Luis Gonzalo Segura
«Las Fuerzas Armadas son un estado feudal»
Alejandro Luque
Sevilla | Julio 2015
El caso de Luis Gonzalo Segura de Oro Pulido (Madrid, 1978), teniente del Ejército de Tierra, saltó a la luz pública por denunciar diversas corruptelas primero a sus superiores y luego a través de la novela Un paso al frente (Tropo Editores), de la que ha vendido más de 30.000 ejemplares. Aclara que los beneficios derivados alcanzan para pagar a sus abogados, y el resto lo dona a diversas instituciones. ‘Código Rojo’ es el término militar que define el acoso extremo en el ámbito castrense, y también el título de su segunda novela (publicada en Destino), ya que asegura haber encontrado en la ficción el cauce ideal para expresar sus ideas.
Por otro lado, Segura se reconoce desbordado por los acontecimientos. «Es una lucha difícil. Intento llevarlo con normalidad, incluso cuando me han calumniado, pero la exposición mediática es más dura de lo que la gente se imagina. Creen que salir en la tele o escribir libros equivale a hacerte rico. La realidad es otra, pero yo sabía a qué me exponía».
¿139 días en el calabozo le han dado alguna perspectiva distinta?
«Si en la política los mecanismos de control fallan a menudo, en el mundo militar es que ni siquiera existen»
Pensaba lo mismo antes y después. Se pasa mal, porque mi caso era bastante especial, y me tenían aislado del resto. Pero la escritura me ha permitido no volverme loco. En realidad este libro es el resultado de un año y medio muy duro, incluyendo 22 días en huelga de hambre para que los medios publicasen lo que estaba pasando. Lo que refleja es la experiencia que he vivido y el alto precio que supone enfrentarse a un sistema. Pero hay demasiados intereses para que las cosas no se sepan.
Empecemos por esas cosas: en primer lugar, usted ha denunciado la corrupción en el seno del Ejército. ¿Es comparable a la corrupción política que salta a diario a las noticias?
Lo más llamativo es la total ausencia de control del gasto que hay. Si en la política los mecanismos de control fallan a menudo, en el mundo militar es que ni siquiera existen. En materia de compra de armamento, por ejemplo, hay por un lado puertas giratorias, militares y personal del Ministerio de Defensa que acaban trabajando para Navantia, Santa Barbara, EADS-CASA… Cuando ponemos a la zorra a cuidar del gallinero, todo se dispara. Y al final encontramos el A-400M que no vuela, el submarino que no flota y el tanque que no dispara. La prueba de que no hay control es que no hay un solo general que haya sido condenado por corrupción en España.
También ha señalado abusos que van más allá de lo que consideramos disciplina militar. ¿Dónde está el límite?
Es muy sencillo, una cosa es acatar la orden e incluso dar tu vida por un ideal, y otra es la de llevar ladrillos a un general para que se fabrique un chalet. La primera hay que cumplirla hasta el final, la otra hay que denunciarla. Hay un teniente coronel que fue absuelto por gastarse 92.000 euros en un chalet, aunque los hechos fueron demostrados…
«A los mandos les importan más las medallas que los cadáveres»
¿Hay maltrato en los cuarteles?
Doy fe de que está a la orden del día. El maltrato físico es más residual, aunque es más frecuente de lo que quisiéramos no deja de estar circunscrito a episodios marginales. En mi caso ha habido de todo: aislamiento de mis compañeros, registros improcedentes, mobbing, todas las herramientas para someter al personal…
¿Diría que la tortura ha existido en el ejército?
Aplicada a militares españoles no, lo cual no quiere decir que no se dé en Iraq, Afganistán… Prefiero que el lector saque sus propias conclusiones y distinga por sí mismo lo que puede ser cierto y lo que no. Ya se vieron unas imágenes de militares españoles apaleando a iraquíes: es normal, somos muchos y en cualquier momento puedes encontrarte con un descerebrado. El problema es que el sistema no los depura, porque piensan que la publicidad daña a la institución. A los mandos les importan más las medallas que los cadáveres.
Su libro toca el tema de la homofobia en el ejército. Muchos creíamos que era una cuestión que se había ido superando, incluso hubo algunos que salieron públicamente del armario…
La nuestra es una sociedad machista y clasista, y todo eso se refleja en la homofobia. Hay homosexuales trabajando en las Fuerzas Armadas y lo hacen muy bien, pero los que dieron la cara sufrieron su propio Código Rojo. Se depura a todo aquel que no cumple el patrón.
Su caso ha sido paralelo al de la capitán Zaida Cantera. ¿Cree que son comparables?
No tengo contacto con ella, creo que quería una pensión y la ha conseguido. Cuando tuvo conocimiento del acoso sexual al que fueron sometidas otras soldados, pensó que no le pasaría a ella por ser teniente, omitió ayudarlas por el bien de su propia carrera. Siento lo que le pasó, pero me parece más duro lo que vivieron otras. Como oficial, nunca te metes en un problema hasta que no te pasan una mano bajo la falda o en la entrepierna. Yo no denuncio una cuestión personal, ni quiero una pensión, ni una medalla. Quiero que cambie el sistema.
Y quiere ser readmitido en su puesto, ¿no?
Podría tener una baja psicológica y cobrar 2.500 euros al mes hasta que llegue la resolución, porque cuando pasas por mis condiciones te quedas tocado. Para mí habría sido cómodo, pero mi objetivo, como digo, es otro.
Las impunidades del ejército, sumadas a sus privilegios, ¿son el impuesto que se paga por mantener en silencio los fusiles?
«La Iglesia sigue estando muy presente en la vida del cuartel, pero cada día es más residual»
Efectivamente, existe un pacto social, empezando por los medios de comunicación. En los 80 hubo un golpe de Estado, y como cuenta muy bien Javier Cercas en Anatomía de un instante, a partir de ahí las autoridades y los partidos no hacen lo que tenían que haber hecho con el ejército, y pierden legitimidad. La clave la tienes en el caso del general Mena, cuando el ex ministro José Bono cuenta en sus memorias que se barajó un pronunciamiento por parte de los mandos para condenar el Estatut de Cataluña… Bono dice que eran “pocos”, en cualquier caso eran unos cuantos. Me parece algo muy serio, sobre todo porque no se destituyó a nadie. O el ministro miente, o no actuó como debía.
¿Hasta qué punto la Iglesia ha ido de la mano de las Fuerzas Armadas?
Pues mira, de todo lo que me han preguntado, nunca lo han hecho sobre eso. Es un tema complicado, la Iglesia sigue estando muy presente en la vida del cuartel, pero cada día es más residual. Antes estaban los pater, el cuerpo castrense, pero ya casi todos los sacerdotes que hay son no militares. Lo cortó mucho Carme Chacón como ministra, y levantó muchas ampollas. Aunque hay chavales a los que se sigue obligando a ir a actos religiosos, se ha normalizado mucho: ya no te obligan a rezar ni a creer en dios. Hemos ido pareciéndonos más a los franceses, que asumen la religión como algo íntimo, lo que no siempre entienden los soldados musulmanes… aquí estamos en el punto medio, pero no hay que bajar la guardia, porque en el Ejército acabas viendo como normal lo que no lo es.
Ya que ha mencionado a Bono, quisiera invitarle a repasar la actuación de los ministros de defensa que conoció en su carrera: Federico Trillo, por ejemplo.
El gran Trillo, con su Yakovlev… El Yak-42 fue una hecatombe, algo terrible. La mayoría de los soldados se sintieron, nos sentimos, traicionados. Fue algo que sabían todos los mandos, pero joder, murieron 62 personas, daba igual que fueran militares. Como conté en una entrada de mi blog en Público, los “accidentes” del ejército han matado a más militares que el enemigo.
«El ministro no ha pintado nunca nada en las Fuerzas Armadas, da igual si eres una embarazada o un pelele»
Luego vino Bono…
Sí, no estuvo mucho, un año y medio, hasta que lo sustituyó Alonso, sin pena ni gloria. Creo que Bono fue muy responsable de lo que pasó con Mena en Sevilla, porque estaba permanentemente agitando el discurso nacionalista. No puedes calentar a unos generales ultraconservadores así, parece que les estás pidiendo que se levanten. Es como lo que ocurrió con el Rey y Armada…
¿Y Chacón, cómo sentó en las filas la imagen de una ministra mujer y embarazada?
Es curioso, en las Fuerzas Armadas hay quien entra como ministro después de haberlas criticado, y se queda como hipnotizado por esa disciplina y ese peloteo permanente. Te ves con 130.000 personas a tu servicio, y acabas perdiendo la cabeza. Un poco eso le pasó a Chacón. Pero problema ninguno, el ministro no ha pintado nunca nada en las Fuerzas Armadas, da igual si eres una embarazada o un pelele. Si el ministro pintase algo, Mena habría sido destituido en 30 segundos, después de decir que estaban listos para intervenir en Afganistán como en Valencia. El mensaje que reciben es “mientras no os metáis en líos, no pasa nada”.
Si no manda el ministro, ¿quién manda en el ejército?
Las Fuerzas Armadas son un estado feudal. Y cada señor tiene su cuota de poder. En un cuartel, lo primero que te dicen es que la Constitución y la democracia se quedan en la puerta. Se saltan todas las normas y nunca pasa nada, es increíble. Mira el caso de Zaida, el teniente coronel que la acosó ascendió a coronel, cuando hay un mecanismo que podría haberlo degradado. El Ministerio de Defensa, por ejemplo, puede destinar a quien quiera adonde quiera. Pero, o no tiene poder, o le parece fenomenal que se acose.
Si el ejército es un estado feudal, ¿el Rey es el máximo responsable, como Capitán general de todos los ejércitos?
Absolutamente. En el último año su silencio le delata y le hace cómplice de todo lo que está pasando: el caso de Zaida, el mío, el de Cristina Gago, el de Elisa Romero, y lo que no se sabe… Le escribí pidiéndole auditoría, transparencia, órganos de control independientes, en fin, las ideas ilustradas del XVIII… Y me llegó una carta de agradecimiento, y nada más. Porque el rey puede y no puede hacer. Si hay una capitán acosada, puede recibirla y al día siguiente no hay quien la toque. Lanzas el mensaje sin hacer nada.
«Todos los ejércitos cometen atrocidades, pero la opinión sobre los soldados españoles es de las mejores que hay»
¿Y Juan Carlos?
El anterior Rey seguramente es responsable de los acontecimientos del 23-F, como quedó de manifiesto en unas conversaciones con el embajador de Alemania en las que venía a decir “pobrecitos generales, querían lo mejor para España, pero no os preocupéis, no va a haber más golpes”. ¿Cómo lo sabía? Luego se vio que los soldados golpistas que estaban en la cárcel vivían a cuerpo de rey, entre mariscadas y mayordomos.
¿Para sus compañeros, es usted héroe, o traidor?
El 80 por ciento está a favor de lo que digo, menos los altos mandos. Que quieran dar la cara es otra cosa, ¿a quién le apetece perder su trabajo?
¿Qué partidos políticos le han mostrado su apoyo?
UPyD, Podemos e IU. La oposición.
No quiero acabar sin preguntarle por la actuación española en el ámbito internacional. ¿es tan ejemplar como se cuenta?
«Los traficantes se han dado cuenta de que no hay mejor institución para mover droga que Armada o Ejército»
Todos los ejércitos cometen atrocidades, pero la opinión sobre los soldados españoles es de las mejores que hay. Otra cosa es la geopolítica: entrar en Iraq engañando a los ciudadanos tendría que ser juzgado, pero es que lo de Zapatero fue otro problema: irse de Iraq fue peor que entrar. Habría que tener más claro qué es un conflicto armado, cuándo tienes que intervenir y cuando parar. Por otro lado, yo obligaría a los soldados a saberse la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos al dedillo. Hemos mandado a soldados que han abierto heridas a prisioneros con cuchillas para echarles sal y vinagre.
¿Hay en el exterior escándalos por destapar?
Pienso por ejemplo en el antimalárico Mefloquina, que se ha administrado a soldados en Iraq y Afganistán y se ha demostrado que causa depresión, ansiedad, trastornos y hasta suicidios, pero era más barato que otro antimalario.
Hablando de drogas, ¿qué relación tienen con los ejércitos?
Tenemos un problemón ahí, como el del tráfico de armas. La institución entiende que el tráfico es un desprestigio, y para evitarlo lo tapa. Así, los traficantes se han dado cuenta de que no hay mejor institución para mover su mercancía que la Armada o el Ejército. El caso de Elcano, con 127 kilos de cocaína incautados, de 150 que tenía el envío. Sabemos que un traficante no se la juega con un envío, y que para esas cantidades hacen falta más que los cuatro o cinco soldados que han detenido, de modo que la estructura sigue intacta. Si no es porque los americanos supieron que el buque iba cargado, al Elcano no lo revisa nadie. Es lo mismo que pasa con los convoyes de Ceuta y Melilla y muchos otros transportes.
[Parcialmente publicado en El Correo de Andalucía]
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