigos de Paco, ¿quién lo conoció de verdad, aparte de su familia?

Fuimos muchos los cercanos a él, yo prácticamente me crié a su lado, he estado más tiempo con él que con mi padre. Cuando la familia se fue a Madrid, la única que siguió en Algeciras fue mi madre, y a Paco le gustaba mucho regresar y quedarse largas temporadas con nosotros. Ha tenido siempre muy buenos amigos, Manolo Ramírez, Carlos Rebato… Tenía su círculo, uno vendía electrodos, otro era arquitecto, todo un poco alejado del flamenco. Necesitaba respirar y salir con gente diferente.

Diez años de gira con Paco de Lucía, ¿pueden resumirse de alguna manera?

Fue una escuela, lo mejor que me ha pasado en la vida, con el sexteto y sobre todo con el trío que hicimos con Juan Manuel Cañizares. Paco te enseñaba todo, a estar en el escenario, a concentrarte. Era una escuela de exigencia que nunca era férrea, siempre trabajaba con las bromas. Pero con las risas era también capaz de exigir mucho. Estoy eternamente agradecido por haber podido compartir ese tiempo con él.

¿Y no se ponía uno nervioso con esas miradas de fuego que lanzaba desde el centro del escenario?

«Paco lo hacía todo muy llevadero: te pedía a tope, pero con mucha mano izquierda»

Bueno, ahí estaba el momento de no dejarte avasallar por esa mirada. Pero lo cierto es que Paco lo hacía todo muy llevadero. Eso sí, te pedía a tope, pero con mucha mano izquierda.

Usted, que ha tocado con flamencos pero también con músicos tan eclécticos como Avishai Cohen o Chick Corea, ¿cree que las viejas fronteras musicales están definitivamente demolidas?

Prácticamente están acabadas, sin que por ello cada uno dejemos de estar en nuestro sitio. Pero siempre se llega a un punto en común, a un lugar de entendimiento. Es muy difícil que dos músicos no lo encuentren, aunque a todos nos gusta ser lo que somos y venir de donde venimos.

¿Cuánta tarea ha dejado Paco para las generaciones venideras?

Bastante. Ya dije que cuando me puse con este disco sabía que había mucha manteca, y en efecto me ha dado trabajo en cantidad. Pero en cada disco suyo hay mucho, muchísimo que aprender.

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