Cultura griega
La cultura griega se empezó a expandir ya a inicios del I milenio a.C. sobre todo en las regiones no dominadas por los comerciantes fenicios: todo el Mar Egeo, las costas de Asia Menor, la parte meridional de Italia —hoy Apulia y Calabria — y toda la isla de Sicilia.
Algo menos densas eran las colonias en las riberas del Mar Negro, en la costa egipcio y libia, en el sur de Francia y en el Levante español, donde la presencia griega fue muy escasa. A diferencia de los fenicios, los griegos no sólo fundaron plazas comerciales sino también colonias con agricultura propia.
La clásica cultura griega, con su alto desarrollo de las matemáticas, la astronomía, la medicina y otras ciencias fue la base del pensamiento científico continuado primero por los árabes y recuperado en Europa en el Renacimiento. Muchos de sus más destacados autores vivían en alguna de las colonias: Arquímedes en Siracusa, Eratóstenes en Cirene, Ptolomeo en Alejandría.
Aunque compartían una misma cultura y un idioma —dividido en los dialectos eolio, dórico y jónico—, las ciudades griegas se mantenían independientes unas de otras y formaban una pléyade de ‘polis’, es decir, ciudades-estado. Se mantenía, no obstante, una estrecha relación entre las colonias y las ciudades de las que eran oriundos los primeros colonos. Como ciudades madre se consideraban Atenas, Sparta, Corintio, Calcis, Megara, Patras, Naxos, Paros, Focea, Mileto, Cnidos, Rodas y Tera, entre otras, todas ellas situadas alrededor del Mar Egeo.
En el siglo IV a.C. el príncipe macedonio Alejandro Magno unificó los reinos griegos y, tras varias victorias militares sobre los ejércitos persas, impuso una administración de corte griego en el imperio persa y en Egipto. En Irán, la dinastía seleúcida mantuvo la herencia griega durante casi 250 años; en Egipto, dominada por la dinastía ptolemáica, duró hasta la conquista romana. Varios reinos que no dependían de administración helenísticas también se orientaban hacia esta cultura y acuñaban monedas con caracteres griegos; hay ejemplos en la costa ibérica y norteafricana, en varias zonas de Arabia y en el reino de Axum, en la actual Etiopía.
La presencia griega no desapareció de los territorios ‘helenizados’ tras su incorporación a otros estados: hasta hoy hay comunidades griegas históricas en Georgia y zonas cercanas del Cáucaso, en Egipto y en Turquía, aunque la importante población griega de este país fue expulsada en el curso del conflicto con Grecia a inicios del siglo XX. También en el sur de Italia existen pueblos en los que se habla una mezcla de italiano y griego, testimonio de los colectivos helénicos históricos.