Libertades


Es difícil trazar un mapa de las libertades sexuales en los países mediterráneos, ya que apenas existen estudios en este campo e incluso en el mismo país, las diferencias entre las distintas capas de sociedad pueden ser enorme.

En muchos países, como España, las jóvenes tienen mayores libertades sexuales que la generación de sus madres y la población urbana se siente menos vigilada que la rural. Pero no es una regla general: en Egipto, Argelia e Iraq, la represión sexual es hoy netamente mayor que en los años setenta y en Marruecos, numerosas poblaciones campesinas conservan un margen de libertad que no se encuentra en los barrios tradicionales de las ciudades.

La libertad sexual es mucho mayor al norte del Mediterráneo y más restringida en el sur; además son más liberales los países en la parte occidental que los de la ribera oriental. Así, España, Francia y Eslovenia son los tres países europeos donde se acepta con más naturalidad un encuentro sexual sin una relación formal, mientras que Malta y Rumanía son los que más condenan esta actitud. Alrededor del 25% de las mujeres en Francia y Grecia, y del 15% en España, Portugal y Ucrania tenían más de un amante durante el año anterior a la encuesta; en Italia, la cifra es del 3%.

Mientras que en los países europeos occidentales, la iniciación sexual raramente tiene que ver con la boda, en Europa del Este, la edad media de la primera relación sexual sólo precede en uno o dos años a la del matrimonio. En Rumanía, un 81% de las chicas menores de 24 años con experiencia sexual sólo habían tenido relación con un chico en su vida. Las repúblicas de la antigua Yugoslavia, por otra parte, parecen casi tan liberales como Europa del Oeste. Albania se sale de la imagen general: sólo el 14% de las mujeres jóvenes admite haber tenido sexo antes de casarse, casi siempre con quien sería luego su marido.

Esta proporción tiende hacia cero en los países del Cáucaso, donde la edad media de la primera relación coincide casi exactamente con la del matrimonio, alrededor de los 20 años; sólo el 3% de las mujeres entre 20 y 24 años admite haber tenido relaciones sexuales antes de casarse, una media tan baja que más que la realidad refleja los tabúes asociados a admitir una vida sexual fuera del matrimonio. Las cifras para chicos son mucho más altas, acorde a la visión patriarcal que acepta o fomenta la actividad sexual del hombre, pero condena la de la mujer.

El sexo oculto

Varios países al sur del Mediterráneo prohiben toda relación sexual que no tenga lugar en el marco del matrimonio. Es el caso de Marruecos, donde el artículo 490 del Código penal impone entre un mes y un año de prisión. Teóricamente, dado que apenas hay noticias sobre la aplicación de la ley; la mayor parte de la población marroquí —un 65% de las chicas según una encuesta en 1982— tiene cierta experiencia sexual antes de casarse; hoy, el 70% pierde la virginidad antes de la noche de bodas. La prohibición legal, social y religiosa del sexo premarital sigue pesando mucho, pero se traduce sobre todo en una actitud hipócrita: el sexo se vive pero se oculta.

En Túnez, donde la legislación no castiga las relaciones entre solteros, la situación no parece distinta. Tampoco en Argelia hay que llevar el código penal al dormitorio, pero las recientes oleadas del integrismo islámico han impuesto normas sociales conservadoras y las relaciones sexuales se postergan muy a menudo hasta el día de la boda.

Al menos igual de represivo es el ambiente social en Egipto, donde hay un neto retroceso en libertades desde los años setenta y la generación joven es mucho más conservadora que la de las mujeres de 40 años. La represión es tal que es una joven pareja no casada prácticamente no puede subir al piso de uno de ellos: lo impediría el portero del edificio.

Sexo ilegal

Marruecos, Mauritania, Libia, Jordania, Kuwait, Bahréin, Qatar, Emiratos, Omán y Yemen prevén penas de cárcel para toda persona que tenga una relación sexual fuera del marco matrimonial, aunque la aplicación efectiva de la ley y su  varía mucho: mientras que en Marruecos no se aplica casi nunca, en los Emiratos sí se llevan a cabo detenciones, incluso de extranjeras.  Arabia Saudí, Sudán, Irán y ocasionalmente también los Emiratos aplican entre 40 y 100 latigazos, siempre y cuando los acusados son solteros (si están casados, se puede imponer la pena de muerte, prevista para casos de adulterio).

Además, en Jordania, Siria, Iraq y toda la Península Arábiga, toda relación sexual y muchas relaciones románticas sin sexo pueden acabar en tragedia: la costumbre obliga a las familias a asesinar a una hija que da lugar a habladurías, ya que este asesinato de ‘honor’ es la única forma de restablecer la mancillada reputación familiar. Recientemente se observa un cambio hacia una mayor libertad en ciertos sectores acomodados de Jordania.

En Iraq, la evolución va en la dirección contraria: si hasta finales del siglo XX, las relaciones románticas entre chicos y chicas eran habituales —aunque normalmente sin romper el tabú de la virginidad—, hoy, la creciente islamización de la sociedad fomentada por la invasión estadounidense ha puesto fin a las libertades. El código penal de 1969 no prohíbe las relaciones sexuales consensuales, pero la Constitución de 2005 estipula que ninguna ley puede contradecir la charia, por lo que posiblemente se considere hoy ilegal.

Aunque no se libra de los asesinatos de ‘honor’, Siria es o era hasta la guerra civil iniciada en 2012 uno de los países más liberales al sur del Mediterráneo, después de Marruecos o Túnez: proliferaban los cafés diseñados para permitir momentos de intimidad a los jóvenes y numerosas chicas que vivían en pisos de estudiantes no dudaban en invitar al novio a casa.

Líbano, exceptuando algunas regiones rurales, se asemeja en este aspecto más a los países del sur de Europa que a sus vecinos árabes y entre las clases medias urbanas, las restricciones son escasas.

Pese a las estrictas leyes introducidas en 1980, el sexo entre solteros no ha desaparecido del todo en Irán: uno de cada cuatro hombres y un 6% de las chicas entre 19 y 29 años tiene algún tipo de contacto sexual antes de casarse, según un sondeo.

Turquía representa una sociedad bisagra entre estas tradiciones y las costumbres europeas: en el sureste del país, los asesinatos de ‘honor’ dificultan incluso la comunicación entre mujeres y hombres, mientras que entre las clases acomodadas en Estambul es fácil encontrar a personas que viven su sexualidad de forma tan libre como en los países europeos mediterráneos. La ideología conservadora del gobierno, no obstante, contribuye a reducir el espacio de libertad.

En Israel, las libertades sexuales evolucionan hacia una mayor permisividad: más de un tercio de las estudiantes de bachillerato —entre 17 y 18 años— mantiene hoy relaciones sexuales. Los sectores religiosos, no obstante, intentan frenar este proceso e incluso han financiado milicias armadas en algunos barrios ultraortodoxos de Jerusalén para expulsar a mujeres consideradas ‘indecentes’. Además hay un enorme rechazo ante la posibilidad de que mujeres judías puedan tener sexo con hombres palestinos: en 2010, un tribunal de Jerusalén condenó por «violación» a un ciudadano israelí árabe que había mantenido relaciones con una mujer judía tras hacerse pasar por judío. Desde 2013, una normativa nacional prohibe a las mujeres judías trabajar de noche en hospitales, para evitar que puedan iniciar relaciones con empleados no judíos.

 

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