La guerra que nadie quiere
Daniel Iriarte
Ojo por ojo, más o menos. En tres semana, 27 proyectiles de mortero sirios de 122 milímetros aterrizan en Turquía. En respuesta, 87 veces la orden de ¡fuego!, con un calibre de 81 mm. Los intercambios de disparos en la frontera turco-siria ya tienen aspecto de guerra. Sobre todo si es cierto, como asegura el el diario turco Milliyet, que en el lado sirio han muerto 12 soldados sirio, además de destruirse cinco tanques, tres blindados, un camión de munición y dos baterías antiaéreas.
A eso se añade un nivel de gran alerta en la base aérea de Incirlik, cerca de Adana, a escasos 150 kilómetros de la frontera siria, donde ahora siempre hay dos aviones F-16 listos para el despegue, con los pilotos ya sentados a los mandos en la cabina y relevándose cada par de horas, mientras que otros deambulan por la terminal en montura de vuelo.
A veces, los cazas despegan y vuelan directos hacia la frontera cuando un helicóptero sirio se acerca a menos de cinco kilómetros en su persecución de los rebeldes. Ocurrió la semana pasada, confirmaron fuentes del Gobierno. Casi una guerra.
No es casualidad, cree Abdelbasit Seida, presidente del Consejo Nacional Sirio (CNS), las siglas bajo las que intenta aglutinarse la oposición al régimen de Bashar Asad.Ya el 5 de noviembre, dos días después de los primers intercambios de disparos, acusó a Damasco de querer internacionalizar el enfrentamiento mediante provocaciones a Turquía.
«El régimen sirio busca extender el conflicto a toda la región»
«El régimen sirio busca extender el conflicto a toda la región para que parezca que la oposición es fruto de las tensiones étnicas y religiosas de la zona, cuando en realidad surgió por las malas condiciones de vida, la carestía y la falta de recursos, pero el régimen lo ha transformado en un enfrentamiento únicamente militar», denunció Seida.
27 obuses y cinco mujeres muertas
Según las cifras de Milliyet, nueve obuses sirios cayeron en la provincia de Hatay y 18 cerca de Akçakale, a 250 kilómetros al este en la provincia de Sanliurfa, donde el 3 de octubre murieron cinco mujeres, todas miembros de la misma familia, por un impacto de mortero.
Y esto continuará, cree Hefiz Abdulrahmán, miembro del CNS y activista de derechos humanos independiente. Coincide con Seida en que no son disparos erráticos durante los combates con el Ejército Sirio Libre (ESL), la oposición armada siria, sino que los obuses que caen en territorio turco, casi siempre a menos de cien metros de la frontera, son una manera de buscarle las cosquillas a Ankara.
“Desde el principio, el régimen ha intentado llevar este conflicto al escenario internacional, a las tensiones entre suníes y chiíes, como en Iraq, al enfrentamiento entre Irán y los países del Golfo, Qatar, Arabia Saudí… Bashar Asad ha amenazado desde el primer día con provocar un terremoto en toda la región. Quiero convertir lo que fue una rebelión nacional del contexto de la revolución árabe y convertirlo en un juegeo de geopolítica en el que entren Rusia, China…” denuncia Hefiz.
Las autoridades turcas interceptaron un avión ruso presuntamente cargado de material militar para Siria
Rusia, por lo pronto, ya entró al juego el 10 de octubre, cuando las autoridades turcas obligaron a un avión de Syrian Airlines a aterrizar en Ankara para inspeccionar la carga. Acabaron confiscando algo que la prensa turca describió como “doce enormes cajas” y que según medios rusos contenían con toda sprobabilidad piezas de radar.La versión oficial turca es que se trataba de “material militar”.
Parte de la prensa mundial tradujo el concepto como “munición”, pero el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, había elegido una palabra (“mühimmat”) que, pese a aplicarse normalmente a balas y explosivos, puede definir cualquier tipo de bienes de uso militar. Según declaró el ministro de Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, las cajas llevaban el remitente de una empresa semiestatal rusa de producción de armamento y un destinatario nada ambiguo: el Ministerio de Defensa sirio. Los portavoces de Gobierno nunca desmintieron que pudiera tratarse, de hecho, de repuestos de radar, pero un radar tiene un uso militar, insisten.
Tras algunas declaraciones tensas y una conversación del embajador ruso en el Ministerio de Exteriores de Ankara, los ánimos parecen haberse aplacado. El aplazamiento de la visita de Putin, ahora fijada para el 3 de diciembre, ya se había acordado días antes, aseguran las autoridades, y días después, el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, eligió claramente bando. “Turquía tiene derecho a realizar este tipo de inspecciones si sospecha que hay material militar», afirmó Westerwelle en Estambul. “No tiene por qué permitir que se envíen productos de armamento o relevantes para la defensa a través de su espacio aéreo”.
¿Son todo esto tambores de guerra? Senol Karakas, miembro del pequeño partido trotskista DSIP, no lo cree. “No creo que vayamos a entrar en Siria. Lo que está haciendo el Gobierno es solamente exhibirse, como un matón”, dice. “No puede haber guerra. No sería solo entre Turquía y Siria, sino también entre Rusia, Irán, Estados Unidos y la OTAN. Sería una guerra mundial”. Eso sí, deja muy claro la total oposición de su grupo al régimen de Asad e incluso se negó a participar en una protesta de la izquierda turca contra la guerra, ya que “los que se manifestaban allí estaban en contra de la revolución siria, estaban con Asad, como el CHP”, el mayor partido opositor turco, denuncia.
Similares opiniones defiende Yildiz Önen, una de las fundadoras de Kuresel Bak, una plataforma antiguerra fundada en 2003 para protestar contra las intervenciones en Iraq y Afganistán. “Nos oponemos siempre a toda intervención militar en el extranjero. Nunca han hecho ningún bien, ni siquiera en Bosnia o Kosovo”, cree, al mismo tiempo que certifica, basada en su propia visita a Damasco en 2006, que “Asad es un dictador, la gente en Siria está bastante oprimida”.
“Después he ido a Egipto y Líbano, y en Siria era y es mucho peor. La gente tenía miedo de hablar con extranjeros. Incluso cuando decían que amaban a Asad, podías ver que mentían, por puro miedo”, recuerda.
«Turquía no es tan poderosa como la gente cree»
Tampoco cree que la guerra vaya a producirse.“Irán, Rusia y China, están apoyando abiertamente a Assad, y Estados Unidos y Europa están pasando por un período difícil, con soldados desplegados en Afganistán. Turquía no es tan poderosa en Oriente Medio como la gente cree. No puede atacar sola. Tenemos un conflicto en Kurdistán en el que mueren muchos soldados y si nos metemos en Siria, no hay duda de que morirán más. Por eso, ni siquiera Tayyip [Erdogan] habla de atacar”.
«Las masacres no pueden ser solo un problema interno»
Pero algo hay que hacer, cree Merve Alici, activista de la red Jóvenes Civiles, algo más cerca de la órbita del AKP, aunque a menudo crítica con sus posturas. “Cuando se están produciendo masacres, jamás puede ser un problema interno; Turquía ha hecho lo correcto al tomar partido por un bando”, cree, en referencia a la resolución parlamentaria que un día después del incidente de Akçakale le dio mano libre al Gobierno para enviar tropas al extranjero en el momento que estimase oportuno, dentro del plazo de un año.
“Preferimos que no se produzca una intervención, y ciertamente, no una de Turquía en solitario. Debe hacerse algo, pero empezar a bombardear no sería un paso acertado. Iría contra la voluntad de la mitad de la población turca, las encuestas muestran que la opinión pública está fuertemente en contra de cualquier tipo de intervención”, insiste.
“Si Erdogan pudiera hacer lo que quiere, ya habría establecido una zona de exclusión aérea para proteger a los desplazados. Pero más de la mitad de la población turca está en contra”, cree Hefiz. De hecho, una encuesta del instituto turco Edam realizada durante septiembre muestra que un 51% de los turcos creen que su país deberia mantenerse neutral en el conflicto sirio y sólo un 10% apoyaría el envío de tropas a una misión de la OTAN o la ONU en Siria.
Son cifras aún más bajas que las recogidas entre junio y agosto por otras encuestas, según las que entre el 57% y el 80% de la población se oponen a intervenir en Siria.Y entre el 56 y el 64% se considera descontenta con la actuación del Gobierno, lo que incluye a muchos votantes del AKP, el partido gubernamental.
Un 70 % de los turcos está en contra de una guerra con Siria
No habrá guerra, cree también Veysel Ayhan, analista del International Middle East Peace Research Center. “La política interna de Turquía hace que el AKP no quiera meterse en Siria. La opinión pública está mayoritariamente en contra de la guerra, un 70 % según nuestras encuestas. El apoyo iraní al régimen de Bashar Asad significa que el conflicto todavía puede durar al menos un par de años. Además, la OTAN ha dejado claro que no quiere verse implicada en una intervención contra Siria” . Así las cosas, más vale tener calma. “Tras la reunión de Erdogan con Ahmadineyad en Azerbaiyán (el 16 de octubre), Turquía ha mostrado su disposición a buscar una solución diplomática, lo que aleja la posibilidad de una guerra”, opina Ayhan.
La crisis ya es regional
El analista no cree que el régimen sirio realmente tenga voluntad de arrastrar a Ankara hacia una guerra regional mediante actos de provocación. “Si el conflicto escala, todo el mundo perdería”. Además, la crisis ya es regional, opina: “Si el Gobierno turco quiere resolverla, debe hablar no sólo con los actores sirios, sino también con Irán, Líbano, Hizbulá, Nuri Maliki, Masud Barzani… Es lo que está tratando de hacer. Antes, el gobierno se limitaba a acusar a Irán. Ahora, el foco de la política exterior ha cambiado. Tratamos de hablar con Irán, con Rusia…”
Y mientras tanto continuarán los disparos desde el lado sirio, casuales según Ayhan, intencionados según Hefiz. Eso sí, dado que las tropas tienen orden de disparar inmediatamente hacia el punto desde donde salieron los disparos, como confirman fuentes del Gobierno, a menudo destruyen posiciones del régimen sirio. “Eso desde luego les ha traído cierta ventaja a los combatientes del Ejército Sirio Libre”, evalúa el activista exiliado.
Gran parte de la oposición turca ve con malos ojos este apoyo efectivo del partido islamista AKP a un frente opositor cada vez más dominado por Hermanos Musulmanes y últimamente incluso salafistas, que convierten lo que fue una revolución cívica en una lucha religiosa contra el “´regimen infiel” del partido Baaz, laico y socialista. Además, el mayor apoyo de Asad viene de la minoría alawí que muchos turcos suponen cercana o incluso idéntica a la población aleví turca, laica también y afiliada en gran parte al socialdemócrata CHP.
Pero este aspecto religioso del conflicto es de nuevo cuño. “Hasta ahora, Asad era el mejor amigo de Recep Tayyip Erdogan: las dos familias se iban de vacaciones juntas. Así que no me fío de Tayyip cuando dice que se opone a Asad por el bien del pueblo sirio. Arabia Saudí y Qatar son dictaduras, pero a ellos no los critica. Si de verdad le preocupase la gente, ¡les pediría también elecciones libres a ellos!” denuncia la activista Yildiz Önen.