Francesco Cafiso
We play for tips
M'Sur
Sicilia, New Orleans
Hace unos años viajé a Vittoria, en el muy barroco sur siciliano, para conocer en persona a Francesco Cafiso, que acababa de publicar su colosal proyecto 3. No solo quería saber cómo era de cerca aquel chaval a quien Wynton Marsalis se llevó de gira cuando apenas era un mocoso, sino también ver dónde vivía, cómo se reintegraba un artista en su pueblo después de esas extenuantes giras internacionales.
Vittoria es quizá uno de los lugares más austeros de la zona, no hay demasiados estímulos culturales. Y eso es precisamente lo que buscaba el saxofonista en su madurez. “En Vittoria estás ‘solo’, entre comillas, sin otras influencias”, me confesó. “Soy libre de cerrar la casa y pensar solo en la música. En Nueva York se dan tantas posibilidades que a veces, paradójicamente, no te puedes concentrar. Ahora siento la exigencia de pararme para seguir adelante”.
Cafiso se paró. Y ha seguido adelante a su modo habitual, es decir, a grandes zancadas. Si en 3 ensayaba un sabroso encuentro entre la música tradicional siciliana y el jazz, en su nuevo álbum, el recién salido del horno We play for tips, (Eflat Records) vuelve más que nunca su mirada hacia la América sonora, especialmente hacia Nueva Orleans. A esa Nueva Orleans donde la música suena por todas las esquinas, aunque los músicos, como indica el título, muchas veces tuvieran que sobrevivir pasando la gorra.
Con su no menos característica habilidad para sonar nuevo y añejo a la vez, fresco y sabio, Cafiso se arropa por una espléndida banda formada por Marco Ferri al saxo tenor y el clarinete; Sebastiano Ragusa al saxo barítono y el clarinete bajo; Francesco Lento y Alessandro Presti a la tromba y el fliscorno; Humberto Amésquita al trombón; Mauro Schiavone al piano; Pietro Ciancaglini al contrabajo; y Adam Pache a la batería.
Un viaje a los orígenes, con guiños que van del propio Marsalis a Count Basie pasando por Louis Armstrong. Pero no se engañen: aunque Cafiso venga más americano que nunca, la gorra que extiende a los espectadores al final de la actuación es un genuino capello siciliano, y los sonidos de su saxo nunca terminan de ocultar, por suerte, su arrebatadora mediterraneidad.
[Alejandro Luque]
16 minutes of happiness
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