Los yihadistas acuden a Siria
Daniel Iriarte
Cuando hace ocho meses este reportero se topó accidentalmente con varios agentes libios en Yebel Zawiya, en las zonas bajo control de la insurgencia en el norte de Siria, la presencia de estas personas en el país era un secreto militar, cuya publicación le supuso al enviado especial de M’Sur la abierta hostilidad de los rebeldes, acusaciones de espionaje e incluso amenazas de muerte.
Pero lo que entonces era información reservada está ahora a la vista de todos: voluntarios libios han formado un grupo llamado “Liwaa al Umma” (que puede traducirse como “Brigada de la Comunidad de los Creyentes”) y combaten desde hace semanas al régimen sirio, en una alianza al menos tácita con el Ejército Sirio Libre (ESL), compuesto por desertores de las tropas oficiales y sin orientación religiosa.
El líder del batallón yihadista es Mehdi Harati, un comandante libio con pasaporte irlandés con el que M’Sur se encontró en el interior de Siria en diciembre, y que no hace nada por ocultar su identidad. Al contrario: ha concedido entrevistas a la cadena estadounidense CNN y al diario irlandés The Irish Times.
“Estamos aquí para facilitar y entrenar a los civiles rebeldes en Siria, muchos de los cuales son doctores, ingenieros y profesores, usando nuestra experiencia durante la revolución Libia”, declaró Harati al periódico de Dublín.
Harati contó a la cadena estadounidense CNN que visitó Siria el año pasado en una “misión de reconocimiento”, con toda probabilidad en el momento en que le encontró M’Sur acompañado por dos personas, uno de ellos un hombre de confianza de Abdelhakim Belhadj, ex yihadista y actual gobernador militar de Trípoli.
«Estamos aquí para entrenar a los civiles rebeldes»
“Después de que muchos sirios me contactaran pidiéndome ayuda, sentí que era hora de hacer más, y dado el gran éxito de la Brigada Trípoli, sentimos que era el momento de actuar. Y eso significaba crear el ‘Liwaa Al Umma’”, aseguró Harati a la emisora. “Con el éxito previo de Libia, decidí dejar aparte la nacionalidad e, igual que organizaciones de todo el mundo ayudaron a Libia en momento de necesidad, decidí transmitir mi experiencia para que otros se beneficien”, indicó.
Veterano de Libia
Ciertamente, Harati es un combatiente muy experimentado. A finales de julio de 2011 entrenó a la Brigada Trípoli en Zintán, en el oeste de Libia, compuesta de voluntarios libios venidos del extranjero. Menos de un mes después, este grupo de elite inició la insurrección en la capital libia, que finalmente condujo a la caída de Muammar Gadafi. Durante las breves horas que este enviado especial compartió con él, Harati mantuvo en todo momento su pistola preparada, dispuesto a repeler a tiros cualquier aparición imprevista del ejército sirio.
El número de miembros de la Brigada de la Comunidad de los Creyentes es incierto, pero todos coinciden en que aproximadamente un noventa por ciento de ellos son sirios, mientras que los demás son libios o de otros países árabes. “No hemos hecho ningún esfuerzo activo para reclutar a libios. Estos son hombres adultos que piensan por sí mismos, y no necesitan ser convencidos sobre esta causa”, asegura Harati.
La página de Facebook de este grupo muestra a decenas de ellos entrenándose con fusiles y haciendo instrucción en lo que parece ser algún lugar de Libia (las fotografías han sido retocadas digitalmente para que no puedan leerse las matrículas de los vehículos y las pintadas en los muros, para no traicionar su localización). Sin embargo, la presencia en todas las fotos de la bandera siria verde, blanca y roja (la insignia anterior a la llegada al poder del partido Baaz, ahora adoptada por la oposición) no deja ninguna duda sobre las pretensiones de la Brigada. En una de las imágenes puede verse a Harati posando armado delante de un coche con matrícula de Rastán, una de las localidades sirias más castigadas por la violencia.
Otro de los miembros destacados del grupo es Hossam Nayyar, de 33 años, cuñado de Harati y nacido en Irlanda, y también veterano de la Brigada Trípoli, entrevistado por la CNN hace una semana días en la frontera entre Turquía y Siria. En mitad de la entrevista, el combatiente recibió la llamada que le autorizaba a entrar con el grupo en territorio sirio. “Libia fue un paseo por el parque comparado con Siria, soy consciente de esto mientras entro”, indicó.
Por su parte, los reporteros irlandeses pudieron hablar también con integrantes sirios de esta unidad, que han preferido integrarse en ella antes que en el Ejército Sirio Libre por diferentes motivos. “’Liwaa al Umma’ lucha por la verdad y la justicia, con un trasfondo islámico”, dijo el comerciante Abdel Fatuh Dugaim. Según Harati, sus hombre participaron recientemente en una batalla de cuatro horas en la que murieron sesenta y tres soldados sirios y tres rebeldes. “Armas nuevas y mejores están ahora disponibles, pero todavía es una guerra muy desigual. Y es una lucha que puede durar mucho tiempo, pero, como hemos visto en esta región durante los últimos dieciocho meses, los regímenes pueden derrumbarse de repente en solo unos días”, aseguró el comandante libio.
Libia, «amigo de la revolución siria»
Los hombres de Harati no son los primeros ciudadanos libios que acuden a Siria para unirse a la insurgencia. A principios de julio, seis doctores libios aparecieron junto a combatientes del Ejército Sirio Libre en un video colgado en internet. Fuentes oficiales libias han admitido saber de la presencia de combatientes libios en suelo sirio “a título individual”. El nuevo gobierno libio fue el primero en reconocer al Consejo Nacional Sirio como el legítimo representante de Siria, y muchos libios se sienten identificados con la situación por la que están pasando ahora los sirios. Tanto, que decenas, tal vez cientos de ellos, están dispuestos a marchar a combatir al régimen de Bashar Asad.
Pero no son los únicos: desde que el pasado febrero Ayman Zawahiri, el líder de Al Qaeda, realizase un llamamiento a que “los leones de Siria” derrocasen al presidente Bashar Asad, el conflicto sirio parece haberse convertido en un escenario cada vez más atractivo para los combatientes yihadistas, cuya presencia en suelo sirio es confirmada por un número creciente de pruebas. En junio, Mayid Bin Muhammad al Mayid, emir de las Brigadas Abdullah Azzam (un grupo escindido de Al Qaeda en Irak), pidió a todos los sirios que apoyasen “la rebelión contra el régimen de Asad”, y aseguró que después “se producirían revueltas posteriores contra gobiernos musulmanes” (que muchos yihadistas consideran ‘munafiq’, ‘hipócritas’ o falsos creyentes).
Se cree que el Frente Nusrah está vinculado a Al Qaeda
Pero las palabras han comenzado a convertirse en hechos. El grupo yihadista más activo en Siria, el Frente Nusrah por la Liberación de los Pueblos de Levante (que expertos en inteligencia consideran vinculado a Al Qaeda) ha reivindicado muchos de los atentados más espectaculares que han tenido lugar en suelo sirio en los últimos meses, incluyendo los vehículos bomba de Damasco y Alepo. Los especialistas en terrorismo tratan ahora de determinar hasta qué punto existe relación entre este grupo y la rama iraquí de Al Qaeda, que también está presente en Siria.
“Con la escasa información disponible resulta muy difícil hacer un análisis riguroso. La vinculación con Al Qaeda en Iraq es probable por dos razones. Primero, el modus operandi de los ataques: los vehículos bomba suicidas son una práctica común de Al Qaeda en Iraq. Lógicamente, también los utilizan otros grupos, pero no son fáciles de fabricar. Es decir, no se trata de un simple grupo de aficionados que graban vídeos con estética yihadista. Tienen expertos en explosivos, y sería probable que proviniesen de Iraq”, explica el profesor Javier Jordán, codirector del Máster de Estudios en Terrorismo de la Universidad de La Rioja y reputado experto en yihadismo. “Una segunda razón sería que hayan atentado contra objetivos iraníes, algo que Al Qaeda en Iraq también ha hecho”, dice a M’Sur.
Los yihadistas, en todo caso, no son solo sirios o iraquíes. La presencia de extranjeros de otros países en la frontera con Turquía es un hecho. El 22 de julio, Bülent Kiliç, un fotógrafo turco de la agencia AFP, se topó con un grupo de ciento cincuenta combatientes de una decena de nacionalidades diferentes, que proclamaban su lealtad a Al Qaeda en el Magreb Islámico o a la Shura Taliban. Y se ha confirmado el fallecimiento en combate de algunos de estos voluntarios, como el palestino Nidal Ashi, miembro del Ejército del Islam (que opera normalmente en Gaza), o de los ceutíes Rashid Wahbi, Mustafá Mohamed “Tafo” y probablemente también Mustafá Mohamed Layachi. Por último, el periodista británico Ghaith Abdul-Ahad, del diario The Guardian, consiguió entrevistar hace una semana a varios de estos combatientes en la localidad de Mohassen, en el norte de Siria, que se ha convertido en una plaza fuerte de los yihadistas.
Además, algunos sucesos están tomando un rumbo preocupante. A mediados de julio, el fotógrafo británico John Cantlie y el periodista holandés Jeroen Oerlemans fueron secuestrados por un grupo de militantes islamistas tras entrar en Siria, aparentemente traicionados por su guía.
“Entramos caminando en un campamento de veinte tiendas, e inmediatamente teníamos alrededor un círculo de hombres con kalashnikov, y nos hicieron prisioneros”, ha relatado Oerlemans a la radio holandesa. Los militantes les acusaron de trabajar para la CIA y les quitaron sus equipos y documentos. Los reporteros resultaron heridos mientras trataban de escapar. Finalmente, tras varios días de cautiverio, fueron liberados la semana pasada por mediación del Ejército Sirio Libre, que envió un grupo de combatientes a rescatarlos.
«Nuestros secuestradores no eran sirios», asegura el periodista holandés
“Estoy seguro de que los secuestradores no eran sirios. Todos aseguraban venir de países como Pakistán y Bangladesh y Chechenia, y decían que había un cierto ‘emir’ como jefe del grupo”, aseguró Oerlemans, que se recupera junto a su compañero en un hospital de Antakya. Según el fotógrafo, un cuarenta por ciento de los militantes hablaban inglés, mientras que varios hablaban con acentos británicos regionales reconocibles, de Birmingham y Londres, lo que confirmaría una tendencia ya conocida:la cantera para el nuevo yihadismo internacional ya no son los países musulmanes sino las ciudades europeos donde las ideas del islamismo radical se difunden entre los ciudadanos de «segunda generación», es decir hijos de inmigrantes con un vago trasfondo islámico.
La televisión estatal siria emitió este fin de semana videos caseros, presuntamente sacados de internet, en los que combatientes armados posan con banderas islámicas y juran lealtad a Al Qaeda. Pero incluso si dichas imágenes fuesen una falsificación, existen otros muchos otros videos cuya autenticidad está fuera de toda duda. Contrabandistas y comandantes rebeldes en la frontera turca aseguran que entre quince y veinte yihadistas cruzan diariamente a Siria desde mediados de julio para unirse a la rebelión armada.
Los mercenarios del régimen
El bando rebelde no es el único que recurre a mercenarios o brigadistas extranjeros. También el régimen de Bashar Asad hace uso de combatientes foráneos. Eso, al menos, aseguran numerosos testimonios desde los primeros días de la rebelión, que mencionan tanto a iraníes como a libaneses cercanos a Hizbulá o chiíes iraquíes.
Firas Biro, contrabandista al servicio de la rebelión y hermano del dirigente de la ‘Falange Ansar Sham’, una brigada campesina en los Montes Kurdos cercanos a Latakía (poco religiosa, pese a su nombre), asegura a M’Sur que él mismo se encontró con tres combatientes iraníes durante un asalto a una comisaría en un pueblo de la provincia.
«Logramos hacerlos prisioneros. Eran claramente identificables porque llevaban documentos de identidad iraníes: eran miembros de los Guardianes de la Revolución», recuerda el activista. «Propusimos a las autoridades de la zona intercambiarlos por presos civiles de nuestro bando, y accedieron de inmediato, para evitar que el asunto llegara a hacerse público».
Esta semana, la cadena Al Arabiyya difundió un vídeo del Ejército Sirio Libre en el que se muestran imágenes de 48 iraníes secuestrados el sábado en Damasco por parte de los rebeldes, que afirman que no se trata de peregrinos, tal y como mantiene Teherán, sino de miembros de los Guardianes de la Revolución, aunque no les atribuye actividad armada sino únicamente tareas de «reconocimiento».
Los rumores no son nuevos. Entre los refugiados de Yisr al Shugur, una ciudad siria asediada por el ejército en junio de 2011, muchos aseveraban haber visto de cerca a individuos barbudos que no hablaban árabe y formaban parte de los «shabbiha», las milicias mafiosas al servicio del régimen. Otros afirmaban que el Ejército empleaba a unidades iraníes para ejecutar a los soldados que no cumplieran la orden de disparar sobre civiles. Era difícil, sin embargo, confirmar la veracidad de estos datos y el periodista Robert Fisk especulaba que se podría tratar más bien de kurdos al servicio de régimen, dado que también se comunicarían en un idioma distinto al árabe.