El paraíso de los hackers
Ilya U. Topper
Un país con una población muy joven, un uso extendido de internet, numerosas empresas de venta on-line, muy pocos programas antivirus o cortafuegos y muchos agujeros legales…. Para los ‘piratas’ cibernéticos, Turquía es el Caribe.
Así lo describe Cihan Elmasri, experto informático de la empresa GfK. No le sorprende el reciente estudio de la compañía de antivirus AVG que, tras analizar 127 millones de ordenadores, destaca Turquía como el país más peligroso del mundo para el navegante incauto: un usuario de cada diez corre el riesgo de ver su ordenador infectado. En segundo lugar viene Rusia.
Con 26,5 millones de internautas, Turquía es el 7º país europeo en número de usuarios, justo por detrás de España. Un 45% de la población tiene acceso a la web, una tasa muy cercana a la de Portugal, Grecia o Bulgaria. El número crece un 7% anual.
Establecer un ránking del peligro es difícil, porque cada estudio emplea parámetros distintos. Aun así, Turquía se suele moverse en el ‘top ten’: originó el 5,8% del spam mundial en la primera mitad de 2009, según un estudio de McAfee (sólo superado por Estados Unidos y Brasil) y Symantec lo ubica como noveno país con más ‘actividad maliciosa’ del mundo, en cifras absolutas (el 3% del volumen mundial), una media que resulta de su ránking como segundo país en códigos maliciosos, el 13º en ‘phishing’, el 8º en origen de ataques…
La culpa la tienen en parte las víctimas: “La gente no usa antivirus ni cortafuegos, ni siquiera protección anti-spam”, constata Elmasri. “No tienen conciencia. Así es fácil colar un virus mediante el correo electrónico. Y cuando usan antivirus suelen recurrir a versiones gratuitas, que no se pueden actualizar”.
Más crítico aun es Murat Demiroğlu, webmaster de un hospital privado: “A las compañías no les importa: en lugar de invertir en un sistema de protección colocan un filtro para registrar todo lo que los empleados hacen en internet, sus charlas, a veces incluso sus contraseñas. Creen que así controlan mejor el trabajo. Un ‘hacker’ que se infiltra en el filtro no necesita nada más”. Algo así como lanzar una escalera de cuerdas por la borda mientras se aproxima una nave con bandera negra.
5.000 páginas web israelíes fueron atacadas como venganza por el ataque de Israel a la flotilla de Gaza
No sorprende que Turquía se haya convertido en el galeón de oro de los ‘piratas’ rusos. Murat sabe que la mayor parte de los ataques vienen del gran vecino. “Hace nada tuvimos un ataque ruso: como el hospital para el que trabajo tiene un cortafuegos muy avanzado, intentaron infiltrarse en mi portátil para luego infectar el FTP y así entrar a la web comercial…” Una estrategia habitual es infectar páginas aparentemente inofensivas para convertirlas en fuente de nuevos ataques.
Pero los ‘hackers’ turcos tampoco se quedan atrás. Fueron noticia mundial al infiltrarse en 5.000 páginas web israelíes en una semana de junio, como venganza por el ataque de Israel a la flotilla de Gaza, recuerda Cihan. AVG lanzó la voz de alarma porque durante este asalto consiguieron craquear más de 50 cuentas de Facebook. “Ya una vez, los ‘hackers’ turcos establecieron un récord mundial al desfigurar 37.000 páginas en un día”, advertía AVG entonces.
¿Nivel sorprendente? Si uno es joven, no tiene trabajo pero sí ordenador, mucho tiempo libre, una necesidad enorme de conseguir o bien dinero o bien prestigio para poder invitar a salir a una chica…. sí, las rígidas convenciones que siguen determinando la búsqueda de pareja en gran parte de la sociedad turca también influyen, cree Murat. Los códigos de acceso a una web son más fáciles de descifrar que las que rigen las relaciones entre los sexos.
“Más de una vez, unos chavales consiguieron bloquear durante un día entero Mynet.com, el quinto sitio más visitado de Turquía; lo hacen por broma, para mostrar que son los mejores”, asegura Murat. O como inversión de futuro: el sector tecnológico está en franca expansión y pide personal.
Aunque Youtube está bloqueado en Turquía por orden judicial es la cuarta web más visitada del país
A esto se añade otro incentivo: saltarse la censura impuesta por el Gobierno. La plataforma Engelli Web enumera 6.461 sitios bloqueados, casi todos por decisión administrativa. En su gran mayoría contienen pornografía. Pero también se censuran webs relacionadas con el conflicto kurdo y algunas que abogan por la legalización de la marihuana o defienden los derechos de gays y lesbianas, asegura Fatmagül Matur, miembro de la asociación Jóvenes Civiles.
Tampoco se puede acceder a la web del diario español El Mundo ―por mostrar un vídeo que muestra al ya ex líder de la oposición turca Deniz Baykal en una situación comprometida con una diputada― ni, sobre todo, al canal de vídeos Youtube. En este caso es por la presencia de algunos vídeos que se mofan de Atatürk, el fundador de la República turca. O ésta es la justificación oficial.
“En el fondo, los videos contra Atatürk no son más que un pretexto para bloquear Youtube”, cree Matur. “El canal ya se está utilizando para difundir grabaciones militares secretas o información sobre muertes atribuidos falsamente a la guerrilla kurda PKK. Y el Estado tiene miedo a perder el monopolio de la información”.
Por supuesto, muchos saben cómo esquivar la censura. “Tengo un proxy instalado en mi propio ordenador”, confiesa Murat Demiroğlu. “Es lo más eficaz”. Quien no tiene estos conocimientos técnicos accede a Youtube a través de decenas de servidores proxy. El Mundo se puede leer cambiando simplemente las DNS en el propio ordenador. De momento. Desde junio, una nueva ley permite bloquear también las direcciones IP de los sitios censurados, lo cual exigiría recurrir a webs de redirección.
“Pese a la prohibición, la cuarta web más visitada en Turquía es… Youtube. Hay unas 40 webs que sirven para acceder al canal bloqueado a través de un simple clic, cargando la buscada web en un marco interior”, explica Ahmet Turan Han, un informático miembro de Jóvenes Civiles. “No es ningún secreto: el propio primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, le recomendó en 2008 a un periodista visitar Youtube. ‘Si yo puedo hacerlo, usted puede’, dijo”.
Con la censura, Turquía no sólo muestra al mundo su peor cara sino, además, hace el ridículo, opinan muchos. La censura no funciona, sólo incomoda. Pero esta incomidad frena el desarrollo de una sociedad que utiliza las tecnologías modernas ya de forma cotidiana. Demiroğlu se queja: necesita Youtube para buscar información relacionado con su trabajo, el campo de la inseminación artificial; además, el bloqueo contra el canal de vídeo coloca muy a menudo fuera de combate al programa Google Map o Google Docs, dado que usan las mismas direcciones IP que el canal de vídeos. No siempre, pero las consultas urgentes se convierten en una pesadilla.
Hartos de la tutela, unas 1.500 personas convocadas por decenas de organizaciones cívicas distintas, se dieron cita en julio en la céntrica plaza de Taksim de Estambul, en lo que fue la primera manifestación en la historia de Turquía contra la censura de internet. Las pancartas eran ingeniosas. Google aparecía con la cara de Erdogan, el primer ministro turco. Una mar de flechitas azules pedía libertad para internet. “Esta pancarta ha sido bloqueada por el Estado”. Un teclado de ordenador alzado como símbolo. La portada de una revista de cómic recientemente multada. Gritos de “¡Liberad Youtube!”
El humor es el arma: Google aparecía con la cara de Erdogan, el primer ministro turco
El humor es el arma favorita. “Así sería Youtube si lo hubiera inventado el gobierno turco”. Ahmet Turan muestra la pantalla del ordenador en la pequeña oficina de la asociación en Estambul. MilliTüp ―algo así como NacionalTube― juega con la misma maqueta que el famoso canal de vídeos, pero sólo contiene media docena de vídeos musicales que mezclan un tedioso nacionalismo con un ramplón militarismo. Además, en lugar destacado figura el “último vídeo retirado”.
Otra web de Ahmet Han es MilliMotor, el ‘buscador nacional’, que copia Google en todo, pero al teclear ‘kurdo’ indica ‘Quizás quiso decir: turco’, mientras una búsqueda de ‘armenio’ sugiere ‘así llamado armenio’, una pulla contra el hábito de referirse siempre al ‘así llamado genocidio armenio’. Jóvenes Civiles alcanzó fama en Turquía en enero pasado, cuando una chica del grupo consiguió fotografiarse con Hillary Clinton, en el transcurso de un encuentro sobre la libertad de internet, con una pancarta que rezaba “Liberad Youtube”.
Curiosamente, el Gobierno turco se ha pronunciado en contra del bloqueo, decidido por un tribunal de Ankara y motivada por algunos vídeos irrespetuosos con el fundador de la república, Atatürk, pero mantiene la ley que permite la censura. En julio, el juez desestimó la petición de una asociación de internautas de levantar el bloqueo.
El Gobierno turco se ha pronunciado en contra del bloqueo
Hay quien lucha a su manera: Cihan Elmasri recuerda que en junio pasado, unos ‘hackers’ consiguieron colocar sus mensajes en varias páginas web de la Autoridad de Telecomunicaciones para protestar contra el mantenimiento de la censura.
“Desde que empezó la censura, todo el mundo se ha convertido en experto en DNS”, confirma Cihan. Por algo se empieza. Y luego es fácil dejarse llevar más lejos… Sí: ser ‘pirata’ cibernético queda bien en Turquía. No tanto para robar: muchos ‘piratas’ renuncian a desvalijar webs comerciales turcas, según Cihan: “Son nacionalistas”, dice. Pero sí está bien visto cuando uno persigue unos ideales, cual Robin Hood digital.
“Casi todos los movimientos políticos tienen una ala cibernética”, asegura Murat. “Los izquierdistas hackean las webs de los partidos de la derecha, éstos se atacan a las páginas kurdas, los islamistas practican su particular yihad cibernética contra las webs israelíes o cualquier otra con la que no comulgan…” No faltan foros y webs donde estos equipos de ‘piratas’ idealistas proclaman orgullosamente su condición y sus normas de combate. Un ejemplo es Redhacks , de afiliación ‘roja’.
El blanco ideal de los ‘piratas’ turcos tiene nombre, según Cihan: la web del Mossad, el servicio secreto israelí. No consta que alguien haya conseguido craquearlo. Pero para entrenarse, nada mejor que las aguas transparentes de las redes turcas. Sin cortafuegos y con normas legales muy poco aptas para castigar a los fuera de la ley. El paraíso para un ‘hacker’.