Opinión

La injusticia heredada

Aïcha Zaïmi Sakhri
Aïcha Zaïmi Sakhri
· 5 minutos

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El informe del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH) acerca del estado de la igualdad y de la paridad en Marruecos es una mina de información. Yo lo he hojeado en su conjunto, y si bien es cierto que se han dado progresos en la materia, la condición de las mujeres en Marruecos sigue siendo poco alentadora. Quedaron lejos las promesas de la Constitución de 2011.

Está claro que la noticia que ha llamado la atención de los medios y de los ciudadanos es la recomendación de eliminar la desigualdad reinante en el reparto de las herencias.

Yo me posiciono a favor del debate y del iytihad [desarrollo innovador de la legislación coránica]. Estoy también a favor de la introducción y ampliación del legado testamentario actual, el cual es limitado e incluso inaccesible para los herederos directos. Según algunos teólogos y desde un prisma coránico no hay lugar para esta restricción. El legado testamentario, o wasía, autoriza el reparto de los bienes independientemente del grado de parentesco y sobre todo de sexo. En tal caso la herencia a partes proporcionales se aplicaría exclusivamente a los bienes excedentes.

Muchos prefieren esquivar las desigualdades sin poner en entredicho el texto coránico

En el día a día todos estamos de acuerdo en un punto: las herencias acarrean problemas y en la mayoría de los casos los herederos se ven enfrentados en los tribunales. Muchos prefieren esquivar las desigualdades entre hermanos y hermanas utilizando subterfugios, en concreto la donación. Los mismos, a menudo por miedo o autocensura, no quieren poner en entredicho un texto cuya finalidad, recordémoslo, no es la injusticia.

A menudo, los hombres, que reciben el doble de la herencia que sus hermanas, ocultan su obligación de hacerse materialmente cargo de ellas, de ofrecerles techo y abrigo si son solteras. Olvidan que su deber de manutención les incumbe también si la esposa trabaja, tiene un sueldo y participa en los gastos del hogar y de la familia. Pero claro, cuando se trata de dinero o del interés propio, la modernidad y la religión son un buen pretexto. El debate acerca de la espinosa cuestión de la herencia no ha hecho más que comenzar.

En este informe lo que me ha chocado sobremanera, 10 años después de la reforma del Código de la Familia y 4 años después de la promulgación de la nueva Constitución, son las siguientes estadísticas:

Un 43.5% de las peticiones de poligamia ha sido aprobado por los jueces, hombres

Cerca de la mitad de las mujeres marroquíes son analfabetas actualmente.

El porcentaje de matrimonios de menores casi se ha duplicado y ha pasado del 7 al 12% entre 2004 y 2013.

La poligamia, aun estando sometida a restricciones y sobre todo a la autorización, se ha incrementado. Un 43.5% de las peticiones han sido aprobadas por los jueces, hombres por supuesto.

Un tercio de las mujeres es víctima de violencia física y un 20% sufre en un momento de su vida violencia sexual. La mayoría de las veces no se castiga a los autores.

Las mujeres trabajan cada vez menos. Entiendo por trabajo el ejercicio remunerado y fundamental para su independencia y su autonomía. Cuando se trata de profesionales activas, los puestos de responsabilidad les siguen resultando inaccesibles la mayoría de las veces. Ante una idéntica labor, el salario de las mujeres es un 30% inferior.

Las mujeres están aún más débiles en una crisis de valores en la que dinero y religión van de la mano

Este informe pone en evidencia las desigualdades que padecen las marroquíes a diario y que las convierten en ciudadanas vulnerables, desamparadas por las leyes, encerradas en una lógica patriarcal y sometidas a mentalidades retrógradas. En pleno 2014 tienen todavía un tutor económico. Dependen del hombre para vivir y con frecuencia incluso para sobrevivir. Un 20% de las mujeres son cabeza de familia , sin embargo las leyes discriminatorias, las hereditarias por ejemplo, están ahí para recordarles su estatus.

Cuando escribí mi primer editorial el año 1995, hablé de marroquíes divididas entre tradición y modernidad. Dos décadas, una reforma de la Mudáwana [código civil] y una nueva Constitución más tarde, están divididas entre tradición y religiosidad. Resultan aún más débiles en un mundo en crisis de valores en el que el dinero y la religión van de la mano. Si bien algunas mujeres se han convertido en pilotos, ministras o gobernadoras, si bien han conseguido el derecho al divorcio y a la transmisión de la nacionalidad, la mitad de ellas no tiene acceso a la educación, está sometida e incapacitada para defender sus derechos e incluso para tener conciencia de ello.

El CNDH nos abre los ojos ante esta realidad a través de una serie de recomendaciones que habría que poner en práctica ya mismo en aras de un Marruecos radiante con mujeres instruidas y activas, capaces de ser libres, modernas e independientes.

Primero publicado en illi | 5 Noviembre 2015 | Traducción: Maite Galarza

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