Crítica

Una experiencia increíble

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 5 minutos

Foreigner
Dirección: Carlos Violadé

Género: Drama
Intérpretes: Josh Taylor, Luka Peros, Salou Ndiaye
Guión: Carlos Violadé
Produccción: La Balanza
Duración: 27 minutos
Estreno: 2019
País: España
Idioma: inglés, castellano (subtitulado español)

No, si la idea no es mala: un ejecutivo inglés de la banca, joven pero sobradamente preparado y guapo, pasa sus vacaciones en la costa de Cádiz, junto a un despreocupado grupo de amigos y amigas, uno de los colegas lo invita a pegarse un baño en una cala, pero resulta que el mar…

Resulta que cualquiera que conozca Cádiz, se dirá de inmediato que no, que esto no puede ser, porque en Cádiz no existen estos arcos de roca y acantilados, ni el mar nunca muestra esta calma azul, ni por supuesto a nadie se le ocurriría dejar anclada una lancha motora así ante la costa, como si no pasara nada, como si esto no fuera el Atlántico.

Es que no es el Atlántico: las escenas en cuestión se han rodado en Alicante. Pero hubo que poner Cádiz en la historia, porque una patera con inmigrantes no puede llegar a las playas del Levante español: esto tiene que ser en Conil de la Frontera, y allí se ha filmado el resto, efectivamente.

La confusión de mares y costas seguramente no es óbice para ganar premios en Corea o Bogotá (ni le perjudicaban a Tom Cruise los sanfermines de Sevilla). Lo malo es que la falta de preocupación por la verosimilitud se extiende a gran parte del guion, y una vez arrancado el espectador de su disposición de dejarse llevar de buena fe y entrega, una vez provocada la reacción de “Eso no me lo creo”, ya no dejará de descubrir detalles incoherentes.

Lo que podría ser una hermosa cinta se convierte en una sucesión de pequeños tropiezos

Dejar una lancha anclada a cientos de metros de una costa deshabitada ya es raro, pero que un buen nadador deje abandonado a un colega en la corriente y se vaya a “buscar ayuda”, sabiendo que no hay nadie cerca a quien avisar, para mí prometía ser el inicio de una trama negra: un intento de homicidio, una venganza. ¿Simple ignorancia de qué hacer cuando a uno le pilla la corriente? ¿La misma que demuestra Mark, el joven banquero protagonista (Josh Taylor), al nadar durante horas agarrando las gafas de bucear? Nadar contracorriente con una sola mano sí son ganas de ahogarse… Y no tengo experiencia, pero prefiero no tener que comprobar nunca si es verdad que un bote hinchable —uno capaz de llevar motor— que ha perdido aire repentinamente se puede volver a inflar soplando a pleno pulmón en medio del mar.

Así, lo que podría ser una hermosa cinta con una excelente reflexión, precisamente la que promete y pretende el título, Foreigner —forastero— se convierte en una sucesión de pequeños tropiezos. Y es una lástima porque no solo la intención es buena, sino que el trabajo fílmico está muy cuidado y muestra cariño por la imagen, el detalle, la factura bien hecha desde el punto de vista cinematográfico. Y es especialmente una lástima, porque no es nada que no pudiera haber arreglado un buen guionista, oficio casi caído en el olvido en una época en la que se ha aceptado como normal que un director de cine se pluriemplee firmando el guion. Hay mil maneras de caerse al mar en Cádiz que son más verosímiles que hacerlo en Alicante.

Nos quiere proponer la muy necesaria reflexión sobre quién es forastero dónde

Un guionista podría haber indicado también al montador que una cinta de 25 minutos, que nos quiere proponer la muy necesaria reflexión sobre quién es forastero dónde —¿qué separa a un senegales espalda mojada de un banquero inglés?— tal vez no hagan falta cinco de mar y silencio para crear la necesaria angustia. Pero sobre todo podría haber insistido que si vemos a la gente guapa (rica, alegre, de gintonic, piscina y buen rollo) de una forma individualizada, como personas con sus expresiones faciales, sus rasgos de carácter, su personalidad, el guion habría exigido presentarnos de la misma forma, con enfoques individuales y momentos de expresión y desarrollo de carácter, a los inmigrantes africanos. Sacándolos de la sombra en la que los coloca nuestra imaginación colectiva (“todos negros”) y nuestros prejuicios. Vale que de noche es mucho más difícil, pero ahí es donde uno demuestra su arte.

Carlos Violadé (Sevilla, 1977) tiene un impresionante palmarés ya con sus anteriores cortos Tres (2011) y No tiene gracia (2013), y le podemos augurar más en futuros trabajos. Por lo pronto, Foreigner es candidato a mejor cortometraje en los premios Goya 2020, tras ganar festivales en varios continentes. Recibirá aplausos. Pero uno tiene la sensación de que el cineasta merecería haberlo hecho mejor.

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