alemán
El alemán forma parte de la rama germánica de las lenguas indoeuropeas. Posee una enorme cantidad de literatura y poesía y ha servido durante siglos como lengua de cultura y comercio en el Este de Europa e incluso Rusia.
La estandarización del ‘alto alemán moderno’ en el siglo XV se basó en el dialecto que Martín Lutero empleaba para traducir la Biblia. Desde entonces, esta forma estándar se conoce como «Hochdeutsch» (alto alemán). Acabó imponiéndose en todos los Estados alemanes, pero no puso fin a la utilización de las variantes regionales del alemán, si bien estas quedaban relegadas al uso oral.
Variantes
Comparado con otros idiomas, el alemán muestra una enorme variedad interna que dificulta la comunicación entre los llamados ‘dialectos’.
Algunos de estos idiomas alemanes —el alemánico de Renania, el suizo-alemán o el bávaro, para no hablar del ‘platt’ (bajo alemán) en las llanuras norteñas del país— son netamente más diferentes entre ellos en fonética, vocabulario y sintaxis que la mayoría de los idiomas románicos. Resultan del todo ininteligibles para alemanes de otras regiones. Pero ninguno está estandarizado como lengua oficial, exceptuando el luxemburgués, variante del alemánico, que es cooficial en el Gran Ducado.
El alemán, más concretamente el tirolés, que forma parte de las variantes austríacas, es la lengua nativa de la mayoría de la población en la región Alto Adigio, en el noreste de Italia, fronteriza con Austria. En esta provincia, el alemán estándar es lengua cooficial.
Hasta mediados del siglo XX, el alemán formaba parte del mosaico lingüistico de toda Europa Oriental, hasta el Mar Negro. Ya en el siglo XII y XIV, emigrantes de Renania se asentaron en Transilvania, hoy Rumanía central. Conservan hasta hoy su idioma alemánico, similar a la variante luxemburguesa del alemán.
A partir de 1800, numerosas colonias alemanas campesinas se establecieron alrededor de todo el Mar Negro, desde las llanuras costeras de Bulgaria y Rumanía a Ucrania, Crimea y Georgia. A partir de 1940, en el contexto de la II Guerra Mundial y ante la perspectiva de no poder mantener el dominio sobre los Balcanes, el gobierno alemán organizó el traslado de prácticamente todos los alemanes de la región a Europa Central.
Rumanía
Las grandes comunidades de Transilvania – tras más de medio milenio de presencia cifraron unas 300.000 en 1930 – se mantuvieron, pero emigraron en las décadas posteriores, gracias a acuerdos por los que la República Federal de Alemania pagaba al régimen comunista de Bucarest tarifas fijas por permitir su salida. Pero la emigración masiva se dio sólo tras la caída del régimen de Ceausescu: el numero de alemanes en Rumanía superaba los 100.000 en 1990 y bajó a los 15.000 en 2007.
En Suiza, el alemán estándar es lengua cooficial, junto al francés, italiano y rético, aunque la lengua nativa de la mayor parte de la población es el suizo-alemán ( ‘schwyzerdütsch’), extremamente distinto. Éste, si bien no se utiliza en documentos oficiales, se considera parte de la cultura nacional de Suiza y se emplea en la literatura local. Similar es la situación en Austria, donde el alemán local se emplea ampliamente en el habla, pero se escribe sólo la versión estándar.
También el yídish es una variante del alto alemán del siglo XV, conservado en las comunidades judías de Europa Oriental. Aunque con algo de práctica es comprensible para un alemán, se considera un idioma aparte.
La complejidad gramatical del alemán es enorme: modifica los sustantivos y adjetivos acorde a cuatro casos, tres géneros, el artículo determinado e indeterminado, plural y singular. Es algo que parece contribuir a la pérdida de su papel como lingua franca en los Balcanes donde su presencia histórica como lengua oficial del Imperio Austrohúngaro se reforzó en el siglo XX con el ir y venir trabajadores yugoslavos residentes en Alemania. Hoy está cediendo este rango al inglés.
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