Walid Ebeid
Carne lícita
M'Sur
Y la mujer se hizo furia
Un mudo grito de dolor en los ojos, sordidez en las paredes, una cama vieja. Así son las mujeres que pinta Walid Ebaid (El Cairo, 1970). La desnudez aquí no es erótica, no es belleza . Es la vivencia cotidiana de ser mujer en una sociedad patriarcal: expuesta, vulnerable, exhibida, escrutada. Pero a la vez, esta desnudez se transforma en revuelta, en rebelión: No tengo ya nada que perder, parecen decir estas mujeres que nos miran, desafiantes, desde el lienzo. Esta soy yo. No me pueden quitar ya nada más. Lo único que ansío tener es un par de cócteles molotov.
En las galerías digitales, las obras de Walid Ebaid se muestran a menudo sin título. Y es cierto que en muchos casos no hace falta ponerle palabras. En otros, sí nos dan la pista clave: Nosotros, que no vivimos en Egipto, quizás no entenderíamos qué hace una chica joven, desnuda, con los vaqueros en los pies, en una habitación destartalada con una silla de quirófano, un microscopio y un babuino. Leemos “Prueba de virginidad”. Y entendemos la violencia.
Y qué decir de la joven que posa, vagamente atractiva pero hastiada al máximo, entre terneras abiertas en canal en una carnicería. “Carne lícita” es el título en este caso. Y quien haya oído hablar alguna vez en su vida a un telepredicador islamista lo pilla.
Nacido en El Cairo, criado en Yemen y licenciado en Bellas Artes en la Universidad de Helwan en Egipto en 1992, Walid Ebaid es una firma inconfundible: una mirada hiperrealista combinada con un trazo expresionista; una composición surrealista para situarnos de lleno en la realidad. No sorprende que cotice alto en el panorama artístico de la región; sus obras figuran en colecciones de referencia como la de Barjeel y ha relizada numerosas exposiciones, la última (‘Antes del diluvio’) en enero en la prestigiosa galería Dai en El Cairo. Las nueve obras que mostramos aquí han sido cedidos por el artista a M’Sur.
No es erótico, no es belleza, he dicho arriba, pero desde luego no es cierto. Walid Ebaid sabe que la furia que irradian estas mujeres es bella y que el cuerpo rebelde es erótico también: porque la libertad siempre lo es.
[Ilya U. Topper]