Fenicios
La cultura fenicia es la primera históricamente acreditada que une todo el Mediterráneo. Inicialmente basados en media docena de ciudades costeras en la costa del actual Líbano, los fenicios fundaron pronto decenas de ciudades, factorías y plazas de comercio desde Libia y Sicilia hasta Ibiza, Huelva y la costa atlántica de Marruecos.
Sobre su origen se sabe poco, aunque a veces se les asocia a los ‘pueblos del mar’ que aparecieron en el Mediterráneo a finales de la Edad de Bronce (inicios del I milenio a.C.). Pero sabemos que hablaban una lengua semita, es decir cercana al hebreo, arameo y árabe. Crearon el primer alfabeto fonético, base para todos los sistemas de escritura utilizados hoy en el Mediterráneo.
La riqueza de los fenicios se basaba en el comercio con vino, aceite, vidrio, telas, madera de cedro, juguetes y, sobre todo, la púrpura. Este tinte, extraído de una vesícula de la cañaílla (el caracol marino Murex brandaris), era extremamente apreciado en la Grecia clásica y más tarde en el imperio romano y su producción parece haber sido durante un tiempo monopolio o secreto profesional de los fenicios.
Las rutas fenicias cubrían todo el Mediterráneo y según los historiadores clásicos, los comerciantes navegaban hasta las islas británicas para comprar estaño y hasta Guinea, siguiendo la costa Atlántica. Si incluso alcanzaron América sigue sujeto a polémica, pero se tiene por muy probable que alcanzaron los Azores, ya que se han encontrado posibles altares y hay noticias sobre hallazgos de monedas cartaginesas.
En el este, los fenicios tuvieron durante breves épocas acceso al mar Rojo y pudieron abrir rutas hasta India.
Las dos ciudades fenicias más importantes, tras Tiro y Sidón en la costa levantina y pronto por delante de ellas, eran Cartago, cerca del actual Túnez, y Gadir, hoy Cádiz. En el Mediterráneo Oriental, sin embargo, las colonias griegas pronto dominaron el comercio marítimo.
Tras la conquista de las ciudades fenicias levantinas por el imperio persa en el siglo IV a.C., Cartago se convirtió en la referencia de los comerciantes ahora llamados púnicos y empezó a consolidar su influencia a través de una flota guerrera. Dominaba toda la costa norteafricana de Tánger a Libia, gran parte de Andalucía, las islas Baleares, Córcega, Cerdeña y la mayor parte de Sicilia.
Su enfrentamiento con el poder creciente de Roma llevó a las guerras púnicas que en el siglo II a.C. Éstas terminaron con la destrucción de Cartago y la incorporación de sus dominios en el Imperio Romano.