La crisis silenciosa
por Rafael MarchanteSilencios. Rostros que buscan una respuesta mirando hacia dentro. Gente que calla, mira al suelo, a las aguas del río Tajo. Ya no hay viento para los marineros: ahora se sobrevive buscando almejas en la orilla.
La crisis en Portugal no ha provocado grandes disturbios, ni proclamas ni apenas atención mediática en el resto de Europa. El pueblo portugués la sufre en silencio. Es una crisis ajena en un país que no era rico ni pobre, ni sufría burbujas enormes ni estaba mal situado en términos de déficit público, tasa de paro o cifras de crecimiento. Pero el ataque de los mercados y las agencias de calificación a la enorme deuda pública no tuvo miramientos. Portugal pidió el rescate de la Unión Europea en abril de 2011 y llegó con las condiciones habituales: recortes en jubilación, becas, salarios públicos y ayudas sociales.
El país se resignó. La renuncia del primer ministro, José Sócrates, las elecciones anticipadas, la victoria del conservador Partido Social Demócrata, todo se hizo ante una apatía general. La sensación de impotencia se traducía en un silencio hasta electoral: poco más de la mitad de los portugueses fue a las urnas.
La democracia, conquistada en 1974 con claveles rojos, duró 36 años antes de ser reemplazada por la ley de los mercados, concluyó un sociólogo de Yale. ¿Se la llevaron las aguas del Tajo?
[Ilya U. Topper]