Cruzada por el patrimonio
Daniel Iriarte
“Las piezas de arte, como las personas, animales o plantas, tienen almas y memoria histórica. Cuando son repatriadas a sus países, se restablece el balance de la naturaleza”. Con estas palabras justifica el ministro de cultura de Turquía, Ertugrul Günay, la campaña que su gobierno está realizando para que numerosas obras de arte y piezas arqueológicas de origen turco sean devueltas al país.
La iniciativa que ha sido calificada de “agresiva” por los críticos, entre los que abunda el personal de museos europeos y estadounidenses, por lo que consideran un “chantaje cultural” del Gobierno turco. La estrategia turca, hasta ahora, ha consistido en abortar toda colaboración con aquellos museos que se nieguen a devolver las piezas reclamadas por Turquía. El Metropolitan Museum de Nueva York, y el British Museum y el Victoria y Albert de Londres, han visto algunas de sus exposiciones afectadas por la negativa turca a cederles ninguna obra de arte mientras no devuelvan las piezas de origen turco u otomano que estas instituciones tienen en su colección.
«Aceptamos la cooperación de otros museos a condición de que devueltan los objetos robados»
“Como país rico en arqueología e historia, Turquía recibe muchos proyectos de cooperación de los principales museos del mundo. Los aceptamos, con la condición de que devuelvan los objetos robados”, declaró Günay hace unos meses. La advertencia no era un farol. En marzo, el British Museum vio cómo la llegada de algunas de las piezas más importantes de su exhibición “Hajj: Viaje al corazón del Islam” (que pertenecen al Palacio Topkapi, y cuyas autoridades ya habían autorizado su traslado) era bloqueada por el Ministerio de Cultura. Lo mismo ocurrió con la muestra “Los Otomanos”, del Museo Victoria y Albert, y “Bizancio y el islam”, del Metropolitan de Nueva York, que se vio obligada a recurrir al Museo Benaki de Atenas para completar la exposición.
De Antíoco a Iznik
Las autoridades turcas reclaman al British Museum la “devolución” de una estela tallada del siglo I, que muestra al rey Antíoco I Epifanes, y que fue encontrada en el área de Samsat, en el sureste de la actual Turquía, en 1882. Fue comprada en 1911 por el famoso arqueólogo británico Leonard Woolley (conocido por sus excavaciones en la ciudad sumeria de Ur), trasladada a Siria, en aquella época bajo dominio otomano, y finalmente llevada al Reino Unido en 1927.
En cuanto al Victoria y Albert, la pieza de la discordia es una estatua de Eros (‘Eros de Elgin’), perteneciente al sarcófago Sidamara, del siglo III a.C. (que se exhibe en el Museo Arqueológico de Estambul), y del que fue arrancado por el arqueólogo Charles Wilson en 1882. El Metropolitan posee una docena de antigüedades reclamadas por Turquía.
Francia es otro de los países que podría verse afectado por estas restricciones, tal y como ha mencionado el ministro Günay: desde hace años prosigue una batalla legal para recuperar algunos azulejos de los famosos talleres otomanos de Iznik (siglo XVI) que formaban parte de las tumbas de varios sultanes otomanos y que hoy se hallan en el Louvre de París. Según Süslü detalló en 2011 al diario Today’s Zaman, alrededor de 1880, las autoridades otomanas pidieron a arqueólogos franceses restaurar los mausoleos, y éstos enviaron un importante número de azulejos a París. Nunca volvieron: Francia mandó imitaciones, marcadas como tales en su reverso, que fueron colocados en la tumba. La estafa no se descubrió hasta 2003.
El Louvre da la callada por respuesta, se quejan las autoridades turcas, a la vez que descartan que un sultán otomano pudiera haber regalado estos azulejos a Francia, dado que formaban parte de las tumbas imperiales.
Turquía ha recuperado más de tres mil piezas en los últimos cuatro años, entre ellas la llamada Esfinge de Hattusa, devuelta por Alemania, y la parte superior de una estatua de Hércules, entregada por el Museo de Bellas Artes de Boston. En este último caso, el propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se encargó de traer la pieza, conocida como «Hércules cansado», a Turquía en su avión privado, al regresar de una visita de Estados Unidos.
Este triunfante acto final había sido precedido de una larga batalla, dado que Turquía posee la parte inferior de la misma estatua, excavada en 1980 en el yacimiento romano de Perga, cerca de Antalya.La pieza de Boston necesariamente tenía que haber sido encontrada en el mismo lugar y haberse sacado del país a escondidas, concluyó la profesora Jale Inan, la ‘madre’ de la arqueología turca.
En el caso de la Esfinge de Hattusa, el Ministerio de Cultura utilizó otro arma: anunció que los equipos de arqueólogos alemanes, que llevan un siglo investigando las culturas anatolias, no verían renovados sus permisos de excavación. De hecho, el trabajo en algunos yacimientos menores ya fue trasladado a equipos de universidades turcas, antes de que Berlín aceptó devolver la pieza.
“Los turcos se están metiendo en polémicas y políticas sucias. Deberían tener mucho cuidado al hacer reclamaciones morales, cuando sus museos están llenos de tesoros saqueados por el Imperio Otomano”, declaró recientemente Hermann Parzinger, presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, al diario “New York Times”. “Si todos los occidentales son solamente ladrones y saqueadores, ¿quién ha estado entonces restaurando su patrimonio cultural?”, preguntó Parzinger, cuya institución mantiene el Museo de Pérgamo en Berlín, muchas de cuyas piezas reclama Turquía.
La campaña, no obstante, es vista como legítima por muchos especialistas turcos. “El Código Ético del Consejo Internacional para Museos sugiere que si hay motivo para creer que un objeto cultural ha sido exportado ilegalmente de su país de origen, debe impedirse que sea comprado o mantenido en el museo. Tanto este código como la Convención de la UNESCO de 1970 y otros tratados requieren que los estados devuelvan las piezas culturales a sus países de origen si fueron robados, o excavados y exportados ilegalmente”, explica a M’Sur Asli Zeren, experta turca en Patrimonio Cultural.
“Turquía, como Estado parte, tiene el derecho de pedir la devolución de estos objetos”, asegura Zeren, a quien molestaron enormemente las palabras de Parzinger. Otros apuntan que las piezas trasladadas a Estambul durante la época otomana no pueden incluirse en esta categoría, dado que se trataba entonces de la capital del Estado y no hubo exportación ilegal.
«Cuatro mil piezas históricas recuperadas»
“Casi cuatro mil piezas históricas, tales como la estatua de Heracles, joyería de la antigua Troya, y las teselas de Iznik robadas de la Mezquita de Sinan Pasha, han sido devueltas a nuestro país durante los últimos años. Las demandas turcas para el regreso de otras piezas robadas continuarán”, declaró este mes el director general de Objetos Culturales y Museos, Murat Süslü, al diario turco Hürriyet Daily News.
Otra historia de éxito es la recuperación del Tesoro de Creso, o Tesoro de Karun, una colección de piezas del reino de Lidia, en el siglo VI a.C. Proceden de una tumba en la provincia turca de Usak, saqueada en 1966, y fueron vendidos de contrabando al museo Metropolitan de Nueva York. En 1987, Turquía inició un proceso legal y seis años más tarde, gracias a la decisión de un tribunal neoyorquino, pudo recuperar las piezas, que hoy se hallan en el poco conocido museo de Usak, a unos 200 kilómetros al este de Izmir.
“Durante el encuentro de expertos de la UNESCO, que tuvo lugar hace poco en Seúl, los esfuerzos turcos para reclamar sus piezas de arte del extranjero ganó la aprobación, y Turquía fue puesta como ejemplo de país modelo. Otros países quieren beneficiarse de nuestra experiencia en este asunto”, indica Süslü. Por ello, las autoridades turcas han organizado un taller sobre este tema, que tendrá lugar en Gaziantep del próximo 19 al 21 de noviembre.
Sin embargo, otros especialistas tienen opiniones algo diferentes. “El Gobierno tiene razón en reclamar la devolución de nuestro patrimonio, pero primero necesitas establecer unas condiciones adecuadas, para mantener y proteger las piezas. Y creo que para la mayoría de las piezas reclamadas, como el Altar de Pérgamo, o el Ágora de Miletos, que están en Berlín, no existen aún esas condiciones”, dice Çisem Çaglayan, arqueóloga y antigua trabajadora del Museo Arqueológico Nacional de Estambul. En otros casos, no obstante, considera que la preparación ha sido correcta, y pone como ejemplo el recientemente inaugurado Museo de Troya.
“Hay algunos casos, como la estatua de Heracles, en los que la devolución es lógica, la pieza tiene su lugar aquí. Pero en otros casos, como grandes estatuas u obras arquitectónicas, no creo que tenga sentido”, dice Çaglayan, quien se queja de la escasa concienciación de la sociedad turca. “Hay un museo de Éfeso en Viena, pero no en Estambul”, explica, a modo de ejemplo. “Si esas piezas, en lugar de ser expoliadas, se hubiesen quedado en el terreno, probablemente habrían sido destruidas”, añade.
Zeren, por su parte, opina que el debate ha sido viciado por condicionantes políticos y mediáticos. “El patrimonio cultural no es ni una herramienta para el nacionalismo y el poder, ni un capital y una reputación para coleccionistas de arte. Pertenece a toda la humanidad, y cuenta la historia y la cultura de una tierra. Es nuestra máxima responsabilidad preservar su integridad y autenticidad”, concluye.
Las piezas de la discordia
En liza:
Eros de Elgin | Romano. Siglo III d.C. Museo Victoria y Albert, Londres. Muestra arrancada en 1882.
Azulejos de Iznik | Otomano. Siglo XVI d.C. Louvre, París. Supuesta estafa durante restauración en 1880.
León y Deméter de Knidos | Griego. Siglo IV a.C. British Museum, Londres. Transferidas en 1855 con permiso de las autoridades otomanas.
Figuritas y vasos | Culturas anatolias. Milenio I a.C. Metropolitan. Nueva York. Colección comprada a traficantes en Europa en 1960.
Tesoro de Sion | Bizantino. Siglo VI d.C. Dumbarton Oaks. Nueva York. Colección comprada a traficantes en Europa en 1963.
Recuperadas:
Esfinge de Hattusa | Hitita. Siglo XIII a.C. Museo de Pérgamo. Berlin. Enviada a Alemania para su restauración en 1917. Devuelto en 2011.
Hércules cansado | Romano. Siglo II a.C. Museo de Bellas Artes de Boston. Excavado y vendido de contrabando en 1980. Devuelto en 2011.
Tesoro de Creso | Lidio. Siglo VI a.C. Metropolitan. Nueva York. Saqueo de tumba, vendido de contrabando en 1966. Devuelto en 1996 por decisión judicial.