Reportaje

Armar un Ikea en el Sáhara

Elena González
Elena González
· 9 minutos
Costa del Sáhara Occidental en Dajla (1998) | © Ilya U. Topper / M'Sur
Costa del Sáhara Occidental en Dajla (1998) | © Ilya U. Topper / M’Sur

Rabat | Enero 2016

Todo estaba preparado: los sofás Ektörp y las mesas Lack negras y blancas apiladas en forma de pirámide, los zapateros Blissa, el azul y el amarillo de los uniformes de los empleados, las lámparas de mimbre Sinnerlig, que «crean un ambiente cálido y acogedor en tu hogar»; las librerías Billy, que son el superventas de la marca. La tienda primera tienda IKEA en Marruecos estaba a punto de abrirse en Casablanca. La fecha prevista era el 29 de septiembre. No lo hizo.

La falta de un determinado permiso urbano era el pretexto para aplazar la apertura del negocio, aunque pronto se reveló la razón verdadera, según adelantó el portal Le360: el Gobierno marroquí estaba enfadado con la postura de Suecia respecto al Sáhara Occidental, aparentemente inclinado hacia el reconocimiento del territorio.

Estocolmo dio lo que parece una promesa formal de no remover la arena del desierto

Ahora, tras tres meses de intensa actividad diplomática por parte de las autoridades marroquíes, los muebles de diseño sueco quizás pronto hagan su entrada en los hogares marroquíes: el 15 de enero, Estocolmo dio lo que parece una promesa formal de no remover la arena del desierto.

“No se cumplen las condiciones para reconocer la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) / Sáhara Occidental”. Es una sola frase en un informe de 700 palabras que el embajador sueco en Libia y Túnez, Fredrik Florén, entregó al Ministerio de Exteriores de su país y que ha sido respaldado por la ministra, Margot Wallström, en una nota pública, pero parece satisfacer a Rabat.

El mismo día, el diario marroquí Le Matin anunció una visita del presidente del Parlamento marroquí, Rachid Talbi El Alami, a Estocolmo, donde sería recibido por el propio rey Carlos XVI Gustavo, además de Wallström y otros políticos, destacando que los dos países –que mantienen relaciones diplomáticas desde 1763, recordaba – “han tenido que superar un episodio difícil”. El 19 de enero, el despacho de la agencia oficial de Rabat, la MAP, daba por cerrado el contencioso:

“Hemos sentido que hay un compromiso por parte del gobierno sueco. Ellos han comprendido que habían elegido un mal camino y ahora quieren reempezar en buenas condiciones, despues de haberse enterado de nuestro asunto nacional”, declaró El Alami a la MAP. El asunto nacional es el término con el que se describe en el lenguaje oficialista marroquí el conflicto del Sáhara. Por si acaso, la agencia lo aclaraba: se trata de “la decisión de las autoridades suecas de no reconocer la seudo ‘RASD’”.

Rabat anunció una campaña de boicot a las compañías suecas como respuesta a la «postura hostil de Suecia»

Y eso que el informe de Florén no deja de recordar que el Sáhara “según la ley internacional está bajo ocupación” y que “la comunidad internacional no reconoce la pretensión de soberanía de Marruecos”. Es más: “Suecia debería seguir respaldando el derecho de autodeterminación del pueblo de Sáhara Occidental”, eso sí, apoyando a la ONU en la búsqueda de una “solución negociada” y “sin adelantarse con decisiones bilaterales”. Por lo demás habría que aumentar el volumen de la ayuda humanitaria para los campamentos saharauis en Tinduf, agrega el informe.

La tienda de Ikea no es el único contencioso entre Rabat y Estocolmo. Los ánimos ya estaban caldeados cuando el Gobierno marroquí decidió a última hora levantar la señal del stop. Pocos días más tarde lo confirmó el portavoz del gobierno y ministro de Comunicación, Mustapha el Khalfi, anunciando una campaña de boicot a las compañías suecas como respuesta a la «postura hostil de Suecia» y «en reciprocidad» al boicot que sufren los intereses de Marruecos en ese país.

Lo que el gobierno marroquí entiende por boicot de sus intereses en Suecia es la decisión de Estocolmo, por razones éticas, de retirar sus inversiones en la empresa canadiense Agrium Inc, que importa fosfatos procedentes del Sahara. La decisión se hizo efectiva en abril. Son las mismas razones que llevaron al Parlamento Europeo a oponerse en 2011 a la prórroga del acuerdo de pesca UE-Marruecos, que el Frente Polisario calificó de ilegal porque Marruecos no ostenta, dijeron, la soberanía del Sahara Occidental.

En la cuestión del Sahara no hay fisuras en la política marroquí

Los eurodiputados, entre ellos varios suecos, votaron en contra de la prórroga argumentando que no quedaba demostrado que el acuerdo beneficiara a la población saharaui. Uno de ellos, Christofer Fjellner, llegó a asegurar que votó «contra la ocupación marroquí del Sáhara Occidental». Otra eurodiputada sueca, Asa Westlund, dijo que aquello fue «un triunfo para los saharauis».

Por si fuera poco, el gobierno sueco estaba examinando un informe interno sobre la política en esta región, y aunque no había reconocido la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Marruecos temió que aquello fuera a más e inició una campaña de diplomacia por las bravas.

En la cuestión del Sahara no hay fisuras en la política marroquí y en otoño se desplazaron a Suecia tres delegaciones marroquíes de sindicatos y partidos políticos de todo signo «para precisar los orígenes del conflicto, creado por los adversarios de nuestra integridad territorial», como dijo al portal Le360 el ex ministro de Exteriores Saâd Eddine Othmani, del partido islamista PJD.

«Marruecos teme que la movilización de la Unión Africana empiece a calar en Europa», analiza Brahim Dahan, ex preso político saharaui y presidente de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones graves de Derechos Humanos (ASVDH). La Unión Africana, un foro en el que Marruecos no está presente, ha nombrado recientemente un enviado especial para el Sahara, y está presionando en la ONU para que se celebre un referéndum.

La otra pata de la ofensiva marroquí ha sido la demostración de fuerza en la calle. El 5 de octubre se convocó una manifestación frente a la embajada de Suecia en Rabat, y fue una de las más numerosas del año. Acudieron, según las cifras de la policía, 30.000 personas. Llegaron en autobuses desde todos los puntos del país, coreaban «¡Sahara marroquí!» y lanzaban vivas al rey, pero pocos sabían decir por qué se estaban manifestando exactamente o cuál era la posición de Suecia en el Sahara.

En la tienda de Oriflame en Tánger se han seguido vendiendo pintalabios y perfumes

La convocatoria fue objeto de críticas en la prensa marroquí, como la de Abdellah Tourabi en el semanario Tel Quel, que califica la manifestación como «grotesca y ridícula» y apuesta por un debate real de «nuestra causa nacional». Los marroquíes, escribe Tourabi, «merecen conocer la evolución real del dosier» y «no son ni menores ni disminuidos como para imponerles un solo discurso».

En las redes sociales, se han hecho chistes sin fin. Sobre el boicot, el tuitero @fadelabdellaoui escribía «Marruecos acaba de amenazar el 0,00002 por ciento del PIB sueco. La célula de crisis la forman un becario del ministerio y un ayudante». Suecia en primer lugar no parecía demasiado preocupada por el boicot y el impacto económico de la crisis diplomática con Rabat. «Hay pocos intereses empresariales suecos en el país y Marruecos es el primer interesado en las relaciones económicas. Además, Ikea pertenece a un conglomerado empresarial de capital kuwaití», precisó a este medio un diplomático sueco. Volvo funciona con capital chino y en realidad Skype, otra de las marcas que fueron objeto de las iras de los manifestantes en Rabat, fue fundada por un danés y un sueco y nació en Estonia.

En la tienda de Oriflame, la marca sueca de cosméticos, de la calle Antaki de Tánger, se han seguido vendiendo pintalabios y perfumes como si tal cosa. «¿Boicot? ¿Qué boicot?», responde Khadiya en la cola cuando se le pregunta por la crisis sueca. Tampoco es probable que H&M deje de vender ropa en la tienda del Morocco Mall de Casablanca. No parecía haber una estrategia clara que desarrolle las amenazas de boicot de las empresas suecas.

Cuando se trata del Sahara, Marruecos es capaz de llegar a situaciones surrealistas

En la parte política, Marruecos suele ganar los pulsos y salvar los muebles. El acuerdo de pesca con la UE acabó ratificándose en 2014, y el informe de Fredrik Forén ahora se limita a calificar de “muy importante” una futura decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el proceso respecto a los acuerdos de la UE en materia de agricultura y pesca”. En 2013, Rabat consiguió que Estados Unidos retirase su propuesta de vigilancia de los Derechos Humanos en el Sahara a través de la Misión de Naciones Unidas para el referendo del Sahara (MINURSO).

En España, desde hace varias legislaturas, el plan de autonomía que propone Marruecos no se ve con malos ojos, si bien el Frente Polisario mantiene una oposición tajante a toda salida que no sea un referéndum de independencia. A la postura “blanda” europea puede contribuir que es muy raro encontrar a marroquíes, por muy opositores políticos que sean, que defiendan otra cosa que la soberanía de Rabat sobre el territorio, y no sólo por miedo a las posibles consecuencias legales.

Cuando se trata del Sahara, Marruecos es implacable y capaz de llegar a situaciones surrealistas en la defensa de su «causa nacional». En junio pasado, 15 turistas alemanes que paseaban por la plaza Yamaa al Fna de Marrakech fueron detenidos e interrogados durante varias horas por llevar puestas unas camisetas con un mapa de Marruecos que no incluía el Sahara Occidental. Alemania no quiso comentar el asunto para no darle más importancia.

Frente a los vericuetos de la diplomacia, encontrar la salida de la futura tienda Ikea en Marruecos se antoja un juego de niños. Y la labor de un político sueco, hoy por hoy, parece menos dfícil que la de las familias marroquíes que acabarán preguntándose, con la llave Allen en la mano, por qué sobran tres piezas cuando uno termina de montar las sillas Börje.

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