Padrinos
Alberto Arricruz
Ya sabéis: cuando uno abre el buscador Google, le sube noticias ante los ojos sin haberlo deseado, y nunca salen al azar. En Francia, en septiembre pasado, tanto Google como YouTube o Facebook o Insta han seguido la estela de los medios franceses propiedad del oligarca Vincent Bolloré (no solo en Rusia hay oligarcas), imponiéndonos fotos e “informaciones” sobre el candidato fascista a la presidencial, el tertuliano televisivo Éric Zemmour.
Yo estaba con el pulgar a punto de tener tendinitis, dándole a “no me interesa”, “ver menos”, “no seguir”, etc. Pero redes y medios seguían vertiendo más Zemmour, poniéndolo en orbita a un alto nivel de intenciones de voto en las encuestas. Esas encuestas retroalimentan la burbuja al ser tratadas como noticias, igual que en España.
Mientras se promovía a Zemmour, se anulaba al socialista díscolo Arnaud Montebourg. Si este se hubiese beneficiado de la mitad de la publicidad otorgada a Zemmour, habría salido de la cantera de las encuestas. Yendo por libre, ignorado por los medios y sin aparato, se quedó sin aliento… y sin dinero.
Y también sin padrinos. Para ser candidato, hay que remitir al consejo constitucional 500 apadrinamientos de ediles, diputados nacionales o europeos, concejales regionales o departamentales, alcaldes… Marine Le Pen y Éric Zemmour lo han tenido difícil. Lo han conseguido en la recta final gracias al apoyo de figuras políticas nacionales, pidiendo que no sean eliminados de las elecciones cuando representan a una parte importante del electorado.
El 4 de marzo a medianoche, quedó cerrado el reparto de actores para el teatro de las presidenciales 2022. Tenemos 12 candidatos, entre los que ha conseguido colarse Valérie Pécresse. Pero para eso ha tenido que reintegrar el partido de derechas LR, del que se había dado de baja, y competir en una primaria en la que solo votaban los adherentes. Eso le ha obligado a desviar su discurso más a la derecha de lo que quería, en unas elecciones donde tiene que pescar más allá de su electorado tradicional.
El candidato comunista Roussel ha sido tachado de lo que en España se llama ahora “neorrancio” o “rojipardo”
La otra sorpresa ha sido la emergencia del candidato comunista Fabien Roussel. A pesar de ser secretario nacional del PC francés desde 2018, era perfectamente desconocido fuera de su circunscripción de diputado del norte. Pero con un par de declaraciones y de tuits, ha saltado a la fama por la violencia de las criticas emitidas por los portavoces de la izquierda moral, sean “verdes”, “insumisos”, “interseccionales” o “decoloniales”, etc.
Roussel ha sido tachado de lo que en España se llama ahora “neorrancio” o “rojipardo”, por defender la gastronomía francesa (eso se considera racista), reivindicar la bandera tricolor y la Marsellesa (facha), llamar a combatir el islamismo que no duda en tachar de fascismo (¡islamófobo!), promover la laicidad (¡islamófoboooo!), defender el recurso a la energía nuclear (según el candidato ‘verde’ Jadot, eso es de extrema derecha), defender la abolición de la prostitución (aun no está de moda en Francia la acusación de transfobia, pero llegará), querer luchar contra la delincuencia y la inseguridad (facha).
Esa demonización ha provocado un “efecto Streisand”, con más entrevistas en los medios, popularizando su nombre y su rostro. Parece el doble del héroe de la serie Airwolf en los años 80.
Esteban Hernández, en una reciente columna en El Confidencial, opina que “la verdadera guerra cultural que (…) estamos viviendo, no tiene lugar entre izquierda y derecha, sino entre los moralistas y los realistas ilustrados.” De acuerdo con esta máxima, Roussel marca la emergencia de una nueva izquierda realista ilustrada. Con la libertad que le otorga la competición presidencial, centrada en las personas y no en los partidos, inicia un camino para separarse de la ideología de “la diversidad”, hegemónica en la militancia progresista (incluido en el PC).
En eso nos pilla la guerra de Ucrania, que ha dado, lógicamente, una fuerte patada en el tablero de la campaña electoral en Francia.
Y eso ha conllevado algunas evoluciones sorprendentes. Cuando abrí el buscador hace tres semanas, esta vez Google me impuso un articulo… ¡a favor de Mélenchon!
En una perfecta sintonía, todos los medios han empezado a predecir la cualificación de Mélenchon
El candidato del movimiento de izquierda “radical” “Francia insumisa” apareció en lo alto de la fila, con un dibujo representándolo de forma agradable, cuando siempre lo muestran enfadado o con mala cara. El titulo del articulo era: “Una encuesta cualifica a Mélenchon para la segunda vuelta”. Vaya. En una perfecta sintonía, todos los medios han empezado a predecir la cualificación de Mélenchon.
En la primera vuelta de las elecciones, domingo 10 de abril, se votará entre los 12 candidatos para escoger los dos que quedarán cualificados para la segunda vuelta, dos semanas después. Si el candidato de izquierda “radical”, Jean-Luc Mélenchon, se alzara a la segunda vuelta, sería un vuelco histórico nunca visto en las diez elecciones presidenciales de los últimos 57 años.
El domingo 20 de marzo, Mélenchon organizaba su gran mitin —“marcha para la Sexta República”— en la plaza de la Bastilla en París, repitiendo el acto de sus campañas de 2017 y 2012. Los organizadores anunciaron 100.000 manifestantes, y la prefectura no publicó ninguna cifra. Los medios de “información continua”, los telediarios y los diarios han redifundido esa cifra sin cuestionarla, al contrario de lo que hicieron en las anteriores ediciones.
Pero la participación fue inferior a la de 2017 y 2012. Para evitar fotos en redes mostrando áreas de la plaza vacías, los tuiteros de Francia insumisa no han dudado en utilizar fotos de hace cinco años. Esa manipulación no ha provocado ninguna reacción negativa en los medios… Y el diario Libération diseñó su portada con una foto del candidato “insumiso”, titulando: “La primavera Mélenchon”. Ver para creer, vivir para ver.
Para medir la enormidad de tal giro mediático, cabe recordar que desde hace diez años (sin llegar a la histeria de los medios españoles en contra de Pablo Iglesias), los medios “mainstream” siempre han atacado duramente Mélenchon, quien ha llegado a profesar el odio y el desprecio a esos medios como parte de su combate político. Cuando en 2018 se presentaron en su casa decenas de policías para un registro, en una encuesta sobre financiación —una operación de “lawfare” escandalosa—, los mismos medios difundieron y comentaron en bucle el video de Mélenchon estallando de ira, instalando la imagen de un personaje incapaz de contenerse.
Y ahora, lo están mimando…
Marine Le Pen ha tenido que destruir más de un millón de octavillas donde salía en foto con… Putin
Para sacar titulares dándolo por cualificado, los redactores especulan con que su resultado se situaría al máximo del margen de error estadístico, mientras rebajan al margen más bajo a los demás. Pero incluso así, no se cualifica. Entonces, deciden que debería ser el candidato único de la izquierda, apartando a Jadot (el ‘verde’), a la socialista Anne Hidalgo y a Roussel: así suben a Mélenchon al segundo cajón del podio, detrás de Macron. Esa especulación ha servido para lanzar el lema del “voto útil” (que Mélenchon denunciaba hace cinco años, cuando sufría la presión para renunciar a favor del candidato socialista).
Ni sus (hasta hace poco) posiciones prorrusas, ni su silencio aterrador al cumplirse diez años de los atentados islamistas en Toulouse, ni el volantazo desde su “plan B” —salir de la Unión Europea y aliarse con China y Rusia— hasta declararse hoy de acuerdo con la adhesión de Georgia y Moldavia a la UE, ni su apoyo a las manifestaciones antivacunas (sí, parece increíble para toda persona de izquierda en España, pero Mélenchon se volcó en 2021 a favor del movimiento ‘antivax’)… Los medios que lo acosaban en cada entrevista, ahora lo reciben casi tan a gusto como cuando reciben a Macron.
¿Cómo puede ser? ¿Porqué esos medios, perfectamente orientados para que gane Macron, se han puesto del día a la mañana, y en perfecta sintonía, a darle aliento a Mélenchon, después de haber promovido a Zemmour?
Ese giro de los medios responde a las consecuencias de la guerra de Ucrania sobre la campaña, que modifica profundamente la dinámica de las candidaturas.
Marine Le Pen ha tenido que destruir más de un millón de octavillas donde salía en foto con… Putin, para mostrarse como estadista. Pero, a pesar de que los medios insistan en las relaciones —incluso financieras— de su partido con Rusia, las intenciones de voto a su favor se mantienen e incluso parece estar en una dinámica positiva.
Mientras, Zemmour —al que daban vencedor del derbi de los candidatos de extrema derecha— se está hundiendo por completo. No cumple con el papel asignado en el reparto: restarle votos a Le Pen para reducir su fuerza en la segunda vuelta frente a Macron. Pero mientras Le Pen ha sido directamente financiada por Putin, es Zemmour quien más ha sufrido su proximidad con los rusos. Cuando empezaron a salir refugiados de Ucrania, Zemmour pidió no acogerlos —coherente con su exigencia de parar la inmigración y de deportar immigrantes— pero calculando mal la ola de solidaridad con ellos en el electorado. Le Pen, en cambio, sí pidió acoger a los ucranianos.
La idea era que Zemmour aspirase a los votos radicales para así debilitar a Le Pen. Pero con el riesgo de darle tintes de moderada y seria a Le Pen. Y eso es lo que está ocurriendo: la campaña de Zemmour posiciona a Le Pen como más moderada en el abanico de los candidatos. Y es como se pueden ganar una elecciones presidenciales…
La promoción de Mélenchon es una alternativa a la de Zemmour, para intentar restarle voto popular a Marine Le Pen
La candidata de derechas Valérie Pécresse también ha pinchado. Al contrario de Mélenchon hoy, se enfrenta a la hostilidad de los medios (con un sesgo machista evidente), y no consigue una imagen de estadista en esa secuencia histórica dramática. Sobre todo, no se diferencia en su programa de la política de Macron. Pero no olvidemos que el candidato de derechas de 2017, François Fillon, hizo una campaña mediocre, sufrió semanas de acoso de la Fiscalía y de los medios, pero estuvo a un punto de calificarse para la segunda vuelta.
Hidalgo, la candidata socialista, es que da pena. Con un resultado que dejará en la irrelevancia, a nivel nacional, al partido que hace cinco años dominaba la vida política, Hidalgo ni siquiera va a movilizar el voto socialista residual que Macron necesitará en la segunda vuelta. La situación del verde Jadot parece menos dramática, pero está muy por debajo de las expectativas.
En cuanto a Roussel, después de unas semanas de sorpresa por su dinámica electoral, los medios han despertado: Mediapart le ha inventado una acusación de fraude, y ahora solo le preguntan porqué no se aparta ante Mélenchon. La posibilidad de una izquierda que pueda reconectar con las aspiraciones populares, aunque tenga todavía muchísimo camino que recorrer, no le hace ninguna gracia al poder.
La promoción de Mélenchon es una alternativa a la de Zemmour, para intentar restarle voto popular a Marine Le Pen. El bulo sobre su cualificación para la segunda vuelta, además de cortar la dinámica electoral de Roussel, daña a Pécresse, desmovilizando su electorado al descartarla como posible ganadora. Macron y la oligarquía que lo sostiene no temen a Mélenchon ni a Zemmour. En esa segunda fase de la campaña electoral, en un giro táctico impecablemente ejecutado, los medios al servicio del poder ahora apadrinan al candidato “insumiso”. Que lo disfrute: no durará.
Los activistas de Francia insumisa no se plantean preguntas, ellos no dudan: Mélenchon está conquistando los corazones, y los medios, simplemente, se rinden ante su luz. Están volcados en presionar para el “voto útil”, y se disponen a culpar Roussel de que Mélenchon no sea presidente.
Macron, mientras tanto, está instalado como favorito para ser reelegido. Pero hay que recordar que las encuestas y las afirmaciones de los editorialistas no son el voto. Y puede que las cosas estén mucho menos cantadas de lo que parece.
Lo argumentaremos en el próximo episodio.
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© Alberto Arricruz | Abril 2022 · Especial para M’Sur
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