Joumana Haddad
«Cuanta más censura hay, mayor es la obsesión de saber»
Alejandro Luque
Lo primero que piensa cualquiera que se siente frente a Joumana Haddad (Beirut, 1970, su nombre se pronuncia Yumana) es que se trata de una mujer objetivamente hermosa. A los cinco minutos de conversación, esa impresión favorable quedará eclipsada por otras muchas fascinaciones.
Editora y directora de la revista Yasad [Cuerpo en árabe], Haddad ha promovido toda una revolución mediática en su país y territorios adyacentes lanzando una publicación íntegramente dedicada a hablar, como su nombre indica, de eso que todo el mundo lleva pegado al alma y muchos se empeñan en negar o escatimar: sí, el cuerpo.
“Todo empezó hace dos años, cuando decidí hacer mi propio proyecto editorial”, explica la periodista, que visitó la pasada Feria del Libro de Sevilla invitada por la Fundación Tres Culturas. “Concebí la idea de lanzar una revista, pero no quería que fuera lo de siempre: quería algo nuevo. Pensé en el cuerpo porque es mi tema, el de mis lecturas y el de mis libros, y así nació Yasad”.
Poeta, escritora y traductora en siete idiomas, autora de El tiempo de un sueño (1995), Invitación a una cena secreta (1998), Dos manos hacia el abismo (2000), la antología No he pecado bastante (2004) y El retorno de Lilith (2004), Joumana Haddad fue galardonada en 2006 con el Premio de Prensa Arabe por sus entrevistas con escritores como Umberto Eco, Paul Auster o José Saramago.
«Cuando más prohíbes, más sentimiento de culpa creas, y más control ejerces sobre el pueblo»
Pero su gran aventura periodística no vería la luz hasta 2008, cuando presentó oficialmente Yasad, una revista trimestral de 200 páginas, con un atractivo logo que representa unos grilletes abiertos e impresión de lujo, que fue acogida con entusiasmo (el primer número se agotó en diez días) y rechazo a partes iguales. “Tuve la reacción que esperaba, ni más ni menos. Sabía que un proyecto así no podía ser acogido por todos como algo aceptable, pero yo estaba convencida y para mí era suficiente. Creo en nuestra libertad, como adultos que somos, de elegir y de expresarnos. Y por supuesto respeto a quienes no quieran leerla”, agrega.
Para Joumana, una de las más abyectas actitudes de los poderes políticos y religiosos –tanto cristianos como islámicos- consiste precisamente en infantilizar a los pueblos. “Somos personas adultas, pero se empeñan en decirnos qué podemos decir, qué podemos leer, como si fuéramos niños pequeños”, denuncia. “Es algo humillante, insultante, pero sobre todo es un instrumento de control inadmisible. Cuando más prohíbes, más sentimiento de culpa creas, y más control ejerces sobre el pueblo. Ellos saben que la libertad es un instrumento demasiado poderoso”.
Aunque en la Feria del Libro de Beirut sufrió la ira de algún que otro visitante, Joumana Haddad celebra el buen recibimiento que hasta ahora ha tenido su revista. “A decir verdad, no podía imaginar quiénes serían los lectores de la revista. ¿Los intelectuales, quizás? Hemos acabado descubriendo que el espectro es muy diverso, abarca jóvenes, ancianos, mujeres, diplomados, obreros… Las ventas han sido muy altas, y eso demuestra que es una necesidad a todos los niveles”.
A la venta en librerías libanesas y por suscripción, Yasad ha trascendido las fronteras de su país de origen y ha empezado a llamar la atención en muchos países, para bien o para mal. “En Arabia Saudí y otros países han querido bloquear nuestra web, la han hackeado hasta 15 veces. Curiosamente, la mayor parte de los suscriptores son… ¡de Arabia Saudí! Es la prueba de que cuanta más censura hay, más frenesí y obsesión por saber. Creemos que en la era de internet, censurar una revista seria y científica es algo inútil y peligroso, pues abre el espacio a todo tipo de adulteraciones y manipulaciones”, asevera.
«El rechazo al cuerpo es muy reciente en la cultura árabe, empieza en el siglo XVIII»
Pero, ¿qué contenidos publica Yasad? Tal vez resulte escandaloso, un país en el que la homosexualidad todavía es delito, leer una reseña sobre una novela que aborda ese tema. O reportajes sobre la depilación o el Kamasutra, artículos sobre el fetichismo de pies, un dossier sobre el pene o recetas de cocina que incluyen entre sus ingredientes unas gotas de flujo vaginal.
Sin embargo, Joumana Haddad cree que la resistencia a estas materias es un fenómeno más ajeno a la tradición de lo que se piensa. “Creo que es muy injusto el modo en que, durante las últimas décadas, ha sido tratada la lengua y la cultura árabes, que en el siglo X produjeron obras que hoy provocarían un shock a muchos europeos y americanos. El rechazo al cuerpo es muy reciente, empieza del siglo XVIII para acá, y Yasad quiere hablar de estos temas”, comenta. “El cuerpo no es sólo un elemento sexual, es también social, antropologíco… Tenemos que ponerlo en su dimensión plural, y por ello nos llamamos revista de las artes, las ciencias y las literaturas del cuerpo”.
Cuando se le pregunta qué importancia tiene la provocación en este proyecto, Haddad asiente e interpone un matiz: “La provocación es importante, pero más importante es que no sea gratuita, que sea seria y verdadera. En un mundo como el nuestro es fácil provocar, porque estamos rodeados de tabúes, pero buscamos una provocación con lógica. La gratuita, a la larga, es contraproducente”, añade.
Por otro lado, ignoramos si existen empeños similares a éste en otros lugares del arco Mediterráneo. “No quiero pensar que somos una isla, y tengo fe en las iniciativas individuales”, dice Joumana, quien entiende que no es fácil sacar adelante iniciativas como Yasad sin una financiación sólida. “Yo estoy probando con fundaciones europeas, pero de momento sólo está financiada por mí. Llevo seis meses buscando publicidad, pero muchos anunciantes tienen miedo de perder mercado, por ejemplo, en Arabia Saudí, en los Emiratos Árabes… Yo perseveraré”.
Respecto a su propio país, Joumana Haddad advierte de los crecientes brotes de intolerancia que pueden obstruir los necesarios avances de la sociedad libanesa. “No tengo ni idea de lo que va a pasar, ahora tenemos elecciones [las recién celebradas] y hay riesgos de radicalismos de todo tipo. Nuestra zona es lo más parecido a un volcán que en cualquier momento puede entrar en erupción”, apostilla.