Abdulkarim Sadoon
M'Sur
La impronta emocional
¿Cómo podemos, como amantes del arte, percibir las obras del artista, aun conformando éstas un arte independiente? ¿Acaso una mirada es suficiente para saber de qué forma transmiten sus características emocionales? O más bien, ¿nos resulta imposible no acercarnos a ellas sin creer sus intenciones formales, dado que se tratan de productos cambiantes sometidos a las inclinaciones del arte? Son preguntas que me inquieren cada vez que contemplo estas obras, y la unidad temática que mantienen, lo que realmente me otorga, como seguidor de las pinturas de Abdul Karim Sadoon, la suficiente confianza ante ellas para hallar el fondo del expresionismo que dirige su elección hacia una belleza particular, la que los sentimientos crean en su plano descriptivo. […]
Son proyectos que sin alejarse de su realismo son perfectamente reconocibles. El observador no puede extraviarse. Ello viene apoyado por varias peculiaridades como lo son el dominio del sello reflexivo, sumado a la vivificación de la polémica, todo lo que las bases de la contemplación del trabajo nos permiten. En este sentido no podemos separar el ámbito de la estructura formal del conocimiento del receptor. Y esta asociación no está libre de una subordinación, que Abdul Karim Sadoun desea que permanezca vigente entre el trabajo y el observador. De no ser así, cada obra limitaría su trayectoria en base a unos patrones universales para la imaginación y la memoria. Dentro de este impulso hay algo que nos empuja a proveernos de la efectividad de la referencia simbólica frente a su producto y su campo.
Así pues, encontramos que Abdul Karim se propone otorgar al observador una base construida sobre conceptos con un mecanismo que transciende su vida interior, no como un golpe del ausente o un hecho singular, sino como algo que conlleva un sello personal genuino, encargado de concederle al significado una distancia formal, sometida a las referencias de una realidad ambigua y llena de contradicciones. Esto no deja de verse enriquecido por la polémica y por mirar a los objetos con ojos reales, para que percibamos en sus unidades formales, grandes o pequeñas, un rostro humano, una seña animal, un intercambio de besos o una hipocresía social… Expresiones que tienden a liberarse, no a colaborar, aun siendo reales, lo que aporta riqueza al hecho artístico y a su desviación formal.
Es por ello que como observadores debemos responsabilizarnos del conocimiento de sus elementos y no poner obstáculos a sus referencias, para a continuación despojarlos de los adornos con la intención de que sean un documento de conexión con lo que le rodea. Nuestro amigo Abdul Karim no se refugia en la profundidad de la leyenda y su metafísica. Se dirige con lo que transmiten estas obras expresionistas hacia el patrimonio de la realidad y su día a día y se deja llevar más allá de sus sentimientos y su estado vital.
Su mensaje es obvio en cuanto a la forma de asir el tejido de la memoria y los sucesos de la vida, y es por ello que no hallamos una multiplicación de visiones ni un extrañamiento en el código del sufrimiento cotidiano. En sus trabajos asistimos a una consolidación para que volvamos a confiar en el discurso expresionista y bien hecho del artista.
Lo carga de simplicidad, de una sencillez sometida a su composición y significados en virtud de una imaginación que rebosa dolor y revelación, construida para la libertad y para romper la uniformidad de los preceptos y deberes que no necesitamos. Con su proyecto artístico transforma explícitamente los fenómenos de la vida ante nosotros, sin revestirlos de ambigüedad e incertidumbre, para que queden abandonados al imaginario de quien los mira. Tal vez sus herencias emocionales eran claras al apoyarse en la monocromía para que sus líneas respondan a la atracción del sentido y vayan a la par de la tendencia emotiva que las conduce.
Cada una de sus creaciones debe encontrar una justificación que nos haga seguirlas en su individualidad formal, sin detenerse ante ellas como conjunto. Los proyectos de Abdul Karim Sadoon nos conceden un reequilibrio en la percepción del mensaje del arte y su rostro expresionista porque su composición y su sistema del constructivismo acrecientan una fidelidad con lo vital que lo rodea.
No se oponen al impulso del estado de ánimo del artista, sino que se someten a las directrices de esa impronta emocional. Es ello lo que palpamos en toda esa superficie cubierta por el efecto expresionista… Todos y cada uno de esos proyectos y su estilística conforman a mi parecer ese hilo emocional que me lleva a permanecer largo tiempo contemplando estas obras, y a juzgar que se quedarán en mi memoria como algo vivo, cual modelo de las dimensiones sociales.
[Kudair Alzeidy · Traducción del árabe: Noemí Fierro]
[Abdulkarim Sadoon nace en Bagdad en 1959. Dibujante y caricaturista, sus trabajos han ilustrado numerosos periódicos iraquíes y portadas de libros. Es miembro fundador del Comité Iraquí de la Caricatura. A partir de 1986 empieza a exponer sus obras en el extranjero (Japón, Cuba, Bulgaria, Serbia, México… y desde luego Jordania, Egipto y Siria). En la última década ha participado en muestras en Francia, Suecia y España. En 2002 se traslada a Suecia, a la ciudad de Gotheborg, donde vive desde entonces. Su web es asadoon.com].