La campaña electoral que arruina Italia
Ángel Villarino
Roma | Marzo 2006
Con Silvio Berlusconi o contra él. Bajo esta máxima se han formado las dos coaliciones que compiten para gobernar Italia. Por un lado, ‘Il Cavaliere’ cuenta con un grupo de aliados heterogéneos, aunque de talante derechista, que van desde el nacionalfascismo independentista de la Liga Norte al centrismo moderado de los democristianos (UDC), pasado por el fascismo sin medias tintas de la ‘Llama Tricolor’. El resultado se llama El Polo.
En el otro frente, Romano Prodi ha conseguido modelar un animal mitológico para derrotar a su rival, una coalición con cabeza de democristiano, corazón de liberal y cuerpo de comunista: más de diez partidos juntos, cada uno con un ideario distinto, desde el leninismo al neoliberalismo.
Emma Bonino resumió recientemente en una frase la razón de ser de este engendro llamado ‘La Unión’: «Nos miramos todos a los ojos y nos dijimos que cualquier pacto es bueno, que cualquier diferencia puede superarse, con tal de sacar al Berlusconi del poder y evitar que arruine definitivamente el país», reconoció la eurodiputada.
La lista de miembros de ‘La Unión’ es un galimatías y su programa, un libro de alquimia
‘La Unión’ aspira a convertirse en el coloso que saque a Italia de la depresión cultural y económica que sufre. Pero también podría ser una bestia imposible de domar, consumida en rencillas internas.
La principal arma de Berlusconi durante la campaña que culminará en las urnas el próximo 9 de abril, ha sido precisamente deslegitimar a ‘La Unión’, por su paradójica desunión. Es cierto que la lista de sus miembros es un galimatías. Y su programa, un libro de alquimia.
El tronco lo forma el llamado ‘Olivo’, que es a su vez una coalición entre los poscomunistas ‘Demócratas de Izquierdas’ (el partido más fuerte de la coalición), los moderados de ‘La Margarita’ y el minoritario ‘Republicanos Europeos’.Cuatro facciones del Partido Socialista pelean por el símbolo de la rosa y lo adaptan: con el puño, sin pétalos… Al Olivo se suma ‘Refundación Comunista’, el partido del carismático presidente de los comunistas europeos, Fausto Bertinotti.
El tercer bloque grande nace de la fusión entre una escisión del viejo Partido Socialista con el Partido Radical de Marco Pannella y Emma Bonino. El resultado tiene un nombre que sólo es posible en Italia: ‘Socialistas, radicales, liberales, laicos de la Rosa en el Puño’. Sus miembros socialistas provienen de formaciones que en el pasado se presentaron con Berlusconi. Lo mismo que Clemente Mastella, el líder del católico UDEUR (Partido Popular Italiano), de corte más conservador que el PP español, que también se presenta junto a Prodi.
Junto a estos partidos hay grupos de jubilados, la Lista de los Valores de Antonio Di Pietro, Los Verdes de Pecoraro Scanio y un largo etcétera. En este panorama llama especialmente la atención el culebrón de la rosa: El viejo Partido Socialista Italiano, que apenas suma un 3 por ciento de los votos, se ha escindido en cuatro formaciones. La primera, y mayoritaria, pasó a formar parte de ‘La Rosa en el Puño’. La segunda se integró en El Polo.
Las cuatro facciones socialistas han peleado durante semanas por su viejo símbolo: la rosa
La tercera permanece en La Unión bajo el liderazgo de Bobo Craxi, hijo del antiguo primer ministro Bettino Craxi (que murió en el exilio en Túnez) y hermano de Stefania Craxi, diputada con Berlusconi. Para complicar más las cosas, Bobo decidió en el último momento ser candidato de ‘Demócratas de Izquierdas’, para arañar algún voto más. ¿Resultado? El partido ‘Socialistas de Craxi’ no presenta a Craxi en sus listas.
El cuarto grupo, también en La Unión, se escindió del tercero con motivo del cambio de siglas de Bobo Craxi. Por si fuera poco, las cuatro facciones han peleado durante semanas por su viejo símbolo: la rosa. A unos les ha quedado la rosa con el puño, a otros una flor mutada en clavel, a los terceros apenas un tallo con un capullo de rosa…
Pese a todo, Prodi ha conseguido sacar adelante un programa común que todos los socios de la coalición se han comprometido a respetar. Prevé tímidas reformas liberales para dar más competitividad al país, pero sin descuidar el Estado del bienestar, la reducción del coste del trabajo en un 5 % en los primeros cien días, la lucha despiadada contra la evasión fiscal (que en Italia alcanza cuotas africanas) y un aumento considerable de las pensiones. Una de cal y otra de arena. El resultado: un programa de centro.
A pesar de los problemas de la oposición, Berlusconi se enfrenta al peor momento de su carrera política. Visiblemente agotado, crispado, ‘Il Cavaliere’ cuenta los días por peleas: ha discutido ya con la Patronal, con el diario conservador Corriere della Sera, con sus aliados…
En su contra tiene, además, los números de un país a la deriva, que no creció ni un solo punto en 2005, cuya deuda pública superó ya el 100% del PIB, con los índices de competitividad a la altura de Botsuana. Con un creciente porcentaje de habitantes bajo el umbral de pobreza y donde el trabajo estable se ha convertido en una utopía. «De no ser por la estabilidad del euro, Italia ya habría corrido la suerte de Argentina» afirma un analista de ‘The Economist’ Una nación que necesita reformas urgentes para hacer frente al ‘peligro chino’: Italia, país exportador, no ha hecho ningún esfuerzo por especializar su industria.
Las pequeñas fábricas no están resistiendo la invasión de los productos orientales, más baratos. Pese a ello, su inversión en tecnología está por debajo de la española, a la cola de Europa.
John Hooper, analista de The Economist asegura a La Clave que «de no ser por la estabilidad del euro, Italia habría corrido ya la suerte de Argentina». Ante este panorama, los italianos votarán hoy más que nunca con la cartera. La crisis económica del país es ya la primera preocupación de un 80% de los ciudadanos.
Berlusconi se ha proclamado ya «el salvador» y «el Jesucristo de la política»
Desde una y otra coalición se les asegura a los italianos que ésta es su última oportunidad para salvar el país. Prodi afirma que si el Ejecutivo vuelve a caer en manos de la derecha, Italia no levantará cabeza. Berlusconi explica que no le ha dado tiempo a sanear el país en cinco años de gobierno. Pero sus agresivos discursos —se ha proclamado ya «el salvador», «el Jesucristo de la política» y «el defensor del bien»— se viven cada vez con más crispación y muchas personas que se definen conservadoras, como el influyente empresario Diego Della Valle, han confesado que votarán de modo excepcional a la izquierda.
La pérdida de credibilidad e imagen de Berlusconi se cuenta por días. Prodi ha conseguido vencer a Berlusconi incluso en su terreno: en un estudio televisivo. Los últimos sondeos le dan ventaja: un 53% de los votantes lo prefiría a Berlusconi, que obtendría un 46,7%. Virtualmente no hay tercera opción.
Pese a estas cifras, Berlusconi aún cuenta con serias posibilidades de alzarse con el triunfo. No en vano ostenta el récord de gobernabilidad en la historia democrática del país. Y hay muchos ciudadanos que admiran la iniciativa de este empresario metido a político.
Los cuatro votantes de Berlusconi
Mauro es propietario de un restaurante en el centro de Roma: «Berlusconi es como yo, un hombre de familia humilde, que se ha abierto paso en la sociedad». Mauro está en ello: amplió la terraza de su restaurante aprovechando terreno público y admite que abulta frecuentemente la factura de sus clientes. «Aquí lo hace todo el mundo. Hay que ser listo para sobrevivir».
A Carlo, estudiante de Derecho de la Universidad de Catania (Sicilia), no le gusta hablar de política, pero asegura que votará a Berlusconi porque lo considera el más influyente de todos. «La política la tiene que hacer el más espabilado porque es una cosa difícil». En las regiones del sur, que votan masivamente a Berlusconi, la Mafia dejó una profunda huella y las relaciones de poder siguen privilegiando al más fuerte.
Alessandra, casada y con dos hijos, lo tiene claro: «La izquierda se cambió el nombre pero siguen siendo comunistas. El comunismo mató a mucha gente en todo el mundo y hay que combatirlo como se combatió a los nazis», afirma. El Partido Comunista de Italia fue durante muchos años el más votado de Europa Occidental y en varias ocasiones estuvo cerca de llegar al Gobierno. Toda una generación creció con el ‘terror rojo’, que Berlusconi reaviva con sus discursos.
Nicola tiene una pequeña fábrica de piezas para automóviles. Votará a Berlusconi porque es quien mejor defiende sus intereses. «La izquierda quiere poner normas a todo, ambientales, de impuestos… Trae la ruina». El actual Gobierno efectuó decenas de condonaciones y convirtió en legales construcciones al margen de la ley. Berlusconi fue el primer jefe de Gobierno que recibió a centenares de empresarios en su despacho y financió con dinero público sus actividades para evitarles el cierre.
La II República italiana
A todo ello se añade la imagen de Berlusconi como renovador de la política italiana. «La izquierda quiere poner normas a todo, ambientales, de impuestos… Trae la ruina», dice un votante Lo que los italianos llaman la ‘I República’ terminó en 1992, con el terremoto de ‘Tangentopoli’, un vocablo que podría traducirse como ‘ciudad de la corrupción’. Cuando los jueces decidieron dejar al descubierto las corruptelas de la clase política y crearon la operación ‘Mani Pulite’ (manos limpias), dieron al traste con el sistema político: casi todas las caras conocidas habían participado en el saqueo de las arcas del estado, los sobornos, el nepotismo…
El vacío político resultante fue enorme y la crisis de confianza en la democracia, aun mayor. En 1994, un empresario de reconocido éxito y arrolladora simpatía decidió tomar las riendas de la situación: Silvio Berlusconi reunió a su alrededor a un grupo de empresarios, reformistas y ex políticos, y financió un proyecto con el que prometió sacar el país del abismo: empezó la II República.
pesar de estar acosado por las deudas, relacionado con la mafia y de haber sido amigo íntimo de Bettino Craxi, el ‘rey’ de Tangentopoli, Berlusconi triunfó, repartiendo optimismo. Desde entonces, en Italia sólo hay dos coaliciones cuya única referencia real es Berlusconi: sus detractores y sus aliados. Los primeros gobernaron desde 1996 hasta 2001. Los segundos, desde esa fecha hasta hoy. ¿Y mañana? La gran incógnita.
«Esta campaña arruina el país»
Paola del Vecchio | Corresponsal del diario Il Mattino en España
Desde España, la periodista Paola del Vecchio sigue con preocupación la campaña, cada vez más polarizada, que se desarrolla en su tierra.
¿Estar a favor o en contra de Berlusconi como única referencia política?
Eso es lo que él quisiera. Pero en su coalición se han dado cuenta de que él desgasta también a sus aliados y algunos se proponen como nuevos líderes. En El Polo, el democristiano Pierferdinando Casini hace una campaña con planteamientos mucho más moderados que los de Berlusconi. Pero tiene pocos votos.
Entonces ¿hay un debate ideológico?
Sí, pero este debate ideológico se desarrolla dentro de cada coalición. Berlusconi ya se ha puesto a polemizar con Casini. En La Unión pasa lo mismo. Así, La Margarita tiene una actitud más conservadora que Casini en temas como el de las parejas de hecho.
¿Es la primera vez que toda Italia se halla dividida en sólo dos bloques?
No. Pero es la primera vez que el enfrentamiento es tan fuerte. En parte se debe a la reforma de sistema electoral: en lugar de la mayoría simple hay ahora un sistema proporcional con premio a la mayoría. De ahí que cada partido hace su campaña independiente dentro de la coalición. Eso ha elevado aun más el nivel del enfrentamiento. Si ya era fuerte antes, ahora está arruinando el país… A esto se añade que hay muchos candidatos familiares de políticos conocidos, a menudos las esposas de quienes ya ocupan cargos públicos.
¿Hemos vuelto al clan siciliano?
No se trata de la mafia. Es que la política parece cada vez más un asunto profesional, y hay familias que se especializan en ella como si fuera un oficio más.
¿Que distingue a los dos bandos?
Berlusconi es un hombre de esloganes fuertes, agita el tema de la inmigración o el miedo al comunismo. La izquierda intenta no entrar en este campo sino presentar su programa consensuado de 200 páginas… pero luego dentro de La Unión también hay voces distintas.
¿Quién va a ganar?
Creer en la victoria de cualquiera de los dos bloques es un acto de fe… Personalmente, creo que hay que tener esperanza en que Italia pueda cambiar.