La Manada
por MarquerieLas leyes pueden cambiar
La sentencia que condena a nueve años de prisión por abuso sexual a los cinco de La Manada ha removido las tripas y a miles de personas que se concentraron en Madrid, como reflejan las fotografías de Javier Marquerie, y en decenas de ciudades españolas, con indignación, rechazo y asco, mucho asco. Indignación a que el Tribunal haya descartado la agresión sexual por no haber violencia física o intimidación, pese al «prevalecimiento de superioridad», en número (eran cinco) y en físico (complexión fuerte).
Rechazo a las leyes que pretenden que una víctima se resista a su agresor, independientemente de los costes, para ser considerado una violación. Asco porque la sentencia incluye el voto discordante de uno de los jueces, que pedía la absolución, porque ve en la chica «excitación» y «jolgorio», donde cinco tipos en un portal penetran a una mujer «con intenso agobio y desasosiego», que quedó en estado de shock.
Las tripas y la conciencia ha removido esta sentencia, aconsejable de leer para entender que los problemas a los que nos enfrentamos las mujeres son muchos, legales y mentales.
La enfermedad social por la que cinco tipos se atrevieron a hacerlo, y durante el juicio se cuestionara la actitud de la víctima, la ha plasmado el juez Ricardo González negro sobre blanco. Una visión del sexo como sometimiento, que le lleva una a preguntarse si ha abusado viendo mal porno, porque la manera de entender el acto da mucho asco.
Ese insano trato hacia la mujeres, que se intuye en las aulas, se manifiesta en las calles, y se refleja en las camas, puede estar amparado por las leyes. Leyes redactadas e interpretadas por individuos que pueden pensar como manada.
Laura Fernandez Palomo