En el corazón del AKP
Javier Pérez de la Cruz
Kayseri | Octubre 2015
Poco a poco los curiosos se van acercando. Primero parecen ser todos jubilados, señores mayores que pasan la mañana paseando y charlando en los alrededores de la plaza de la República y la Nueva Mezquita. Algunos entran en la conversación, otros se quedan al margen observando. “El problema es que Erdogan les ha dado demasiado dinero a las mujeres y ahora ya no lo quieren votar”, dice uno de ellos.
En un instante se han juntado alrededor de unas 40 personas. De pronto tres jóvenes, entre ellos la única mujer del grupo, comienzan a increpar a los periodistas. “¿Qué hacéis aquí? Solo sois unos extranjeros que queréis confundir a la gente para que no vote al AKP”. Aconsejados por los señores más mayores, los periodistas se tienen que marchar de la plaza.
En Anatolia central, el dominio del partido islamista AKP, en el Gobierno desde 2002, es arrollador
En Kayseri, y en prácticamente el resto de provincias de la Anatolia central, el dominio del partido islamista AKP, en el Gobierno desde 2002, es arrollador. Se trata de una zona profundamente conservadora y religiosa, en la que a veces la convivencia es complicada. Y es uno de los lugares clave para las elecciones generales del próximo domingo, 1 de noviembre.
“Después del atentado de Suruç [producido el 20 de julio y que acabó reactivando la guerra entre el ejército turco y el PKK], ha habido acoso contra los kurdos en Kayseri”, explica Sultan Günes Ozcan, candidata al Parlamento por la provincia de Kayseri por el HDP, el partido de la izquierda prokurda. “Ha habido amenazas a propietarios de pisos que alquilaban a kurdos; otros han tenido que cambiar los rótulos kurdos de sus negocios a nombres más genéricos”, añade. Aunque matiza: “Yo estoy segura de que la gente que se comporta de esa manera no son ciudadanos de Kayseri, sino que vienen de fuera. A nosotros siempre nos han recibido muy bien en todas las cosas a las que hemos ido a hacer campaña”.
En Kayseri viven alrededor de 70.000 kurdos, la mayoría suníes. Y no todos están en contra de las políticas del AKP, ni mucho menos. Una simple vuelta por el centro de la ciudad permite encontrarse con kurdos que aseguran que Erdogan es “el que más ha hecho por los derechos de los kurdos”. Orhan Kara regenta un restaurante de carne kebab. “El AKP ha hecho las cosas más fáciles para nosotros. Mis hijos ahora pueden estudiar kurdo en la escuela, y yo de pequeño no pude. ¿Qué ha hecho el HDP por nosotros? Nada”.
«El AKP ha hecho las cosas más fáciles. Mis hijos ahora pueden estudiar kurdo en la escuela»
Dos tiendas más adelante, en la librería de Battal Tasyürek, la figura del presidente Erdogan y la de su partido vuelve a relacionarse con “estabilidad”. “Si el 1 de noviembre el AKP no gana las elecciones con mayoría absoluta, no va a haber seguridad”.
Hace apenas cinco meses Turquía celebró unas elecciones parlamentarias en las que el partido islamista del presidente Recep Tayyip Erdogan perdió la mayoría absoluta de la que había disfrutado durante 13 años. Las negociaciones posteriores no llegaron a buen puerto para formar un Gobierno de coalición, así que se volvió a convocar a los turcos a las urnas.
El librero, cuenta, se siente tranquilo, pues por su trabajo de cara al público está en contacto con mucha gente, y todos le dicen que van a votar a los islamistas, “incluso aquellos que no lo hicieron en junio”. “A mucha gente no le gustó el alto el fuego con el PKK. Algunos pensaban que se le había dado demasiado al sudeste de Turquía. Pero ahora esa percepción ha cambiado”.
Esta es precisamente una de las pocas diferencias del contexto social y político de hoy respecto al de hace cinco meses. La guerra en el sudeste del país contra la guerrilla kurda del PKK se ha reactivado tras dos años de tregua. El atentado que se produjo en la ciudad de Suruç, el 20 de julio, inició la inestabilidad en la zona fronteriza con Siria. Tras este, las fuerzas de seguridad turcas y las milicias kurdas se han enzarzado en un violento conflicto que a algunos ya recuerda al de los turbulentos años 90.
La otra sangrienta diferencia es la cada vez mayor presencia del autodenominado Estado Islámico, o ISIL, en territorio turco. De hecho, dos terroristas yihadistas cometieron el 10 de octubre el peor atentado de la historia de Turquía al matar a 102 personas que habían acudido a una multitudinaria marcha por la paz.
En Konya, su feudo, el AKP sacó el 69% de los votos en 2011; en junio pasado bajó al 65,5%
Entre las provincias que el AKP se ha marcado como prioritarias para esta campaña electoral se encuentra Konya. A pesar de ser la ciudad natal del actual primer ministro Ahmet Davutoglu y uno de los feudos más consolidados de los islamistas, el apoyo se redujo en los últimos comicios. En las elecciones del 2011 el AKP sacó aquí el 69% de los votos. En las de junio de 2015, el 65,5%. De los 14 diputados en juego, 11 fueron para los islamistas en las últimas generales. El objetivo es intentar arrancar otro escaño de esta circunscripción.
Para ello en el barrio de Sultan Selim está todo preparado. Las mujeres, las rosas, los altavoces, las banderas; todo listo para que Ahmet Sorgun se dé un pequeño baño de masas en la humilde barriada.
Sorgun es el número cuatro de la lista del AKP de Konya; su puesto en el Parlamento turco está asegurado. Antes de empezar a repartir sonrisas, abrazos y apretones de mano, el candidato accede a responder a preguntas de un grupo de periodistas extranjeros y turcos. No obstante, no es excesiva la variedad de respuestas que ofrece. Con el argumento de «estar aquí para hablar de la campaña”, declina opinar sobre los temas más controvertidos del momento: la presión del Gobierno sobre los medios de comunicación críticos, los escándalos de corrupción de su partido, las ansias de poder del exlíder del AKP y actual presidente del país, Recep Tayyip Erdogan. En lo que sí incide una y otra vez es en el optimismo que le transmiten los votantes.
“Nuestra sensación a pie de calle es que vamos a sacar más votos que en junio»
“Nuestra sensación a pie de calle es que vamos a sacar más votos que en junio. La gente quiso darnos un toque de atención, y hemos aprendido”, explica Sorgun. “Además, tal y como está de agitado el país ahora mismo, la gente no quiere una coalición, que nunca ha funcionado en el pasado, sino un Gobierno solo con el AKP”.
La oposición matiza esta visión de los problemas de Turquía. “Precisamente son las políticas fallidas del AKP las que han provocado inestabilidad en el país y permitido la aparición de ISIL”, rebate Mustafa Sait Gönen, candidato local del ultranacionalista MHP.
“Las políticas del Gobierno de los últimos años nos han traído a este punto”, coincide Hüsnü Bozkurt, diputado y candidato por Konya del partido CHP, laico y de centroizquierda. Y remata con contundencia: “El AKP está acabado y condenado a desaparecer, como muchos otros partidos han desaparecido anteriormente”.
Las urnas decidirán si obligan otra vez al AKP a tener que compartir el poder. La mayoría de encuestas apuntan a que el resultado será muy similar al de junio, sin mayoría absoluta. Podría ser el fin de Erdogan, pues todos los partidos ponen como condición apartar realmente a Erdogan del poder ejecutivo.
Si, en cambio, el presidente decide enrocarse y reaccionar como sus seguidores más intransigentes de la plaza de Kayseri, sin dejar lugar al diálogo, podría empujar al país a las terceras elecciones, aunque por el camino esté dejando atrás algunos de sus propios seguidores. Después de salir de la plaza un hombre se acerca a los periodistas: “Siempre le he apoyado, pero yo ya no me fío del que nos roba los zapatos”.
¿Mayoría, coalición o terceras elecciones?
Si los sondeos no mienten, el reparto de escaños que saldrá de las urnas el 1 de noviembre será extremamente similar al que arrojaron los comicios del 7 de junio. Un AKP muy por encima de los demás partidos, pero a pocos escaños – actualmente 18 – de la mayoría absoluta. Un CHP – el partido socialdemócrata afiliado a la Internacional Socialista – en un cómodo segundo puesto, pero lejos de toda opción de disputarle el Gobierno al AKP. Y los dos archienemigos, el ultranacionalista MHP y el izquierdista HDP disputándose el tercero y cuarto puesto. Ambos sacaron 80 escaños en junio, aunque el MHP se llevó más votos. No hay más partidos en el hemiciclo, dado que el umbral electoral del 10 por ciento, uno de los más altos del mundo, lo impide.
Eso fue precisamente la gran novedad de junio: que el HDP se presentara como partido, en lugar de proponer candidatas independientes – no sujetos al umbral nacional – y consiguiera el salto al Parlamento, con un holgado 13,1 por ciento. Precisamente por esto, el AKP perdió la mayoría absoluta, que iba renovando desde 2002.
Las encuestas prevén una ligera bajada del HDP, pero nadie cree que pueda caer por debajo la barrera, lo cual hace muy difícil que el AKP vuelva a rebasar el límite de los 276 escaños y pueda formar gobierno en solitario, su única aspiración por ahora. Si no lo consigue, se reeditarán las negociaciones de julio pasado, que desembocaron en un callejón sin salida y obligaron, por primera vez en la historia de Turquía, repetir las elecciones.
Es difícil predecir qué ocurrirá si las encuestas aciertan. El AKP ya ha insinuado que si no consigue la mayoría absoluta, podría forzar una tercera cita con las urnas, pero no está claro que le beneficiaría. Más probable sería buscar una coalición, opción que descartó en julio porque tal pacto obligaría a reducir la influencia de Erdogan en el Ejecutivo: teóricamente, el presidente debe ser suprapartidista y abstenerse de influir en el Gobierno, y si bien el AKP está totalmente a la sombra de su fundador, ningún socio de coalición admitiría someterse a sus órdenes. Además, sólo la mayoría absoluta del AKP ha conseguido por ahora tapar varios escándalos de corrupción denunciados por la oposición, que podrían reabrirse en caso de un pacto.
Kemal Kiliçdaroglu, el líder del CHP, ya ha señalado su disposición a pactar para sacar Turquía de una inestabilidad electoral muy desfavorable para la economía. Otro socio posible es el MHP, ideológicamente más cercano al AKP, pero su dirigente, Devlet Bahçeli, se negó de forma rotunda en julio. Queda por ver si ha cambiado de opinión. No es verosímil una coalición del AKP con el izquierdista HDP dirigido por Selahattin Demirtas, declarado enemigo público por el primer ministro. Y tampoco es plausible un tripartito de CHP, MHP y HDP, ya que Bahçeli se ha negado firmemente siquiera a votar en el mismo sentido que el HDP, lo que descarta incluso un Gobierno en minoría del CHP con uno de los dos partidos menores y la abstención del otro.
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