Lulu Al Sabah
«La sociedad árabe te dice lo que es pecado pero es pura hipocresía»
Ethel Bonet
Beirut | Septiembre 2014
A primera vista, nadie podría sospechar que detrás de esa cara lavada, melena despeinada, y vestido informal se esconde una princesa de sangre real. Y es precisamente esa naturalidad la que convierte en especial y única a la “jequesa” Lulu, la cuarta hija del jeque Jaber Mubarak Al Sabah y la estadounidense Paula Mubarak. El padre de Lulu es el hijo mayor de Jaber Al Ahmed Al Sabah, emir de Kuwait de 1977 hasta su muerte en 2006.
La jequesa Lulu (su nombre significa perla en árabe) considerada una de las marchantes de arte más importantes de Oriente Medio, es la cofundadora de la consultora de arte JAMM, que tiene como objetivo promover artistas árabes e iraníes en Occidente y a los artistas occidentales en Oriente. Heredó de su madre la pasión por el arte.
Como mujer árabe que ha crecido en Estados Unidos y estudiado en Europa, Lulu tiene una visión de desde ambos lados
“Crecí rodeada de libros y obras de arte porque mi madre era coleccionista de Arte. Absorbí su conocimiento y sensibilidad por las bellas artes, pero sobre todo por las artes escénicas”, recuerda la princesa kuwaití. “De niña soñaba con estar en un escenario como bailarina de la compañía Alvin Ailey”, agrega. “La danza me permite expresarme creativamente en mi nueva carrera de la misma manera que yo era capaz de hacerlo en mi juventud”, concluye.
Esta princesa del Golfo vive la vida según sus propios términos. Como mujer árabe que ha crecido en Estados Unidos y estudiado en Europa tiene una visión de Occidente y Oriente desde ambos lados. Ha trabajado como periodista y como consultora internacional de Christie’s, y fue la ex directora en Oriente Medio para la casa de subastas londinense Phillips.
Durante unos años, Lulu Al Sabah estuvo colaborando en varias revistas de arte. Fue precisamente aquella época, mientras entrevistaba e investigaba sobre artistas árabes y kuwaitíes, cuando realmente empezó a interesarse por el arte contemporáneo en la región.
“En 2005 visité el estudio de Ghazaal Qaffas, un escultor kuwaití de finales de los años 60. Su propia historia de vida me inspiró y, en cierta manera, me animó a seguir investigando sobre la escena del arte contemporáneo de Oriente Medio”, señala. Qaffas fue uno de los pocos artistas al que le concedieron una beca para estudiar arte en el extranjero en la década de los sesenta. Sus esculturas se exhibieron en una exposición en Kuwait en 1980, y fueron objeto de vandalismo por parte de fundamentalistas religiosos.
«Las obras de artes permanecen mientras que los edificios y las ideologías políticas caen”
Aquel incidente, que no fue un caso aislado en el mundo árabe, no le impidió a Qaffas continuar trabajando “todos los días en su estudio a pesar de no recibir ningún apoyo privado o gubernamental”, añade la marchante real. “Su historia, entre otras, me impulsó a ofrecer una plataforma para artistas de la región”, recuerda.
Y a pesar de ser frágil el puente entre Occidente y Oriente, Lulu sigue construyéndolo una y otra vez aunque se venga abajo. “ Es mi misión y estoy decidida a continuar haciendo lo que creo: apoyar las expresiones artísticas que son parte de los valores más grandes del hombre”. No es fácil en Kuwait: “La sociedad árabe es patriarcal y cerrada; te dice lo que debes hacer, lo que está bien o es pecado pero todo el mundo sabe que es pura hipocresía”, lamenta la jequesa.
“El arte nos ofrece diferentes perspectivas y tiene la capacidad de conectar a las personas en todas las culturas. Las obras de artes permanecen mientras que los edificios y las ideologías políticas caen”, observa Lulu. Su objetivo a corto plazo es volver a poner a su país en el mapa cultural de la región. “En los años 60 y 70 Kuwait estaba muy bien situado en la vanguardia del arte; muy cosmopolita nada que ver con el resto de los países del Golfo”, detalla.
“Con el tiempo, el arte árabe e iraní contemporáneo será una parte intrínseca del mercado del arte mundial»
Pero el conflicto entre Iraq y Kuwait -que desembocó en la primera guerra del Golfo, en 1991 – devastó el país no solo desde el plano económico sino también culturalmente, mientras los otros estados del Golfo emergían como potencias petroleras.
En 2009 la jequesa Lulu se enroló en su mayor proyecto empresarial: la galería JAMM. Una plataforma de arte para conectar artistas árabes e iraníes en Occidente y artistas occidentales en Oriente Medio y fomentar así una mayor colaboración entre ambos colectivos. “Con el tiempo, el arte árabe e iraní contemporáneo será una parte intrínseca del mercado del arte mundial y nuestro objetivo es jugar un papel fundamental en el logro de este objetivo”, anhela Lulu.
La jequesa kuwaití es consciente de que su meta es aún muy difícil de alcanzar, pero “va por buen camino”, asegura. Aunque el proyecto nació en Kuwait, la galería permanente de JAMM se encuentra en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), que cuenta con una infraestructura de artes más fuerte y un mayor número de inversores.
Aun así, cuesta esfuerzo abrir puertas o mentalidades. “Los emiratíes tienen mucho dinero y les gusta el lujo como coches caros, joyas, muebles de diseño, pero no entienden que una obra de arte pueda costar dinero. No ven el arte como una inversión. La mayoría de coleccionistas de arte suelen ser extranjeros”, apunta la marchante.
Sin embargo, se alegra, “la situación ha cambiado y hay algunos empresarios de los países del Golfo que se están interesando por invertir en piezas de arte”. “A esto, sin duda, han contribuido galerías como la nuestra”, cree. «En Dubái se han abierto un gran número de galerías en los últimos 10 años; es impresionante. Es una maravillosa oportunidad para los jóvenes que viven en la región exponer las obras de artistas árabes, iraníes e internacionales”.
“A los emiratíes les gusta el lujo, los coches caros… pero no entienden que una obra de arte pueda costar dinero»
JAMM ha organizado cuatro subastas de arte contemporáneo en Kuwait, con el fin de ofrecer obras de artistas locales para conectarlos con coleccionistas regionales y que adquirieran sus obras. Su galería ha ganado nombre internacionalmente y ahora participa en ferias y salas de subasta de arte de todo el mundo. JAMM ha participado con varias ventas de obras de artistas árabes en la sala de subastas Bonhams en Londres, en la Bienal de arte contemporáneo de San Petersburgo, en la bienal de Berlín, entre otras.
La jequesa ha participado, además, en la Feria del Arte de Beirut, una muestra de arte contemporáneo árabe e internacional, que en septiembre celebró su quinta edición. En su stand había piezas tan significativas como la obra póstuma de la artista iraní fallecida Farideh Lashai, una instalación con conejos inspirado en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas y dos fotografías de Marilyn Monroe del fotógrafo estadounidense, Bert Stern.
Pero si bien Beirut sigue fiel a su antigua fama de ser el punto de encuentro de artes, literatura y trabajo cultural de todo Oriente Próximo, en casi todos los países vecinos, el arte sigue siendo algo reservado para la clases altas o, entre los más ricos, apenas se le considera como un negocio floreciente.
«Es necesario introducir la asignatura de Historia del Arte en el programa de estudios de las escuelas»
De momento, se ha dado un primer paso de difusión artística con el museo de Louvre de Abu Dhabi, que abrirá sus puertas en 2015. “Es un buen comienzo que el Gobierno de Emiratos Árabes Unidos haya invertido en una infraestructura de arte, aunque una de las razones sea por el turismo cultural o el prestigio”, comenta Lulu. “Es bueno, por supuesto, ya que ahora mis hijos no tendrán que ir a Europa para ver una obra de arte sino que podrán hacerlo aquí, con nuestros museos”.
Pero no basta con más exposiciones. “Necesitamos que más personas influyentes de la región del Golfo se involucren en el campo de las artes. Es necesario establecer academias de arte en toda la región e introducir la asignatura de Historia del Arte en el programa de estudios de las escuelas. Además, los gobiernos deben ofrecer becas para los programas de maestría en el extranjero en el ámbito de las artes para fomentar profesionales en el campo de las artes”, pide Lulu.
“En la cultura musulmana, donde el cuerpo de una mujer es escandaloso, es difícil que haya una conexión con las vanguardias del arte»
La educación respecto al arte es fundamental para poder romper con las barreras de la religión islámica. “En una cultura como la musulmana en la que las representaciones humanas, como el cuerpo de una mujer es escandaloso, resulta muy difícil que haya una conexión con las vanguardias del arte ya que existe esa aversión hacia todo lo que viene de Occidente”, insiste la jequesa.
Precisamente ahora, esta aversión parece incluso aumentar, como muestra la popularidad del Estado Islámico de Iraq y Levante (ISIL). Lulu no siente ajena al peligro de los yihadistas que están expandiendo su poder en Iraq y Siria, prácticamente ya a las puertas de Kuwait. “Vivimos en un mundo globalizado, con los avances de las nuevas tecnologías y estos yihadistas quieren hacernos retroceder a la Edad Media. No se lo que va a pasar, nadie lo sabe con estos yihadistas rodeándonos. Yo quiero permanecer en Kuwait, Mi vida está aquí; mi familia, mis negocios… Pero si siento que mis hijas están en verdadero peligro nos marcharemos a Estados Unidos”, manifiesta preocupada.
Lulu reconoce que como mujer árabe ha de hacer un gran sacrificio para conciliar su vida profesional y laboral. “No he encontrado barreras a la hora de dirigir mi empresa por ser mujer pero si en mi vida personal como madre”, explica la jequesa. “Hasta que no vivimos en una sociedad más igualitaria, las mujeres seguirán luchando para encontrar el equilibrio entre su vida personal y el trabajo, que éste no sea exclusivo sólo para hombres”, reflexiona.
Después hace un silencio, mira su reloj y dice: “Lo siento pero tengo prisa, he de ir a recoger a mis niñas”, se levanta del sofá y se despide.
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