Reportaje

¿La base de Al Qaeda en Turquía?

Karlos Zurutuza
Karlos Zurutuza
· 9 minutos
Frontera turco-siria en Ceylanpinar (2013) | © Karlos Zurutuza
Frontera turco-siria en Ceylanpinar (2013) | © Karlos Zurutuza

En el restaurante de Nevroz Algiç, uno puede degustar la especiada comida local mientras disfruta de las mejores vistas sobre la línea del frente, literalmente al otro lado de la calle. La cercanía es tal que el martilleo de las balas es aún perceptible entre el arabesque, esas populares tonadas turcas impregnadas de melancolía árabe.

Situada en la provincia turca de Sanliurfa, justo en la frontera con Siria, la localidad kurda de Ceylanpinar era conocida por un gigantesco complejo agrícola pero hoy pasa por ser el pueblo en suelo turco más castigado por la guerra en Siria. Desde octubre de 2012, cuatro vecinos han perdido la vida y docenas han resultado heridos por balas, obuses y morteros “perdidos”. Las cicatrices en la fachada de este mismo edificio dan fe de ello.

“Los profesores comían y se alojaban aquí hasta hace poco pero ninguno quiere venir aquí ahora”, lamenta Algiç. “Nadie sabe cuando empezarán los disparos y las bombas, ni cuando acabarán”, relata esta kurda local. Su clientela se ha reducido en un 80% a causa del conflicto. Pero las pérdidas materiales no han sido lo peor:

“Mi marido fue herido por la metralla, mi hijo menor está traumatizado por las explosiones y el mayor ha dejado la universidad”, continúa, sentada junto a una ventana rota aún sin reparar. A su espalda, un tren de mercancías atraviesa lentamente la tierra de nadie entre Turquía y Siria. Precisamente fue la línea del Orient Express, construida en 1911, la que serviría para delimitar a su vez las fronteras de Siria y Turquía 10 años más tarde. La vía férrea unía Berlín con Bagdad pero dividía familias kurdas y árabes a ambos lados de la frontera. Así, la localidad kurda de Serekaniye pasó a llamarse Ceylanpinar en el lado turco y Ras al Ayn en el sirio.

Camino del paraíso

Como la mayoría de las personas aquí, Mehmet mantiene sus lazos familiares al otro lado de la vía. Este funcionario que prefiere no dar su nombre completo asegura que la situación comenzó a deteriorarse el pasado 8 de octubre.

“Aquella noche vi a gente armada bajar de un autobús. Llamé a la policía y me dijeron que no me preocupara, que todo estaba bajo control”, recuerda este hombre que ronda los cincuenta. Dice que otros vecinos también llamaron a la comisaría tras ver combatientes armados cruzar la frontera hacia siria. La respuesta fue aparentemente la misma para todos: “Todo está bajo control”

“A menudo vemos pasar autobuses con todas las cortinas echadas. No tengo ninguna duda de que se trata de islamistas camino del paraíso”, asegura Mehmet. “Aquí los combates no son entre los rebeldes sirios y Asad sino entre los kurdos de Siria y Yabhat al Nusra –grupo afín a Al Qaeda-”, añade.

«Aquí, los combates no son entre rebeldes y Asad sino entre kurdos y yihadistas»

Desde el comienzo del levantamiento en marzo de 2011, los kurdos de Siria –la principal minoría del país- han apostado por una posición neutral que les ha llevado a combatir tanto con Asad como con la oposición.

A pesar de los constantes bombardeos y enfrentamientos armados, en julio de 2012 se hicieron con el control de las zonas en las que forman importantes bloques de población, en el norte del país. La localidad de Serekaniye vivió severos combates entre el YPG –siglas kurdas para “grupos de resistencia popular”, el movimiento armado de los kurdos de Siria- y el Ejército Libre Sirio, el principal grupo armado de la oposición. Ambas partes firmaron un alto el fuego el pasado 12 de julio pero Yabhat al Nusra se desmarcó del acuerdo.

“El Gobierno no responde y la prensa turca calla pero aquí todos sabemos que Turquía está dando cobertura a Yabhat al Nusra para evitar que los kurdos de Siria consigan una región autónoma. Los terroristas se alojan en una de las granjas, a unos cuatro kilómetros de aquí; entran y salen de Siria sin problemas y sus heridos son atendidos en hospitales turcos”, denuncia Mehmet.

Ibrahim Polat, periodista local para la agencia de noticias Dicle corrobora y matiza el testimonio: “Durante los últimos meses, cientos de combatientes han sido evacuados por ambulancias turcas a hospitales como el de Ceylanpinar mientras que los que presentaban heridas más graves eran llevados al de Balikdigol, en Sanliurfa, la capital provincial”, explica Polat. “Mientras tanto, se niega la atención médica a los combatientes kurdos”.

Fuentes anónimas del ambos centros aseguraban a MSur que hoy no hay combatientes heridos en Ceylanpinar pero sí en Sanliurfa.

Desde su despacho, Musa Çeri, miembro del AKP –el partido en el poder en Turquía- y gobernador del distrito reconoce la existencia de dichos rumores, pero los niega tajantemente.

“Es rotundamente falso que estemos dando ninguna cobertura a grupos terroristas de ninguna clase, mi Gobierno no sería capaz de tal cosa”, explica Çeri. Subraya que el Ejecutivo de Ankara está haciendo “todo lo posible para atender el gran número de refugiados sirios en suelo turco”.

«Nuestra religión nos obliga a atender a todo aquel que lo necesite», afirma el gobernador

Hay 200.000 registrados en dos decenas de campamentos bajo autoridad de Afad, el organismo oficial de emergencias, pero el propio Gobierno ha señalado que puede haber otros 300.000 sin registrar. “Nuestra religión, el islam, nos obliga a acoger y atender a todo necesitado”, apunta el gobernador.

Sin embargo, Çeri no oculta su preocupación por la que considera “la amenaza terrorista más apremiante”.

“Los combatientes kurdos de Siria no son más que una filial del PKK –Partido de los Trabajadores de Kurdistán-. Si finalmente consiguen llegar a un acuerdo y controlar su zona, el terrorismo acabará por extenderse a nuestro suelo”, añade Çeri a la vez que reconoce que uno de los principales temores de Ankara es que los kurdos de Siria construyan una región autónoma similar a la del norte de Iraq.

Desde el edificio anexo, Ismail Arslan, alcalde de Ceylanpinar por el BDP –la coalición dominante entre los kurdos de Turquía-, lamenta el elevado precio que su localidad está pagando dada la actual coyuntura bélica.

“La gente se marcha, se cierran tiendas y negocios, se desploma el precio de las casas…» explica este antiguo abogado. Pero añade que los efectos de la guerra van “mucho más allá” de la destrucción y el abandono: “En Ceylanpinar somos un 60% de kurdos, 30% de árabes y un 10% de asirios, turcos y miembros de otras nacionalidades, entre ellos una importante comunidad afgana llegada hace treinta años. Estos últimos son principalmente miembros de las fuerzas de seguridad. Ahora, el conflicto está sembrando la desconfianza entre nosotros, destruyendo una convivencia armónica de siglos”.

Arslan prefiere no pronunciarse sobre el supuesto centro de combatientes a escasos kilómetros de aquí. Sin embargo, no vacila a la hora de señalar culpables: “Turquía dice ser un país democrático pero está envuelta en una guerra muy sucia”, dice el alcalde de Ceylanpinar. “Creo sinceramente que nuestros problemas acabarán cuando Ankara deje de apoyar a grupos afines a Al Qaeda”.

“¿Es lícito que Ankara ayude a al Nusra y no a los kurdos?”

Ismail Arslan Alcalde de Ceylanpinar. Partido Paz y Democracia (BDP)

Ismael Arslan, alcalde de Ceylanpinar (2013) | © Karlos Zurutuza
Ismail Arslan, alcalde de Ceylanpinar (2013) | © Karlos Zurutuza

¿De qué manera ha afectado la guerra a su localidad?
Tenga en cuenta que la nuestra es una localidad que viene sufriendo todo tipo de abusos desde que fue dividida en la década de los veinte. Hoy impera la psicología de guerra. Al margen de los cuatro muertos y los más de cuarenta heridos hasta el momento, la gente tiene miedo de salir a la calle. A menudo damos avisos a la gente para que no salga de sus casas pero algunos han sido heridos incluso dentro de ellas. Se cierran negocios, e incluso escuelas; se vacían los parques y la gente se va a otras localidades y, evidentemente, el precio de la propiedad se ha desplomado.

¿La convivencia ha empeorado?
Los árabes y los turcos apoyan a la oposición siria mientras que los kurdos se decantan por sus hermanos al otro lado de la frontera. La desconfianza aumenta entre una comunidad que ha vivido siempre en armonía. En cualquier caso, los árabes de Ceylanpinar pueden simpatizar más o menos con el Ejército Libre Sirio (ELS) pero no con Yabhat al Nusra.

¿Qué ha desencadenado semejante situación?
La guerra en esta parte de Siria no es entre Asad y la oposición sino entre los kurdos y los islamistas. El pasado 8 de noviembre, más de diez grupos armados ofrecieron apoyo al ELS para atacar el puesto de frontera que aún gestionaba Damasco. Hoy, el ELS ha desaparecido para ser sustituido por Yabhat al Nusra pero, por el momento, en el antiguo puesto de frontera ondea la bandera del Consejo Supremo Kurdo, el organismo que engloba a los principales partidos kurdos de Siria.

Hay rumores que apuntan a que Ankara está dando cobertura a Yabhat al Nusra, y que incluso existe una especie de cuartel general a pocos kilómetros de aquí.
Respecto al tema del campamento prefiero no decir nada, dado que soy alcalde del pueblo. Pero sabemos que Turquía está dando apoyo militar y logístico a esta gente, y desde nuestro territorio. Se les ha evacuado en ambulancias y atendido en los hospitales locales mientras que los combatientes del YPG han de ser trasladados hasta Qamishli –la principal ciudad de Kurdistán sirio- al negárseles la asistencia aquí.

¿Un eventual avance en el proceso de paz entre Ankara y el PKK ayudaría a solucionar este conflicto?
Evidentemente, ya no hablamos de Ankara y los kurdos de Turquía sino todos en su conjunto. Es ahora o nunca: tanto el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan,  como el fundador del PKK, Abdullah Öcalan, siguen vivos, y ellos son los únicos interlocutores capaces de llevar el proceso a buen puerto. Si uno de los dos muere antes de que esto ocurra, va a ser muy difícil. Turquía manda ayuda a Somalia porque allí, dice, “hay gente pobre y musulmana”. ¿Y aquí no? ¿Es lícito que Ankara ayude a al Nusra y no a los kurdos?